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Revista de Folklore número

182



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EL CULTIVO DEL LINO EN LANSEROS (ZAMORA). UN PEQUEÑO CORPUS ROMANCISTICO (1)

FRAILE GIL, José Manuel

Publicado en el año 1996 en la Revista de Folklore número 182 - sumario >



Para llegar a Lanseros hay que desviarse en Benavente hacia Puebla de Sanabria, capital de la comarca de la que recibe el nombre y a la que los lugareños llaman Senabria. Atravesando la vega del río Tera se llega hasta Mombuey hasta que a la derecha encontramos el letrero indicador: LANSEROS.

Durante algunos metros el asfalto y unos modernos "chalets" nos mantienen en el mundo del progreso, después la tierra del camino parece anunciarnos la llegada a otro tiempo, a otra época. A Lanseros se penetra por un núcleo de casas que, entre los lanseranos, se llama "Barrio", y es que el pueblo está dividido en dos caseríos bien diferenciados; la linea divisoria la marca el río que discurre, bastante caudaloso, por el centro del poblado. Atravesado sólo por un puente, orilla en uno de sus costados una ermita de las que en el pueblo hay. Este único puente que es de madera, con tajamares triangulares, parece, va a ser sustituido por una moderna estructura de hormigón y cemento que además de afear el conjunto, permitirá el paso de vehículos pesados (2).

Hoy Lanseros es casi un pueblo vacío; de los 221 habitantes que tenía en el censo de 1900, hoy no hay sino 28 vecinos que en su mayoría sobrepasan el medio siglo. Quedan en el pueblo siete niños en los que sus padres depositan la esperanza, mientras ellos sueñan con marchar lejos, junto al hermano que trabaja en la capital.

Con esta panorámica tan poco halagüeña, los viejos usos comunales, que rigieron durante siglos el ámbito rural, están en una situación de decaimiento casi total.

Sólo se celebra con cierta algazara a la Virgen de Agosto y a San Roque, por coincidir sus días con las vacaciones de estío, pero San Miguel ha quedado un tanto empobrecido aunque antes fuera regocijo tan esperado.

Para esos siete niños queda en pie, casi por milagro, la escuela; pero el Ayuntamiento se ha muerto porque desde hace unos años era ya un lujo; así que con su cargamento de papelotes se trasladó a Manzanal de Infantes, pueblo todavía grande que está...ahí a un tiro de piedra.

Pero...miré usté, cuando el pueblo era grande y toa la gente estaba aquí, cualquier motivo era bueno para hacer fiesta, llegaba el de la gaita y zumbaban las panderetas que ya ya ¡daba gloria!, pero ahora...entonces había entre mozos y mozas, treinta mozos o más; ahora hay algún mozo, pero mozas, ya no queda ninguna.

Aún hay en Lanseros un gaitero de los de Senabria, se llama Pablo Tejero, aunque para todos es el gaiteru.

Nació en Espadañedo, un pueblecito cercano, al borde de la carretera que une la provincia de León con la de Zamora, y aprendió a tocar de oído a fuerza de escuchar a un viejo gaitero...que era de un pueblo de los de ahí arriba, de los de más arriba; así aprendimos mi hermano y yo, de oído todo. Pablo toca la gaita acompañándose con el tambor que toca su hermano, a veces animan las fiestas de algunos pueblos donde la gente quiere bailar todavía con la música de antes. Pero nuestro gaitero ha desechado ya su antigua gaita sanabresa, que, al parecer, tenía el puntero de metal y un enorme fuelle que le permitía cantar y tocar a un tiempo; cosa que hace también con su moderna gaita, pero con mucha más dificultad. Su nueva gaita es del tipo gallego corriente, aunque sin el roncón pequeño que sale del fuelle y que es propio en esta clase de gaitas. Pablo la llama fole o fol indistintamente, sinónimos ambos de la palabra fuelle que se utiliza en Sanabria para denominar el fuelle de atizar la lumbre y la gaita (3).

El gaitero nos cuenta...Aquí se tocaba la gaita, el tambor y la pandereta; verás: el gaitero se colocaba en un lado y el tamborilero enfrente, la pandereta -que era siempre una mujer (4)- se ponía entre los dos. Cuanto ésta comenzaba a tocar y a cantar el del tambor y la gaita cogían el son y así hacíamos el baile; así lo hacemos en algunos pueblos de más pa Senabria cuando vamos a tocar mi hermano y yo, aquello era muy bonito.

Y sigue Pablo con su relato... Los tambores eran los antiguos, de esos que se tensaban con cuerdas, ahora son de metal porque duran más y suenan más fuerte; las panderetas se hacían aquí también, eran grandes y muy recias. Cuando se rompía una piñera de cerner, se aprovechaba el arco y las sonajas se hacían en el herrero (5).

La mujer de Pablo, Clotilde, que es de Lanseros, me cuenta lo mucho que en el pueblo se cantaba. Insisto yo en saber cuándo y cómo se cantaban los romances viejos, las viejas historias que saben siempre a nuevas;...se cantaban algunos con la gaita (y nos habla de Rico Franco y La Doncella Guerrera) pero sobre todo les cantábamos cuando majábamos y espadábamos el lino y también en los seranos. Y poco a poco nos va describiendo el complicado laboreo que acompaña al lino desde que se echa en la tierra hasta que llega a la rueca. Como quiera que enredadas en estos trabajos vivían la mayor parte de las muestras de oralidad que traemos a esta pequeña antología, vamos a repasar brevemente estos laboreos aunque sólo sea por recoger la nomenclatura propia de este lugar (6).

