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El primer acto postulatorio infantil que se celebra durante el año tiene lugar el primer día del mes de enero o el seis del mismo mes. En esas fechas se postulan los "aguinaldos". Este tema lo hemos estudiado por separado, por lo que no creemos necesario repetirlo aquí.
La segunda ocasión en la que tradicionalmente salen los niños a hacer postulación es el jueves anterior al carnaval, que suele llamarse "Jueves lardero", "jueves de todos" o de otras maneras.
En algunas localidades esta postulación del "Jueves de Todos" se ha trasladado al Sábado Santo o día de Pascua de Resurrección, pues en este día del Domingo de Pascua también había costumbre muy generalizada de juntarse los niños y hacer algún tipo de meriendas, en las que no podían faltar los huevos cocidos y el chorizo, como símbolo de la carne de que se iban a ver privados o que se habían visto privados en la Cuaresma. Iremos por partes.
JUEVES LARDERO O JUEVES DE TODOS
Los niños en edad escolar celebraban todos los años una fiesta conocida popularmente como "Jueves de Todos", "Jueves Lardero", que tenía lugar el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, por lo tanto anterior a los Carnavales, que celebraban los mozos y adultos, es decir, en la antesala de la Cuaresma.
Antiguamente en las escuelas había vacación los jueves por la tarde y en este día los maestros daban a los niños vacación desde por la mañana. A la hora en que otros días comenzaban la clase se reunían los niños y niñas como para asistir a la escuela y entonces comenzaba el acto central de aquella fiesta que era la postulación por las casas de todo el pueblo.
Como a los niños les interesaba recoger todo tipo de cosas de comer, especialmente, huevos, chorizo, tocino, patatas, etc. eso era lo que les daban las amas de casa, además de dinero con el que poder comprar otras cosas que complementasen la merienda que con lo recogido se celebraba por la tarde.
Durante la postulación, todos los niños y niñas cantaban en cada casa la tradicional cancioncilla que junto a la ingenuidad normal encierra cierta confianza en la generosidad de las vecinas :
Angeles somos,
del cielo venimos,
cestas traemos,
huevos pedimos
para Jesucristo
que viene de camino
y Nuestra Señora
que viene sentada
en la silla dorada
lavando los paños
en agua rosada.
Jueves en la cena,
Viernes en la Cruz,
Sábado de Pascua
resucitó el Niño Jesús.
Darnos una limosna
que por ella se alcanza
de Jesús y de María
la buena venturanza.
(o la bienaventuranza).
Esta versión la hemos recogido en Llano de Bureba, nuestro pueblo natal y la recordamos perfectamente por haberla cantado durante nuestros años infantiles. También recordamos la alegría bulliciosa con que celebrábamos este día, sobre todo la merienda que junto con el maestro o la maestra que hubiera entonces en el pueblo, se celebraba, seguida de juegos, canciones, bromas y pasatiempos que nos llenaban de ilusión.
No sabemos con exactitud el origen de esta costumbre, pero puede ser que sea reminiscencias de otras costumbres, por ejemplo, la de recorrer el pueblo anunciando la pasión y muerte de Jesucristo y su resurrección, como dicen algunos versos. Esta costumbre de recorrer el pueblo cantando versos alusivos a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo los domingos de la cuaresma ha subsistido en algunas localidades hasta casi nuestros días. La fiesta que comentamos podría ser la versión infantil de la misma costumbre. Podría tratarse también de una forma de celebrar los niños, imitando a los mozos, la fiesta del carnaval. La verdad es que es una costumbre que se celebra en muchos pueblos, con sus variantes.
AGUILAR DE BUREBA
En Aguilar de Bureba es el día de Pascua por la mañana cuando los niños en edad escolar recorren el pueblo de casa en casa pidiendo dinero y cuantas cosas les quieran dar para la "merienda".
