Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >
Influencia de la luna en la predicción del tiempo
Como ocurre con los refranes, muchas gentes campesinas se dejan influir por la luna en sus predicciones sobre el tiempo y las cosechas.
Pero hay que distinguir entre refranes y supersticiones.
El refrán nace de un gran acervo de observaciones de los fenómenos naturales que los campesinos han realizado y confirmado de generación en generación hasta llegar a conclusiones que constituyen una experiencia. Tienen, pues, los refranes una cierta base científica y como tal se les considera como un signo de la sabiduría popular .
La superstición es otra cosa. Es una simple creencia no basada en experiencia alguna, sino mantenida sin más fundamento que haber oído practicarla en algunos lugares y en ciertas ocasiones o por ciertas gentes propensas a admitir tales fórmulas, casi diría yo, como artículos de fe, pero sin pararse a comprobar su certeza.
Uno de los fenómenos naturales en cuya realidad influye la superstición es la luna, cuyas fases determinan consecuencias favorables o adversas para los trabajos agrícolas, según ciertas tradiciones.
Tanto se generalizaron estas supersticiones en todos los tiempos, que muchas de ellas fueron objeto de estudio por grandes hombres de ciencia y algunas ocuparon un lugar casi científico en clásicos libros de agricultura. Tal, por ejemplo, la famosa "Agricultura General", de Alonso de Herrera.
Gabriel Alonso de Herrera nació en Talavera de la Reina, en 1470. Fue capellán del Cardenal Cisneros, por cuyo encargo escribió su famosa "Agricultura General", fruto de profundas lecturas de los clásicos griegos, latinos y árabes y de estudios y observaciones en sus viajes por España y el extranjero, junto con sus conocimientos prácticos del campo, pues era hijo de labrador y labrador él mismo después.
La "Agricultura General", de Herrera, fue la primera obra de doctrina agraria escrita en castellano. Se publicó en el año 1513, en Alcalá de Henares. De esta obra se hicieron 16 ediciones en el siglo XVI, ocho en el siglo XVII y tres en el XVIII. Hoy se conserva esta obra gracias a la edición que en 1818 hizo la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.
La "Agricultura" de Herrera disfrutó de gran popularidad en toda Europa. Entre otras materias, en ella se señalan las operaciones que en el campo deben realizarse partiendo de las fases de la luna. Por ejemplo, en cuarto menguante hay que estercolar y podar las viñas y recoger los productos que hayan de conservarse. En cuarto creciente debe sembrarse el trigo y la avena y realizar los injertos.
Los hechizos de la luna
Mucho han cantado al sol todos los poetas. Muchas metáforas se han construido con las estrellas. Pero a buen seguro que ningún cuerpo de los que se mueven en el espacio infinito merece tanto la atención de las gentes como la luna, ese modesto satélite de la Tierra.
La luna es inspiración de los artistas, hechizo de los niños, encantamiento y embeleso de enamorados, sueño, espejo, maleficio. ..Hay "noches de luna", y claros de luna, y rielar la luna sobre las aguas de los lagos, y palidez romántica de la luna, y personas que se creen desgraciadas o dichosas porque nacieron bajo el influjo de tal o cual fase de la luna. Hay también la creencia de que la luna influye en la fecundidad de algunos animales y en la de los huevos que han de incubarse, y en el hecho de que el tocino crezca o merme al cocerse, y en los fenómenos atmosféricos, y en los resultados de algunas sementeras, y en la marcha de la vegetación, y en la suerte de los cultivos, y en la vida de las delicadas plantas...
La luna roja de abril
Uno de los casos de aparente influencia de la luna es la llamada "luna roja de abril". Jardineros y agricultores llaman "luna roja" a la luna nueva que comienza en el mes de abril, porque es fama que "enrojece" las plantas tiernas y ejerce sobre ellas desastrosos efectos.
Cuando los tiernos tallitos son bañados por ese misterioso, maléfico resplandor de la "luna roja", los débiles retoños languidecen y mueren "alunados", es decir, perecen por un hechizo de la luna.
Cuéntase que Luis XVIII de Francia recibió un día a una comisión de astrónomos que iba a presentar al Monarca el "Conocimiento de los tiempos" y el "Anuario". Ocurría esto en el primer cuarto del siglo XIX. Luis XVIII empezó a reinar en Francia, como es sabido, cuando Napoleón abdicó y se retiró a la isla de EIba, en 1814. Napoleón estuvo en la emigración durante los "cien días", en que volvió a ceñir la Corona. Cuando Napoleón fue definitivamente derrotado en Waterloo y desterrado a Santa Elena, en 1815, Luis XVIII volvió a ser Rey de los franceses hasta 1824. Era entonces ya famoso el gran astrónomo y matemático Laplace. Ya la astronomía debía a Laplace los "sublimes cálculos de la mecánica celeste", y acaso también la teoría de la aceleración del movimiento de la luna. Laplace murió en 1827. Y Laplace formaba parte de aquella comisión de astrónomos recibida muy deferentemente por el Rey de Francia.