El lino (linum ussitatissimum) se cultivó mucho en esta zona, se cosechaba en las tierras próximas al río, pues la especie utilizada debía regarse con asiduidad. La siembra se llevaba a cabo en el mes de mayo, esparramando la semilla, al modo del trigo, para procurar que las plantas formaran un espeso sembrado; cuando acababa la sementera se arrodaba la tierra formando venederas a modo de surcos. Como la superficie sembrada solía ser pequeña esta operación se hacía normalmente con azada.

A últimos de Agosto el lino está a punto para ser arrancado, esta operación se realizaba a mano y una vez finalizada, se ataban las plantas en haces llamados mayaderas o mozas, éstas se colocaban en grupos de tres formando trípodes.

Una vez secos en esta forma, se procede a trillar las mayaderas para separar de la planta la semilla; después se lleva a algún remanso del río o a un arroyo, donde haya poca agua a fin de que ésta no esté muy fría, para que los tallos se cuezcan (fermenten); allí se sujetan con cantos y piedras para evitar que la corriente los arrastre, aunque a veces las riadas producidas por fuertes tormentas estivales podía llevarse la cosecha del año.

Ya fermentados los tallos se colocan al sol para que se sequen nuevamente, esparciendo los haces convenientemente en algún prado abierto al sol, o sobre la panza de un horno si las lluvias otoñales madrugaban ese año.

Después viene el majado, es decir, el golpeado de los haces en grandes piedras de superficie más o menos lisa, normalmente cantos rodados que aquí se llaman líos. Con esta operación se consigue separar gran parte del tasco que es la corteza leñosa que envuelve las fibras textiles del lino. Normalmente el majado se realizaba a finales de septiembre o principios de octubre (el enriado duraba alrededor de diez días, según fuera la temperatura del agua); entonces la luna está clara y permite estar majando en las calles hasta altas horas de la noche. En algunas zonas como Galicia, las jóvenes se reunían a majar su lino después de cenar aprovechando la ocasión para alternar con los mozos y festejar en lo que ellos llaman la diluva (7). En Lanseros también se majaba de noche, si bien la ocasión no se celebraba tanto.

Después del majado la superficie leñosa del lino, el tasco, ha desaparecido casi por completo, la fibra que luego se ha de hilar se vuelve a secar de nuevo al sol -o en la superficie de un horno, si el tiempo es húmedo- para facilitar la siguiente operación que es el espadado.

Para espadar se utiliza un aparato muy elemental en forma de pie derecho, colocado verticalmente sobre un tablero que le sirve de base y que la espadadora pisa para así hacer fuerza e impedir que el madero se tambalee al ejecutar la operación. Este útil, denominado aquí fitera está rematado en forma de culata de escopeta, para facilitar así el sustento del manojo de lino a espadar.

En esta parte cóncava se coloca el lino, que empuña la mano izquierda, mientras que con la mano derecha se golpean los haces con la espadilla hasta que desaparece totalmente el tasco.

Una vez espadado se le carda o restrilla con el restrillo, formado por unos cuantos clavos, púas o peines, clavados en una tabla por donde se hacen pasar las fibras del lino. Para realizar esta faena, las mujeres colocaban el restrillo entre las piernas, apoyándolo en el suelo, así -dobladas por la cintura- pasaban los manojos, agarrados con la mano derecha, ahuecándolos de vez en cuando con la mano izquierda. Las púas de este rastrillo reciben el nombre de guinchos.

Las primeras fibras que van quedando entre los guinchos, toman el nombre de estopas y con ellas se hacen los hilos más bastos. Vuelto a cardar, queda entre las púas lo que se llama mediana y en las manos de la cardadora las fibras más finas, lo que se llama el cerro. Realizadas todas estas operaciones, queda el lino en disposición de ser hilado, pero antes se tuercen las fibras unas sobres otras en cantidad suficiente para cargar una vez la rueca, trenzándolas sobre sí.

Cada uno de estos cerros se arrolla después al vientre de la rueca, operación que se llama enrocar. Las ruecas usadas en Lanseros eran generalmente del tipo que en Asturias llaman de papo; para fabricarlas se corta una vara que tenga un metro aproximado de longitud y poco más abajo se abre longitudinalmente en tres o cuatro secciones o gajos, más tarde se separan entre sí por medio de estaquillas dando lugar a un abultamiento o rocadero. A veces se introduce en este hueco una piedra o alguna pieza de madera para conseguir así motivos decorativos de extrema variedad.

Cuando las mujeres se disponían a hilar, tomaban un cerro de la cesta y lo desplegaban sobre el rocadero de su rueca, que antes había humedecido escupiendo algunas gotas de saliva en la madera, a fin de que la materia aglutinante del lino -la pectosa- se adhiriera al instrumento con más facilidad. Enrocada ya la rueca, se colocaba a veces una especie de copete, en forma de cono truncado, que se fabricaba con cartas de la baraja o cartón, y que a veces se forraba con percales de vivos colores. Solía llamársele roquero o boquero. Otras veces, simplemente se fijaban las fibras a la rueca por medio de un cordel o badanilla de cuerda.

La hilandera se espeta la rueca en la pretina izquierda de su saya, dejándola caer sobre el mismo brazo. Con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda, que a menudo moja con saliva aproximándolos a los labios, va esmesando las necesarias fibras de lino que va torciendo por medio del huso, manejado con la diestra, cuyos dedos le imprimen rápidos movimientos de rotación. Para ello el huso lleva en la parte superior de su varilla una muesca o ranura en forma de espiral por donde se hace pasar el hilo que ha de servir a manera de eje para el movimiento del huso.

No se esmesa nueva fibra de lino hasta que la esmesada no está torcida. Cuando las manos de la hilandera se van separando demasiado, se hace salir el hilo de la muesca del huso y el hilado se arrolla a éste, volviéndose a hacer pasar por la muesca, para repetir sucesivamente la operación hasta hilar un husada o como dicen en Lanseros, una mazaroca.

