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Podemos decir que el baile es el lenguaje mímico del alma. También, es la manifestación más expresiva y genuina de los sentimientos y emociones del hombre, bien sean religiosos o guerreros, eróticos o supersticiosos; explosión de un deseo o necesidad, es además, manifestación de alegría motivada por cualquier otra causa.
España es, posiblemente, uno de los lugares del mundo occidental, en el que el baile y la danza hayan arraigado más profundamente. Su originalidad y riqueza es manifiesta. En España se ejecuta un variado número de danzas y bailes rituales, que adquieren un sentido profano o religioso, según sean destinadas a unos u otros de los rituales de la vida de un individuo. Suelen organizarse en plazas y espacios públicos en donde concurren diversidad de elementos sociales dispuestos a manifestar alegría y buen ánimo, ante una determinada celebración o acontecimiento. Y éstos son tan numerosos y variados que el profesor García Matos ha recogido cerca de dos mil de diferentes tipos y funciones: "de lo primitivo, ingenuo y simple a lo complejo y desarrollado; de lo simbólico, religioso y ritual a lo amoroso, dramático, ceremonial, lúdico, exultante y recreativo”, son sus múltiples manifestaciones de movimientos y pasos, ritmos y compases.
Así, cada región tiene su baile popular con su mímica característica permanente, donde expresa su genio artístico, su elegancia, alegría o distinción de su ritmo. Entre las formas de bailes y danzas más generalizadas en España se encuentran la Jota, la Seguidilla, el Fandango, junto con las diversas variantes de éstas, que configuran la gran riqueza del folklore de nuestro país.
La JOTA es una forma músico tradicional de las llamadas fijas y de fisonomía coreográfica cantable. Existen dos grandes grupos de Jotas: la Aragonesa, que es la más difundida, y la Navarra, de estilo más melismático y libre respecto a las otras, que se muestran con más sobriedad. Martínez Torner atribuye a la jota una ascendencia vinculada con el fandango andaluz. Parece probable además, que el nombre de jota derive de sotar o xotar (saltar), y muchos son los indicios de que esta danza provenga de un rito de fecundidad.
Las SEGUIDILLAS puede que sean una de las aportaciones más estimables y genuinas de la comarca manchega a la música tradicional española, según opinión de García Matos. A partir del siglo XVI se constata la presencia tanto en los ambientes rurales como en los urbanos, de tal forma que la expresión geográfica de la seguidilla es muy amplia, adaptando apelativos propios para las diferentes latitudes.
El FANDANGO es uno de los diversos aires de danza que más han proliferado. El tipo coreográfico del fandango ha generado otros bailes emparentados con él y de similares características, como las malagueñas, granainas, murcianas y fandanguillos. El especialista Aurelio Capmany distingue tres regiones de España bien diferenciadas en cuanto a sus bailes: los bailes de la zona norte, caracterizados por su movimiento traslatorio y su origen guerrero; los de la zona centro y Levante (a excepción de la jota aragonesa) que son ceremoniosos y solemnes; y los del sur, que son expresivos y sensuales. En una descripción por Comunidades Autónomas encontramos un panorama variado.
En GALICIA destaca el baile de la Muñeira, por su alegría, movilidad y vistosidad. Se acompaña de gaita y pandeiro y de las canciones y gritos de exaltación que se salpican continuamente. Es indudablemente, la expresión más sincera del alma gallega. Existen diversas clases de Muñeiras según las comarcas: la Redonda de Monterrey, la Ribeirana de Orense, el Golpe, la Caballeresca, etc. Otras danzas gallegas son por ejemplo, las Riberianas, Fandangos, Rúas Ruadas, Foliadas Pandeiradas.
Los bailes y danzas más representativos de ASTURIAS son la Danza Prima, que destaca por su antigüedad; el Baile del Pandeiro de los Vaqueiros de alzada; el Pericote, típico de la región de Llanes, se baila en grupos de a tres, un hombre y dos mujeres y al son de tambor y pandereta; el Corri Corri, de la zona de Cabrales, lo baila un hombre y varias mujeres. Otros bailes de esta región son el Baile de los Pollos, el Xiringüelu, el Perindongo, la Giraldilla, etc.
El baile más antiguo que se conoce en CANTABRIA, es la llamada Danza de Ibio, de indudable origen guerrero. La bailan hombres, a veces vestidos sólo con pieles. Entre los bailes propios por parejas está el llamado A lo alto y a lo bajo y la Danza del cuevanuco que es propiamente pasiega.
En el PAÍS VASCO las danzas se pueden agrupar en tres categorías: danza de cortejos, danza de juegos y bailes públicos solemnes. De entre todos, los más típicos y popularizados son el Aurresku, llamado también Eskudanza y Baile Real, que consta de varios tiempos, uno de los cuales es el Zortzico, en sus distintas modalidades o tiempos, ya sea Mañé o Flaqué; el Ariñ—ari, Biribilketas y Fandangos. Se baila al compás del chistu y tamboril, que toca una misma persona. Esta es una costumbre, que según la especialista Mª Luisa Herrera Escudero, se da en España desde Salamanca hasta el Pirineo y continúa por Francia hasta Provenza.
En CATALUÑA los bailes se caracterizan por su simplicidad sobria y austera. Los tipos coreográficos más usuales en el folklore catalán son el Contrapás, que tuvo en su origen un sentido religioso y tiene un carácter ceremonioso y sereno; la Sardana, baile que es la expresión del sentir catalán, con todo lo que tiene de exactitud y precisión en los movimientos; el Ball Pla y el Hereu-Riera, bailes de pareja y los que evolucionan mediante una fila o farandola. Otras danzas son la Balanquera, el Ball del Ciri, Ball de L’Esposada y L'Escarrama, el baile de la Morratxa, o del Feudal, de Girona, etc. En la actualidad, los bailes y danzas de las tierras catalanas son acompañados únicamente por la cobla, como formación instrumental.
En las danzas VALENCIANAS, hay algunas que presentan una antigua ascendencia y dejes de tipo rítmico, métrico y ritual. Son típicas las Dansaes, baile campesino, serio y decoroso. La Xáquera vella, sobria, elegante y con un cierto aire de pavana. La Danza de la marinera es típica de Castellón, que se baila con acompañamiento de rondallas, palmadas y castañuelas, interviniendo en ella, tanto los que bailan como los que animan. Otros bailes típicos son el Bal del Torrent, el Moixent, etc., además de las jotas y fandangos, que aunque todas con su peculiaridad particular, presentan la constante de la serenidad y armonía en sus movimientos cadenciosos.
MURCIA, a pesar de ser región confluyente de corrientes folklóricas andaluzas, castellanas y levantinas, tiene un baile muy típico que es la Parranda, que con el canto final el retal, la alegría y el júbilo llega a su cima. Otro baile interesante es el de Las enreás, muy antiguo y típico de Jumilla. También encontramos las malagueñas murcianas, aunque distintas de las que se bailan en Andalucía, presentan grandes afinidades con ellas. La forma coreográfica musical que más se asemeja al fandango andaluz es el llamado Fandango Yeclano. Entre los bailes sueltos, en Murcia se baila el Zángano, baile de gran movilidad en el que intervienen dos mujeres y un hombre. Otros bailes son las Pardicas, Alpargateras, Serranas, etc.
En las tierras de CASTILLA LA MANCHA son tradicionales las Seguidillas, que si no es la cuna de su nacimiento, sí al menos, la de su arraigo en la península, ya que es el baile más castizo y más bailado en todas sus regiones. De igual manera se estiman los Boleros, baile popular típico del Madrid castizo de finales del siglo XVIII y gran parte del XIX, hasta que fue reemplazado por el Chotis. Este, al compás del popular organillo o manubrio se baila "bien agarrao", y a poder ser, "sin salirse de un ladrillo". El Fandango, las Jotillas, las Tonás, las Meloneras, son otros bailes típicos manchegos. Encontramos además, una serie de danzas religiosas típicas, que destacan por su carácter alegórico, como la Danza de Camuñas de Toledo, las Animas, etc. Son interesantes también, los Galopeos de Huete, el Trenzado, de Belinchón, el Paloteo de Albalate de Zorita.
CASTILLA Y LEÓN posee un amplio repertorio destinado a bailes y danzas. La característica general de estos bailes, es que son solemnes y pausados, con algunas excepciones, como es de esperar. El ritmo que siguen de forma general, es el de la jota o las seguidillas. Dulzaina y tamboril, sobre todo en la parte central, acompañados por la pandereta, suelen marcar los bailes de la zona, animados también por las castañuelas de los danzantes. En Burgos, como en otras localidades de la Castilla alta, encontramos el Baile Al Agudo, que a veces toma los sobrenombres de agudillo, a lo ligero, milano, arriba, a la pandera. Las provincias de Segovia, Soria y Burgos poseen una danza característica conocida como la Rueda. En Salamanca se conocen las Charradas, cuya particularidad es que el cuerpo y la cabeza se mantienen firmes, teniendo toda la gracia en el trenzado que hacen con las piernas. En casi toda Castilla se conoce un baile denominado habas verdes. Algunos autores de folklore musical han visto en él la transformación de la seguidilla castellana, aunque también se conoce en otras regiones, particularmente, en la zona de Extremadura, donde se ha mantenido muy vivo en la tradición popular.
