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INTRODUCCIÓN
La Calabaza del peregrino se ha venido usando a lo largo de los siglos acompañando al hombre. Las aplicaciones que de esta planta se han dado han sido y son variadísimas, por lo que su investigación en el área de la Etnobotánica, se hace necesaria y emocionante. Además hay muchas contradicciones, en diversos temas referentes a la misma como todavía, hoy es, su origen geográfico primigenio.
Lagenaria siceraria (Molina) S., (Calabaza del peregrino), es una especie tropical, perteneciente a la Familia Cucurbitácea, cultivada, sobre todo, para utilizar su fruto, de gran dureza, como recipiente y ornamento, tanto en el Viejo Mundo, como en el Nuevo Continente. Sus usos se extienden, también en: medicina local, alimentación, fabricación de instrumentos musicales, en ritos ceremoniosos, etc..., en gran número de regiones cálidas. Es una de las plantas cultivadas por el hombre más primitivas (Heywood, 1993) y difícilmente aparece, en la actualidad como planta silvestre (Herbert, 1968).
Los nombres vulgares con los que aparece L. siceraria son variadísimos tanto dentro de la Península Ibérica, donde se cultiva, como en el resto de países en la que aparece: Los nombres más habituales en España son: Calabaza del peregrino, Calabaza vinatera o Calabaza de agua, haciendo alusión, a los usos más habituales que de ella se hacía en otras épocas.
Según Vázquez de Parga & all (1948), en el peregrinaje a Santiago de Compostela, era habitual llevar esta calabaza colgada en el bordón (palo usado por los peregrinos). Aparece en el Santiago de plata donado por Jehan de Roucel a la iglesia de Compostela, y otras veces cuelga al costado y a la cintura, debiendo ser frecuente que, como en la sátira del Arcipreste, el romero considerase a la "calabaza bermeja más que pico de graja", que colgaba "de yuso del sobaco", capaz para más de una azumbre, de vino por supuesto, como "la mejor alfaja". En la calabaza guardarían las raciones suplementarias de vino, que daban, en algún hospital, como el de Roncesvalles, a los que llegaban enfermos y agotados.
CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS DE LA CALABAZA
El tamaño que pueden llegar a alcanzar estos frutos, es de 10 a 60 cms. (Fernández de la Pradilla, 1981). Es, precisamente, en las cucurbitáceas donde encontramos los mayores del reino vegetal. A estos frutos de gran tamaño se les denomina pepónides (Youngken, 1951) (baya formada de un ovario ínfero con gruesa piel).
No se sabe si su tamaño o forma es producida por una diferencia genética en las semillas, o las diferentes variedades son resultado de influencias ecológicas, por las exposiciones, por ejemplo, de sombra o sol... (Breedlove & Laughlin, 1993).
La forma del fruto es muy variable, ya alargado como una porra, ya corto y con ceñidura profunda, dividida así en una ancha panza redondeada, sostenida por un grueso pitorro, siempre con el pericarpo endurecido y leñoso (VV.AA., 1984).
El color del fruto va desde los diferentes tipos de verde, a diversos amarillos (VV.AA., 1984).
Tiene en su interior una pulpa blanquecina-verdosa, entremezclada con fibras y semillas negras (Breedlove & Laughlin, 1993).
COMPOSICIÓN QUÍMICA
Se ha encontrado que son ricas en cucurbitacinas, los frutos contienen las vitaminas: niacina y riboblavina, y en las semillas hay saponóxidos. La planta entera contiene, amigdalina, capaz de liberar el ácido cianhídrico, en ciertas condiciones (Fernández de la Pradila, 1981).
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA
Es pantropical y subtropical esencialmente, como el resto de la Familia Cucurbitaceae, a la que pertenece. Aparece en zonas más templadas, y hay pocas representaciones en climas con temperaturas más frías (Wendy, 1994).
