Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

239



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

RELIGIOSIDAD POPULAR EN SANTO DOMINGO DE SILOS Y SU COMARCA (II)

REPRESA FERNANDEZ, Domingo

Publicado en el año 2000 en la Revista de Folklore número 239 - sumario >



FIESTAS PATRONALES

Santo Domingo de Silos Al igual que las vecinas localidades de Espinosa de Cervera y Peñacoba, Silos celebra el 2 de julio la festividad de su patrona, la Virgen del Mercado. La fiesta se reduce a un solo día pero condensa un número suficiente de actos de gran valor etnográfico. La Villa realiza una novena a su Patrona (1). En ella se interpreta el himno a la Virgen del Mercado que transcribo a continuación:

Himno a la Virgen del Mercado

(Patrona de Santo Domingo de Silos)

Madre del amor y guía
de Silos, que espera en ti;
del mercado. Madre mía:
vuelve tus ojos a mí.

Como Estrella de los mares,
como Estrella de las almas,
tú consuelas los pesares
y tú las tormentas calmas.

Causa de nuestra alegría,
alégrese el alma en ti.
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Dando de piedad ejemplo,
Silos todo, que te adora,
te proclama Protectora
y te venera en tu templo.

Vuelve tus ojos, María,
al que la luz busca en ti.
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Su esperanza en ti pusieron
nuestros padres y mayores;
y sin cuento los favores
de tu mano recibieron.

¡Con cuánto amor promovieron
tu culto y tu devoción!
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Nuestros campos agostados
con la lluvia fertilizas;
ahuyentando los nublados
nuestras almas tranquilizas;
siendo del atribulado
escudo de protección.
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

La luz del pobre peregrino,
estrella de salvación,
esclarece mi camino
y brilla en mi corazón.

Alumbra tú mi agonía
y al volver mi alma a ti,
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

De Dios, Madre Inmaculada;
Reina en gracia concebida,
de fulgente sol vestida
y de estrellas coronada;
de los hombres aclamada
su esperanza y salvación.
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

Desde la celeste altura,
Madre de Dios muy amada,
tiende tu dulce mirada
sobre el pueblo que este día
con gozo y santa alegría
solemniza tu función.
Madre del Mercado, Madre mía,
vuelve tus ojos a mí.

El último día de la Novena y en el Santo Rosario que se reza la tarde de la fiesta, el pueblo entona con particular emoción y una notable calidad artística el más emblemático canto de todos cuantos se dedican a la Patrona: La Peregrina.

La Peregrina

Soberano refugio,
Madre divina,
en Silos venerada
por Peregrina.
Madre piadosa
en Silos venerada
por Milagrosa.

Peregrina, tus gracias
y tus grandezas,
sólo Dios las conoce,
no mi rudeza.

Peregrina, con todo,
cantarlas quiero,
que aunque no las penetre,
¡qué importa eso!

Peregrina, existiendo,
¿quién lo ha dudado?,
pues la mancha de todos
te dejó en blanco.

Peregrina, naciendo,
con dotes tales,
que otra que Vos no hubo
después ni antes.

Peregrina, desquite,
de las mujeres,
pues en Vos "Ave" hallan,
si en Eva pierden.

Peregrina, en los pasos,
pues al primero,
por los pasos contados
te fuiste al Templo.

Peregrina, casada,
siendo doncella,
con un esposo guarda
de tu pureza.

Peregrina, en el parto,
pues sin dolores,
distéis el dulce fruto,

Flor de los hombres.
Peregrina, en tu patria,
y fuera de ella,
porque lo peregrino
nunca te deja.

Peregrina, en Egipto,
y en la montaña;
allí el maná llevando,
aquí la gracia.

Peregrina a Santiago,
y es rara cosa,
que no fuisteis a Galicia,
sí a Zaragoza.

Peregrina en el culto,
pues aún en carne
imagen y capilla
allí lograste.

Peregrina en tu muerte,
pues que, sin pena,
te nos fuiste a la gloria
de gozo llena.

Peregrina en la entrada
del cielo sumo:
que los ángeles miran
y alaban mucho.

Peregrina en el trono,
corona y mando,
pues ninguno te iguala
de Dios abajo.

Peregrina en imagen,
tal te veneran
en Silos, breve concha
de tanta perla.

Peregrina, pues vives
con misioneros;
aunque en casa te quedes,
partes con ellos.

Peregrina, predica
como acostumbras;
haz que lloren las gentes
sus graves culpas.

María del Mercado,
nuestra Patrono,
todos te veneramos
por Protectora.

María del Mercado,
la más excelsa,
Patrono de esta Villa
y sus aldeas.

Soberano refugio,
Madre divina,
en Silos venerada
por Peregrina.
Madre piadosa,
en Silos venerada
por Milagrosa.

Junto a estas dos composiciones, eminentemente religiosas, los vecinos de Silos entonan una jota especialmente dedicada a su Patrona, aunque esta vez fuera de las celebraciones litúrgicas. La interpretación fue recogida durante el trabajo de campo que realicé en 1997 con motivo de la investigación sobre la cultura de los pastores de Cervera. El informante fue el señor Lucio Puente, pastor de 65 años.

Jota de la Virgen de Silos

Esta es la jotica, Madre,
la que cantamos aquí,
la que cantamos aquí.

La cantan los sileñicos
que al cielo la hacen subir,
que al cielo la hacen subir,
y a las estrellas llegar,
y a las estrellas llegar.

La cantan los sileñicos
cuando vienen de rondar.
A mi morena, la emborracharon
y a la taberna se la llevaron.
La emborracharon, la emborracharon
y a la taberna, ole, se la llevaron.

Durante muchos meses, pero de forma especialmente intensa las dos semanas anteriores a la fiesta, los niños de Silos, residentes y ausentes, varones y mujeres, ensayan a las órdenes de su maestro, Valentín Fernández, las danzas que habrán de ejecutar en honor a la Virgen en diferentes momentos de la fiesta. Los danzantes, ocho en total, vestidos con trajes típicos (enagua blanca almidonada, camisa, medias y zapatillas blancas; dos anchas bandas de seda cruzadas por el pecho y la espalda y una pañoleta, también de seda, ceñida a la cintura; cintas en los brazos y en la cabeza, todas ellas de muy vivos y variados colores) y provistos de castañuelas o palos, bailan las mudanzas al son del tambor y la dulzaina y son dirigidos por el zarragón, un muchacho de mayor edad que viste una llamativa indumentaria (pantalones y chaqueta de colores rojo y amarillo y un gorro, de los mismos colores, de militar de campaña), que canta los pasos de las diversas mudanzas y marca su ritmo con un gran crótalo.

Las danzas de Silos se sustentan en unas letras que no se cantan en voz alta, sino que son entonadas mentalmente por cada niño. Los textos de estas coplas, breves y muy sencillos, nos recuerdan la picaresca española, de desenfadada sátira juglaresca. Las principales danzas que se interpretan en Silos el día de la Patrona son las siguientes (2):

Tronchos

Tronchos, qué berzas,
rábanos y acelgas,
espinas y espinacas,
canela y azafrán.
¿Quién la llevará?
La buena morenita.
¿Quién la llevará?
La buena morená.

El fraile

Aquel fraile, aquel,
el de las mangas anchas,
no quiere comer,
si no es por las damas
de Villadamiel.

Tres hojas

Tres hojas en un arbolé;
dábalas el aire, meneábanse.

El Tumillejo (3)

Del tumillejo,
del tumillar.
Tomillos, acelgas,
malos de arrancar,
malos de arrancar.

La Juana
Si la Juana está laralá (4),
tiene Juan Antón vida malá.

La culebra

Como la nada: la culebra.
¡Magdalena!
Como la nada: la culebra.

La fuentecita

Fuentecita, mana pronto
y volveré.
Que me están esperando mis amores
y tardaré.

La viña

Tengo una viña
en Campolapiedra.
Tengo la mala,
tengo la buena.
Por podar,
pellizcar de andar,
pellizcar de andar.

