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Casi todas las representaciones de la Alta Edad Media española en donde aparece una viola de rueda, suelen corresponder a un organistrum. Así, los pórticos en piedra de Portomarin, Santiago de Compostela (pót1ico de la Gloria), Toro (colegiata), Soria (Santo Domingo), Orense (pórtico del Paraíso), muestran diferentes tipos de organistra tocados habitualmente por dos ancianos, uno de los cuales mueve el manubrio con la mano derecha mientras que con la izquierda sujeta el instrumento, y el otro tira de las clavijas o pernos de la caja para hacer la melodía. En el magnífico muestrario iconográfico que son las Cantigas de Santa María, del rey Alfonso X el Sabio, en la Cantiga 160 ya aparecen dos zanfonas tocadas cada una por un músico, en postura que nos acerca a un tipo de instrumento muy similar al actual. El teclado está repartido a lo largo de toda la caja y cada uno de los intérpretes empuña el manubrio con la mano derecha utilizando la izquierda para hacer la melodía sobre las teclas.
Acerca de su origen y su entrada en España no hay ninguna duda. El instrumento entra por el camino de Santiago como bien recuerda Sebastián de Cobarruvias, autor de uno de los primeros Diccionarios de la Lengua española (1611): "Vulgarmente llaman sinfonía a un instrumento que suelen traer los ciegos con un perrito que baila". Y en la voz "cinfonía" escribe: "Algunos pobres franceses suelen traer un instrumento a modo de violoncillo y en el vientre de él cierta orden de cuerdas, que con unas teclas que salen por de fuera, las arrima a una rueda que, trayéndola a la redonda con la mano derecha, tocando las teclas con la mano izquierda, lo hace sonar suavemente".