Su origen ha sido objeto de numerosos debates y se encuentran diferentes teorías al respecto. Se han encontrado pruebas de su distribución desde muy antiguo, tanto en el Viejo Mundo como en el Nuevo. La explicación más lógica que se ha dado es por dispersión natural de las semillas, y no cultural, como se llegó a pensar (Herbert, 1968 & Mabberley, 1997).
Según Herbert, (1968), en tumbas egipcias se han encontrado ejemplares que datan de 3500 a 3300 a. de C., en entierros peruanos fechados aproximadamente en 3000 a. de C. y en cuevas de México de aproximadamente 7000 a. de C.
Según este autor, experimentos realizados por Whitaker & Carter, consistentes en colocar calabazas en agua de mar, demuestran que estos frutos pueden flotar durante períodos tan prolongados como dos años sin que las semillas contenidas en su interior pierdan su capacidad de germinar. De esta manera, las calabazas tendrían tiempo suficiente para ser impulsadas a través del Océano Atlántico. Otras documentaciones señalan, que el paso de semillas se realizó por el Océano Pacífico, antes del contacto europeo (Heiser & Nee, 1990).
Estas posibilidades de distribución natural, ponen a la calabaza en la misma posición del coco: puede haberse distribuido naturalmente y aun ser utilizado por el hombre en ambos lados del Océano Atlántico.
USOS
Los usos que se han venido haciendo de la calabaza, a lo largo de los tiempos, son variadísimos e interesantísimos, no sólo en España, sino en el resto de regiones cálidas, donde se da con facilidad. A continuación se muestran diferentes utilidades, llevadas a cabo, centrándonos especialmente en el territorio nacional:
1) Blanco (1995), recogió en la Calabria Extremeña (Badajoz), testimonios directos de cómo se usaba el fruto como recipiente para contener agua, que conserva su sabor y frescura: "No había otros cacharros pal agua que esos".
El tipo calabaza (variedad), era para casa o el chozo, el tipo cohombro (variedad), era el más adecuado para llevar en el zurrón de los pastores. Esta última había que ponerla en el hombro para beber en ella. "El coco hacía el mejor agua", (variedad más gruesa).
Modo de preparación para hacer el recipiente
Los frutos son desecados y abiertos, extrayéndose la pulpa y las semillas mediante raspados. Entonces puede utilizarse el fruto para almacenar y transportar sólidos y líquidos.
Seguidamente, se recogen dos métodos usados para curarla. Se decía "calar pa curar una calabaza":
- Enterradas: Desde septiembre, cuando se arrancaban, se metían en un pequeño barranco enterradas. Se sacaban en marzo, si se pudrían no valían. Se corta "el rabo" (pedúnculo del fruto), y se hace un pequeño "bujero" (agujero). Con un tizón encendido se redondea y agranda. Para "curarla", una vez abierto el orificio, meter unos "chinatos" (piedras pequeñas), y llenarla de agua: agitando fuerte. Durante una o dos veces al día se va renovando el agua y agitando con ayuda de un palo. Así durante 4 ó 5 días.
- Sin enterrar: Este sistema es peor que el anterior y tarda más tiempo en "curarse". Se deja secar simplemente y se cura como en el caso anterior.
Según los testimonios recogidos por Blanco (1995), en Extremadura, eran delicadas de preparar y frágiles, con un golpe se podían estropear. A veces se forraban para los golpes. Eran también "golosas", en el sentido de codiciadas, porque escaseaban.
Las grandes se usaban siempre para agua, las chiquitinas se solían forrar con la piel de la chola o turma (escroto) de un macho de cabra, y se usaban para vino o vinagre. Para vinagre eran muy buenas; se ponían colorás (coloradas) como la sangre, y se iba añadiendo más agua para hacer más vinagre.
2) En la región española de Cuenca había una variedad pequeña: "se colgaba al cuello transportando las diferentes semillas que iba a plantar el agricultor, en esa época. Iba agachado mientras sembraba".
No es exclusivo de esta zona (información directa).