La cinta

Una cinta
que me cuesta cinco,
que seis me promete,
que siete me da.
Anda niña,
no la des por ocho,
que bien vale nueve,
que diez te darán.

La araña (5)

Una vieja que pica y araña,
que tiene los ojos a mala visión,
al infierno la llevan cantando
con cuatro linternas
y un Kyrie eleison,
y un Kyrie eleison.


Las danzas se ejecutan, como ya se indicó anteriormente, en diversos momentos de la jornada. Al trasladar la Virgen al templo parroquial por la mañana antes de la misa; tras esta celebración, durante la procesión (6) por las calles del pueblo y en la plaza; por la tarde, tras el Rosario, en la puerta de la iglesia y a petición de los habitantes del pueblo. Las danzas tienen dos modalidades principales: danzas de palos y danzas de corro. En el primero de los casos, los danzantes se reparten en dos bloques que se sitúan uno enfrente del otro. Los niños realizan diversas figuras, cruzándose y golpeando sus palos entre sí, terminando la mudanza en el mismo lugar en que la comenzaron. Estas mismas características se dan en aquellas danzas en las cuales, en vez de emplear palos, los niños utilizan castañuelas. En este caso, el final de la danza es muy acelerado y las castañuelas suenan con fuerza. Por su parte, las danzas de corro se ejecutan alrededor de un árbol de cintas. Cada niño tomará su cinta y todos juntos efectuarán los pasos que sucesivamente irán librando de las cintas al árbol, debiendo los danzantes poner especial celo en ello, pues es muy fácil enredarse con ellas. Para finalizar, los danzantes ejecutan el baile de la Virgen a cuatro, ocho y dieciséis calles y un festivo pasacalles. Tras las danzas de la mañana, los niños entonan sus versos (cuartetas) a la Virgen. Comienza el zarragón con una invocación breve y general a la Virgen del Mercado. Luego, cada niño realiza su propia petición a la Patrona, finalizando todos ellos con el grito de ¡Vítor, vítor!

Colocar el ramo es ritual encomendado a los jóvenes del pueblo. El acto tiene lugar durante la madrugada del día 2. Pasada la medianoche, los jóvenes se reúnen en la plaza y comienzan la laboriosa construcción del arco vegetal que habrá de adornar la puerta de la iglesia durante el día de la Patrona. Cortadas las ramas de chopo necesarias y provistos de una estructura de maderas, se da forma al arco. Mientras esta labor es realizada bajo la atenta mirada de algunos adultos, se procede a realizar una cuestación entre los presentes. El dinero es destinado a los gastos que conlleva el ramo (dulces y guindas), pero también para sufragar las bebidas que se consumen en el momento. Cuando el ramo está consolidado, se procede a su adorno a base de flores (rosas especialmente) y rosquillas. Con galletas se escriben en grandes trazos las iniciales V. y M. El ramo, de considerable peso, es transportado desde la plaza hasta la puerta de la iglesia. Allí, con la ayuda de una escalera, los jóvenes más hábiles se encargan de situarlo en las guías que para tal cometido tiene la puerta de la iglesia.

La fiesta de la Virgen del Mercado es el momento adecuado para que nuevos miembros ingresen en la Cofradía de Nuestra Señora. El acto principal de esta ceremonia tiene lugar durante la misa. Los aspirantes deben presentarse en el altar con sus valedores y realizar su juramento de amor y fidelidad a la Patrona. Tras la misa, la directiva de la Cofradía se reúne en sesión extraordinaria que termina con un convite para todos sus miembros. La fiesta en Silos concluye esa misma tarde con un baile público en la plaza.

Peñacoba

En la vecina aldea de Peñacoba, se celebran también el 2 de julio las fiestas patronales en honor a Santa Isabel, conocida en el lugar como la Virgen del Cerro. Los festejos duran tres días y cuentan con numerosos actos: bailes, procesiones, juegos, oficios religiosos, etc. De singular belleza y valor etnográfico es el acto de enramar los tejados de las casas donde viven jóvenes solteras. El enramado se efectúa durante la noche del día 1 al 2 y en él intervienen los muchachos solteros de la aldea. Si un ramo tiene un especial colorido y una mayor ornamentación significa que la joven a quien va dirigido es pretendida por algunos de los chicos que han intervenido en el ritual.

Espinosa de Cervera

Por su parte, Espinosa de Cervera también honra ese día a su Patrona, la Virgen de Talamanquilla (7). De esta fiesta cabe destacar la romería que se celebra en la ermita de la Virgen, situada en un paraje auténticamente privilegiado en un monte cercano al pueblo. El día transcurre entre el fervor religioso y la alegría propia de la fiesta, siendo el baile a la Virgen, alrededor de la ermita y de una duración inestimada, el acto que concita más interés de cuantos se celebran. Durante la misa, la procesión y la despedida a la Virgen, las gentes de Espinosa entonan el breve himno a su Madre.

Virgen de Talamanquilla

(Patrona de Espinosa de Cervera)

Virgen de Talamanquilla
eres una linda flor
y por eso todos tus hijos
te obsequiamos con amor.
Virgen de Talamanquilla
eres una linda flor.

¡Oh, dulce imán de mi amor!
Me arrastraré de tus pasos en pos.
Envíanos desde el cielo,
Madre nuestra, la más tierna,
un poquito de tu gloria
para endulzar nuestras penas.

Santibáñez del Val

San Juan Degollado o San Juan Negro, nombre que distingue esta festividad, 29 de agosto, de la de San Juan Bautista (San Juan Verde) del 24 de junio, es el patrón del pueblo de Santibáñez. Al Santo se le festeja en la actualidad de forma muy sobria: misa, procesión y verbena. Antaño, sin embargo, había costumbre de enramar las ventanas de las muchachas del lugar e iniciar la fiesta con dianas por las calles, deteniéndose la música en las casas de las autoridades y las mujeres jóvenes aún solteras (8). La víspera había verbena y, de madrugada, una gran chocolatada. San Juan Verde también se celebra en Santibáñez. Este año hubo misa y procesión y, al anochecer, una animada chuletada de cordero para los pocos vecinos que pueblan el lugar (9). Durante las procesiones mencionadas, los fieles de Santibáñez entonan el himno a San Juan que transcribo a continuación.

Himno a San Juan

(Recogido durante la fiesta de San Juan Verde de Santibáñez del Val)

Santísimo Precursor
de la gracia y luz divina,
Santibáñez, tú encamina
por la senda del Señor.

Prometido y anunciado
y por Dios santificado
en el seno maternal,
te mostraste el más gracioso
y te vio el mundo gozoso
cual presagio universal.

Fue tu vida inmaculada,
defendida y ocultada
en austera soledad;
inocente anacoreta,
tú serás el gran profeta
de la suma santidad.

La virtud que tu alma ostenta
a las turbas te presenta
cual anuncio divinal;
predicando vas el Verbo
que bajó en forma de siervo
a este valle terrenal.

Tú, la voz, eres potente;
tú, la lámpara, fulgente
que a Jesús descubre fiel;
tú, obediente, le bautizas
y por Dios le preconizas
ante el pueblo de Israel.

Paraninfo y pregonero
del mansísimo Cordero
que habrá al mundo salvar;
le señalas con la mano
porque así el linaje humano
ya no tenga que dudar.

Digno amigo del Esposo,
contemplasteis gozoso
en su espléndido nacer;
tu misión ya fue cumplida,
los fulgores de tu vida,
anhelaste oscurecer.

En la cárcel tenebrosa,
la virtud más prestigiosa
te reclama en su favor;
tú la rindes la cabeza
y, hecho mártir de pureza,
das a Cristo el sumo honor.

Santibáñez hoy pregona
tu martirio y tu corona
en alegre redoblar;
y en su iglesia custodiada
tu cabeza degollada
quiere siempre venerar.

Had, San Juan, mártir glorioso,
con tu apoyo valeroso
y tu fuerte protección
que en tu rostro contemplemos
tus ejemplos, y que amemos
la virtud y la oración.

El mayor de los mortales
en presencias celestiales
el Señor te proclamó;
y a los cielos sublimado,
el sitial más elevado
junto a sí te concedió.

