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Una de las más destacadas figuras del resurgimiento artístico gallego, en el XIX, la del eminente músico lucense Juan Montes (1840-1899), estuvo siempre íntimamente ligada a las esencias populares.
Ya al comenzar el presente siglo (enero 1900) -hacía unos meses que había desaparecido- dijo de él el ilustre Rafael Mitjana que supo hacerse inmortal entre sus conterráneos, por haber expresado en sus composiciones inspiradísimas el alma galaica. Y añade Mitjana: "Conocedor de la importancia extraordinaria de los cantos populares, sabedor de que ellos son los gérmenes fecundos de toda evolución artística, los estudió detenidamente y con ellos formó el "ethos" de sus composiciones, que por esta misma razón repercuten enérgicamente en el espíritu del pueblo de donde han salido."
La región gallega -para Mitjana- riquísima en melodías populares características: muiñeiras, alboradas, baladas, alalás, nadales, aguinaldos, villancicos, danzas de espadas, cantos de ciego, lais y riveiranas, es musicalmente original en extremo y requiere para ser tratada artísticamente un estudio muy delicado y concienzudo, lo cual realizó perfectamente el maestro Juan Montes.
y terminaba el distinguido diplomático y musicógrafo, así: "Básteme decir que el grupo de músicos y artistas regionales le consideraba como la más pura gloria de la música gallega. Por mi parte, entiendo que tienen razón. Ahí están sí no para probarlo sus hermosísimas seis baladas para canto y piano, que retratan claramente el temperamento del genial cantor de la "morriña"; una de ellas, la que comienza con las palabras "Una noíte na eíra do trigo", es sencillamente deliciosa...".
Por su parte, el gran musicólogo y compositor vallisoletano, el padre agustino Luís Víllalba Muñoz, escribía en 1912 lo que sigue: "Durante unos tres o cuatro años sonó el nombre de Juan Montes como el de un simpático bardo, que revelaba en su inspiración genial y dulce toda la nostalgia tierna y delicada del alma gallega."
"Fue en los primeros ardores del lirismo folklórico, cuando despuntaba, impulsado por el soplo que desde la "Ilustración Musical Hispano-Amerícana" Pedrell infundía, en el ambiente musical español, el renacimiento artístico de la música. Un día se habló de un concurso de orfeones, de una masa coral gallega, la de Lugo, y de una delicadísima balada, "As lixeiras anduriñas", y quedó consagrado un triunfo y un nombre. Juan Montes ,el director del orfeón y autor de la gentilísima balada se revelaba como uno de los compositores más inspirados, y que en la más pura y limpia fuente de la inspiración popular bebían."
Bien, esto último parece que se ha olvidado hace mucho tiempo respecto al compositor lucense, como se ha olvidado su vida y su obra, la más laureada de toda la música gallega -hemos dicho en varías ocasiones- y quizá de la música española contemporánea.
El P. Luis Villalba sostiene que Montes no es un transcriptor folklorista al regionalizar la música, ni emplea el falso lirismo de salón, sino que su personalidad es única: "Juan Montes es uno siempre, que no acompaña cantares del pueblo, ni compone romanzas diversas en su ambiente de los cantares; ni le copia al pueblo las melodías, ni canta en aquel ambiente sones exóticos. Es hijo del pueblo, pero es un bardo original en medio de su pueblo, y habla su lenguaje, para comunicarle cosas propias. Tal es el lirismo de Montes, de artista fino y profundo, que a fuerza de sentir y vivir y respirar el ambiente de su patria los expresa con el color y acento regional más pronunciados."
"Montes -continúa diciendo el P. Villalba-, como era natural en la época en que se labró su espíritu musical, no empleó los procedimientos armoniosos que los modernos lirizadores a estilo popular han ido a copiar de Grieg. Montes pertenecía en esto al antiguo régimen, y dentro de él tejió el contorno de unas melodías, que habían florecido en el campo espontáneas y entre el sonar de los acentos populares. Y aquí se encuentra lo singular y más característico de su lirismo musical. No hay un átomo del sonorismo modernista en sus acompañamientos, y, sin embargo, no hay nada que se parezca a los vulgarismos y muy gastados dejos de los que desde el principio del siglo hasta su última década emplearon los compositores españoles."
"Buscó en los vates gallegos que con más verdad y honda comprensión expresaron los sentimientos del alma regional, la letra y el alma de su inspiración y al vestirla con la música, de tal modo se compenetra y funde en ella, que parece el cento más bello y propio de aquellas ideas."
"Poco hay en el lirismo musical español -termina afirmando Villalba- tan natural y fuerte, ni tan hondamente sentido; lo delicado y fino, lo suave y tierno, lo profundamente amargo, con la perpetua y lánguida dulzura de aquel sentir, encuentra en Montes el cantor más feliz y afortunado. No hay moldes que le aprisionen, ni atracción de fórmulas, es libre y espontáneo el numen del artista, que corre y se desarrolla al impulso de las ideas que le emocionan. Por esto mismo tienen personalidad y carácter propio, sin que de la importación de novedades haga artículo de mérito y valor."
Efectivamente, la espontaneidad y libertad de Montes era equiparable a su ingente laboriosidad e increíble capacidad de trabajo, ya su inteligencia, extraordinaria, ya su humildad, que le hizo renunciar a la concesión por el Gobierno, en 1886, del nombramiento de Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica. Sí, no quiso recoger la encomienda, porque para él sólo eran aceptables los galardones que se conquistan en las luchas por el divino arte.
La riquísima y sencilla inspiración, enraizada en lo popular, del maestro fue elogiosísimamente reconocida por grandes autoridades de la época: Uriarte, Pedrell, Monasterio, Arrieta, Bretón, Chapí, Reventós, el conde Morphy, Baltasar Saldoní, Enrique Barrera, José Alfonso, Valentín Zubíaurre y, entre las personalidades extranjeras, Laurent de Ríllé y Albert Soubie, este último correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quien en su obra Histoire de la Musique". Espagne, Le XIXe Siecle (París, 1900) insiste en la base popular de la obra: "Montes, de Lugo, hábil ejecutante, ha compuesto encantadoras melodías inspiradas en el canto popular de Galicia" ("Montes, de Lugo, habile exécutant, a composé de charmantes mélodies inspirées du chant populaire de la Galice").
La excepcional sensibilidad artística de Montes logró esa difícil simbiosis de música y poesía. Su busca fue certera: los mejores poetas del momento, como Rosalia de Castro, Manuel Curros Enriquez, Aureliano José Pereira, Salvador Golpe...
Finalmente, Filgueira Valverde en "Cancionero Musical de Galicia" afirma que el Cuarteto de Cuerda premiado en el certamen de Santiago de Compostela, en 1897 (Premio de Honor de la Infanta Isabel), es la mejor página instrumental escrita en Galicia sobre temas genuinos, añadiendo: "Fue humilde, estudió lo gallego y conoció profundamente la técnica y su historia, señaló un nuevo rumbo a nuestra lírica musical."
Si Montes no fue un transcriptor folklorista en el momento de componer, si lo fue en el momento de anotar diversas melodías recogidas muy posiblemente por los alrededores de Lugo y a orillas del Miño, que sirvieron para su inspiración y como aportación "folklórica" a los "Cancioneros" de Sampedro y de Pedrell.
Es desconocida la fecha en que Casto Sampedro inicia la recogida de melodías, pero es muy probable que comenzara la sistematización de la colección a partir de 1884, con la "campaña coruñesa del folklore", y en especial desde 1895, debido al estímulo del cancionero pedrelliano, fecha en que comienza la recogida indirecta, a través de sus numerosas amistades por toda la región gallega: Marcial Valladares, Martinez Posse, Enrique Lens, Curros, Soler, Alejandra Murguia, Felipe Paz, Martinez Santiso, Cea Naharro y Montes.
En el "Cancionero Musical de Galicia", de Castro Sampedro, nos dice José Filgueira Valverde que Montes se mostraba reacio a confesar a Sampedro que poseía materiales, aunque finalmente accediera a colaborar.
Nosotros encontramos en el Archivo Musical del Museo de Pontevedra (1), tan extraordinariamente dirigido por Filgueira Valverde, una carta de Juan Montes a Casto Sampedro y cuyo contenido reproducimos a continuación por su interés. Dice así:
"Sr. D. Casto Sanpedro
Pontevedra
Lugo 2 enero 1892
Muy señor mío: Como no tengo conocimiento de más cantos gallegos que los que Inzenga trae en su colección, me veo privado, bien a mí pesar, de poder enviar a V. alguno.
Como casi nunca salgo de ésta, no tengo ocasión de oír algo; sí por fortuna llegase alguno a mí oído, cuente V. de seguro con que lo transcribiré y le será remitido incontinenti.
Con este motivo se repite suyo affmo.
q. b. s. m.
Juan Montes."
En resumen, el Cancionero de Sampedro recoge dos melodías proporcionadas por Montes: una, en Céltigos (Lugo), seguramente en una de sus estancias veraniegas en el famoso balneario, con su manantial de aguas bicarbonatadas; la otra, en Lugo, y lleva la siguiente letra: "Paxaro que vas voando, as prumas che van caindo, / sí souperas, paxariño, de ti o que van dicindo!".
Si realmente Montes se mostró reacio o al menos remiso a la solicitud de Sampedro es difícil de probar. En cambio, lo que sí resulta claro de la carta de Montes a aquél es que éste sí conocía "Cantos y bailes populares de España", que Inzenga, el gran pianista y pedagogo, publica en Madrid, en 1888, ó, al menos también, el cuaderno dedicado a Galicia.
De éste se recogen varios en el Cancionero de Sampedro. No sucede lo mismo en el de Pedrell, pues de Inzenga sólo aparece un "arrolo" (canción de cuna o berce) procedente de Santiago de Compostela, y que figura con el número 15 en el tomo I del "Cancionero Musical Popular Español", del eximio musicólogo catalán, sí bien éste hace referencia a las inclusiones y asimilaciones de Inzenga en su cuaderno destinado a Galicia: "Pasacalle o marcha-alborada de gaita" y varios "alalás".
En este último cancionero se recogen gran cantidad de cantos gallegos a través de Casto Sampedro y de Ramón de Arana ("Pizzícato"), mencionándose a Montes, como veremos más adelante.
En julio de 1900, Fe1ipe Pedrell dirige una carta a Casto Sampedro, en términos excesivamente aduladores, que transcribimos a renglón seguido (2):
"San Quintin, 4.-Madrid
Julio 1900
D. Casto Sanpedro
Sr. mío de toda mi consideración y afecto: Por conducto del amigo D. Ramón Menéndez Pidal he recibido dos preciosísimos romances de ciego que V. bondadosamente entregaría a su Sr. hermano, D. Juan, Gobernador de ésa.
Sé por el común amigo Arana, que ha hecho mí presentación cerca de V. y que le habrá comunicado la misma petición que en ésta hago a V. Le expondré lisa y Ilanamente que mi pretensión de publicar un Cancionero de Música popular o popularizada tiende, siguiendo mis predicaciones, no sólo a salvar joyas de la música popular sino que, harmonizadas debida y científicamente, sean objeto de vulgarización, de admiración de extraños y aun de propios que la desconocen, en fin, algo así como la primera materia intacta y el protoplasma del drama lírico nacional.
Lo que con Arana han recogido Vdes., y que éste me ha comunicado desinteresadamente, y lo que V. ha recogido aparte (esos dos romances dan fe de ello y lo que V. ha depositado en ese Museo Provincial), formaría, no me cabe duda, el espléndido monumento folk-lórico de esa región musicalmente tan bien dotada, tanto que lo que llevo harmonizado me asombra por lo grande, lo típico, lo genial, lo reintegrador de la conciencia de una raza, conciencia conservada en la canción, esa reintegradora sin igual.
¿Hallaríase V. dispuesto a comunicarme la parte que V. ha recogido de la admirable voz de ese pueblo?, ¿me concedería el alto honor de citarle como uno de los más encumbrados colaboradores de mi Cancionero, encumbrado V. particularmente por la riqueza de lo recogido y sus luces de folklorista de primera fuerza?
De V. su devotísimo s. s. q. l. b. s. m.
Felipe Pedrell."
La realidad resultó muy otra. Estadísticamente Sampedro fue citado un total de tres veces en dicho Cancionero. No así Arana, que lo fue doce.
Digamos además que el número de canciones gallegas reflejadas en el "Cancionero Musical Popular Español" es elevado, un total de 56, de las cuales 19 pertenecen a Lugo, y se distribuyen así: 2 cantos de faenas agrícolas, 1 copla soldadesca, 12 alalás y 4 baladas. Casi todo este material fue proporcionado por Ramón de Arana.
Montes figura indirectamente en dos ocasiones: en la canción número 107 ("El cantar d'o arriero") recogida por Arana y de la que Pedrell escribe: "El Cantar fue recogido por mi amigo Ramón de Arana. Decíame en una de sus cartas: 'Se la oí cantar al malogrado Montes, que a su vez la oyó a una cuadrilla ambulante de segadores. El gallego de la letra es muy 'enxebre', como dicen los gallegos: es un bilingüe gallecocastellano muy corriente", y en la canción número 127, "Canto de faenas agrícolas", comunicada también por Arana a Pedrell, al que indica la había recogido asimismo Juan Montes.
He aquí la letra y la música (melodía) de ambas canciones:
Nº 107.-
"0 cantar d'o arrieiro
E un cantar muy baixiño,
Cando canta en Rivadavia
Resona no Carballino."
Transcribimos de ambas únicamente unos fragmentos de la melodía. La armonización la realizaría Pedrell.
Nº 127.-
"Eu co a miña monteira
e c'o meu sayo de lan,
voume en cas d'o señor cura
co a aguillada na man.
Si chove, deixa chover,
si orballa, deixa orballar,
qu'en ben sei d'un abriguiño
on de m'hei d'ir a abrigar.
A doutrina cristiana,
señor cura nona sei;
pergúnteme cantigüellas
que eu lle responderei.
Chama, chame moreniña,
eche do polvo d'a eira,
xa me verás pra domingo
cosa'a guinda n'aguindeira.
Nuestra mayor ilusión sería dar con documentación suficiente que aclarara si las aportaciones de Ramón de Arana son parcial o enteramente suyas o tomadas o facilitadas total o parcialmente por Juan Montes.
Actualmente estudiamos la grafía de unas anotaciones encontradas, que bien pudieran ser del insigne director, organista y compositor lucense.
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(1) Biblioteca y Archivo del Museo.
(2) Archivo Musical. Museo de Pontevedra.