Los monaguillos o muchachos, por una parte, y las niñas, por otro, salen a postular siguiendo una vieja costumbre que nadie sabe hasta dónde llega, para celebrar su ritual costumbre de merendar juntos el día de la Pascua de Resurrección, que para ellos es el día de la "merienda", "el día de la tortilla", ya que éste ha sido siempre el plato obligado y más común de este rito, debido a que lo que con más abundancia les daban las amas de casa eran huevos de los gallineros domésticos.
El rito empezaba ya desde por la mañana, después de la misa. Los monaguillos, vestidos con las ropas que habían vestido para la misa parroquial, tomaban el hisopo y acompañados de los demás niños del pueblo van por las casas cantando el "Vidi aquam", canto litúrgico pascual mientras rocían con agua bendita todas las dependencias de la casa, habitaciones, dormitorios, graneros, cuadras y corrales, por donde el ama de casa les introduce para bendecir y como exorcizar toda la casa y proteger a los habitantes de ella, personas y animales domésticos.
Al fin, después de este rito lleno de gravedad para estos aprendices infantiles de exorcistas, el ama de casa o el dueño, les da unos huevos o unas pesetillas, o un chorizo o cualquier otra cosa que les venga bien para hacer la merienda.
El mismo día también salían las niñas y recorrían las casas recitando los siguientes versillos :
Jueves de Laredo,
Viernes de la Cruz,
Sábado de Pascua
resucitó Jesús.
Angelitos somos,
del cielo venimos
pidiendo limosna
para Jesucristo
que viene de camino
lavándose las manos
en agua rosada.
Estas puertas son de alambre,
que nos morimos de hambre.
Estas puertas son de pez,
que nos morimos de sed.
Aquí estamos cuatro,
cantaremos dos,
una limosnita
por el amor de Dios.
La mujer de esta casa
será buena muje,
si nos da huevos y chorizos
todo lo hemos de coger.
Comentario : Los versos citados son muy parecidos a los anteriormente recogidos en Llano de Bureba y se cantaban el "Jueves de Todos" o "Jueves Lardero", "Jueves de Laredo" dicen ellos en la canción.
Esta costumbre que en otros pueblos se celebraba el Jueves de Todos, en Aguilar se ha trasladado al Domingo de Pascua de Resurrección, uniendo dos fiestas infantiles distintas. En otros pueblos, además de la merienda del día de Jueves de Todos o Jueves Lardero, los niños, el día de Pascua, hacían una merienda comiendo "la choricilla, rodando el huevo cocido", "comiendo el pan y chorizo", o el "hornazo".
Tenemos noticias de que en la provincia de Palencia y en algunos pueblos de Burgos cercanos a esta provincia de Palencia celebraban el día de "Jueves de Todos" que allí era conocido como "la bendición de los gallineros", fecha en que los niños recorren las casas del pueblo para "bendecir los gallineros" con el fin de que las amas de casa les den huevos para hacer su correspondiente merienda.
SOTRESGUDO
En el pueblo burgalés de SOTRESGUDO se ha mantenido en vigor una costumbre postulatoria semejante a la de Aguilar de Bureba.
En Sotresgudo el día de Sábado Santo -antes de la reforma litúrgica, cuando se bendecía el agua antes de la misa por la mañana- recién bendecida el agua, se preparaba por la tarde el recorrido por las casas del pueblo. Los niños acompañaban al sacerdote a la visita que se hacía a las viviendas para bendecir con el agua recién bendecida en la mañana de sábado santo todos los locales y dependencias de la casa.
Según esa tradición, los monaguillos llevando la cruz por delante saludaban a los moradores de las casas con la siguiente salutación:
¡Aleluya! ¡Aleluya! Cristo en casa,
San Pedro a la puerta,
echen huevos a la cesta.
Quién más, quién menos, todas las dueñas se las daban de generosas invitando, incluso con algún mantecado casero y vino rancio, amén de huevos y dinero.
La infantil comitiva, concluída la bendición de las casas, se reunía en el pórtico de la iglesia esperando recibir de manos del señor cura lo que podríamos llamar "los huevos de pascua". Con estos huevos los muchachos hacían la consiguiente merienda.
Para darnos una idea de la generosidad vecinal de Sotresgudo anotamos las cifras que el párroco, Don Gaudencio dejó escritas allá por el difícil año de 1945: "Repartí a los niños 128 huevos y quedaron 28 docenas que valieron 285 pesetas, más 27 Ptas. en dinero...".
Estos datos los hemos tomado de un artículo de Florentino García Pérez, en Diario de Burgos, 11 de abril de 1992.
Semejantes actos postulatorios existen también en Cataluña. Gabriel Llompart, escribe lo siguiente : "La proyección social de la Pascua viene dada por la comitiva de chiquillos y jóvenes que recorren las casas dando serenatillas –“las caramelles” de Cataluña- y pidiendo regalos.
Angelitos somos,
del cielo venimos,
bolsillos traemos
dinero pedimos.
Con el dinero, los embutidos y, sobre todo, los huevos, se preparan las meriendas colectivas en el campo que se hacen esta semana y cuyo plato fuerte está constituido por los hornazos, roscos y monas, rellenos o empedrados de huevos, de chorizo y de jamón" (1).
También el día de la Pascua de Resurrección en la zona de montaña fronteriza entre Santander y Burgos existe la costumbre de hacer y comer el hornazo. Es costumbre que este pan o rosco artesano lo haga y lo regale la madrina del bautismo a su ahijado o ahijados.
Es un pan artesano en el que al hacerlo se han introducido en la masa antes de meterlo al horno trozos de chorizo, jamón, tocino, huevos, carne, etc.
Lo suelen comer los niños juntos en merienda campestre, pues a esas alturas del año las tardes son largas y hace buen tiempo.
Una costumbre semejante existe en el país vasco, al menos en la zona de Irún y Fuenterrabía y allí se llama la fiesta de las "Opillas". La "opilla" es un bizcocho, un pan adornado con huevos, que tradicionalmente regalan las madrinas del bautismo a sus ahijados el día de San Marcos.
En Asturias por las fechas pascuales se celebra la fiesta de los "huevos pintos".
En todas estas costumbres postulatorias infantiles que se celebran en torno a la Pascua de Resurrección los huevos son los protagonistas. Lo que fundamentalmente dan las amas de casa a los niños Son huevos con los que después y con otros alimentos hacen la merienda. ¿Por qué los huevos?
La costumbre de los "huevos de Pascua" según parece, es muy antigua. La que es relativamente nueva es la de los huevos de chocolate, pero no lo es la tradición que tiene como protagonistas o como elemento principal los huevos de gallina, decoradoS o no.
En el Palacio de Versalles se conservan huevos decorados con escenas pastoriles que datan del siglo XVIII.
En algunas regiones de España, Asturias, por ejemplo, llaman a los huevos de Pascua "huevos prietos" por el color tostado que adquirían al asarlos en el rescoldo de la cocina de casa. En otros lugares, durante el siglo XIX ya existía la costumbre de pintarlos de colores diversos, por eso también se llaman "pintados" o "pintos".
En algunos pueblos el Domingo de la Pascua de Resurrección o el Lunes de Pascua, los niños tenían la costumbre de salir de merienda al campo y la vianda obligada era huevos duros, siendo costumbre y tradición romperlos, por su parte más ancha en la frente del niño o compañero más próximo cuando se le cogiera descuidado...
¿Cuál es el origen o el fundamento de esta costumbre de los huevos de Pascua, decorados o no, que los niños comen en las Fiestas de la Resurrección de Cristo?
Es evidente que su evolución decorativa ha dado lugar con el correr de los tiempos a otros productos de pastelería o confitería como los huevos de chocolate, las "monas de pascua", etc. Pero, ¿por qué precisamente los huevos?
Como muchas tradiciones europeas, ésta tiene un origen religioso.
Conocemos sobre esta tradición dos versiones y las dos hacen referencia a Santa María Magdalena y a la Resurrección de Cristo.
Dos cuadros recogen la leyenda y su simbolismo:
En la iglesia de Getsemaní, en Jerusalén, un cuadro representa a Santa María Magdalena mostrando en su mano un huevo de resplandeciente blancura ante un magistrado romano. Le está diciendo que de la misma manera que de un huevo herméticamente cerrado puede salir un ser vivo, que antes no estaba, más puede hacer eso el Señor y salir de un sepulcro por muy tapiado que esté.
El otro cuadro se halla en un monasterio griego. Representa a San Pedro y a la Magdalena. Esta le está anunciando que ha resucitado el Señor y San Pedro, incrédulo, le contesta que lo creerá cuando las gallinas pongan huevos de color. Santa María Magdalena entonces le muestra el halda llena de huevos rojos y San Pedro cree.
Este puede ser el origen de la tradición de los huevos de Pascua, de los normales sin pintar, de los prietos o pintos, de chocolate y de todos los huevos pascuales. Llegando a ser un símbolo casi universal de la resurrección de Cristo.
Las celebraciones pascuales y la gastronomía son dos conceptos perfectamente unidos y continuados a través de los siglos. Los huevos de pascua son el mejor ejemplo de ello.
Bajo distintas luces de leyenda, en la mayoría de los pueblos europeos aparecen los huevos como protagonistas de las costumbres y tradiciones pascuales populares infantiles. En un principio huevos de gallina previamente cocidos y pintados después con toda clase de motivos coloristas. Más tarde una de las ramas de la gastronomía -la repostería- hizo del huevo pascual una verdadera obra de arte a base, principalmente de la elaboración en chocolate de huevos, "monas de pascua", etc.
El dar o regalar a los niños los llamados "hornazos", roscos, monas, "opillas", etc. puede tener como origen o motivos los siguientes:
1.º -En la noche del Sábado Santo, antiguamente, tenía lugar el bautismo oficial de los catecúmenos, vinculando el bautismo con la Resurrección de Cristo. Los padrinos, fundamentalmente la madrina, regalan a sus ahijados el hornazo, la opilla, para recordarle su bautismo y quién es su madrina o padrino y la vinculación que entre ellos existe por el bautismo.
2.º -Con la llegada de la Pascua de Resurrección se levantaba la prohibición de comer carne durante la cuaresma por eso al llegar la Pascua se sentía un gran alivio por poder volver a comer normalmente carne. El hornazo era un regalo apetecible y deseado, además de hogareño y cariñoso y no muy caro porque se confeccionaba en casa con productos de la matanza casera y huevos.
El hornazo no se hace de dulces y golosinas -cosa fundamental en otros tiempos, por ejemplo en la Navidad-, sino de embutidos de carne, de lo que habían estado privados durante la Cuaresma.
Y los huevos tienen el significado pascual que hemos indicado anteriormente, por eso se incluyen en la confección de los hornazos y de las "opillas", etc.
Estas razones -como sucede con otras costumbres- no son conocidas ni por los mismos que practican dicha costumbre, quizás porque las circunstancias, el ambiente social y los criterios religiosos de los tiempos modernos han cambiado. Sin embargo la fuerza de la costumbre sigue manteniendo estas prácticas, hasta que poco a poco van cayendo en el olvido por falta de niños, porque se van ignorando.
Yo he conocido hacer y regalar hornazos en los pueblos del norte de Burgos en el año 1963 y siguientes y la fiesta de las Opillas en Irún en el año 1979.
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NOTA
(1) LLOMPART, Gabriel: Artículo "La Religiosidad Popular", en El Folklore Español, de José M. Gómez Tabanera, p. 241, Madrid.