Desde allí, siempre benigno,
de tu gesto con el signo
muéstranos de Dios la faz;
y, por El asegurados,
correremos esforzados
por las sendas de la paz.

A tus plantas reunido
Santibáñez conmovido
te proclama su Patrón;
y con súplica ferviente
hoy te implora venerante
tu continua protección.

El sacristán de Santibáñez, Juan Martín Cebrecos, narró una tarde ante varios vecinos la leyenda de San Juan Decapitado. La transcripción directa de sus palabras es la siguiente:

"Primero el nacimiento de San Juan Bautista. Ya lo sabemos ¿no? Era hijo de Zacarías y de Isabel, prima de Santa..., de la Virgen...Y en la tradición, verdad, pues claro, a Zacarías se le apareció el ángel y no lo creyó..., porque Santa Isabel era ya mayor. Dice: «eso no puede ser que concibió...». Bueno, ya no podía concebir. Pero que era también estéril (interviene su mujer, doña Carmen). ¡Que no era estéril! Oye, si hubiese sido estéril no hubiera concebido. Lo que pasa es que no habían sabido trabajar. Pero fue por causa del Espíritu Santo (interviene de nuevo Carmen). ¡Eso no fue del Espíritu Santo, no me fastidies! Eso fue por obra de Zacarías, no me fastidies tú también. (Risas de la gente). Una cosa es Jesús, la Virgen Santísima, que concibió por obra del Espíritu Santo, pero Santa Isabel, ¡no!, Santa Isabel fue por obra de San Zacarías, por eso del matrimonio.

San Juan Bautista fue Precursor y como era prima, claro, cuando la Visitación, pues estaban las dos embarazadas, la Virgen y Santa Isabel, un poco antes la Santa Isabel, pero como ya llevaba, cuando la visitó, que iba a dar ya a luz, ¿verdad?, pues es cuando brincó en el vientre de Santa Isabel, San Juan Bautista. Es la historia, vamos. Y de eso dicen, ¿verdad?, pues que ya nació bautizado, digamos, ya sin pecado original, San Juan Bautista. O sea que ya como que fue el bautismo, porque con el bautismo se quita el pecado original. Y eso fue. Mas luego, ¿verdad?, ya en la vida del Precursor, pues luego se fue al desierto y allí estuvo pues ayunando y preparándose para el Ministerio grande de ser Precursor de Jesucristo. Y claro, al estar tanto tiempo, ¿verdad?, pues bueno, allí comía miel silvestre y vestía con pieles de...¡animales!, de lo que fuera. Y luego ya, pues, al empezar el ejercicio de eso, pues ya se puso a bautizar en el río Jordán y, claro, hacía milagros y todo eso y, claro, ahí en eso ya vino también cuando el bautismo de Jesucristo, que le bautizó él. Salió del río Jordán y, claro, dice: «Por ahí viene El que yo no soy digno de atar los lazos de las sandalias, porque antes era El que yo». Y la gente, claro, «cómo va a ser antes si tú eres más viejo que El», decían. Dice: «No». Claro, diciendo que como era Dios, al ser Dios, es infinito, no tiene ni principio ni fin. Eso es lo que..., la lección de San Juan Bautista a todos los que iban allí a bautizarse, a escucharle. Claro, muchos se convertían y otros, pues seguían con sus dudas, como pasa hoy con los curas. Muchos les creen y otros..., otros se fijan en lo que hacen. Algunos obran bien y otros no. Bueno, pues luego ya, en esas medias vueltas, pues ya le encarcelaron, a San Juan Bautista, Herodes, porque decía que..., ¡bueno!, le censuraba a Herodes que se había casado con la mujer de su hermano. Y ahí está el debate, del haberse apropiado el rey Herodes de la mujer de su hermano y entonces San Juan Bautista le reprochaba: «No te es lícito usar de la mujer de tu hermano», y entonces, claro, le encarceló. Pero vino el santo del rey y estaban pues allí, al ser rey, pues iban allí, pues todos los comensales y bailarines como pasa hoy. A lo mejor dices: «Bueno, ¿quién va a cantar en la cosa del rey? Pues, Plácido Domingo», digamos, ¿no? Pues igual era en la Herodiades. Allí fue a bailar la bailarina y, claro, tan bien, tan bien lo hizo y tan bien cantó y toda esa cosa, que el rey la prometió, dice: «Te doy todo lo que me pidas». Y entonces, la hija de Herodiades, claro, la bailarina, ¿verdad?, fue a acudir a su madre y le dijo: «Madre, ¿qué es lo que quieres que le pida al rey?». Claro, era la mujer adúltera. Dice: «¿Qué es lo que le pido?». Dice: "La cabeza de Juan, el Bautista». Y, claro, entonces se lo dijo: «Dame en un plato la cabeza de Juan, el Bautista». Y, claro, Herodes se entristeció, pero como le había dado palabra, pues tuvo que cumplirla, ¿no? ¡Según ellos! Tuvo que cumplirla, aunque no sé hasta que punto huhiera sido lícito que se negara. Bueno, pues la cumplió. Y, claro, se la dio y es cuando eso, la historia de San Juan".

Hinojar de Cervera

Esta pequeña aldea perteneciente al municipio de Santo Domingo de Silos, celebra su fiesta patronal el día 24 de agosto, San Bartolomé (10). Lo más destacado en este día es el baile del Santo, una interminable danza a ritmo de jota castellana, y la quema del Bartolillo, un monigote de paja vestido con harapos, al final del baile con el que concluyen las celebraciones.

Barriosuso

La aldea de Barriosuso, perteneciente al municipio de Santibáñez del Val, encerrada entre las altas crestas de Tejada y Valdosa, tiene en Santa Cecilia a su Patrona y, como a tal, sus gentes la honran el 22 de noviembre. Los principales actos de la festividad tienen lugar en la preciosa ermita de la Santa, una joya arquitectónica que combina el estilo mozárabe del siglo X con el románico del XII. A la ermita acuden las gentes de Barriosuso, los vecinos de Santibáñez y otros pueblos cercanos y la comunidad monástica benedictina de Silos. En su reducido interior tiene lugar la misa y, terminada ésta, ya en la explanada que se abre ante la majestuosa silueta de Cervera, se celebra la procesión. Tras los actos religiosos, los asistentes a la fiesta comen en la chopera que hay detrás del santuario, a orillas del río Mataviejas. Durante los festejos se procede a la rifa de un carnero. Los ingresos de esta rifa sirven para sufragar, en parte, los gastos de la Cofradía de Santa Cecilia. La otra fuente de ingresos de la institución es la denominada tierra de la Virgen, parcela de terreno perteneciente a la Cofradía y que es explotada y trabajada cada cuatro años por un cofrade. Los excedentes de esta tierra pertenecen a la Virgen (11). La fiesta de Santa Cecilia concluye al atardecer con un baile popular en la plaza mayor de la aldea.

Otras fiestas de interés

Una opinión muy generalizada entre los vecinos de la comarca de Cervera es que las fiestas patronales "ya no son lo que eran antes". Esta amarga queja no hace referencia a la ausencia de actos durante la celebración o a una pobreza en los presupuestos a ella destinados. Al contrario, en la actualidad las fiestas de la más pequeña de las aldeas de la comarca cuentan con orquestas que celebran variadas sesiones de baile, concursos para los niños, las mujeres y los hombres, abundancia de alimentos y bebidas, que se reparten de forma gratuita y, en fin, mayor colorido y ornamento (luces, banderas, etc.). Por lo tanto, el descontento citado no proviene de la materialidad en sí de los festejos, sino más bien de la pérdida del sentido religioso de la fiesta. En las palabras de las personas de mayor edad se reitera siempre esta idea: la juventud actual, dicen, ha olvidado que antes que la diversión y el placer propios de la festividad han de anteponerse la devoción, la fe y la emoción sincera. Fruto de esta banal forma de honrar al Santo Patrón es la decadencia de antiguos ritos que antes formaban el núcleo de la fiesta (danzas interminables alrededor del Patrón/Patrona, elaboración de ramos con esmero y pericia, ondear de pendones con vigorosa hombría, asistencia a rosarios y misas en honor de los difuntos, recitados y cantos profundos y emotivos al Santo/a o Virgen, etc.). Quizá los que así me hablaron tengan su buena parte de razón y en sus argumentos resida la explicación que me impide profundizar en el resto de fiestas patronales de los pueblos comarcanos no citados. El intento no pasaría, desde luego, de ser una simple mención de fechas y santos patronos, aderezando el inventario con rutinarios programas de festejos de un escaso valor etnográfico.