Cuando las niñas empezaban a hilar, el hilo era a veces tan grueso que no pasaba por la ranura del huso, y esa era la señal para comenzar de nuevo la faena. Los husos empleados en Lanseros eran llamados de rodete, formados por una varilla de madera en cuyo extremo inferior se inserta una pieza, a modo de rueda, llamada rodaja, corona o rodete. La función del huso es doble, por un lado sirve de eje a la rotación que consigue torcer las fibras, por otro sirve de carrete donde enmadejar el hilo que se va formando.

Una vez hiladas las mazarocas se devanaban en madejas que, después de blanqueadas, se llevaban al telar para ser transformadas en tejidos. La operación del blanqueo era complicada y curiosa: una vez hechas las madejas, por medio de un sencillo aparato llamado naspa, se lavaban con agua abundante para sacarles el verdín, después se introducían en un recipiente provisto de desagüe y se cubrían con un lienzo fuerte y resistente llamado cenicero. Sobre éste se vertía la ceniza del hogar, ceniza que debía ser de roble, pues la de castaño y boj no blanquea, sino que mancha; era corriente quemar junto con el roble algunas hojas de laurel para perfumar las madejas.

Sobre el lienzo henchido de ceniza, se va echando agua hirviendo, operación que da lugar a la colada; el agua resultante de este filtrado es una auténtica lejía con la que, incluso se lavaban y blanqueaban los suelos de madera. Esta operación de filtrado se repite seis, siete y ocho veces, tantas como sea necesario (8); al llegar a las últimas operaciones se saca periódicamente alguna de las madejas para, una vez lavada, comprobar si se ha obtenido el grado de blancura que se desea. Terminada esta operación se lavan y secan las madejas para devanarlas en ovillos que más tarde viajarán al telar.

De todas estas tareas, la que más entronque tuvo en la vida comunal del pueblo era, sin duda, el hilado. Esta operación congregaba alrededor del hogar y del lino o la lana, a los habitantes del pueblo sin distinción de edad, sexo o condición social. Es cierto que las espadanderas se agrupaban también para realizar su quehacer, pero el polvo que producían y la dureza del trabajo impedían la reunión social y el canto prolongado.

Las niñas aprendían a hilar casi desde que se tenían en pie, a los diez años eran ya perfectas hilanderas. A veces se hilaba a la par que se hacían otras faenas, hilaban las pastoras mientras guardaban el ganado y también llevaban el huso y la rueca para amenizar la marcha cuando había que desplazarse a alguna aldea cercana.

A la reunión nocturna que surge alrededor de la rueca se le nombra de formas tan distintas como distintos son los lugares donde se da este hecho. Desde el filandón asturiano a la fiada gallega, pasando por la jila de Cantabria, el hilorio búrgales o el madrileño hilandero. Los seranos eran en Lanseros ni más ni menos que estas reuniones rurales, la voz serano se corresponde con la portuguesa serao, que nosotros aplicamos como sarao para las reuniones aristocráticas del siglo XVI.

Se seranaba después de cenar, cuando ya el ganado había entrado en casa. Durante las largas noches de invierno, las gentes labradoras, apenas pueden hacer nada en el campo, y como es lógico no permanecían catorce horas en la cama; normalmente empleaban la velada en hilar, que es oficio de mujeres, el serano eran las Cortes del lugar, el Parlamento, el Casino, el punto donde se reunía la juventud vigilada y presidida por las canas de la vejez. Se realizaban siempre en alguna cocina anchurosa, bien siempre en el mismo lugar, en cuyo caso se indemnizaba a la dueña escotando para sufragar la grasa del alumbrado, o hilando un día semanal en su provecho; o bien cambiando de cocina según un determinado turno.

Las mujeres acudían con sus hijas casaderas y aún más jóvenes, armadas todas de rueca, huso y canastilla donde se transportaban los cerros de lino, o los copos de lana a hilar durante la noche. A veces acudían también los padres, ya por cumplir un deber, ya por conveniencia propia.

Más tarde llegaban los mozos entonando canciones y, por respeto a los amos, se detenían en la puerta, hasta que poco a poco se iban sentando en los escaños de madera, apretándose unos contra otros para hacer sitio. Las mujeres hilaban de pie.

Allí se hablaba de la paz y de la guerra y de otras cosas más menudas, se contaban cuentos, se proponían acertijos y otras muestras del antiguo saber. Se ejercitaba la vena creadora del pueblo componiendo los ramos que se ofrecían a los novios, o a los patronos del lugar en acción de gracias por algún favor concedido; o se ensayaban las logas -claro está, loas- que con ocasión de algún suceso sonado cantaba un grupo de mozas del pueblo.

Además de todo esto se concertaban matrimonios, se ensayaban comedias, sin que por nada de todo ello dejaran de hilar las mujeres. Cuando hablaban sentenciosos los ancianos, callaban los jóvenes, mientras la leña seca chisporroteaba en el hogar repartiendo su calor benéfico sobre la concurrencia que se apiñaba en derredor.

A veces, un mozo vivaracho cogía disimuladamente un tizón encendido con las tenazas y lo aproximaba al cerro que está hilando su vecina, pero ella, siguiendo la broma, lejos de asustarse, tira de rueca y aplica la llamarada a la cabellera del mozo.

El serano era, en fin, la cátedra donde se estudiaban con mayor o menor aprovechamiento todas las disciplinas tradicionales, todo lo que necesitaban saber los hombres y las mujeres para desenvolverse en aquel tiempo y en aquel espacio (9).

Al filo de la media noche, las mozas ya tenían hiladas sus mazarocas, era el momento del baile así calentábamos los pies para volver a casa. Pandereta en ristre una moza, o varias intermitentemente, cantaban las bien diferenciadas partes del baile: corridos, jotas puntiadas y chaconeadas y aun el más moderno agarrao, variando según las exigencias del público y la destreza de la ejecutante.

