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I.-INTRODUCCION
Siguiendo la dirección que desde Reinosa conduce a la estación invernal de Alto Campoo, al sur de Cantabria, atravesamos un largo valle, en el que se saltean pequeños pueblos y aldeas, unos junto a la carretera y otros más alejados a los que se accede por caminos que a derecha e izquierda van surgiendo de la vía principal.
Son los pueblos que componen el Ayuntamiento de Campoo de Suso. Pueblos cargados de Historia, que aún guardan viejas tradiciones y costumbres. Por allí pasaban antaño, importantes vías de comunicación que unían la Meseta Castellana con el mar; aun pueden verse restos de calzadas romanas (la que por Brañosera cruzaba Campoo, subía hasta el puerto de Palombera para descender luego hasta Cabezón de la Sal), necrópolis cántabras, torres y castillos medievales (Proaño y Argueso), viejos caserones blasonados y piedras talladas que nos recuerdan la importancia que durante siglos tuvo esta comarca.
Allí, en Fontibre, nace el Ebro. Las «Fuentes del Ebro» y sus pobladores, fueron, durante mucho tiempo, considerados casi míticos en la antigua Roma por su tardía incorporación al Imperio. Las características geográficas de la zona y la fuerte resistencia que opusieron los Cántabros (en su mayoría guerreros profesionales que posteriormente se alquilaron como mercenarios) dificultó enormemente su conquista, que sólo fue posible tras una vasta operación militar dirigida por el propio Augusto.
Pertenece la hermandad de Campoo de Suso a una comarca natural más amplia, a caballo entre Cantabria y Castilla: Campoo, sus ciudades más importantes son Aguilar de Campoo en Palencia y Reinosa en Cantabria, a ambos lados del puerto de Pozazal, histórico e importante acceso de Castilla a la costa (no muy lejos de Aguilar termina, o comienza, el canal de Castilla). Ambas poblaciones fueron durante siglos, parada obligatoria antes de acometer el descenso a los valles más internos o adentrarse en la meseta castellana. Este camino, así como el que conduce hacia Cabezón, era empleado ya por los Romanos. Transformados posteriormente en caminos medievales, en la actualidad, sin variar excesivamente el trazado, son carreteras nacionales y comarcales.
No lejos está Juliobriga, importante ciudad campamento romano y muchas son las referencias latinas a importantes núcleos cántabros de la zona.
Ermitas y colegiatas surgidas en el Medievo (como la de Cervatos) pueblan Campoo y aún hoy Reinosa y Aguilar conservan restos de viejas construcciones que recuerdan su antiguo abolengo.
El clima de Campoo de Suso es frío y húmedo, típico de la alta montaña (entre 800-1.200 mts.), algo más suave, quizás, que en otros enclaves de Campoo, debido a la protección de las montañas. Los veranos son cortos y templados; los inviernos largos y fríos, con grandes nevadas que en ocasiones incomunican los distintos pueblos entre sí.
Aunque en los últimos 75 años la economía de la zona se ha basado en las fábricas y talleres de Reinosa, durante siglos la principal actividad fue la ganadería, especialmente vacas y caballos, alguna oveja y el cerdo, que cada familia tenía para consumo propio. El pastoreo era pues la ocupación predominante de la zona, y se alternaba con el cultivo de forrajes, pequeñas huertas, lino y algo de cereal. Debido a la abundancia de animales salvajes (corzos, venados, jabalíes...) la caza, legal o furtiva, fue una actividad muy practicada en la comarca.
En este ambiente, el hombre vive en pleno contacto con la naturaleza, de ella obtiene los materiales y medios para su subsistencia, y para fabricar los objetos necesarios tanto para su trabajo como para su ocio.
Fue en Proaño, un pueblo de Campoo de Suso, durante una visita a la colección de material etnográfico de Luis Angel Moreno, estudioso y profundo conocedor de las costumbres y folklore de la zona, cuando éste y Tomás Macho, maestro y rabelista, me mostraron por primera vez una Chifla, y me hablaron de la existencia de una persona, Tomás García, que en un pueblo cercano, llamado Barrio, las construía y tocaba.