No obstante lo dicho, en la comarca existieron curiosas celebraciones que, sin tener el rango de fiestas patronales, merecen una breve mirada y comentario (12).

La infancia del pueblo de Santo Domingo de Silos tuvo hasta los años 60 su particular institución, La Asociación de los Dominguitos, que celebraba su fiesta principal el día 31 de agosto, festividad de Santo Domingo del Val, infante a quien, según la leyenda, martirizaron y dieron muerte los judíos en el año 1250. Cómo se desarrollaba esta celebración nos es testimoniado una vez más por la inagotable fuente de datos etnográficos y sociológicos que constituye el Boletín de Silos.

«Desde la víspera, el altar del Santito se adornó con banderas y colgaduras, que quedaron así colocadas durante todo el mes de septiembre. En la Misa, nuestros queridos dominguitos estrenaron unas sotanas encarnadas y unos bellos roquetes, que les habían preparado para el caso unas piadosas señoras de Silos. Durante la procesión, uno de nuestros niños lleva el estandarte de la asociación y otros cuatro, la estatua de su Santo Patrón. Al terminar la misma, los dominguitos acudieron a venerar las reliquias del Santo. Durante el sermón, que fue seguido con celo por nuestros niños, el oficiante se dirigió a los padres de familia con prudentes consejos para que vigilen a sus hijos y les den buen ejemplo. Y también tuvo palabras para los niños, encomendándoles que imitaran las virtudes de su Santo Patrón, la obediencia, sencillez y devoción en la iglesia. Por la tarde se cantaron Vísperas, se rezó el Responso al Santo, se adoraron sus reliquias y, finalmente, se entonó el Himno de los Dominguitos" (13).

"El 31 de agosto, nuestros buenos Dominguitos celebraron con devoción la fiesta de su Santo Patrono. Por la mañana, misa de comunión en el altar del Santito, adornado para la circunstancia. Luego, todos los miembros de la pequeña asociación entraron en el monasterio para desayunarse y pasear en el huerto hasta la Misa Mayor, que fue algo más solemne que de costumbre" (14).

Los Dominguitos, aparte de su especial celebración, tenían encomendada su participación en numerosos actos religiosos de singular importancia. Así, durante los oficios del Jueves y Viernes Santo, los Dominguitos entonaban junto a los monjes benedictinos el Miserere con el que concluía el oficio llamado de Tinieblas. Diariamente, los Dominguitos asistían a la misa de la Asociación a las 7 de la mañana y durante la Novena de Animas, que a principios de siglo se celebraba a las 6 de la tarde, los niños de la Asociación cantaban el Rosario. Por último, su participación también era notable durante la Misa del Gallo.

La festividad del Sagrado Corazón tuvo arraigo en la comarca hasta fechas muy cercanas. Así recuerdan esta fiesta en Silos las hermanas Teresa y Vicenta Camarero:

"En Silos, el Sagrado Corazón de Jesús se celebraba, ¡ya lo creo! Se celebraba con mucha solemnidad. Era día de comunión, ¿sabes?, y también había procesión por el pueblo con la imagen del Sagrado Corazón y con la Virgen también. ¡Y una de cánticos! Mira te voy a contar una cosa que ocurrió a primeros de siglo, que eso me lo ha contado a mí mi madre no sé cuántas las veces. Pues me decía mi madre que aquel día pareció que el infierno se vengaba del triunfo tributado al Sagrado Corazón. Decía que tras la función comenzó a caer un pedrisco malo, malísimo...Una tempestad tremenda... Sería con arreglo a la una... La gente, claro, con la congoja aquí metida, en las entrañas, ¡imagínate!, las cosechas, todo... Pues otra vez a la iglesia y otra vez a sacar al Sagrado Corazón y a la Virgen del Mercado. Y la tormenta se detuvo. Fue la fe de la gente la que hizo el milagro. Bueno, y Dios y su Madre, claro".

La celebración de la Inmaculada Concepción de María tuvo especial relevancia durante parte de nuestra centuria. En Silos, este día se iluminaba con lámparas venecianas el altar de Nuestra Señora de Marzo y la comunidad monástica realizaba una procesión nocturna por el claustro a la que asistían los cofrades de la Vera Cruz. Al igual que el claustro conventual, las gentes del pueblo iluminaban las entradas de sus casas durante aquella noche (15). Las Hijas de María, por su parte, portaban en andas la imagen de la Purísima y recorrían en procesión las calles del pueblo. Las casas estaban adornadas ese día con colgaduras y arcos y al paso de la comitiva se disparaban salvas de pólvora y se lanzaban entusiastas vivas a la Virgen (16).

De mayor envergadura y actualidad es la fiesta del Corpus Christi. Este día es uno de los pocos que los pastores toman como festivo de forma completa (17). Para dar cuenta de las celebraciones presento en principio la documentación etnográfica recogida en el Boletín de Silos, para posteriormente reproducir la descripción de la fiesta que realiza una vecina de Santibáñez del Val.

"Celebración del Corpus Christi en Peñacoba. Misa solemne y procesión triunfal del Santísimo Sacramento por calles y plazas. Día de gran júbilo popular" (18).

"Octava del Corpus. Del jueves 1 de junio al jueves 8 del mismo mes. La celebración del Corpus tuvo la solemnidad acostumbrada en esta Villa de Silos. A las seis de la mañana, con velas e insignias, los cofrades del Santísimo Sacramento escucharon la primera misa celebrada por sus obligaciones. A las nueve y media. Misa Solemne, a continuación Exposición del Señor y Adoración hasta las cuatro. La Adoración se llevó a cabo con especial orden, acudiendo por turnos tres personas, dos señoras celadoras pertenecientes al Apostolado y un miembro de la Comunidad monástica. Después, se entonaron las Vísperas con ministros, concluyendo con la Bendición y la Reserva" (19).

"Celebración del Corpus Christi en Silos. Tiempo espléndido. Es digno de destacar el esmero puesto por las gentes de esta Villa en adornar sus casas y calles. Al paso de la procesión, los fieles de Silos lanzaban desde las ventanas flores a la custodia llevada en andas por cuatro sacerdotes. Un venerable anciano, cofrade del Santo, seguía de cerca la custodia con una cesta de flores y a cada parada de la procesión las lanzaba al Santísimo" (20).

"El jueves de la Octava se realizó la última procesión del Corpus por la huerta del monasterio, adornada al efecto con gallardetes y banderas. Se levantaron altares monumentales hechos con esmero y se cubrió el suelo con alegres alfombras de flores. Los niños y sus maestros, terminada la escuela, acudieron a adorar al Señor Sacramentado. Por la noche, la gente del campo acudió en gran número a rendir tributo al Santísimo Sacramento" (21).