Pero vamos a detenernos, aunque sea brevemente, en el corpus romancístico que fue parte importante del serano. Para éste existía incluso una tonada, conocida por tonada del serano, con la que muchos viejos romances se acompañaron. Del manojo grande, que recogí en Lanseros, traigo aquí una muestra bien señera del repertorio propio de la zona.

MUERTE DEL PRINCIPE DON JUAN (aa)

-Santísimo Sacramento / ¿Dónde vas tan de mañana?
2 -A visitar a un enfermo / que malito está en la cama.
Malito está que se muere / malito está que se acaba,
4 lo asisten siete doctores / de los mejores de España
y aún le falta por venir / el Médico de la Parra.
6 Con el veneno en el dedo / en la boca se lo echaba.
-Tres horas te doy de vida / tres para estar en la cama
8 dos para arreglar tus cuentas/ tres para salvar tu alma.
Estando en estas razones / estando en estas palabras
10 estando en estas razones / su padre subió a la sala.
-¿Qué te ha dicho hijo querido / qué te ha dicho hijo del alma?
12 -Tres horas me dio de vida / tres para estar en la cama
dos para arreglar mis cuentas / tres para salvar mi alma.
14 -Tú sabrás hijo querido / tú sabrás hijo del alma
si le debes por ahí / a alguna mujer honrada.
16 -Le debo a la Ricardina / de siete meses preñada
le daré cinco mil duros / viudita sin ser casada.
18 -Dale más hijo querido / dale más hijo del alma
dale más hijo querido / que la honra no se paga.
20 Estando en estás razones / Ricardina allí llegaba.
-¿Dónde vienes Ricardina / tan triste y desconsolada?
22 -Vengo de pedirle a Dios / que te levantes de la cama.
-De cama, sí me levanto / antes de por la mañana
24 me llevarán entre cuatro / a la Iglesia Santa Clara,
de rodillas en el templo / rezarás un Padre Nuestro
26 por aquellas amistades / que tuvimos n'algún tiempo,
de rodillas en el suelo / me echarás agua bendita
28 de rodillas en el suelo / me echarás una poquita.
Ricardina de mi vida, / sin poder tomar aliento
30 qué desconsolada quedas / en este mismo momento.

LA MUERTE OCULTADA (ía)

Don Jerónimo iba de caza / a los montes que solía
2 le ha dado el mal de la muerte / pa su casa se venía
iba pa en ca de su madre / pa la suya no podía.
4 -Alégrate don Jerónimo / que Doña Ana está parida.
-Váyase usté para ella / hágale usté compañía
6 -Si me pregunta por ti / hijo, ¿yo qué le diría?
-Dígale que fui de caza / a los montes que solía
8 que si quiere buena caza / que yo se la mandaría.
-Dígame usté la mi suegra / dígame usté suegra mía
10 las mujeres nesta tierra / ¿de qué tiempo entran a misa?
-Unas van de un mes / otras van de un mes y un día.
12 y tú por ser la mi nuera / irás de un año y un día.
-Malhaya la costumbres / que en esta tierra había,
14 las mujeres que quedan buenas / ¿qué hacen pa no ir a misa?
Dígame usté la mi suegra / dígame usté suegra mía
16 las mujeres nesta tierra / ¿de qué ropa entran a misa?
-Unas van de blanca y flor / otras de Pascua Florida
18 y tú por ser la mi nuera / cargada de luto irías.
Diendo para la iglesia / todas las señoras decían:
20 Mira qué casada más guapa / mira qué soltera más linda.
Y a la entrada de la iglesia / y al tomar agua bendita.

EL SEDUCTOR DE SU CUÑADA (BLANCAFLOR y FILOMENA) (ea)

Por las orillas del Duero / se paseaba Isabel bella
2 con dos hijas de la mano / Blancaflor y Filomena,
ha pasado el rey Turquino / una de ellas le pidiera.
4 -Le daré a Blancaflor / que Filomena es muy tierna.
-A Blancaflor no la quiero, / yo quería a Filomena.
6 -Filomena, no señor, / porque es de la edad muy tierna.
Se casaron, se esposaron, / se marcharon a su tierra,
8 el pícaro caballero / no olvidado a Filomena
Al cabo de nueve meses / vino el yerno a ver su suegra.
10 -Buenos días, mi madre. / -Y mi hija, ¿cómo queda?
-Con la barriga a la boca / que parece una ballena,
12 demandado de ella vengo / que me dé usté a Filomena
para arrullar niña o niño / o aquello que Dios le diera.
14 -Yo dar, sí se la daría, / si cuenta de ella tuvieras.
-Pues yo cuenta sí, señora / como si hija mía fuera,
16 del buen pan que yo coma / de aquel ha de comer ella
del buen vino que yo beba / pues de aquel ha de beber ella.
18 -Pues si así has de hacerlo / tú coges y te la llevas.
El traidor va en un caballo / Filomena en una yegua,
20 al salir de un caminito, / al entrar pa una rodera
ha empezado el rey Turquino / a enredar con Filomena.
22 -Tate quieto rey Turquino, / que es el diablo que te tienta.
-Sea el diablo o no lo sea, / tú bájate de esa yegua.
24 Hizo de ella lo que quiso / hasta sacarle la lengua.
-Si yo viera un pajarcillo / de los que andan por mi tierra
26 con la punta de mis dedos, / con la sangre de mi lengua
yo escribiría una carta / a mis padres que la lean
28 y a mis hermanitos todos / que atentos estén a ella.
Estando en estas palabras, / el pájaro que aquí llega.
30 -Escríbale usted, señora / que aquí está quien se la lleva.

