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LOS ORIGENES: TABLAS Y GRABADOS
Dentro del amplísimo campo de la iconografía cristiana, que comprende todos y cada uno de los motivos y contenidos religiosos desarrollados primero en la Biblia y posteriormente a lo largo de la historia y que fueron traducidos a imágenes plásticas con el propósito didáctico de facilitar su comprensión, existe una parcela muy concreta e interesante, pero no demasiado estudiada, se trata de los ARMA CHRISTI.
Durante el siglo XIV comienza a manifestarse una especial sensibilidad por la tragedia de la Pasión, que se traduce en la multiplicación de retablos y tablas pintadas para las iglesias góticas, siendo el motivo central los crucifijos con figuras patéticas y que se convirtieron en norma y modelo para los siglos posteriores.
Pero donde aparecerán los ARMA CHRISTI, es decir todos los instrumentos que fueron utilizados no sólo en el momento de la crucifixión de Jesús, sino también antes y después, será en la tabla de" La Misa de San Gregorio" (figura 1), pieza procedente del monasterio de Santa Clara de Palencia, (hoy en el Museo Arqueológico Nacional). Esta obra del llamado Maestro de Santa María del Campo (y en cuya iglesia burgalesa se encuentran sus obras más representativas) es de la transición al Renacimiento y en ella es reconocible la influencia italiana. En la tabla se representa el momento en el que celebrando misa San Gregorio, ante las dudas de uno de los presentes, Jesús se aparece, de súbito, sobre el altar como Varón de Dolores, rodeado de los Arma Christi.
Sobre el altar observamos con claridad meridiana prácticamente la mayoría de los instrumentos de la Pasión, algunos de los cuales figuran en los grabados en libros, como los del final de la Biblia impresa en Alcalá por A. Guillén de Brocar, entre los años 1514-17 y en una estampa impresa en Zaragoza, por M. Jiménez Sánchez, en 1594, y que a partir de esta fecha se reproducirán con gran frecuencia en grabados, sobre todo durante el siglo XVII, siglo tan dado a la emblemática simbólica. Tales grabados fueron siempre empleados como decoración de los libros piadosos para mover los espíritus a la devoción y a la compasión.
En todos estos grabados siempre está presente Cristo, pero en la iconografía más generalizada, además, las figuras de la Virgen y San Juan están al pie de la Cruz, y aunque con menos frecuencia también aparece el cráneo de Adán al mismo pie y el Sol y la Luna en los ángulos superiores, a ambos lados del Crucifijo.
Pero entre todos los grabados impresos en libros, hay uno que podemos tomar como modelo de nuestro tema central y en el que justamente se repiten todos los instrumentos de la tabla del Maestro de Santa María del Campo: es el grabado de Alonso de Orozco, impreso en Alcalá de Henares en 1570 (figura 2), y que pertenece al apartado iconográfico denominado genéricamente "CRISTO VARON DE DOLORES", dentro del cual se pueden distinguir dos tipos de representación: el italiano y el alemán.
En el primer tipo predomina la iconografía, que deriva de la Visión de San Gregorio, según la tradición, justamente la que se representa en la tabla mencionada. Se trata de una variante del ECCE ROMO. Cristo está desnudo y lleva el cetro de caña y la corona de espinas. La característica esencial de este tipo radica en que solamente emerge medio cuerpo de Cristo del sarcófago donde había sido depositado, aunque está rodeado por los instrumentos de la Pasión o "Arma Christi" que forman orla alrededor de El. Este grabado de Orozco, figura en el libro "Arte de amar a Dios".
El tipo alemán, en cambio, prefiere representar a Cristo de pie mostrando la herida del costado, abriendo los labios de la herida para mostrarla mejor, pero también le rodean los instrumentos de la Pasión.
En el grabado de Orozco que nos servirá de partida para el análisis de los ARMA CHRISTI en los crucifijos populares. figuran los siguientes instrumentos: comenzando por el pie del sarcófago, encontramos las tenazas y el martillo, herramientas utilizadas tanto en la crucifixión como en el descendimiento. Ya sobre el sarcófago, aparece al lado derecho la jarra usada por Cristo en el lavatorio de los pies de los apóstoles, y en el lado izquierdo los dados sobre el manto de Cristo, que se jugaron los soldados. Más arriba, por la derecha están la espada de San Pedro, de corte sarraceno, la escalera utilizada para el descendimiento, la lanza que abrió el costado de Cristo, el guantelete de la bofetada y la copa o cáliz de la Sagrada Cena. Por el lado izquierdo, sobre el sarcófago hay un farol de aceite, utilizado en la noche del prendimiento de Jesús, la columna donde fue atado Cristo y el látigo o flagelo con el que le azotaron. Sobre la columna un gallo nos evoca la negación de San Pedro. Detrás del brazo, se eleva la caña con la esponja con la que pretendieron aliviar la sed de Cristo.