Decidimos visitarlo y hablar con él. El Sr. Tomás, como le llamamos, es un hombre afable, de unos setenta y tantos años, el único constructor y tañedor de chifla que queda en Campoo. Realizamos varias entrevistas y en ellas nos explicó la forma, los materiales y los procesos que emplea para fabricar el instrumento e interpretó, con un estilo personal varias canciones populares, algunas de las cuales transcribimos más adelante.
El Sr. Tomás fue, durante mucho tiempo, pastor en Campoo, conoce bien los montes de la comarca y los recursos que de ellos se pueden obtener. La profesión de pastor ha sido un importante medio de transmisión y desarrollo de la cultura popular, muchas de las tradiciones que han llegado hasta nuestros días y en especial en lo referente a cultura material, se lo debemos a éste gremio. Y es que la manera de desarrollar su profesión no ha variado sustancialmente desde sus orígenes. Su estrecho contacto con la naturaleza, los largos ratos de inactividad física mientras vigilan el ganado y el profundo conocimiento de los recursos del campo, ha desarrollado en ellos especiales habilidades en trabajos artesanos como la talla de madera y cuerno, trabajo en corcho, cestería y, por supuesto, la construcción e interpretación de instrumentos musicales sencillos, gracias a lo cual se han conservado muchos de ellos.
Quisiera que este artículo sea un homenaje al Sr. Tomás y a todos aquellos “últimos tañedores" de instrumentos populares que aun quedan en nuestros pueblos, deseando que encuentren continuidad en nuevas generaciones de instrumentistas y no desaparezcan con ellos, como ya ha sucedido con otros instrumentos tradicionales.
II.-EL INSTRUMENTO
La Chifla de Campoo es, según la clasificación de Curt Sachs para los instrumentos musicales, un aerófono soplado de lengüeta simple. El sonido se produce al incidir el aire sobre una lámina rectangular que entra en vibración provocando ondas acústicas en el interior de un tubo cilíndrico. Acortando o alargando la longitud del tubo, mediante los agujeros practicados en una de sus paredes, se controla la frecuencia de la onda y se consiguen así las diferentes notas.
Este mecanismo, es común a una gran cantidad de instrumentos aerófonos. Es su forma, tamaño y material lo que configura el timbre característico de cada uno de ellos.
La Chifla de Campoo consta de dos piezas: El cuerpo y la lengüeta. El cuerpo del instrumento, de madera, es un tubo cilíndrico que se ensancha en sus extremos en forma de troncos de cono, uno de ellos que llamaremos pabellón o campana es algo mayor, al otro lo denominaremos boquilla.
Su interior está taladrado longitudinalmente siguiendo la misma forma que en su exterior. La longitud total del instrumento, aunque oscila de unos ejemplares a otros, es de unos 25 cms. En el esquema adjunto se detallan algunas otras medidas de lo que podría ser un instrumento tipo, que como en otros instrumentos pastoriles son tan sólo aproximativas, pues no existen normas estrictas y cada constructor se adapta a sus propios gustos y medios materiales.
Sobre el lateral del tubo, en la parte cilíndrica, presenta siete agujeros alineados de aprox. 0,5 cm. con los que se obtienen las diferentes notas mediante la conveniente digitación. El entorno de cada agujero está ligeramente rebajado para facilitar el ajuste de los dedos sobre el orificio.
La función del pabellón o campana es amplificar el sonido, hay que hacer notar la ausencia de «oídos», es decir los taladros que otros aerófonos más sofisticados llevan en la campana y que sirven para ajustar la afinación. Es interesante resaltar la importante influencia que esta parte tiene sobre el sonido. Estudios acústicos realizados con varios instrumentos de pabellón muestran que éste produce dos efectos importantes: la amplificación, mediante el fenómeno de resonancia que conlleva un notable aumento de la intensidad del sonido y la depuración, pues atenúa los armónicos indeseables contribuyendo a una mayor brillantez y pureza de aquél.
La boquilla, por su parte sirve para alojar a la lengüeta que se coloca en su interior ajustándose al cilindro interno; así, por ser el elemento más delicado del instrumento, queda protegido contra golpes y otras agresiones a las que pudiera estar sometido. Por otro lado, los labios del músico se apoyan sobre el extremo ancho de la boquilla, evitando tener que introducir la lengüeta en la boca lo que contribuye a su mejor conservación. La existencia de esta boquilla, que como veremos más adelante, es común a muchos instrumentos de lengüeta simple, puede tener relación con la forma de tañer algunos de ellos, que consiste en mantener ininterrumpido el flujo de aire, mediante una difícil técnica de soplado, en la que se utiliza la boquilla (en algunos casos de calabaza o cuerno) como compartimiento distribuidor del aire. Este sistema se emplea aún en la alboka vasca y varios instrumentos de la cultura árabe, en otros se ha sustituido por la técnica de «picado» (un golpe de aire por cada nota o grupo de notas) pero se ha conservado el compartimiento fisico, bien añadido o tallado sobre la misma pieza que el resto, como es nuestro caso.
El Sr. Tomás construye sus Chiflas ayudado tan sólo de dos cuchillos fabricados con dos viejas navajas de afeitar, sus hojas, de excelente acero y minuciosamente afiladas, son diferentes, según su utilidad, una más larga y delgada y otra más gruesa y corta. Con ellas talla la madera, la ahueca y la pule cuidadosamente. El taladro longitudinal lo practica con un hierro candente, con el que va quemando poco a poco la madera siguiendo el eje central en toda su longitud, éste proceso es delicado ya que desviarse al hacer el taladro supondría estropear el instrumento. También con un hierro calentado al fuego practica los agujeros para las notas, en número de siete, aunque, según nos confesó, inicialmente eran seis y él añadió el séptimo para ampliar la escala (los aerófonos pastoriles raramente tienen más de 6 agujeros). La experiencia le permite acertar, casi sin medir (a un dedo, dice él), las distancias de los agujeros para producir correctamente cada nota, aunque dada la naturaleza del instrumento, pequeños errores pueden ser subsanados en el momento de tocar modulando la intensidad del aire al soplar.
La madera más empleada, según el Sr. Tomás, era el saúco (Sambucus Migra), aquí llamado sabugo. Este arbusto tiene una médula central muy blanda lo que facilita mucho el taladro, la calidad y dureza de su madera lo hace adecuado para la talla y excelente en cuanto a cualidades acústicas. Sin embargo, hoy es difícil encontrar ramas de saúco cuya médula mantega la relación adecuada con el diámetro externo de la madera (piénsese que como mínimo debe de ser de 5 cm. y la médula máximo de 0,7 cm.), por lo que se emplean también otras maderas como el fresno o el haya, que aunque son más difíciles de trabajar dan buenos resultados. El Sr. Tomás recuerda que una de sus mejores Chiflas la hizo de sabugo, en su juventud, estando en el puerto de pastoreo y que «se oía a kilómetros de distancia».
La lengüeta, el órgano sonoro del instrumento, es un pequeño cilindro de madera, de unos 3-4 cm. de longitud, ahuecado longitudinalmente, con uno de sus extremos tapado y separada parcialmente una lámina rectangular de uno de sus laterales; al soplar a través de ella la lámina vibra produciendo el sonido.
Se fabrica siempre de saúco, pues para ello, aún es fácil encontrar ramas adecuadas. Es el elemento más delicado del instrumento y su fabricación la más difícil. El Sr. Tomás, corta la rama y con sus cuchillos la va rebajando hasta el diámetro adecuado, la pule y mediante una fina varilla de madera ahueca y limpia su interior. De esa misma varilla corta un pedazo y fabrica un taponcito con el que cierra uno de los extremos del pequeño tubo. A continuación elige la superficie adecuada y mediante una incisión perpendicular seguida de otra más larga longitudinal separa parcialmente una lámina de madera que tras ser rebajada y pulida convenientemente forma el órgano vibrante.