LA ADULTERA (ALBA NIÑA) (6)

Estaba la Filomena / sentadita en su balcón
2 con el pañuelo en la mano / como mujer de razón,
ha pasado un caballero / le ha llamado la atención.
4 -Suba, caballero, suba / que lo quiero una razón.
-Tengo miedo a su marido / no me haga una traición.
6 -Mi marido no está en casa / está en los montes de Aragón.
-Si quiere usted que no vuelva / échele una maldición.
8 -Grullas le saquen los ojos / en vida y el corazón,
los perros de mi ganado / lo traigan en procesión.
10 Estando en estas razones / su marido allí llegó.
-Abreme la puerta, luna / ábreme la puerta, sol,
12 que te traigo un pajarcito / de los montes de Aragón.
Al bajar de la escalera desmayada se cayó.
14 -¿Qué tienes tú Filomena, / qué tienes tú Blanca y Flor
es que tienes calentura, / o has tenido nuevo amor?
16 -Ni he tenido calentura / ni he tenido nuevo amor
se me han perdido las llaves / del más alto corredor.
18 -Las llaves eran de plata, / de oro te las haré yo,
¿ De quién es aquel sombrero / que en mi escarpia se colgó ?
20 -Es de un hermanito tuyo / que de la guerra llegó.
-¿De quién es aquel caballo / que en mi cuadra relinchó?
22 -Es tuyo, marido, es tuyo, / que tu padre lo mandó.
-Gracias le doy a mi padre, / muchas gracias le doy yo
24 que cuando no lo tenía / no me lo daba él, no.
Ahora voy en ca tus padres / a ver qué hija me dio.
26 -¿Qué culpa tiene mi padre / de las cosas que hago yo ?

AMOR MAS PODEROSO QUE LA MUERTE (CONDE NIÑO) (a)

Madrugaba el Conde Linos / no soliendo madrugar
2 a dar agua a su caballo / a las orillas del mar,
mientras el caballo bebe / el Conde canta un cantar.
4 -Bebe mi caballo, bebe / a prisa y has de aguantar
que dentro de hora y media / siete leguas has de andar.
6 Oyéralo la hija el Rey / de altas torres donde está.
-Mira, hija, como canta / la sirenita en el mar.
8 -No es la sirenita, madre, / ni tampoco su cantar
porque es el Conde de Linos / que por mis amores va.
10 -Si viene por tus amores / lo mandaremos matar.
-No lo mande matar, madre, / no lo mande usté matar;
12 si lo manda matar, madre, / a mí mándeme enterrar.
Uno muere al sol salir / otro muere al sol rayar,
14 uno muere, el otro expira / los dos mueren a la par.
De ella se hizo una paloma, / de él un fuerte palomar,
16 cuando su madre comía, / le iban a picar el pan,
su madre con grandes celos / luego los mandó matar.
18 De ella se hizo una rosa / de él un rico rosal,
cuando su madre va a misa / le prenden el delantal.
20 Su madre llena de celos / luego los mandó cortar.
De ella se hizo una oliva / y de él un rico olivar,
22 su madre con grandes celos / luego los mandó arrancar.
De ella se hizo una fuente / de él un rico manantial
24 donde los cojos y ciegos / allí se iban a curar.
Pasan tiempos, vienen tiempos, / la Reina llegó a cegar
26 y a la fuente de su hija / allí se iba a curar.
-No la tengo curar, madre, / no la tengo de curar
28 que cuando yo era paloma / luego me mandó matar,
que cuando yo era rosa / luego me mandó cortar,
30 que cuando yo era oliva / luego me mandó arrancar
y ahora que ya soy fuente / no me puede conturbar.

LA BODA ESTORBADA (á)

Ya se despide Lombardo / ya se despide y se va
2 palabra de casamiento / a su esposita la da.
-¿Por cuántos años vas Lombardo / por cuántos años te vas?
4 Me voy por siete señora / no lo manda la ley más
si a los siete no viniera / a los ocho aguardarás.
6 Los siete ya van pasados / los ocho y andando van
y su padre le decía: / Hija, ¿no te casas ya ?
8 -¿Cómo quiere que me case / cómo me voy a casar?
-Pues si Lombardo no viene / Lombardo no viene ya.
10 -Déme licencia mi padre / para irle yo a buscar.
-La licencia la mi hija / tuya era de tomar,
12 de siete caballos que tengo / todos tan a tu mandar
de siete criados que tengo / escógete al más leal.
14 Echaron suerte entre todos / le tocó a un primo carnal,
anduvieron siete reinos / y sin poderlo encontrar.
16 Y al cabo de siete reinos / un cebadero vio echar.
-Dime cebadero, dime / dime por Dios la verdad:
18 ¿De quién son esos caballos / que silla de oro le traen?
-Son de Lombardo, señora, / mañana se va a casar
20 con una noble doncella / que en la corte no la hay tal.
Anduvieron siete reinos / y sin poderlo encontrar
22 y al cabo de siete reinos / a Lombardo viera estar
peinando su caballo / para irse a casar.
24 -Dame limosna Lombardo / que bien me la puedes dar.
-¿De dónde es la señora, / de dónde y pa dónde va?
26 -Soy de tu pueblo, Lombardo, / de aquella misma ciudad.
Echó mano a su bolsillo / y dos reales le iba a dar.
28 -No te quiero esos dos reales / no te los quiero tomar,
quiero que me des l'anillo / que traes nel dedo pulgar.
30 -Y si es de mi esposita / ¿cómo te lo voy a dar?
-Y si es de tu esposita / ¿cómo me lo has de negar?
32 Estando en estas palabras / muerto y al suelo se cae
y salio la otra de dentro / y le iba a pegar.
34 Estate quieta mi novia / no le vayas a pegar
que los amores primeros / son muy malos de olvidar,
36 de siete caballos que tengo / te he de dejar la mitad
y el primer hijo que tenga / contigo se ha de casar.
38 -Mira qué palabras esas / pa quien se iba a casar ya.

