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El fenómeno de la "improvisación" en los intérpretes de música tradicional no ha sido aún suficientemente estudiado; entendemos por "improvisación" la creación o recreación que aquel intérprete ejecuta con su voz o sobre un instrumento, siguiendo su experiencia musical (es decir, haciendo uso de la multitud de sensaciones sonoras que su oído ha percibido acumulándolas sin orden, para que, en un momento dado, emanen de su mente, ajustadas ya a un estilo o forma) .Esa "improvisación", por tanto, no es tan original como podía parecer a los románticos, sino fruto del concierto, proporcionado y coincidente, de determinadas variantes que componen el pasado musical de un individuo y sus ancestros: lo que se podría denominar su "estilo". Ese pasado no tiene por qué ser glorioso ni bucólico, ni representar las esencias espirituales o artísticas de una raza, sino utilizando una expresión mucho más cercana y humilde pero más ajustada, su “pequeña historia": Evolución, acomodación de formas nuevas o extrañas a la propia costumbre, y, por último, transformación paulatina de esos materiales en un repertorio de aceptación común
Ese "estilo" familiar y aceptado contribuirá, sin duda, a que recreaciones e improvisaciones (con toda su carga de “personalismo") se sancionen mejor y más rápidamente. De esta forma, y por poner un ejemplo, el estilo correspondería a un líquido y la parte personal aportada por el intérprete sería el recipiente que lo contiene: Un vaso, una jarra, una botella...