"Aquí, sí. Aquí el Corpus era día grande. Bueno todavía lo es, pero ya con menos... Claro, ahora quedamos cuatro en este barrio y otros tantos en el bajero, y así poco ornato puede tener la fiesta. Pero antes nos juntábamos tal que tres o cuatro vecinos y levantábamos un altar, aquí en la calle, entre nuestras casas. Y otros vecinos, pues lo mismo. Y así todo el pueblo. En los altares, en una mesa cubierta con alguna colcha bonita y buena, ¿sabes?, se ponían velas y floreros. Y todas las calles del pueblo se alfombraban, se cubrían con lenzuelos. ¿Sabes qué son los lenzuelos? Pues mira, eran mantas de las de antes, gordas y ásperas, pero que daban mucho calor. Se hacía con cáñamo. Yo todavía las he visto hacer. Con ellas criábamos a nuestros hijos. Bueno, quien podía, porque yo no tenía ninguna y había quien tendría al menos... Le sobraban. Bueno, pues encima de los lenzuelos se ponían alfombras más finas, colchas o sábanas más vistosas, las mejores de la casa. Y sobre encima de todo, las flores y las hojas santas. Todo el pueblo se engalanaba, todo. Las ventanas y balcones también, con colchas y cortinas. Entonces pasaba la procesión, con el Santísimo y el Párroco bajo palio y, detrás la gente del pueblo. Y en cada altar nos parábamos, nos hincábamos de rodillas y rezábamos. Y la gente desde las casas tiraba flores y daba vivas. Era una fiesta preciosa, de las más bonitas de todas" (Jacinta Puente, vecina de Santibáñez del Val).

Las Navidades fueron igualmente fechas señaladas dentro del calendario festivo de la comarca. Obviamente, el impresionante retroceso demográfico sufrido por su población ha mermado el valor etnográfico de unas celebraciones que tenían en la familia y especialmente en los niños, sus protagonistas principales. Uno de los actos más conmovedores de todo el ciclo navideño lo constituía la llamada Misa de la Aurora, el día de Navidad. En ella participaban solamente los pastores de Silos. Celebrada por el párroco, la misa tenía su momento culminante cuando los pastores, ataviados con sus trajes campestres (22), presentaban después del Credo sus ofrendas al Niño Jesús. Terminada la misa, la comunidad monástica invitaba a los pastores a un desayuno. La adoración al Niño por parte de los vecinos tiene lugar tras la Misa del Gallo y después de las Vísperas del día de Navidad. En esos momentos, la gente acude al pesebre instalado cerca del altar mayor de la iglesia conventual y besa los pies del Niño. Antes, cuando había un gran número de niños y jóvenes, se entonaban los villancicos populares de Silos. Estos villancicos los he podido registrar gracias a Lucio, pastor de Silos, que recuerda con especial emoción como él, en la citada Misa de la Aurora, también los entonaba, y a la señora Lucía, 74 años, esposa de pastor, también de Silos.

Zagalillo Chiquitillo

Zagalillo, chiquitillo,
graciosillo sin igual,
que has venido a nuestros montes
los ganados a guardar.

Si del Cielo vienes,
Divino Zagal,
dichosa la tierra
que Tú has de pisar.

Es el portal de Belén,
hoy el palacio real,
donde habita el Rey de reyes,
Dios de eterna majestad;
mil veces dichoso,
feliz el mortal,
que tu compañía
ha de disfrutar.

De una Madre tan divina
y de un Padre celestial,
ha nacido el Zagalillo
que nos viene a pastorear.
Pues eres tan sabio,
Tú nos llevarás
al eterno aprisco
de felicidad (23).

Venid pastorcitos

Venid pastorcitos,
venid a adorar,
al Rey de los Cielos
que ha nacido ya.

Un rústico lecho
y abrigo le dan.
Por cama, un pesebre;
por templo, un portal.
Y en lecho de pajas
desnudito está.

¿Quién ve las estrellas
de su pie brillar?
Su Madre con los brazos
quiere dormirle
con dulce cantar.

Y un ángel responde
al mismo compás:
«Gloria en las alturas
y en la tierra paz
a todos los hombres
de buena voluntad».


La Virgen va caminando

La Virgen va caminando,
caminito va,
caminando hacia Belén.
Como el camino es tan largo,
que tiene que andar,
al niño le ha dado sed.
«No pidas, Bien mío,
agua de beber,
que turbia el arroyo
la suele tener».

Baja del monte y no tardes, baja Pascual,
y coge romero y miel, romero y miel,
y coge romero y miel.
Que antes que la noche venga, baja Pascual,
quiero llegar a Belén, romero y miel,
quiero llegar a Belén.

Esta huerta del camino,
que cerca está,
naranjas ha de tener,
y las guarda un ancianito,
con perro y zagal,
ancianito que no ve.
«¿Me da usted alguna?»
«Escójala usted»
«Es para el Niño
que quiere beber».

Baja del monte y no tardes, baja Pascual...

La Virgen como es tan pura,
sin mancha que está,
no ha cogido más que tres:
una para darle al Niño,
que llorando va,
y otra para José,
y otra que la Virgen
no la llegó a coger,
que el viejo la ha dicho:
«Esta para usted».

Baja del monte y no tardes, baja Pascual...

No lloréis mis ojos

No lloréis mis ojos,
Niño Dios, callad,
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?

Vuestra Madre hermosa,
que cantando está,
llorará de pena
si ve que lloráis.

Enjugad las lágrimas,
nácar celestial,
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?

De aquellas montañas
descendiendo van
pastores cantando
por daros solaz.
Niño de mis ojos,
¡ca! no lloréis ya más,
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?

El día de Reyes, existía la siguiente costumbre en el monasterio de Silos: tres oblatos se disfrazaban de reyes a la manera oriental. Seguidos por su séquito de pajes, ofrecían durante la misa conventual las tres tortas tradicionales que bendecía el Abad y luego eran distribuidas en la comida. Esta tradición se conserva en la actualidad en Silos, pero en vez de oblatos son niños quienes protagonizan el rito. La tarde anterior, los niños acuden a la cocina monástica y allí elaboran los panes y dulces de Reyes que habrán de ser bendecidos en la misa del día de la Epifanía de los Reyes Magos.

Concluyo este apartado con la descripción de una de las fiestas, desgraciadamente ya desaparecida, más interesante de cuantas he podido documentar (24). Me refiero a la Fiesta de los Jefes (25). La fiesta se celebra el día del Dulce Nombre de Jesús, dos domingos después de la fiesta de Reyes, y en ella intervienen tal cantidad de elementos simbólicos y rituales que se hace difícil precisar su origen. Desde mi punto de vista, la fiesta rememora un episodio histórico ocurrido en Silos durante la invasión francesa. El acontecimiento en cuestión nos es narrado por Próspero García Gallardo en su libro Silos, durante la francesada (26). La obra recoge de forma resumida y amena, y con un notable valor sociológico, los manuscritos de la Memoria Silense que hacen referencia a la invasión francesa durante los primeros años del siglo XIX. Entre los episodios más memorables que acontecieron en estas fechas en Silos cabe destacar la imaginativa argucia que ideó el Padre Moreno para salvar a su monasterio del expolio francés. Por su interés y gracia transcribo íntegramente algunos fragmentos de la obra de García Gallardo:

"¡Idea feliz...! ¡Y si fingiésemos un robo hecho por los brigantes del Cura Merino! Bien planeado, todos los aceptarían candidamente sin sospecha, expuso a la comunidad el padre Moreno, pues comenzaban ya a ser muy famosas las racias casi cotidianas de aquel Cura guerrillero (p. 16).

Se llama a Jerónimo Moreno y se planeó el simulacro de saqueo. Se ejecuta el día siete de septiembre de 1809: en las cajas que porta el Cura Merino se agolpan cosas sin valor (la gente de Silos decía: «¡Quién poseyera lo que va ahí!»), mientras que lo de valor se guardaba en sitio seguro (p. 17).

Sigue la pantomima. Merino dice que debe llevarse al Abad con él y Moreno le suplica que no lo haga. Todo esto se lleva a cabo delante de un público que, emocionado y atónito, daba un sello de más auténtica veracidad al episodio (p. 17).

Toda esta farsa se acompañó debidamente de disparos al aire y correrías de un sitio a otro de los hombres de Merino (p. 18)".

A este leiv motiv principal se le incorporaron elementos de otras dos tradiciones muy arraigadas en la cultura popular castellana: los que provienen de la invasión musulmana de la península ibérica y aquellos otros, más ancestrales aún, que conformaban los antiguos ritos invernales de los pueblos celtibéricos.

Para tener una idea aproximada de la Fiesta de los Jefes combino la exposición que de la misma nos proporciona el Boletín de Silos con una serie de comentarios realizados por vecinos de Silos que conocieron esta fiesta en su infancia o juventud.