LA SERRANA MATADORA (ea) (10)

Ella era cazadora / la cintura lleva llena
2 de perdices y conejos, / tortolitas y aragüeñas,
vio venir un serranillo / con una carga de leña,
4 le ha agarrado de la mano / para su cueva le lleva-
Se pusieron a hacer lumbre / de huesos y calaveras
6 y de los restos de otros hombres / que ella tenía en la cueva,
se pusieron a cenar, / a cenar la rica cena,
8 le ha mandado al serranillo / que vaya a cerrar la puerta,
serranillo como no es tonto / la ha dejado medio abierta;
10 le ha mandado que a su perro / que le alargue la cadena
pero en vez de alargarla / la ha encortiado vara y media.
12 El tocaba el vigolín / y ella toca una viguela,
creyendo de adormecerle / pero se adormeció ella.
14 No le ha dado pan / pa que no pueda dar la seña,
cuando se las quiso dar / él ya iba legua y media;
16 ella tenía una honda / que alcanzaba legua y media,
le ha tirado una pedrada, / le ha quitado la montera.
18 -La montera me quitaste, la cabeza quedó buena.
-Aguarda, aguarda el serranillo / aguarda por estas letras,
20 pa mi padre que es el Rey / y mi madre que es la Reina.

UNA FATAL OCASION NO ME ENTIERRAN EN SAGRADO (ía ao)

Pobre de la que va sola, / pobre de la que camina,
2 mirando a un lado y a otro / por ver si alguno la vía;
vio venir a un caballero / que era el que la perseguía,
4 la niña como no es tonta / dejó de andar y corría.
El pícaro caballero / por atajos que él sabía
6 arrobara a su caballo / la cogiera en la montiña.
-Ahora, ahora la blanca, / ahora, ahora la niña,
8 o te he de quitar la honra / o te he de quitar la vida.
-La vida me quitarás / que la honra no podías.
10 Allí anduvieron a vueltas / lo de abajo pal de arriba,
el pícaro el caballero / un puñal se le caía,
12 la niña como no es tonta / para sí le recogía
se lo metió por el pecho / al salir a una costilla.
14 -No lo digas en tu tierra / ni te alabes en la mía,
que has matado a un caballero / con las armas que él traía.
16 -No lo diré en tu tierra, / ni me alabaré en la mía,
que ha de ser tan callado / como gaita en romería.
18 -Yo si de este mal muriera, / no me entierren en sagrado,
me pongan la sepultura / en medio de este mercado,
20 por cabecera me pongan / la silla de mi caballo,
para taparme por cima / el cobertor encarnado,
22 me dejen la cabeza fuera / y los dientes regañados
pal que pase por aquí: / ¿De qué mal murió el cuitado ?
24 No murió de calentura, / ni tampoco de costado
que murió de mal de amores, / rabioso y desesperado.

LA VENGANZA DEL HONOR (RICO FRANCO) (é)

En Madrid hay una ermita / que la llaman la Irupel
2 donde se cría una niña / que la llaman la Isabel
que no la daban sus padres / ni por ningún interés
4 ni por doblones que valga / la corona de Isabel.
Una noche la jugaron / a la flor del treinta y tres,
6 la cogiera un rico mozo, / rico mozo aragonés,
para sacarla de casa / mató a sus hermanos tres
8 y a sus padres prisioneros, / presos los dejó también.
La cogiese en el caballo, / la sacó a los cuatro pies
10 y en el medio del camino / suspiraba la Isabel.
-Por qué suspiras mi vida, / por qué suspiras mi bien;
12 si suspiras por tus hermanos / la muerte les di a los tres;
si suspiras por tus padres / prisioneros les dejé.
14 -Ni suspiro por mis padres / ni por mis hermanos tres,
dame tu puñal diorado, / luego te lo volveré.
16 -Tú me pides el puñal, / no me dices para qué.
-Para partir una pera / que vengo muerta de sed.
18 El se lo dio de derechas, / ella lo cogió al revés
entre idas y venidas / la cabeza fue a los pies.
20 Aquí se para la pluma, / aquí se acaba el papel,
aquí se acaba la historia / de aquel rico aragonés. I
,
LA HERMANA CAUTIVA (ía)

A orilla de Peñablanca / muy cerca de morería
2 me encontré con una mora / al pie de una fuente fría.
-Quítate de ahí linda mora, / quítate de ahí mora linda,
4 que van a beber mis caballos, / de esta agua cristalina
-No soy mora, caballero, / que soy cristiana cautiva,
6 me cautivaron los moros / siendo niña pequeñita.
-Te quieres venir tú conmigo / para mi caballería?
8 -y estos pañuelo que lavo / yo dónde los dejaría?
-Los de seda y los de hilo / para mi caballería
10 y los que no valgan nada / por la corriente los tiras.
La cogiera en el caballo / tiró por la sierra arriba
12 y al llegar a la frontera / ya suspiraba la niña.
-¿ Por qué suspiras la blanca, / por qué suspiras la niña?
14 -Cómo no he de suspirar / si es aquí donde venía
con mi hermano l’Aguileño / y mi padre en compañía.
16 -Por la señas que me das, / tú eres hermanita mía;
ábrame la puerta, padre, / ventanas y celosías
18 que aquí os traigo el tesoro / que llorábais noche y día.