La construcción de estas lengüetas y su adaptación a cada instrumento es una operación trabajosa que requiere habilidad, práctica y experiencia, de ella depende la calidad del sonido de la Chifla. El Sr. Tomás lo hace con una maestría absoluta y no ceja en retocarlas y pulirlas hasta que no consigue el mejor sonido en calidad e intensidad. Para ello, en ocasiones debe desechar varias y estropear algunas, pero el resultado es asombroso y abismal la diferencia entre una buena y una mala lengüeta, que por otro lado es de vida limitada, debe conservarse en agua, y al cabo de un tiempo de uso se deteriora y ha de ser sustituida por otra nueva.
También influye en la calidad y potencia de sonido las proporciones que guarde el instrumento, el tipo de madera empleada y el grado de pulimento interno del tubo y el pabellón.
Así por ejemplo, cuanto mayor sea el diámetro del taladro de la chifla más potencia de sonido tendrá, pero perderá en calidad y brillantez, un taladro demasiado delgado provocará que se “ahogue" frecuentemente perdiendo el sonido, un mayor pulimento interno de la madera, mejora considerablemente la calidad acústica, así como las correctas proporciones del pabellón resonante. El adecuado manejo de estos factores se aprende con la práctica y su conocimiento es fundamental para la construcción de buenos instrumentos.
III.-SU MUSICA
La Chifla está afinada en modo Mayor y con una escala diatónica, sin embargo varía considerablemente de unos ejemplares a otros según el tamaño del cuerpo y la hechura de la lengüeta. Cuanto más largo sea el tubo y/o más delgada la lámina vibrante de la lengüeta, la escala será más grave, y más aguda en los casos contrarios. Se puede controlar la altura de la nota que produce la lengüeta aplicando un poco de cera virgen sobre la lámina vibrante; al aumentar su masa la vibración será más lenta y la nota más grave, si la cera se coloca cerca del extremo libre baja el tono y sube si se coloca cerca de la unión con el tubo de la lengüeta. Idéntico efecto se obtiene raspando con una cuchilla en las proximidades de los extremos de la lámina.
El instrumento que el Sr. Tomás emplea normalmente presenta una escala cuya nota más baja es el Fa, sin embargo ésta sólo la emplea como un bajo auxiliar, interpretando las melodías en escala de Sol Mayor, es decir comenzando por el segundo agujero la escala del instrumento es la siguiente:
El timbre de la Chifla es dulce y algo apagado, podríamos calificarlo de «abocinado», con numerosos matices que dependen de la lengüeta que en ese momento tenga, no hay dos chiflas que suenen igual, ni siquiera lo hace la misma con dos lengüetas semejantes. La intensidad de sonido que produce es de tipo medio, lo que la hace adecuada para tocar en interiores y grupos pequeños al aire libre. Es muy adecuada para ritmos lentos y moderadamente rápidos, pero da problemas cuando se intenta tocar muy rápido pues se ahoga con frecuencia.
Para tocar la Chifla, el Sr. Tomás se apoya la boquilla del instrumento en los labios y sujeta el pabellón con el dedo meñique de la mano derecha, con los dedos corazón medio e índice de la misma mano digita en los tres agujeros inferiores, para los otros cuatro utiliza el meñique, corazón, medio e índice de la mano izquierda, empleando los pulgares para sujetar el instrumento por la superficie inferior.
Con la Chifla puede interpretarse un amplio repertorio que abarca todo tipo de canciones populares, música bailable y romances. El Sr. Tomás ejecuta un buen número de ellas. Adorna profusamente las melodías básicas con muchas «florituras» y variaciones que configuran el estilo propio del instrumento y el instrumentista. A continuación transcribimos algunas de las canciones que tocó, conservando los arreglos que él mismo hacía sobre la marcha:
IV.-ENTORNO SOCIAL
La Chifla de Campoo es un típico instrumento pastoril en los que constructor y tañedor son normalmente la misma persona; no suelen tener conocimientos musicales y lo hacen por diversión y esparcimiento personal, aunque en ocasiones participan animando pequeñas fiestas familiares o actuando en fiestas populares y romerías, ya sea voluntariamente o por alguna compensación (generalmente la comida y/o la bebida). Normalmente, el aprendizaje de las técnicas de interpretación y construcción se lleva a cabo por vía oral, es decir, viendo y escuchando a otros músicos, que transmiten unas pautas para que el aprendiz desarrolle individualmente su habilidad.