"En esta humilde Villa son muy contados los días que ofrezcan algo que sea digno de mención. Uno, sin embargo, de esos raros días nos lo trae el mes de Enero. Es el segundo domingo, después de Epifanía, día del Dulce Nombre de Jesús, en que se celebra aquí la Fiesta de los Jefes. La denominación es así porque en todos los varios actos de la función, a la vez patriótica y religiosa, la presidencia corresponde a tres vecinos del pueblo, condecorados para este día con los títulos de Capitán, Alférez y Sargento (27).

Es fiesta patriótica: se dice que conmemora algún hecho de guerra, en que la Villa, entonces ciudad amurallada, amenazada por un enemigo que pensaba sorprenderla de noche, fue salvada por el valor de sus moradores, o más bien por una singular protección del Dulce Nombre de Jesús. Parece no obstante que hubo un combate, puesto que se reza todavía en esta función por las almas de los que murieron en aquella jornada.

Es fiesta religiosa; pues en ella a las diversiones populares que se verifican en la plaza y en las calles se unen actos de religión celebrados en la Iglesia, y gran parte de la función se refiere a las almas del Purgatorio.

Se pretende averiguar cuáles fueron los orígenes, por cierto muy oscuros, de la fiesta, algo que quizá, intentemos otro año. Bastará, por el momento, con exponer cómo se celebra hoy día la función.

La designación de los Jefes. Todos los vecinos casados de esta Villa pueden pretender el honor de figurar entre los jefes, pero sólo una vez en la vida, pues los nombres de los que han sido ya jefes no entrarán más en el sorteo.

En el día de Reyes, después de la misa mayor y en la casa del Concejo, se reúne con el Ayuntamiento gran parte del vecindario, sorteándose los nombres de los tres vecinos que habrán de ser jefes la próxima función; y se asegura que siempre ha presidido en la elección la más perfecta lealtad.

Para el caso, el pueblo se halla dividido en tres barrios: el de arriba, el del medio y el de abajo. Cada barrio da todos los años uno de los jefes, pero los tres títulos de capitán, alférez y sargento pasan sucesivamente a los tres barrios, según un orden establecido.

Este año los tres jefes eran: Capitán, D. Juan del Álamo, del barrio de Abajo; alférez, D. Mariano Gil, del barrio del Medio; sargento, D. Jacinto Hebrero, del barrio de Arriba.

Después del sorteo, el mayordomo del Ayuntamiento entrega a los Jefes los trajes que deberán lucir en la función, y ciertas insignias de su grado, a saber: para el sargento el enorme cuchillón o alabarda de los antiguos tiempos, para el alférez la bandera, y para el capitán la espada.

El escenario de la fiesta. El sábado, víspera del Dulce Nombre de Jesús, a eso de las once de la mañana, resuena el tambor de la Villa; y al oírlo, acuden presurosos los niños del pueblo, armados todos de uno o dos cencerros, a cual más ruidosos. Es hora de ir a buscar a los Jefes.

Van primero a casa del sargento, el cual, llevando el cuchillón y siguiendo al tambor, se dirige al barrio y casa del alférez. Tomando éste su bandera, sigue al sargento al barrio y casa del capitán que, espada en mano, marcha en pos del alférez. Así ordenados, van a dar la vuelta al pueblo recorriendo ciertas calles determinadas, para presentarse al público y anunciar la función.

En su marcha, no omiten hacer su visita al monasterio, entrando en el primer patio, donde siempre sale parte de la Comunidad a saludarlos. Después de dar la vuelta al patio, el alférez tremola y hace ondear la bandera, mientras gritan todos los de la comitiva: ¡Viva el Dulce Nombre de Jesús! (28). Concluida la carrera, llevan a su casa al capitán, luego al alférez y en fin al sargento.

La luminaria. Al anochecer se oye de nuevo el tambor, y de nuevo acuden los chiquillos, todavía más bulliciosos que anteriormente. Van en busca de los Jefes que van a caballo, recorriendo tres veces las consabidas calles. Todo el camino que van a seguir está iluminado con hogueras encendidas de trecho en trecho y en todas las bocacalles del trayecto; a cuyo fin, un bando del Sr. Alcalde manda a todos los vecinos aportar leña o aliagas para la luminaria. Pasean gravemente los tres Jefes, a la luz de las hogueras y de las teas que llevan los que les acompañan, en medio de la algarada universal del ruido de los cencerros y de los gritos mil veces repetidos de ¡Viva el Dulce Nombre de Jesús!, siendo después acompañados a sus casas como por la mañana.

La Misa Mayor. El Domingo, por la mañana, los tres Jefes, aviados con el mismo ceremonial que la víspera, llegan a la casa del Concejo, donde los está esperando el Ayuntamiento. Todos bajan a la puerta de la iglesia abacial de San Sebastián, en busca del celebrante, y le acompañan cuando sube a cantar la Misa en la iglesia de San Pedro, ocupando siempre el puesto de honor los tres Jefes.

Nos contentaremos hoy con enumerar los otros actos de la función, advirtiendo que todos completamente se refieren al culto de las Benditas Animas.

Los principales de estos actos son: correr el gallo, el domingo por la tarde; asistir al Rosario y a la procesión en San Pedro, el lunes por la noche; y asistir a la Misa de Difuntos, el martes por la mañana" (29).

El texto, con ser enormemente ilustrativo, contiene algunas omisiones de importancia desde el punto de vista etnográfico. Así, por ejemplo, no menciona que el día dedicado a las Benditas Animas tenía lugar una cena en la cual participaban los Jefes, sus esposas y familiares. La cena se costeaba gracias al dinero que habían obtenido previamente ¿os Jefes mediante una cuestación por todas las casas del pueblo a favor de las ánimas del purgatorio. En esta cena, celebrada en casa del Capitán, "sólo los Jefes podían beber en copas de plata", según testimonio del ya fallecido señor Domitilo Martín. También, según testimonio del señor Benjamín Martínez, "el domingo de crestas, el Ayuntamiento convidaba a higos y vino a los Jefes".

Tampoco se da cuenta en el Boletín de las especiales características que presentaba la indumentaria de los Jefes. La siguiente descripción de las mismas arroja cierta luz sobre el origen de la fiesta:

"Los jefes van vestidos de militar de final de siglo, con uniformes azules y rojos, con botones dorados y una banda de color atravesando el pecho de izquierda a derecha.

El capitán lleva un bicornio, espada y bastón de mando, el portador del Cuchillón y el abanderado se cubren con una chistera adornada con cintas y flores, y el tambor (o sea, el tamborilero), el gorro cuartelero redondo de fin de siglo, haciendo juego con el uniforme de soldado.

Una nota curiosa es que los cuatro, bajo su sombrero o gorro llevan un pañuelo anudado al estilo bandolero" (30).

La corrida de crestas, nombre del ritual citado en el Boletín como correr el gallo, puede ser más extensamente documentada gracias al padre Álamo Martínez:

"Al día siguiente, después de comer, tenía lugar la corrida de crestas. Atados a una soga, que se colocaba de una calle a otra, colgahan pollos, longanizas y paquetes diversos. En riguroso orden, los hombres del pueblo, montados en mulos y caballos, pasaban corriendo por debajo de la soga para intentar sustraer alguno de aquellos regalos. La hazaña no resultaba fácil, ya que el jinete debía luchar contra la fuerza bruta de su caballería y la astucia del «Corregidor» que hacía subir o bajar la soga, según su conveniencia, ante el júbilo del público" (31).

A la ya mencionada obra de Felipe de Jesús Fernández:

"Al día siguiente, amarrada una soga de balcón a balcón en una de las bocacalles de la plaza, colgaban de ella unos gallos o gallinas vivas, cuya cresta tenía que arrancar cada jefe desde su caballo y pasearla después triunfalmente por el pueblo, clavada en la punta de la espada, mientras el tambor redoblaba incansablemente un ritmo tribal bien acompasado" (32).

