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El investigador que esto escribe viaja con frecuencia por Extremadura, la tierra parda, cambia impresiones con unos y otros, y siempre anota las ocurrencias, tan ingeniosas, de las que hacen gala los lugareños, para después ofrecerlas a los lectores con las glosas y notas adecuadas.
En Guijo de Coria, localidad altoextremeña, con motivo de las bodas, se acostumbra a decir al novio, en plan de consejo digno de tener en cuenta: «Cuida el cirio, que la procesión es larga».
Nos lo narró el profesor José Luis Rodríguez, ya que él recibió también el consejo cuando pasó por la vicaría.
En la población de Cilleros, de la sierra de Gata cacereña, el llamado «país del aceite de oro», como gustaba nombrarlo el Bachiller de Trevejo, los quintos se despiden con esta letrilla:
La despedida te doy
con un ramito de juncos,.
m 'an dicho c'andas caliente
¡Ay, coño, si te barrunto!
En la episcopal y levítica ciudad de Coria, los quintos cantan en son de queja, cuando las mozas rehusan la danza si andan «achispados», o no son diestros en el arte:
Nunca yo he visto, señores,
lo que he visto en este baile:
de bailar mozas con mozas
porque los mozos no saben.
Muchas que van bailando
me parecen zascandiles;
los mozos que lo ven,
garabatosp'a candiles.
Es corriente oir en Extremadura cuanto sigue:
El sitio más fresco de la aldea
es el sitio donde el cura se pasea.
Y el sitio más templado de la casa
es el rincón donde el gato descansa.
De todo lo cual se infiere
que los curas y los gatos
son los seres más sensatos.
En la fronda de remedios curativos populares la vieja farmacopea deja sitio a la antiquísima picaresca para poner tasa a catarros otoñales:
Vaho de pechuga
y flor de nalga.
Isidro Sáez Gómez, de Arroyomolinos de la Vera, nos ha dictado estas letrillas sentenciosas definiciones antiguas, castizas, redondas, que no necesitan interpretación:
Los piornalegos tienen
las patas muy gordas,
se pueden sembrar en ellas
ajos, puerros y cebollas.
Al castaño y al nogal
no les jode el temporal.
De la uva sale el vino,
de la aceituna el aceite,
y de tu pelito sale
el amor para quererte.
El corazón de un pulga,
sabiéndolo componer,
tiene almuerzo para cuatro
y merienda para tres.
A José María Real Antón, profesor, se debe un «Diccionario de vocablos serradillanos», compilación de palabras del antiquísimo vocabulario que caracteriza y distingue la forma peculiar de hablar en la villa de Serradilla.
Idín quéris algu tosco
por tu lenguaje graciosu,
idin que jadis el oscu
por tu modo de palral.
Y yo digo que me encanta
tu pintoresco lenguaje,
y que rindes vasallaje
a tu parola sin par.
Y es que, en Serradilla,
hay un modo de palral.
La medicina eterna, la pócima asombrosa que tiene propiedades salutíferas, el remedio casero más barato, se usa en Cáceres, donde no es raro oir:
Medicación sencilla
y amor supremo
devuelven la salud
al niño enfermo.
La madre que, pudiendo,
a su hijo no cría,
esa no es madre,
es una tía.
La salud no está en el plato,
sino en la suela de los zapatos.
Esto último lo repetía incansablemente el médico cacereño Leocadio Durán.
En la Baja Extremadura hay también letrillas y refranes muy antiguos, que perviven a través de los tiempos por su frecuente uso, que vienen a ser como sentencias o, en otros casos, reflejo de los enconos entre habitantes de pueblos de la misma comarca, que rivalizaban entre sí por poseer las mejores mozas, las mulas más resistentes al trabajo, el pan más blanco y la puñalada más certera.
El mote del escudo heráldico de Castuera reza así: «La muerte menos temida da más vida». Castuera es famosa por sus tinajas:
Don Benito, por bonito;
Guareña, por sus bodegas;
Medellín por el castillo;
para tinajas, Castuera.
No compres mula en Castuera,
ni amigos en Campanario,
ni te cases en Villanueva...
La mula te saldrá falsa,
el amigo tu contrario,
y la mujer te saldrá zorra.
La paremia es muy interesante. La paremia de Extremadura es muy rica y presenta notas señeras, que bien merecen ser destacadas:
«Se esculó el cesto y se acabó el parentesco».
«De la familia y los trastos viejos, un poco lejos».
«Al niño llorón, boca abajo y coscorrón».
«Al niño llorón, embrocón».
«Mal que no mejora, empeora».
«Al verato guárdale el hato».
«El que de niño come sardinas, de viejo caga las espinas».
«Reunión de pastores, mortandad segura».
«El mejor sol es el de verano».
«No es buen perro el perro que come carne de perro».
«Ave de paso, garrotazo o candilazo».
«Cuando pediste, señor me dijiste, y cuando te dan, ni señor, ni na».
«A la puerta cerrá, llega el diablo y se va».
«Dios da barbas donde no hay quijás».
«Da Dios mocos a quien no tiene pañuelo».
«La bolsa del jugador no necesita ataor».
«Hoy viene la lámpara bien guisá» (cuando hace mucho calor).
«Buena gana de silbar si la burra no quiere agua».
«Lo que en casa se pierde, en casa aparece». «En otoño, caída del moño».
«La hacienda de muchos se la come el lobo».
«Al viejo le quita Dios el dormir y le da el gruñir».
«El que con lobos anda, ahullar se enseña».
«Mal que no veo, bien me lo paso».
«Agosto seca las fuentes y septiembre se lleva las puentes».
« Por la Virgen melonera (1), el verano fuera».
«Pasando San Miguel, el higo es de quien lo ve».
Coda: siempre se vuelve a las raíces. Esto nos lleva a considerar nuestro interés por las cuestaciones populares, alguna de las cuales hemos registrado.
Las tradiciones calaron en nosotros. Lo popular refleja el alma del pueblo, la sencillez y la belleza, lo que surge espontáneamente, lo que tiene verdadera autenticidad.
NOTA
(I) Festividad de la Virgen de Guadalupe, el 8 de septiembre.