Así nos lo confirma Tomás, él aprendió de su hermano, éste incluso le construyó su primera chifla. A partir de ahí él mismo fue practicando hasta dominar el instrumento. Lo tocaba en el monte cuando estaba con el ganado y en bailes que organizaban, en ocasiones junto a otros instrumentistas locales (panderetas y otras Chiflas).
Cuando abandonó el pastoreo para trabajar en la industria dejó a un lado la chifla durante mucho tiempo. Tras su jubilación volvió a retomar el instrumento comprobando que no había perdido sus habilidades. Gracias a ello aún hemos podido ver y oir a la Chifla de Campoo que de otra manera se hubiese perdido para siempre.
Campoo es una comarca muy rica en tradiciones y especialmente en folklore musical. Aún se conservan, con cierta profusión otros instrumentos pastoriles. Así el rabel o la pandereta, han tenido y aún tienen muchos y muy buenos intérpretes en la zona; ello es debido, en parte, a la especial sensibilidad de los campurrianos por mantener y potenciar sus costumbres y tradiciones, organizando, incluso certámenes y premios anuales para instrumentos tradicionales.
La Chifla no ha tenido tanta suerte, aunque por lo que el Sr. Tomás nos cuenta, ya cuando él aprendió estaba en franco declive, pues, además de su hermano que dejó de tocarla, no ha podido darnos referencias más que de otro instrumentista de un pueblo cercano, con el que en ocasiones se juntaba para tocar a dúo y del que perdió la pista hace mucho tiempo. Por nuestra parte no hemos podido encontrar más referencias en toda la comarca, tan sólo nos hablaron de una persona, en Cabuerniga, valle más interior, que tocaba un instrumento semejante, pero no nos han podido precisar más ni hemos podido localizarlo, ni siquiera sabemos si se trataba de una chifla u otro instrumento parecido.
V.-OTROS INSTRUMENTOS DE LA MISMA FAMILIA
Los instrumentos aerófonos de lengüeta simple son muy abundantes en el folklore de casi todos los países, especialmente los de Europa, Asia y el Norte de Africa. Los más sencillos consisten en un tubo de caña o cereal sobre el que se practican la lengüeta y los agujeros (Xeremies ibicencas, pito de centeno,...), los más complejos pueden llegar a ser gaitas de odre con varios roncones muy elaboradas (Gaita polaca, gaitas yugoslavas...) sus «parientes» en la orquesta moderna son los clarinetes y saxofones.
En mi opinión, la Chifla de Campoo está estrechamente relacionada con un grupo de aerófonos denominados albogues, que engloba a una seríe de instrumentos pastoriles de lengüeta simple, no muy grandes con uno o dos tubos (monocálamos o bicálamos}, pabellón amplificador y en muchos casos boquilla en donde se introducen las lengüetas.