3) Según De Fichalo (1947) y Bianchini & Corbetta (1974), en algún tiempo sirvieron a los cazadores para guardar pólvora.
4) En España no era muy habitual para el consumo, por su sabor amargo. La calabaza se consideraba aquí, de poco valor alimenticio, lo cual se expresa en estos refranes recogidos por Hoyos en 1954:
- "La calabaza, jamás será hogaza".
- "La calabaza, lo mismo hace en la tripa que en la plaza".
- "Quien calabaza come, malos cachetes pone".
Si finalmente era usada para el consumo, la más adecuada es la variedad cougourda, de frutos largos en forma de huso (Bianchini & Corbetta, 1974).
5) Es muy probable que en otras regiones sirva también para alimentar a los animales, aunque no se ha encontrado más documentación al respecto.
6) Hoy tienen más aplicación como ornamento (Bianchini & Corbetta, 1974). Apreciada por su variedad de formas y de colores (las hay de verde claro metálico o jaspeadas de verde oscuro) y una vez secadas pueden ser decoradas con pinturas o marcas de fuego (Bianchini & Corbetta, 1974).
7) Se usaban, también, para adornar y dar sombra a pérgolas y verjas, cubriéndolas con una densa masa, rodeándolas (Bailey, 1919).
8) Según Blanco, 1995, en la Calabria Extremeña (Badajoz), estas calabazas, eran las que usaban los "pantasmas" (fantasmas) para ponerse en la cabeza y asustar a la gente.
Los "pantasmas" eran personas que tapadas y disfrazadas de blanco, salían de noche a deshora, para asustar a la gente, normalmente llevaban una calabaza agujereada en la cabeza y con una vela. Esto, que atemorizaba bastante a la gente, duró hasta la guerra civil.
Este curioso fenómeno (información que se podría hacer extensiva a otras regiones y que no debe ser exclusivo de ésta), tiene relación, también, con otros parecidos en Europa (Alemania e Inglaterra).
Las personas que se disfrazaban podían ser hombres o mujeres. Se creían que eran gentes con mala intención, o cometían adulterio o robo.
Sólo en muy pocos casos se conoció la identidad de estas personas. Frecuentaban más algunos barrios y algunas calles.
9) También como flotadores en las redes de pescar. Podrían parecer un desarrollo lógico por hombres que las encontraron flotando naturalmente en el mar (Herbert, 1968).
10) Eran usadas, antiguamente, como antiguos flotadores de los bañistas...
ETNOECOLOGIA
En España "se sembraba a primeros de mayo o finales de abril, en las orillas de los canteros. Tardan mucho en nacer. Tienen que pasar tres vírgenes hasta que está lista. La mata está seca y lista para S. Miguel" (Blanco, 1995).
En el refranero solamente se nos indica la época y el modo de sembrarlas (de Hoyos, 1954).
"En Jueves Santo, mis calabazas planto; pero la vieja que lo decía, ya plantadas las tenía".
"Garbanzos y calabazas, sembrar debes con cachaza". Claro que esto puede aplicarse, en general a casi todo tipo de siembra, ya que lo que se hace precipitadamente nunca sale bien.
"En septiembre, calabazas y multitud de hortalizas".
BIBLIOGRAFÍA
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BIANCHINI, F. & CORBETTA, F. (1974); Frutos de la Tierra. Atlas de las Plantas Alimenticias, p. 108, Ed. Aeodas, Italia.
BLANCO, E. (1995): Investigaciones Etnobotánicas en la Sierra del Caurel (Lugo) y en la Calabria Extremeña (Badajoz), p. 313, Tesis Doctoral UAM, Madrid, inédito.
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VÁZQUEZ DE PARGA, L., LACARRA, J. M. & URIA, J. (1948); Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Tomo I, CSIC, Escuela de Estudios Medievales, Madrid.
YOUNGKEN, H. W. (1951): Tratado de Farmacognosia, p. 1105, Ed. Atlante S. A., México.