Era a la sazón creencia general -sigue siéndolo en algunos lugares- que la luna ejerce una singular y perniciosa influencia en la vida de ciertas plantas. Y Luis XVIII, que parece ser que participaba de tal creencia, quiso aprovechar aquella oportunidad para conocer el fundamento de tal fenómeno.
-Vais a explicarme -dijo el monarca a los astrónomos- qué es eso de "la luna roja" y su al parecer influjo sobre las plantas.
y al decir esto, se dice que miró más particularmente a Laplace. El célebre matemático, que no se había preocupado hasta entonces de la "luna roja", quedó visiblemente turbado y dirigió a sus colegas una mirada que era una apremiante demanda de colaboración en la respuesta. Sus compañeros de comisión permanecieron callados y Laplace se vio en la necesidad de contestar al Rey:
-Señor, la luna roja no ocupa ningún lugar en las teorías actuales, y no es posible, por lo tanto, complacer a Vuestra Majestad.
Aquella noche se celebró con risas en las Tullerías el embarazo en que el Monarca había puesto al sabio matemático y astrónomo. Pero a partir del día siguiente, la ciencia empezó a ocuparse de estudiar el fenómeno que había excitado la regia curiosidad.
Y parece ser que, en efecto, en la época de la última luna de abril, las heladas obran muy especialmente sobre las yemas de los retoños de las plantas; después, la acción del sol completa la obra destructora, y en cuanto los rayos solares aparecen, las plantas languidecen y se secan.
Por eso, jardineros y agricultores suelen tener la precaución de cubrir las plantas durante la noche.
Sin embargo, aún se dice que la luna influye en la acción de esas heladas levantando el tenue velo de las suaves neblinas de la noche y dejando a las plantas a merced de un cielo rígido, intensamente azul, bajo el maléfico influjo de la pálida, misteriosa luz lunar. En realidad, lo que ocurre es que al amanecer el nuevo día, las plantas aparecen, en efecto, como salpicadas de gotitas de rocío, brillantes como perlas, y cuando el sol naciente se mira en tan limpios cristales, se goza en atravesarlos con sus rayos que, a través de las gotas de rocío, se hacen fuego y queman los tiernos tejidos vegetales.
Será o no será verdad eso del hechizo de la luna; mas por si acaso, nuestros labriegos, más prácticos, se apresuran a cubrir durante las noches abrileñas algunas delicadas plantas para defenderlas contra los hielos tardíos, aunque no dejen de pensar para sus adentros en la conveniencia de ocultar aquellas plantas de la mirada maléfica de la luna.
Otras supersticiones
Existen aún otras muchas supersticiones con respecto a la influencia, buena o mala, de la luna; mas para no alargar demasiado este trabajo, me limitaré a recordar, por ejemplo, que en algunos lugares no plantan higueras más que en el último día del cuarto menguante de febrero, porque dicen que la nueva higuera tardará en dar higos tantos años como resten de la fase lunar .
En algunos lugares procuran hacer la siembra en los primeros días de octubre, porque dicen que la luna de San Francisco es propicia para el buen resultado de lo sembrado y que, en cambio, no debe sembrarse a primeros de noviembre, por los Santos.
Diré para terminar que Nicolás Tenorio, en su libro "La aldea gallega", recogió, hace ya setenta años, algunos cantares que al son del pandero cantaban y bailaban mozos y mozas de algunos lugares de Galicia, tales como los siguientes:
Sae lua, sae lua,
sae lua dos nubrados,
que xa volveuse a querer
los amores olvidados.
A lua e miña contraria,
siempre m' alcontro con ella,
e non me topo contigo,
sendo tu mi amada perla.
Así como ocurre con el "martes y trece", en Baleares se dice que el mes que empieza en lunes -mes de la luna- trae desgracias.
Las cabañuelas no tienen nada que ver con la luna, pero tan extendida está la creencia supersticiosa, que he de aludir muy brevemente a ella.
Esta superstición no es igual en todos los lugares. La más generalizada dice que los doce primeros días del año son augurales y dan idea del tiempo que hará en los doce meses de dicho año.
En otras partes, los augurales son los tres primeros días de agosto, que anuncian, sucesivamente, el tiempo que hará de San Miguel a Navidad, el que hará todo el invierno y el que dará de sí la primavera.