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Cada vez cobra más importancia, al estudiar el proceso evolutivo y el mecanismo de transmisión de la cultura tradicional, la figura del marginal, entendiendo por tal al personaje que vive en una comunidad pero no está totalmente integrado a ella; no pertenece a la base del pueblo y, de vez en vez, introduce elementos de una cultura distinta en el caudal de conocimientos colectivos; no siempre defiende los intereses del común de los individuos y su actuación sigue, en ocasiones, la directriz señalada por algún poder al que debe obediencia; posee un status especial dentro de la pequeña sociedad en que vive y sus aportaciones mueven o impulsan, por así decirlo, todo ese río de sabiduría popular que llamamos folklore. Por poner un ejemplo que clarifique la figura comentada y sus esquemas de actuación, añadiremos que tanto el ciego que canta y vende romances, como el alcalde que prohibe o permite costumbres, como el cura que incorpora nuevas canciones al repertorio litúrgico, como el instrumentista que recoge temas musicales en la ciudad y los integra en el baile tradicional, como el alfarero que copia una nueva forma que vio en el mercado, constituyen, junto a algunos otros, ese grupo de personas que, al igual que el jefe de tribu, el hechicero o el narrador de historias en sociedades primitivas, conservan la tradición y la hacen evolucionar con sus aportaciones. Será interesante comprobar que más de una vez son vehículo adecuado para transmitir elementos de sociedades llamadas generalmente "cultas" a las sociedades populares y viceversa. y no menos interesante será conocer qué piensa el pueblo de ellos o si su marginación es voluntaria o no.
Todos estos problemas que la sociología ha resuelto en su mayor parte, pueden ser revisados a la luz del folklore ofreciendo nuevas coloraciones, variadas y atractivas.