Y a los testimonios de quienes conocieron la fiesta:

"Los gallos eran arrancados primero por los jefes. Luego, podían correrlos todos los que quisieran. Quien arrancaba una cresta tenía que dejar una limosna para las ánimas. Los Jefes era una fiesta muy bonita, de las más bonitas de aquí. Había una bandera multicolor y los jefes llevan unos trajes, así..., como de Napoleón, ¿sabes?, con levitas y trajes de pingüino, con muchos colorines en la espalda. Y otra cosa que impresionaba mucho era el toque seco del tambor en la procesión por la iglesia, el día de las Animas. Tan en silencio y sólo aquel tan-tan-tan..." (33).

"Yo era muy pequeño, no sé, a lo mejor cinco o seis años. Entonces, claro, lo que a mí no se me olvidará nunca es el jaleo que se organizaba, ¿sabes?, aquel tropel de gente corriendo cubierta con pellejos de ovejas y cabras, los niños con los cencerros, venga dale que te dale, las teas de pez echando llamas... Yo creo que me daba algo de miedo aquello y, sin embargo, fíjate, no quitaba la vista de encima" (34).

Del relativamente abundante material fotográfico que se conserva de la fiesta, existen dos documentos especialmente intrigantes, pues en ninguna de las obras consultadas ni en las palabras de mis informantes se hace mención a los personajes que en ellos aparecen. En una de estas fotos aparece una pareja de mozos con atavío árabe (turbante y capas), armados de espadas. En la otra, muy oscura y borrosa, puede apreciarse en último plano un pequeño ejército de caballería formado por trece personajes tocados igualmente con turbantes y capas. Entra aquí en escena, por lo tanto, el elemento moro citado anteriormente como uno de los componentes principales de la Fiesta de los Jefes. Elemento imprescindible para justificar la leyenda que en la conciencia popular explica el rito. Esta leyenda, en resumen, sería la siguiente:

"Según reza una antigua tradición oral, transmitida de padres a hijos, la fiesta de los jefes se remonta a los tiempos de la Reconquista. Ante una inminente incursión a la villa amurallada de Silos por parte de los moros que rondaban, en aquel entonces, por tierras de Carazo y riberas del Arlanza, los mismos habitantes del pueblo simularon haber provocado, durante la noche, un incendio en la villa, mediante hogueras encendidas con esquenas, aliagas y espliegos en esquinas, calles y plazas. Abandonando sus rebaños, las gentes corrían por todo el recinto del pueblo, portando los cencerros y las esquilas que habían sustraído a los animales, y haciendo creer al enemigo que la ciudad había sido incendiada, pereciendo sus gentes con todos sus enseres.

Engañados los moros con esta treta, se retiraron de la zona, pensando que ya no les quedaba nada con que saciar su codicia" (35).

Como podemos apreciar, el esquema de la leyenda mora y el correspondiente al episodio histórico del Padre Moreno guardan una enorme similitud en su trasfondo:

- Un peligro externo amenaza la riqueza del pueblo/monasterio.

- Alguien idea fingir un incendio/saqueo que haga creer al enemigo moro/francés que los bienes del pueblo/monasterio se han perdido en el incidente.

- Visto el destrozo/robo perpetrado en la villa/monasterio, los asaltantes consideran innecesario plantar batalla y se retiran.

Sorprende, sin embargo, el hecho de que si la fiesta fuese anterior al episodio de Moreno y el cura Merino, no se cite, como referencia al menos, cuando el monje benedictino idea su estrategia contra la amenaza francesa. Investigar los archivos municipal y monacal en busca de alguna pista que pueda resultar decisiva en cuanto a la antigüedad y origen de la fiesta es tarea que no he podido acometer en esta fase de mi investigación sobre la comarca, pero sin duda constituye un reto que habré de abordar en breve.

ROMERIAS Y PEREGRINACIONES

Romería de la Virgen de las Naves (Quintanilla del Coco) El día 12 de mayo tiene lugar la celebración de la Romería a la ermita de la Virgen de las Naves, patrona del pueblo de Quintanilla del Coco (36). La Virgen es trasladada en procesión desde el pueblo a la ermita por los vecinos de Quintanilla. Las andas que llevan a la Virgen se subastan únicamente en el momento de su alzamiento al altar. A las Naves acuden no sólo los vecinos de Quintanilla, sino también "las gentes de Silos, Santibáñez, Barriosuso, Tejada y Briongos. ¡Ah, y los de Mortigüela! Que esos creo yo que la tienen más devoción a la Virgen que alguno de nosotros, ¿sabes? Esos no hay año que falten, que dicen que la Virgen les libró de un incendio hace ya mucho, muchísimo tiempo, cuando los moros..." (37). Estas personas también pueden pujar por entrar a la Virgen al altar de la ermita. Mi informante, quizá de forma inconsciente, confunde este acto de la subasta con la procesión del traslado de la Virgen a la ermita y relata el siguiente episodio:

"La Virgen de las Naves es también muy venerada por los de Tejada y otros pueblos de por aquí. Y claro, antes, en la procesión, cada año le tocaba a un pueblo llevar a la Virgen. ¡La que se formaba! Estos de Tejada, pues no debían saber esperar su turno o es que tendrían mucha fe, pero el caso es que siempre acababan a golpes con los del pueblo que llevara la imagen ese año. Un año fue tanto el jaleo que se armó que tuvo que intervenir hasta el mismo Gobernador Civil".

Tras la Misa Solemne, hay comida y diversión para los asistentes ("venían los mejores gaiteros de la comarca") y, posteriormente, ya en el pueblo, verbena nocturna. Durante las celebraciones, se honra de diversas formas a la patrona, aunque quizá la más emblemática de todas las ofrendas que se hacen a la Virgen sea el cántico de su himno:

Himno de la Virgen de las Naves

(Patrona de Quintanilla del Coco)

Virgen Santa, Patrona del pueblo,
hoy tus hijos te ofrecen su amor.
De las Naves por nombre te llaman,
guíanos hacia el puerto de salvación.

Aunque el mundo y la carne nos seduzcan
y el demonio nos quiera hacer caer,
no permitas, ¡oh, Madre!, que llegue
este pueblo la fe a perder.

Tú eres Reina de Cielos y Tierra,
Tú eres Reina de nuestro solar,
Tú eres Reina de este pueblecito
que viene tus pies a besar.

Acoge nuestros tiernos cantares
que te aclaman por reina de la paz.
Sé reina de nuestros corazones,
los dejamos al pie de tu altar.

A las Naves acude la Comunidad Benedictina de Silos el día 3 de octubre. Salen, cantadas Laudes, en procesión y con cruz alzada. Marchan rezando el Rosario por el Camino Real o de las Carretas e interrumpen su andar ante la ermita de Santa Cecilia. Ya en las Naves, se oficia misa y se canta Sexta. Se come al aire libre y hay tiempo para la broma y el descanso antes de iniciar el camino de regreso a Silos.

Romería de la Virgen del Sol (Carazo)

La entidad de esta romería es en la actualidad muy escasa y, por los testimonios recogidos en Carazo, tampoco debió tener mucho fuste en el pasado. La ermita situada en el nacimiento del río Ura (Mataviejas desde su nacimiento hasta pasado Quintanilla del Coco, lugar donde adquiere su verdadera denominación tal como atestiguan los nombres de poblaciones como Ura o Puentedura), el principal de los caudales que cruzan el Valle de Tabladillo y los pueblos serranos de Cervera, es una modesta construcción emplazada en el alto y redondo monte llamado El Queso por las gentes de Carazo. No obstante, incluyo esta romería entre las que merecen ser tratadas en este apartado por la especial relación que guarda con una de las leyendas más hermosas que he podido documentar a lo largo del trabajo de campo en la comarca. Dicha leyenda da cuenta de modo harto novedoso del origen de la ermita, así como del fundamento en que se basan los nombres del pueblo de Carazo y del río Mataviejas.

"¡Cara-al-zol! (Leyenda histórica de los tiempos del Cid). Eran los tiempos históricos en que comenzaba robusta a germinar por los campos de Castilla la sonora lengua que poco después había de ser llamada castellana, siendo gritos de combate sus primeros vagidos y campos de batalla sus primeras academias.

Era a mediados del siglo XI: Fernando I el Magno, acababa de unir bajo un mismo reino a Castilla y León, Asturias y Galicia. Viendo Fernando pacificados sus reinos después de la batalla fratricida de Atapuerca, comenzó a hostilizar a los reyes moros de Badajoz y Saracostha y se decidió resueltamente a poner cerco a Gormaz, plaza la más fronteriza de los Beni-Hud de Zaragoza.

Acostumbraba el Rey aconsejarse en todas sus empresas del ya entonces venerado y célebre Abad del convento de Santa María y San Sebastián de Silos, que debía dar más tarde su nombre de Domingo al célebre Monasterio; y con intento de pedir consejo y ayuda al Santo para tan ardua empresa envió como mensajero a un joven noble caballero de indudable valor y cristiano heroísmo. Su nombre era Rodrigo, apellidado entonces por su defecto de la lengua el Ceceoso, el mismo acaso que debía después inmortalizarse con el título del Cid Campeador Ruy de Vivar.

Volvía Rodrigo contento de entrevistarse con el Abad, cuando al llegar a las últimas estribaciones de la peña de Coba, salieron a su encuentro dos míseras ancianas que le invitaron a él y a sus gentes a tomar un descanso y refrigerio. No sabían los guerreros la triste fama de hechiceras que tenían las viejas en la comarca (y que habían sido anatemizadas por Domingo, quien veía en ellas dos viejas brujas aliadas de la morisma, espías que acechaban a los cristianos para ponerlos en manos de sus enemigos).

Engañados Rodrigo y su gente se dejaron conducir a unos prados amenísimos. Allí disfrutaron de su frescura, muy relajados y descuidados. De pronto suenan a sus espaldas trompas y voces de combate, y ven que desde lo alto de la montaña se precipitan sobre ellos las huestes enemigas de la morisma: eran los de Gormaz que guiados por las malditas hechiceras, creían hacer de los cristianos fácil y segura presa. «¡Traición!», gritó el Ceceoso, y en un instante saltan los cristianos a sus caballos, empuñan las armas y se disponen a la defensa. Pero el enemigo es numeroso y bien apercibido; caen como un alud sobre los nuestros, quienes oponen en un principio fuerte oposición; Rodrigo hace prodigios de valor; pero al fin los cristianos se ven cercados y acometidos por todas partes; cortada la retirada, o se rinden o intentan un supremo esfuerzo.

Rodrigó reunió a sus valientes; el sol iba acercándose a su ocaso y ya las sombras de la peña Coba venían avanzando sobre el llano. No había más recurso que forzar a los enemigos y buscar refugio en la plaza más próxima. Silos era el lugar más idóneo. Precisamente en aquel instante el astro del día parecía señalar desde las alturas el camino del Monasterio, y Rodrigo indicando a su gente el rumbo de salvación que debían seguir dio la señal de avance con estas solas palabras: «¡Cara al zol!». «¡Cara al sol!», repitió la pequeña hueste, y ya iban a precipitarse contra las filas enemigas, cuando en lo alto del cielo se advirtió un extraño fenómeno. El sol, cuyos rayos se iban amortiguando, pareció revestirse de nuevo brillo, y alzando los ojos los moros y cristianos vieron aparecer ante el astro del día un globo de brillantísimas luces, y en medio de él como sobre lunática nube una señora de celestial majestad y hermosura: era la Auxiliadora de los cristianos que venía a socorrer a sus hijos. Ante ella, huyen los mahometanos; los cristianos les persiguen hasta las puertas de Gormaz y ayudados por nuevos guerreros que se les unen en el trayecto, ponen cerco a la plaza. Rodrigo en persona comunica al Rey la buena nueva, pero no olvida el favor de la Virgen y la traición de las hechiceras y vuelve al lugar de los hechos. Las viejas habían muerto, pues queriendo huir cayeron en el torrente que atravesaba la llanura, donde perecieron miserablemente, dando su nombre al riachuelo que hoy se llama Mataviejas (38). En el lugar del combate se edificó una villa fuerte, que para conmemorar el grito de guerra empleado por Rodrigo, denominóse Carazol (Carazo) y sobre el mismo sitio de la celestial aparición de la María se erigió un santuario con la advocación de Nuestra Señora del Sol" (39).

Romería de Santa Lucía (Hacinas)

Un tanto alejada de nuestro espacio comarcal, la villa de Hacinas conserva un interesantísimo repertorio de fiestas y ritos populares que han sido descritos y analizados con notable profundidad por un hijo del pueblo, Abdón de Juan (40). Incluyo en este apartado la Romería de Santa Lucía, tanto por su interés etnográfico intrínseco como por la participación en ella de las gentes del espacio comarcal investigado.

La Romería de Santa Lucía se celebra en la actualidad el domingo anterior a San Mateo (21 de septiembre). Hasta casi finales del siglo XVIII "la celebración tenía lugar el 13 de diciembre, conmemoración de su festividad litúrgica y congregaba a un gran número de romeros venidos a pie, en cabalgaduras o en carros, pero un año una intensa nevada que retrajo a los romeros la asistencia, motivó que a partir de ese año se cambiase la fecha, trasladándola a época de mejor tiempo, que coincidiese con el fin de la recolección, decisión que contribuyó a una mayor afluencia" (41).

La festividad de Santa Lucía combina elementos religiosos (misa, procesión, ofrendas, etc.) con diversiones y acontecimientos populares (mercado, comida campestre, bailes, etc.). Destacan dentro de todos estos actos, la danza de la Santa, que nos es explicada por Alonso Olalla en los siguientes términos:

"En la procesión a la Santa los mozos rendían culto a la tradición bailando delante de la imagen al son de gaita y tamboril, una danza típica, diferenciada de la que bailaban en otros pueblos, pues lo hacían dándola siempre la cara, de ritmo majestuoso y bailada con virilidad, resultaba emocionante. Desapareció hace años pero ha sido recuperada por el Grupo de Danzas de la villa de Hacinas" (42).

De especial interés para nuestros objetivos es el carácter extralocal de la romería. Efectivamente, a esta festividad acudían no sólo los hacinenses, sino devotos de toda la comarca. Muchos de estos peregrinos acuden a la ermita de Santa Lucía en demanda del favor de la Santa protectora de la vista, depositando una limosna en los cepillos de la Santa y dejando una vela encendida en su altar. Otros, aquellos que ya han recibido los favores de Santa Lucía, cumplen la promesa efectuada en su día de peregrinar hasta Hacinas si su plegaria es escuchada por la abogada de la vista. Este fue el caso de dos vecinos de Silos:

"El Goyo fue descalzo hasta Hacinas, a la Romería de Santa Lucía. Lo hizo porque fue una promesa que tenía que cumplir. Debía tener algún problema en la vista y, claro, se encomendó a la Santa y, bueno, se curó de aquello y por eso fue descalzo hasta eso... La Práxedes, también. La Práxedes pidió por un hijo suyo que le iban a operar de cataratas. Y cuando ya curó del todo, pues fue descalza a la ermita, a la Santa Lucía" (43).

Peregrinación de La Cruz y Romería de Cañas (Silos)

Silos es el destino de las siguientes dos romerías. La primera de ellas se celebra con motivo de la festividad de la Invención de la Santa Cruz, el día tres de mayo (44). Hoy en día, la fiesta de La Cruz no reúne la multitud de devotos de épocas pasadas y ha pasado a ser una festividad "muy de los de casa", como atestiguan algunos informantes. Sin embargo, el esplendor de esta fiesta hubo de ser muy notable durante muchos años. La descripción que de ella realiza el Boletín de Silos es suficiente argumento pa



RELIGIOSIDAD POPULAR EN SANTO DOMINGO DE SILOS Y SU COMARCA (II)

REPRESA FERNANDEZ, Domingo

Publicado en el año 2000 en la Revista de Folklore número 239.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz