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No dejan de sorprendernos las declaraciones, realizadas en los medios de comunicación o en revistas especializadas por algunos profesionales de la Etnografía, acerca del futuro de la vida tradicional, sobre la que ya parece tener poca o ninguna incidencia la opinión y voluntad del individuo o de la colectividad. No tendría ningún sentido que estuviésemos ejerciendo impávidos el oficio de enterradores de unas formas de vida y de expresión sin poder defendernos de alguna manera contra lo que se nos impone. Si no confiásemos plenamente en la importancia que pueden tener para un futuro mediato determinadas costumbres antiguas y formas tradicionales de relación con el entorno, no nos dedicaríamos a este oficio, que, por cierto, no consiste solamente en "recuperar" reliquias del pasado para exponerlas a la pública curiosidad, sino en analizar y extraer conclusiones acerca de aquellas existencias que fueron capaces de crear y mejorar formas de vida o formas de expresión artística. Lo que importa es confiar hoy en la capacidad del ser humano para desarrollar esas posibilidades que otros aprovecharon y usaron permanentemente en el pasado.