LA MESONERA DE CRISTO (eo)

Estando Antonia una tarde, / distrayendo el pensamiento,
2 con el rosario en la mano / como siempre solía hacerlo,
ha pasado un peregrino / un peregrino romero.
4 -Me darás posada, Antonia / por Dios o por el dinero?
-No está mi marido en casa / y me llegará riñendo,
6 riña el marido o no riña, / entre el pobre para dentro.
Mientras mi marido / haré lumbre y cenaremos.
8 -Antonia si no te agravio, / me quisiera acostar luego.
Antonia cogió la luz, / lo llevara al aposento,
10 donde muchos peregrinos / tienen su recogimiento;
Antonia quitó la luz / que del cuarto reluciendo
12 como si fuera de día / como si fuera el sol mesmo.
Estando en estas palabras / llegara Antonio el moreno.
14 -Sabrás lo que tengo en casa, / un peregrino romero.
-Enciende la luz, Antonia / que yo quería ir a verlo.
16 -No hace falta luz, marido, / que está el cuarto reluciendo
como si fuera de día, / como si fuera el sol mesmo.
……………………………………
18 Usted que anda por el mundo, / a cómo valen los centenos
ha de valer la fanega / a treinta reales y medio.
20 -Eso queda para usted / que nosotros no sabemos.
-Eso es tan cierto, señor /…………………….................
22 como su esposita Antonia / estar muerta en l'aposento.

LA PRINCESA DEVOTA DEL ROSARIO (ía)

Una hija tiene el Rey / sólo una hija tenía
2 calzada la trae de oro, / vestida de seda fina,
rosario de plata en sus manos / tres veces lo reza al día,
4 uno lo reza en la noche, / otro por el medio el día,
otro lo reza a la noche / mientras sus padres dormían;
6 estando un día rezando / llegó la Virgen María.
-¿Qué haces tú, mi devota, / qué haces tú, devota mía?
8 -Estoy rezando el rosario / a vos, la Virgen María.
-Rézalo tú, mi devota, / rézalo, devota mía;
10 reza tú, la mi devota, / que bien pago te sería.
Vengo si quieres ir conmigo / antes que aburezca el día.
12 -Tengo que pedir licencia / a un Rey padre que tenía.
-Padre, si está durmiendo / recuerde con alegría,
14 que dentro de su palacio / está la Virgen María,
dice que vaya con ella / antes que aburezca el día.
16 -y si vienen los caballeros, / hija, yo ¿qué les diría?
-Dígale usted padre mío, / dígale una mentira,
18 dígale que fui a Francia / a la boda de una prima,
que bodas como las del cielo / para mí no las había.

LA PASTORA DEVOTA DEL ROSARIO (aa)

Era una linda pastora, / era una linda zagala,
2 tres veces reza el rosario / en una piedra sentada;
estándolo un día rezando / vino una nube muy clara,
4 en medio de ella venían / tres puliditas damas,
una que viene de luto / de esta manera le habla:
6 -¿Quieres venirte conmigo / al cielo que es mi morada?
-Yo iría, sí señora, / pero me marchan las cabras.
8 -Pues ahí viene San Antonio / que es buen pastor y las guarda.
A las doce de la noche / el padre estaba que rabiaba
10 en ver que los ganados iban / y que el suyo no llegaba,
estando en estas razones / un ave del cielo clama.
12 Pues su hija está en el cielo, / está muy bienaventurada,
tres sillas tiene de oro / en todas tres ella manda,
14 una es para su madrina, / otra es para su hermana
y otra es para sus padres / que tales hijas criaban.

SANTA ELENA (aa)

En casa de mi padre el Rey / un traidor pidió posada,
2 mis padres como eran nobles / al momento se la daban,
de tres hijas que tenía / le pidió la más mediana
4 y él ha dicho que no, / que no quería casarla;
que la quiere meter monja / nel convento Santa Clara
6 y ella le ha dicho que no, / que ella quiere ser casada.
El pícaro caballero / al oir estas palabras,
8 el pícaro caballero / ha intentado por robarla;
no había de ser por puerta / ni tampoco por ventana
10 que ha de ser por un balcón / a favor de una criada,
siete mil duros le dio / pa que el secreto callara,
12 la ha cogido en el caballo / la sierra arriba arreaba.
Al llegar a la frontera / le pregunta cómo se llama.
14 -En casa de mi padre el Rey / blanca Elena la galana
y ahora por estos montes / Elena la desgraciada.
16 Hizo de ella lo que quiso, / la tiró en una barranca,
de ella se hizo una ermita / muy blanca y muy dibujada:
18 de su pelo las paredes / y de sus brazos las tapias,
de los dientes de su boca / hermosas palomas blancas.
20 Pasan tiempos, vienen tiempos / por allí y el traidor pasa
y le pregunta a un pastor / que sus ovejas guardaba.
22 -Dime pastorcito, dime, / no me niegues la palabra,
¿de quién es esta ermita / tan blanca y tan dibujada ?
24 -Esa ermita es / blanca Elena la galana,
que en el monte la mataron / nel monte fue degollada.
26 -Pues si es de Elena / iremos a visitarla.
Elena mía querida, / yo he sido tu amor primero
28 y vengo que me perdones / las ofensas que te he hecho.
-Eso no te perdono yo, / ni tampoco Dios del Cielo,
30 si quieres que te perdone / ponte ahí de candelero.
Y aún la palabra no es dicha / y el candelero está ardiendo,
32 semejanza quedó allí / cuerpo y alma fue al infierno.