Con un significado no relacionado tan directamente con los instrumentos, pero sí con la muerte de Jesús, surgen cuatro cabezas, dos a cada lado de Cristo, las mismas que pertenecen a la tabla de la Misa de San Gregorio. Las dos caras de la izquierda tienen rasgos judíos, y las caras del lado derecho sacan la lengua en un "gesto apotropaico" de rechazo, derivado por larga tradición de las tumbas etruscas, y aquí con un significado de mofa y escarnio.
II. LOS CRUCIFIJOS POPULARES CON "ARMA CHRISTI"
Sin duda estos crucifijos que vamos a estudiar son de factura popular artesanal por sus variantes y por su tosca elaboración.
Trabajados con material muy endeble y maleable, tal vez estaño, y sostenidos o claveteados sobre una cruz de madera de escasa calidad y de forma un tanto irregular, están recorridos a lo largo de toda su estructura por una especie de cordoncillo que enmarca todos los instrumentos de la Pasión y la figura de Cristo.
Estos crucifijos que se ofrecían, hacia los años setenta en los rastros de Valladolid casi como baratijas sin ningún valor, estaban totalmente recubiertos con una espesa capa de purpurina plomiza y que afortunadamente podía desprenderse con suma facilidad, dejando al descubierto el tesoro de toda la riqueza de los ARMA CHRISTI.
Lo que resulta muy evidente es que sus autores anónimos, de algún modo conocían las tablas y grabados que hemos mencionado anteriormente. Sólo es necesario comparar todas las figuras y veremos que en los crucifijos se repiten la mayoría de los instrumentos de la Pasión, excepto las caras por ser de gran dificultad de elaboración para los autores populares. Sin embargo podemos observar la presencia de otros signos que no existen ni en la tabla de la Misa de San Gregorio ni en el grabado de Orozco, como son la cuerda del prendimiento y la calavera de Adán al pie de la Cruz o el Sol y la Luna, como representación simbólica del día y la noche sobre los que reina Cristo.
Queremos asimismo llamar la atención sobre ciertos aspectos, que aunque son ajenos a los ARMA CHRISTI, resultan al menos verdaderamente extraños y curiosos y sobre los cuales podemos aventurar una hipótesis, no sin cierto riesgo de equivocarnos. Nos referimos a las plumas que recorren la cabeza de Cristo y el Paño sudoroso que recubre la parte inferior de su cuerpo, en uno de los crucifijos (figura 3).
Las plumas eran el símbolo de poder y mando de algunos jefes de los indígenas que se encontraron los primeros conquistadores de Hispanoamérica, y en cuanto a la falda de Cristo, junto con el pudor que fomentaron los evangelistas, nos recuerda la riqueza de algunos bordados que también aparecen en el famoso Cristo de Burgos.
En el otro crucifijo (figura 4) los rasgos del rostro de Jesús y la calavera en forma de calabaza son también típicamente indígenas, tal vez de México.
Nuestra hipótesis que habría que demostrar con una investigación posterior mucho más rigurosa, es que estos crucifijos pudieron ser elaborados por indígenas habilidosos, naturalmente instruidos por los primeros frailes evangelizadores que tomaron los grabados impresos en libros para su adoctrinamiento. No nos olvidemos que en algunas naciones, como México, se fundaron Universidades con sus propias bibliotecas y la imprenta comenzó a imprimir también muy pocos años después de la conquista. En los siglos XVII y XVIII hubo asimismo muchos talleres en México donde se fabricaban joyas y cruces por operarios nativos, y cuyas piezas se traían a España.
Sea de donde sea su procedencia, no podemos negar cierta influencia indígena. Son trabajos de orfebrería menor, desde luego nunca un producto de plateros profesionales. Tampoco tenían sus autores grandes conocimientos anatómicos a juzgar por las enormes deficiencias que presentan sobre todo los brazos y las piernas de Cristo, pero todo ello no significa que estos crucifijos no sean dignos de estudio y valoración.
En el contexto de la religiosidad que imperaba en la España del siglo de oro, cumplieron perfectamente su cometido, como lo fueron en su día las pinturas murales o los capiteles del Románico.
El pueblo llano o la clase campesina, ya no tan mísera en ciertas regiones de España, podía permitirse la adquisición de estos crucifijos, que no suponían ni mucho menos un lujo al no ser trabajos de joyería preciosa.
Por otra parte, contribuían a fomentar la devoción y la piedad, tanto entre los indígenas como entre el público peninsular que gustaba de todo tipo de representaciones barrocas, como lo fueron los Autos Sacramentales.
BIBLIOGRAFIA
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