EXTREMADURA ha sabido guardar gran número de bailes y danzas tradicionales del sabor más autóctono. Los sones Brincados, Sones a lo llano, el Pindonga, el Perantón, el Baile de la Pata o del Pollo, así como los bailes de la Zajarrona, del Candil, de Guadalupe. Un baile de la localidad cacereña de Montehermoso es el llamado Pindongo, baile satírico y burlón. El Perantón es un baile conocido en varios pueblos extremeños. El baile está relacionado con el peropalo, muñeco de trapo que era juzgado en la Plaza Mayor del pueblo el domingo de carnaval. El Quita y Pon, una danza alegre y optimista. Se trata de un baile de parejas en el cual el ritmo, similar al de la jota, es interpretado a las castañuelas por el hombre.
Respecto a ANDALUCÍA, nos dice Aurelio Capmany, que cada una de las principales ciudades de esta comunidad ha dado nombre a un baile particular: Malagueña, Granaina, Sevillana, también el Ole gitano de Cádiz, el Jaleo de Jerez, la Rondeña de Ronda, etc. De todos los bailes españoles, es el andaluz el que ha despertado mayor admiración entre propios y extraños. El baile flamenco difiere del resto de las danzas populares españolas, esencialmente, por su técnica solitaria, que hace de su intérprete, figura única en sus desenvolturas. El baile flamenco apenas necesita espacio para su evolución. El espacio para moverse es tan pequeño, que a veces, el tablero de una mesa basta. Así, el bailaor genuino casi no se mueve del sitio y acompaña la danza con gran gesticulación de brazos y manos, recordando las formas de la expresión plástico—corporal. Sin embargo los bailes pertenecientes al género flamenco, no deben eclipsar aquellos otros con un marcado carácter ritual, que el pueblo interpreta en las celebraciones cíclicas, como procesiones o alabanzas a los santos, etc. Así, otros bailes con influencias más o menos notorias o nulas del flamenco, son el Tarandeo, el Vito, la Chacona, el Escarramín, la Gorrona, la Zarabanda, Fandango, Soleares, Peteneras.
En cuanto a las ISLAS BALEARES, en la isla de Mallorca existen aún ciertos bailes religiosos de notable antigüedad. Las danzas de esta isla podían agruparse en tres géneros: los Nateixes, las Jotas y los Boleros. Estos últimos, resultan una variante de los de la península, y se conocen desde principios del siglo pasado. El Copeo es otro de los bailes típicos en la tradición mallorquína. Otros bailes típicos son los que se ejecutan en los días de carnaval, Ball de la Ximbomba, o en el de pascua, Bal de ses Panades. En Ibiza y Formentera, se guardan aún más ancestrales danzas ligadas con los ritmos nupciales y otras celebraciones que reciben el nombre de Ball Pagés.
Los bailes propios de las ISLAS CANARIAS, presentan, según A. Capmany un carácter confuso sobre su origen entre autóctono, peninsular, e incluso americano. Los hay verdaderamente curiosos y dignos de ser estudiados por su filiación histórica: Isas, Tajarasque, Serinoque y Canario, se encuentran entre las primeras. Folias, Seguidillas, Saltonas, Malagueñas, Tangos y Tanguillos, se encuentran entre las segundas. La isla de Gomera guarda precisamente un tipo de baile original, es el baile del Tambor, que posee una de esas músicas de probable origen prehispánico, que han conservado en su esencia todo un substrato etnomusical de elevado valor histórico.
Existen además en España, un gran número de bailes y danzas no ceñidos a regiones o a tierras determinadas, sino que se han repartido de forma similar por todas nuestras latitudes, que fueron adaptados de otros extranjeros. Entre éstos destacan el Rigodón, la Contradanza, el Vals, el Escocés, etc.
Aquí queda este inventario, como modesta aportación, de un testimonio de las canciones y danzas populares y de la riqueza del folklore musical, que ha existido en nuestro país y que va desapareciendo ante los ojos impasibles de todos sus herederos.