Existen varios ejemplos en la Península Ibérica, y en ,algunos casos, como ocurre con la Chifla, en proceso de desaparición; su tamaño, origen, uso y entorno social es semejante al del instrumento que aquí estudiamos. Así, por ejemplo, en la Sierra Norte de Madrid nos encontramos un instrumento llamado Gaita serrana, de unos 20 cm. de longitud, un sólo tubo de madera con 4 ó 5 agujeros separados por pequeños tabiques tallados, tanto el pabellón como la boquilla son de cuerno de vaca y la lengüeta de caña o paja de cereal. Era construido y tocado por los pastores de la zona. Parecido, aunque el pabellón es mayor y adornado con perforaciones, es un instrumento que tuve ocasión de examinar procedente de la montaña del Norte de Burgos. Con 4 agujeros alineados, también separados por tabiques tallados en la misma madera, que se obtienen al rebajar el tubo en torno a cada agujero para facilitar la digitación. La lengüeta, al igual que en la Chifla, está hecha de una rama de arbusto. En Gastor, serranía de Cádiz, aún se construye y toca la Gaita Gastoreña o zambrana, el tubo de madera es de sección cuadrada y muy adornado tiene 4 agujeros, sin tabiques entre ellos, y más pequeño que en los instrumentos antes citados, la lengüeta es de caña y no tiene boquilla, sin embargo presenta un pabellón desmesuradamente grande, que en ocasiones llega a los 50 cms. fabricado con el cuerno casi completo de una vaca o toro muy pulido y adornado. La forma de tocar los instrumentos anteriormente citados es el picado, agolpes de aire, sin embargo la Alboka, que pervive en Euzkadi y de la que se han encontrado restos en Navarra, Cantabria y la Rioja se toca manteniendo continuo el flujo de aire, tiene dos tubos de caña con 3 y 5 agujeros respectivamente paralelos pegados con cera y fijados sobre una pieza de madera semicircular llamada yugo. En sus extremos, de asta de vaca, se fijan el pabellón y la boquilla que protege a las dos lengüetas. Es el mejor conservado y estudiado de los albogues ibéricos y hoy hay excelentes constructores e instrumentistas.
En otros países hay instrumentos semejantes, citemos al pibhorn de Gales y el hornpipe de Escocia, las albukas de Marruecos y otros muchos de los que, para más información, remito al artículo «Anotaciones Históricas sobre el Alboge» de Juan Bautista Varela de Vega publicado en el nº. 2 de esta revista, y a la bibliografía que al final se detalla.
VI.-CONCLUSIÓN
La inminente desaparición de gran parte de la cultura popular de nuestros pueblos, facilitada por su despoblación y el avance de los medios de comunicación que tiende a homogeneizar todas las sociedades con el mismo modelo, hace necesario que hagamos un esfuerzo por conservar, si no recuperar, lo que aún nos queda. El caso de la Chifla de Campoo, que a no ser por el Sr. Tomás hubiera desaparecido sin dejar rastro (ya que no hay apenas referencias bibliográficas sobre estos instrumentos) es un ejemplo. Quizás, con tiempo y suerte, encontremos más datos sobre su uso en la comarca, o incluso algún ejemplar antiguo abandonado en algún pajar. Por ahora, tenemos que conformarnos con lo que el Sr. Tomás nos cuenta; de nuevo le agradezco su desinteresada colaboración, así como a todos los que han participado con su apoyo a la elaboración de este artículo y con su esfuerzo al estudio de la cultura tradicional.
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BIBLIOGRAFÍA
VARELA DE VEGA, Juan Bautista: "Anotaciones Históricas sobre el Albogue", Revista de Folklore, nº. 2, Valladolid 1980.
GARCIA MATOS, Manuel: "Las Xeremies de la Isla de Ibiza ", Anuario Musical, vol. IX, Madrid 1954; "La Gaita de la Sierra de Madrid, la Alboka vasca", Anuario Musical, vol. XI, Madrid 1956.
SACHS, Curt: Historia Universal de los Instrumentos Musicales, Buenos Aires, 1954.
FRAILE GIL, J. Manuel: "Más notas sobre la gaita serrana en Madrid y sus relaciones con otros instrumentos musicales en España", Actas sobre las I Jornadas Técnicas sobre Madrid Tradicional, San Sebastián de los Reyes 1984.
PAYNO RODRIGUEZ, Luis Angel: "Física y acústica de la Gaita serrana" , Actas sobre las II y III Jornadas técnicas sobre Madrid Tradicional, San Sebastián de los Reyes 1985-86.
BARRENECHEA, José Mariano: Alboka, entorno folklórico, 1976.
Transcripciones musicales: César Julio Payno Rodríguez.