LOS REYES (AGUINALDO) (ía)

Hoy el día de los Reyes / la primer fiesta del año
2 cuando damas y doncellas / al Rey piden l'aguinaldo,
nosotros también pedimos / a ese señor hidalgo
4 que reparta con nosotros / de aquello que Dios le ha dado.
Del Orién salen tres Reyes / todos tres en compañía,
6 no salían como Reyes / que pobremente salían,
salen como tres romeros / en traje de romería;
8 Don Gaspar, Don Baltasar, / Don Melchor que entre ellos iba.
Una estrella va delante / que a Belén lleva la guía,
10 la estrella que les guiaba / era la Virgen María.
Cuando llegan a Belén / portajero no lo había,
12 allí salió el Rey Herodes / capitán de tiranía,
Rey Herodes les pregunta: / -Gente noble ¿a onde camina?
14 -En busca del Niño-Dios / que recién nacido había.
-Cuando vuelvan los Rey-Magos / han de volver por aquina,
16 que yo también quiero ir / a ofrecer a Belenía.
Unos le ofrecen el oro, / otros le ofrecen la mirla,
18 otros le ofrecen l'incienso / para celebrar la misa.
El portal donde nació / resplandece más que el sol,
20 la cuna donde lo acunan / de oro tien la guarnición,
las madres que le dan leche / bienaventuradas son,
22 las madrinas que le cantan / le cantan rico sermón.
Y ahora dennos los reyes / si nos los quieren dar
24 que somos de lejas tierras / tenemos mucho que andar.
Crece niño, crece niño / tú serás el Redentor,
26 Tú subirás a los cielos / el día de la Ascensión.

____________


NOTAS (1) El germen de este artículo fue leído por Joaquín Díaz en mi nombre durante el transcurso de las II Jornadas de estudios del Folklore. Festival Nacional de la canción folklórica y popular de Almansa; celebradas en el mes de Agosto de 1983. Doce años después, y ante una desoladora perspectiva a la hora de publicar las actas de aquel encuentro, me decido a presentar estas páginas, levemente retocadas, en esta Revista de Folklore.

(2) Ignoro si cuando releo estas líneas el nuevo puente cruza ya el undoso río. Prefiero recordar el aspecto del pueblo tal y como lo encontré a mi llegada en un húmedo otoño de 1982. Todos los datos sobre población, vivienda y servicios en el pueblo corresponden a aquella fecha.

(3) Esta costumbre que tienen ciertos gaiteros de cantar y tocar a un tiempo la he observado no sólo en la Senabria (donde acaso sea hoy Julio Prada de Ungilde el mejor testimonio) sino también en Asturias donde los viejos gaiteros tenían gaita de barquín (de fuelle grande) para el mismo menester.

(4) Sobre este aspecto femenil de la pandereta ya hice hincapié en: FRAILE GIL, J. Manuel: "Notas sobre la pandereta", Revista de Folklore. Obra Cultural de la Caja de Ahorros Popular de Valladolid, nº 28, pp. 123-130.

(5) Sobre instrumentos, instrumentistas y bailes senabreses véase: GONZÁLEZ MATELLAN, José Manuel, JAMBRINA LEAL, Alberto y MADRID MARTÍN, Pablo: Música Tradicional. Sanabria. Ed. Saga, S.A. AD (4)-9002. Madrid, 1986.

(6) Sobre nomenclatura y usos referentes al cultivo del lino en otras áreas, véase al menos: FRAILE GIL, José Manuel: "El cultivo del lino en la sierra pobre de Madrid", Etnografía Española. Ed. Ministerio de Cultura. Tomo correspondiente a 1986.

TIMÓN TIEMBLO: Mª Pía: Telares manuales en España. Colección: Artes del Tiempo y del Espacio. Editora Nacional. Madrid, 1983. 294 pp.

(7) Sobre la diluva en Galicia puede verse: TENORIO, Nicolás: La Aldea Gallega. Ed. Xerais de Galicia. Vigo, 1982, 171 pp.

(8) La operación del colado se definía así en Valcárcel (La Riera. Pola de Somiedo. Asturias): echábanse en la tina: tres calentinas, tres calentando, tres espumientas y tres trevolgando (hirviendo). Debo estas informaciones a Valentín Riesco Calzón de 60 años de edad, natural de Valcárcel a quien entrevisté en Madrid el 1 de junio de 1983.

(9) Sobre la estructura social y el ambiente de este tipo de reuniones, puede verse un precioso documento literario en: PEREDA, J. María de: Obras completas. Tomo I. Escenas Montañesas. Capítulo titulado "Al amor de los tizones". Ed. Aguilar. Madrid, 1988, p. 453.

De un hilandare alistano, de ambiente más cercano en el espacio a estos seranos senabreses, hay una descripción en: FRAILE GIL, José Manuel: La tradición oral en la provincia de Zamora, vols. I y II ALISTE. Saga, S. A. VPD 2059/60. Madrid, Junio de 1989.

(10) La grabación original de esta versión puede oírse en: FRAILE GIL, J. Manuel: I Antología Sonora del Romancero Panhispánico. Ed.Saga, S. A. KPD (5) 10. 9004. Madrid, 1991. Figura con la clave G. a 3.

ÍNDICE DE INFORMANTES:

Pablo Tejero de 55 años y su hermano, naturales de Espadañedo, me proporcionaron preciosos datos sobre la figura del gaitero, sobre la gaita y el baile. Clotilde Anta Blanco, de 51 años, natural de Lanseros, reconstruyó para mí el complicado proceso del lino, cantó además la venganza del honor y Los Reyes. María Ribera, de 62 años, cantó los siguientes romances: La mesonera de Cristo, Una fatal ocasión no me entierren en sagrado, La adúltera, Los Reyes y Santa Elena. Por último, Herminia González, de 54 años, hizo gala de una impresionante memoria; cantó con su voz delgada el resto de los romances que aquí se recogen, y se acompañó, además de la pandereta en el canto de preciosos corridos y jotas.

Todos los materiales que dieron lugar a este trabajito los recogí en Lanseros en el transcurso de varios viajes realizados durante el otoño de 1982 y la primavera de 1983. Algunas veces me acompañó Miguel Lobato.



EL CULTIVO DEL LINO EN LANSEROS (ZAMORA). UN PEQUEÑO CORPUS ROMANCISTICO (1)

FRAILE GIL, José Manuel

Publicado en el año 1996 en la Revista de Folklore número 182.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz