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La música popular tradicional de la provincia de Burgos ha sido recogida fundamentalmente en dos obras importantes: La primera es el libro de Federico Olmeda, sacerdote y musicólogo que en el año 1902 consiguió el primer premio en los Juegos Florales celebrados en Burgos, y que se titula Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos, obra clásica ya y muy conocida entre los investigadores de música popular, folkloristas, grupos e intérpretes de música popular.
De este libro hizo la Diputación Provincial de Burgos una edición facsímil en el año 1975, pues la primera se había agotado y era difícil encontrarla fuera de las bibliotecas.
Tan importante como ésta pero posterior y editada tras largos años de silencio, la segunda obra es el libro de Antonio José Martínez Palacios Colección de cantos populares burgaleses o Nuevo cancionero burgalés.
Pero a pesar de que estas dos obras son de gran calidad y supusieron cada una en su tiempo un enorme esfuerzo por parte de sus autores, ya que las realizaron con escasísimos medios, y en ellas se recogen los frutos más importantes y representativos de la música popular de la provincia de Burgos, están lejos de agotar la enorme riqueza folklórica musical de esta provincia castellana.
Ni en géneros, ni en canciones, ni en variantes ni en número de documentos han quedado agotadas las posibilidades de recopilación y de estudio. Se ha comprobado que queda aún mucho por recopilar, aunque lo recogido hasta ahora es una muestra espléndida de una riqueza que está lejos de ser agotada en toda su variedad y diversidad.
Numerosos grupos musicales y autores han realizado también trabajos parciales de recuperación y difusión de este patrimonio cultural: Yesca, Candeal, Cantollano, Trovadores de Castilla, por citar algunos.
Esto confirma la opinión de que era necesaria una labor mucho más amplia, más profunda y bien coordinada.
Esta necesidad se detectó y, por iniciativa de la Diputación Provincial se comenzó un proyecto de gran importancia que dará como resultado el Cancionero Burgalés. Esta obra y los trabajos que lleva consigo está siendo patrocinada y financiada por la misma Diputación Provincial de Burgos.
Esta obra de recopilación y de investigación será amplia, extensa, profunda y sistemática e intentará recoger la enorme riqueza y variedad de la tradición musical popular y estudiará sus rasgos característicos y singulares que la distinguen y la definen entre todas las otras tradiciones, al mismo tiempo que se detectarán las variantes existentes.
Todo ello contribuirá al rescate, conservación, estudio y difusión del patrimonio cultural que constituye la música popular tradicional, canciones y danzas principalmente.
Esta amplísima tarea, que es labor de muchas personas, fue planteada por la Diputación Provincial de Burgos en diversas etapas y el resultado será la edición del Cancionero de Burgos.
La primera etapa de este trabajo es la recopilación del material documental y la transcripción de melodías y textos que ya está en marcha desde principios del año 1992.
Todos los trabajos realizados con este fin fueron presentados al público el día 29 de Diciembre de 1992 en el Salón de Estrados de la Diputación Provincial de Burgos.
La presentación del resultado de esta primera etapa de la investigación fue el motivo del encuentro académico en el que participaron el responsable y coordinador del proyecto, el musicólogo y catedrático de etnomusicología D. Miguel Manzano Alonso y diversos miembros de los cuatro equipos que llevan a cabo la primera etapa de la investigación.
Este ambicioso proyecto permitirá recuperar más de 3.000 temas musicales tradicionales y en principio la Diputación Provincial ha aportado doce millones de pesetas para financiar los trabajos.
El Cancionero burgalés será el fruto de una labor seria y sistemática y tiene a su favor el ser un proyecto que se aborda en equipo y teniendo como base los dos cancioneros que hemos mencionado anteriormente y la labor realizada parcialmente por otros investigadores y recopiladores. Todo ello dará como resultado uno de los mejores y más completos cancioneros de cuantos hasta la fecha se han publicado en España tanto provinciales como regionales.
«La recopilación (primera fase) y posterior transcripción (segunda fase) se van complementando a medida que se avanza en el proyecto -dijo Miguel Manzano en la presentación- y, una vez concluido el mismo, podremos dar a conocer toda la evolución experimentada en el campo de la canción popular burgalesa».
Miguel Manzano recordó que no es necesario ser exhaustivo, (sí en cuanto a los géneros y variantes), para conseguir que un cancionero alcance la categoría de excelente.
Los responsables del proyecto dijeron que tras un año de trabajo acelerado «porque es urgente recoger cuanto queda» los cuatro equipos encargados de visitar los pueblos y recoger cuantos temas se conservan aún en la memoria popular, han visitado ya más de 100 localidades burgalesas con el objeto de conocer y registrar cuantos temas, canciones o danzas permanecen inéditas así como las variantes e incorporaciones que no han sido recogidas con anterioridad.
En el acto de presentación de los trabajos, el Presidente de la Diputación Provincial de Burgos D. Vicente Orden Vígara aseguró que «aún queda mucho camino por recorrer en materia de recuperación de las tradiciones populares burgalesas» por lo que –añadió- «confía en que otras instituciones de la ciudad colaboren también en este proyecto».
Esta noticia que venimos comentando hubiera hecho inmensamente feliz, en primer lugar, a Don Federico Olmeda, que no cesaba de quejarse de la pérdida del patrimonio popular que es la música tradicional.
En segundo lugar a Antonio José Martínez Palacios y no digamos a esos tres burgaleses que, llevados de su amor a las tradiciones castellanas y burgalesas rescataron del olvido una inmensa riqueza artística recorriendo incansables toda la geografía de nuestra provincia, para recoger datos y recopilar canciones y danzas, entonadas y bailadas por ancianos venerables que las interpretaban derramando lágrimas al evocar los lejanos tiempos de sus mocedades, «en los que se rendía un verdadero culto a las costumbres de cada pueblo». Estos tres hombres beneméritos que tras laboriosos esfuerzos armonizaron y dieron vida a las canciones y danzas recogidas son don Jacinto Sarmiento Ruiz-Bravo, Don Domingo Amoreti Plágaro y Don Justo del Río Velasco, a los que hay que unir el de Don Angel Juan Quesada, todos tan vinculados al Orfeón Burgalés, laureada sociedad coral, que fue la propulsora de la belleza de nuestro folklore.
He mencionado estos tres nombres principalmente para rendirles el homenaje de nuestro recuerdo, pues la muerte suele traer como consecuencia el olvido.
Otros nombres habría que ir añadiendo a los anteriores que son los de todos aquellos que con mayor o menor dedicación han rescatado alguna de las canciones de nuestro folklore, tanto de grupos como de personas particulares, músicos populares, sobre todo dulzaineros que con su anónima labor han contribuido al conocimiento de nuestra música popular.
Con el Cancionero Burgalés se probará de una vez para siempre que en lo que respecta a Burgos, aquel desafortunado verso de Don Antonio Machado no es más que un verso que nunca debió escribir.
Castilla miserable, ayer dominadora,
decrépitas ciudades, caminos sin mesones
y atónitos palurdos, sin danzas ni canciones.
Pues parece que en esta provincia se ha hecho habitual el convencimiento de que para contradecir ese mal informado verso del poeta era necesario estar probando constantemente lo contrario. No bastaba con cantar nuestras canciones, que ya estaban recogidas en el libro de Federico Olmeda, sino que había que estar probando que las canciones que cantaba nuestro pueblo, nuestros antepasados y las que cantamos nosotros son nuestras realmente, son de nuestra tierra y no las hemos tomado prestadas. Tanto Olmeda como Antonio José dejan bien demostrado el origen netamente burgalés y castellano de todas las canciones que en sus cancioneros recogieron. Y Don Antonio Machado debiera haberse tentado la ropa antes de escribir ese desinformado verso, pues él tenía a su padre Don Antonio Machado Alvarez, «Demófilo» que era un experto folklorista. Atónito se quedaría Don Antonio hoy no sólo si viera estos proyectos en la provincia de Burgos, sino también los resultados que en estos aspectos se han logrado en otras provincias castellanas.
Se ha de respetar el folklore, las canciones y danzas de todas las regiones -hoy Comunidades Autonómicas- de España y tratar de conocerlo como propio. No es justo juzgar a una región, ni a un pueblo, de «palurdo sin danzas ni canciones», cuando en realidad quizás sea el más rico en ellas. Que la historia, la poesía y el folklore perdonen a Don Antonio ese verso desafortunado, injusto y cruel.
Tanto Federico Olmeda como Antonio José eran conscientes de que no podían encerrar en sus respectivos cancioneros la riqueza que iban comprobando que existía en la provincia de Burgos.
Por ejemplo, D. Federico Olmeda escribe en su Cancionero al respecto: «En esta obra, pues, están representados por muchísimos pueblos los partidos de Salas, Burgos, Lerma, Aranda, Roa, Villadiego, Castrojeriz, Villarcayo, Sedano, Briviesca, Miranda y Belorado. Presento, pues, en esta colección el número respetabilísimo de unas 280 canciones (manifestación musical que acaso no hayan tenido las más principales regiones españolas). Y debo advertir que de Burgos tengo todavía reservadas otras muchísimas que no he incluido en ella, porque no me parecieron tan importantes y porque las que van incluidas constituyen número más que suficiente para formar el volumen que al efecto se muestra, tanto para la nación como para la provincia y para los Juegos Florales. Sin embargo no se crea que abrigo la ridícula pretensión de haber recogido todas las canciones de la provincia. Tan fatua sería esta jactancia como lo es la idea de que Castilla y Burgos carecen de canciones populares.
Por lo demás, no habría posibilidad ni hay necesidad de recoger todas las canciones de Burgos. No habría posibilidad porque, ¿cómo recorrer mil doscientos pueblos que poco más o menos constituyen la provincia? Para ello se necesitarían dos mil cuatrocientos días suponiendo dos días de estancia en cada pueblo. Y calculando que en cada uno de estos pueblos se recogieran por término medio unos cinco cantares, darían la suma total de unas seis mil canciones, las cuales habrían de formar una obra monstruosa, y como monstruo fuera del orden y de las prudentes dimensiones, aparte de que ni aún así se podría tener seguridad de haber recogido todas las canciones. ¿Cómo es posible que no quedara alguna en la memoria de las personas que las dictan o que quedara alguna persona que podría enseñar otras distintas? Pero aun concediendo que se pudieran recoger todas, no habría necesidad porque no se satisfaría ninguna utilidad práctica. El éxito de estas obras no está en proporcionar cantidad excesiva de canciones, basta un número crecido y selecto que permita hacer estudios analíticos y sintéticos; un número que, aunque materialmente no sea de todas las canciones de la provincia, lo sea formalmente.
Habré recogido directamente del pueblo burgalés, tomándolas unas veces de un solo cantor o cantora, otras veces de un grupo de los mejores cantores o cantoras del pueblo a los que reunía en un salón próximamente a unas seiscientas canciones. Este número es muy suficiente. Después de recogidas éstas he tenido que analizarlas en particular para hacer en ellas una buena selección. Posteriormente hice un estudio comparativo que me ha facilitado ordenarlas, agruparlas y clasificarlas. Y aun con todo eso no quedara satisfecho si no las hubiera estudiado más que en el salón donde las oí y en mi cuarto donde las estudié; si no las hubiera observado sigilosa y ocultamente en las mismas fiestas al natural; si no hubiera escuchado y analizado atentamente y de cerca las rondas, cuando los mozos rondan en verdad; si no hubiera oído y observado repetidas veces las canciones de las mozas al pandero cuando efectivamente estaban tocando y cantando; si no hubiera considerado atentamente las condiciones en que los segadores entonan sus melancólicas melodías, etc.
De otra manera, fundado tan sólo en el número y prescindiendo de este estudio al natural no fuera posible formar idea cabal y justo juicio de lo que es la música popular.
Todas estas canciones están fundadas sobre el estudio de unos doscientos a trescientos pueblos, muchos de los cuales se citan en la obra, con el nombre y la edad del cantor de quien las he transcrito para su comprobación si preciso fuera, entendiéndose que no siempre he puesto la concurrencia de los pueblos que han coincidido en las mismas canciones, por estimarlo un trabajo innecesario.
Esta obra es un testimonio vivo, elocuente, magnífico, completo, de la existencia de abundantes y preciosísimas canciones populares, genuinamente castellanas, genuinamente burgalesas. ¿Hay quien lo dude?
Para algo, pues, ha de servir el número. Más de seiscientas canciones recogidas en los pueblos citados distribuidos por toda la provincia de Burgos dan idea clara y terminante de que no pueden ser importadas, sino que han nacido aquí, porque aquí hay semillas y el terreno es fructífero.
Ni se diga que estos cantares se usan por igual en toda España y que por esto no son castellanos; porque es evidente que la región que no tiene dialecto alguno, no ha de tener sus cantares sino en la lengua que tiene en uso. Castilla, como es el centro, el corazón de España, tiene la lengua nacional, la patria, y por lo mismo, sus cantares se han extendido a todas sus provincias.
Las hermosas canciones que ofrezco son genuinamente antiguas, castellanas y burgalesas, y aun me atrevo a decir que es posible que como España ha tomado la unidad patriótica y nacional de su centro, de Castilla, algunas de sus provincias han tomado también su música, transmitiendo sus canciones especialmente a las regiones extremas. Digo esto porque en Castilla existen todavía canciones desconocidas en las demás regiones (es decir que si en éstas existieran nadie las ha dado a conocer). Las Ruedas con su ritmo irregular son castellanas».
«Glorioso, pues, se presenta hoy el Folklore de Burgos, -sigue diciendo Olmeda en su libro-: con costumbres originales y propias, con canciones muy interesantes, hermosas y suyas; como que ninguna región española, ni extranjera, que yo conozca, atesora hoy tantas riquezas en este sentido, a pesar de que la provincia de Burgos, como toda Castilla, se halla muy castigada.
Alíviese y aligérese esta región de los efectos del yugo penoso que políticamente ha venido soportando en aras de la unidad nacional de la patria, y seguramente renacerá la hidalga, heroica, legendaria y caballeresca Castilla de nuestros antepasados, con todos sus cantos y tradiciones» (1).
Antonio José toma posesión como director del Orfeón Burgalés el 15 de Junio de 1929. Pero ya el 1 de abril, a la vuelta de un frustrado concierto en Bilbao, se presenta en Burgos dando lectura a unas cuartillas improvisadas que más que un simple saludo encierran casi un programa de trabajo. «Es una necesaria obligación nuestra -dirá entonces- el conseguir que nuestra canción popular sea conocida en España. ¿No sienten ustedes un poquito de envidia cuando los vascos, los gallegos, los catalanes, los valencianos, los andaluces cantan su música y la elogian por encima de todas las demás? ¿Que hacemos nosotros cuando nos niegan la existencia indiscutible de nuestros hermosos cantos? Hasta hemos dudado de nuestro espíritu lírico, y cuando nos han dicho que Castilla no canta por no tener qué, nada hemos hecho para demostrar lo contrario. Castilla nunca fue muda, como ninguna región lo es. Castilla tiene su música característica y propia.
Las canciones populares burgalesas no deben nada a nadie, y si alguno discute a ustedes esta verdad, afirmen rotundamente que de estas cosas no entienden una palabra» (2).
Y más adelante se nos explica la labor de Antonio José como recopilador de su Cancionero: «Día a día (Antonio José) acrecienta el repertorio (del Orfeón Burgalés). La fuente no es otra que la impenitente labor de Antonio José, el cual, en compañía a veces de su amigo Justo del Río -orfeonista entonces y aún hoy perseverante en los temas folklóricos burgaleses-, recorre la provincia anotando cientos y cientos de coplas, tonadas y cancioncillas, acá de unas mozas, allá de un pastor, o esa otra del albañil impertinente que, al otro lado de la calle, causa disturbios en su trabajo. Al mismo tiempo que confraterniza con su pueblo como tanto le gustaba.
Provisto de un gran rigor científico, elabora con todo ese material la «Colección de Cantos populares burgaleses» con la que en 1932 obtendrá el Premio Nacional de Música...Junto a la obra del presbítero Federico Olmeda, este nuevo Cancionero burgalés, constituye un magnífico monumento que, sin duda alguna, convierte a la provincia de Burgos en una de las de mayor riqueza conocida en canción popular» (3).
«De este modo -copiamos la nota 11 de pie de página-, los Cancioneros de Olmeda y Antonio José destruyen definitivamente la equivocada idea que mantenían algunos por entonces sobre la ausencia de esta clase de tradiciones en tierras castellanas. La posterior labor de recuperación de canciones y danzas burgalesas de la mano, entre otros, de Domingo Amoreti, Angel Juan Quesada, Jacinto Sarmiento o el mencionado Justo del Río bebe en estas dos maravillosas fuentes» (4).
PRECURSORES DEL DEFINITIVO «CANCIONERO BURGALES»
Se ha prometido tener ultimado este proyecto de realización del Cancionero Burgalés para mediados del año 1994. Los encargados de esta labor no parten de cero, pues cuentan, como hemos dicho con los dos completísimos y ricos cancioneros realizados, como venimos diciendo por Olmeda y Antonio José, con una diferencia de unos 30 años.
Pero no fueron éstos los primeros folkloristas que recogieron canciones de esta provincia castellana. El primero que lo hizo fue Francisco Salinas, gran músico burgalés que en 1577 escribió su tratado de música en latín con el título, ya famoso de De musica libri septem. En este tratado el sublime músico Salinas, insigne ciego, recogió unas cincuenta canciones y romances populares como ilustración y confirmación de sus teorías sobre el ritmo. En su mayoría son melodías populares castellanas y sin ninguna duda podemos afirmar que burgalesas que estaban entonces en los labios de la gente.
«Manuel García Matos, Bonifacio Gil, por lo menos, han estudiado la obra del ciego Salinas comprobando el estrecho contacto existente entre las melodías portadas por Salinas y algunas de las que se encuentran en el Cancionero de Olmeda. Esto demuestra primero la antigüedad de la música popular burgalesa ya que Salinas recogió esas melodías cuatro siglos antes que Olmeda y en segundo lugar la persistencia, la continuidad».
En los años 1919-1920 Felipe Pedrell publicó su Cancionero musical popular español, en el que, aparte de citar 28 canciones de las recogidas por Francisco Salinas en el siglo XV, transcribe algunos cantos y romances burgaleses -de las «tierras originales del romance» como él mismo dice- que le aportó Ramón Menéndez Pidal.
Por estas mismas fechas, entre 1919 y 1924, el destacado musicólogo Bonifacio Gil, autor entre otras obras, de un Cancionero Popular de Extremadura, con 804 canciones, recoge varias coplas de la provincia de Burgos, algunas de las cuales ha divulgado posteriormente (5).
Durante el trienio que va de 1928 a 1930 el musicólogo alemán Kurt Schindler recorrió varias provincias españolas en su labor de recopilación e investigación folklórica.
El fruto de este trabajo del profesor de la universidad de Columbia y director de la Orquesta de la Opera Metropolitana de Nueva York fue copiosísimo y se publicó en Nueva York el año 1941. Se trata de la colección de mayor extensión de la canción española, un volumen de 1142 páginas en el que se recogen más de mil canciones. La provincia de Burgos está representada por 11 ejemplos, canciones recogidas en las zonas de Aranda de Duero y Salas de los Infantes.
Antonio José Martínez Palacios regresó a Burgos en 1929 al ser nombrado director del Orfeón Burgalés y de la Escuela de Música y ese mismo año comenzó su labor de investigación y recopilación folklórica de canciones por casi toda la provincia de Burgos. Con el fruto de este trabajo que duró más o menos tres años, preparó su obra Colección de Cantos populares burgaleses (Nuevo Cancionero Burgalés) en el que incorporaba 178 canciones, tonadas y bailes populares, distintos de los recogidos por Federico Olmeda.
Esta obra obtuvo en 1932 el Premio Nacional de Música. Por motivos incomprensibles este cancionero de Antonio José permaneció en un forzado olvido, sin publicar hasta el año 1980.
A partir del año 1946 Domingo Amoreti Plágaro y Jacinto Sarmiento Ruiz-Bravo junto a Justo del Río Velasco continúan la labor de recogida e investigación del folklore de la provincia burgalesa, trabajo que culminó con la publicación del libro Danzas típicas burgalesas. Este libro además de la música de todas las danzas recogidas hasta ese momento ofrece el desarrollo de todas ellas por medio de gráficos y explicaciones oportunas y se complementa con los comentarios siempre oportunos e interesantes sobre fiestas y costumbres de la provincia y sus pueblos escritos por Ramón Inclán Leiva, que esconde su identidad bajo el seudónimo Ignotus, y abundan fotografías de añejo sabor de grupos de danzantes, dulzaineros, etc. que constituye un verdadero archivo.
84 danzas conforman este libro, algunas de las cuales habían sido recogidas con anterioridad por Olmeda y Antonio José. Este libro se publicó por primera vez en el año 1959, siendo reeditado en 1975.
En el año 1952, Manuel García Matos, catedrático de Folklore del Real Conservatorio Superior de Música, realizó una misión a la provincia de Burgos, recogiendo 191 canciones. Este interesante material se encuentra en el Instituto Español de Musicología. Al ser todas las canciones de un mismo género, no parecieron suficientes para la confección de un cancionero independiente (6). El mismo Profesor García Matos recoge en su Magna Antología del Folklore Musical de España cuatro canciones burgalesas: La Boda, de El Almiñé, El Reinado, Baile a lo parado y La Pascua, de Hacinas. Estas canciones, como todas las que ofrece, interpretadas por las personas del pueblo en que fueron recogidas.
Jacinto Sarmiento, durante el tiempo que fue asesor musical de la Sección Femenina de Burgos reunió abundante material, unos 20 bailes y canciones más otros 50 villancicos populares burgaleses, recogidos entre los años 1945 y 1970. Este material inédito aún, se encuentra en la Delegación Provincial del Ministerio de Cultura en Burgos.
Resumiendo podemos decir que en la provincia de Burgos se han recogido y seleccionado cerca de 850 canciones y danzas, de las cuales se han publicado unas 600, teniendo en cuenta todos los cancioneros existentes (7).
Sin embargo la cantidad de canciones recogidas es todavía mayor, ya que todos los autores, en concreto Olmeda y Antonio José manifiestan que de todas las recogidas realizan una previa selección que es la que publican.
Comparativamente podemos afirmar que muy pocas provincias superan en riqueza a la de Burgos, concretamente Santander, con más de 1.500 canciones recogidas.
«Resulta ejemplar el caso de Santander -La Montaña o Cantabria-, tan estrechamente ligada por su folklore a Burgos. Santander cuenta con dos magníficas colecciones: El Cancionero popular de la provincia de Santander de Sixto Córdova y Oña (cuatro volúmenes con un total de 1.454 canciones, aunque el primero de ellos, Cancionero infantil español con 423 canciones «es más nacional que regional», según indica el propio subtítulo), y la Colección de cantos populares de la provincia de Santander, con 179 cantos, obra del compositor burgalés Rafael Calleja Gómez (1874-1938), célebre autor del Himno a Burgos» (8).
LA IMPORTANCIA DE LA LETRA
Aunque en los cancioneros populares lo importante es la música, se advierte en algunos de ellos que son demasiado pocos y escuetos a la hora de transcribir y recoger las letras. Pocos son los que anotan todas las letras de una canción, quizás por la exigencia del espacio. Por eso se ha de considerar importante el hecho de haber sido editada por la Diputación Provincial de Burgos la obra de D. Domingo Hergueta Martín Folklore Burgalés. Esta obra no recoge ninguna música, ni danza, ni canción, pero tiene el acierto de recoger infinidad de letras de canciones, romances, himnos, coplas, etc., aparte de costumbres y tradiciones burgalesas.
Este libro es, en cierto sentido complemento imprescindible de los cancioneros citados, ya que por ejemplo, con la música del de Olmeda y muchas de las letras de Hergueta, se pueden cantar muchas canciones, marzas, mayos, rondas, etc.
Esta obra fue editada en el año 1934 y después de estar agotada durante muchos años fue reeditada por la Diputación Provincial de Burgos en el año 1989.
Ante el proyecto del Cancionero de Burgos que se está llevando a cabo actualmente quisiéramos sugerir que aunque se ponga todo el interés, cuidado y atención en el aspecto musical, se aproveche esta ocasión para recoger también todas aquellas letras vinculadas a una música determinada, sin omitir ninguna, pues si la música constituye una obra de arte, también las letras de muchísimas canciones populares son verdaderas joyas literarias y no pocas veces en la brevedad de cuatro versos de una cuarteta se encierra un tesoro de ciencia y filosofía, como aquella que recogió Federico Olmeda:
Todo lo cría la tierra,
todo se lo come el sol,
todo lo puede el dinero,
todo lo vence el amor.
También quisiéramos que el resultado de los trabajos de recogida y estudio de este Cancionero de Burgos culminara con su publicación en discos, en todas sus variedades técnicas y en cintas o casettes, recogiendo en ellos sonoramente el contenido de dicho Cancionero.
En versiones lo más fieles posibles, a ser posible hechas por los mismos comunicantes de cada canción o por grupos especializados en este tipo de música y con los mismos instrumentos autóctonos y aprovechando todos los medios técnicos de que se dispone en la actualidad.
Esta sería la mejor forma de divulgar en todos los ambientes y estamentos la música popular recogida en este Cancionero que comentamos.
Si sólo se edita el libro con las músicas y las letras quedará muy limitado a los especialistas, a los musicólogos, a los folkloristas, a una minoría en todo caso. Hay que facilitar al pueblo el acceso a su propio patrimonio y esto sólo tendrá lugar en tanto en cuanto se ponga a su alcance utilizando los medios más populares, los discos, CD, casettes, etc.
LA EXPERIENCIA DE UN EXPERTO
Antonio José leyó una conferencia titulada La canción popular burgalesa en el Institut d'Estudis Catalans el 23 de abril de 1936 en una de las sesiones científicas del III Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, celebrado en Barcelona.
Muy interesante es lo que en ella manifestaba. No nos resistimos a copiar de ella los siguientes párrafos, muy adecuados para el tema que nos ocupa:
«Recoger canciones populares -dijo Antonio José- es tarea penosa en cualquier región; pero en Burgos el empeño es de dificultades insuperables. Porque en Burgos apenas canta nadie, y los pocos que cantan es gente moza sobre todo, prefieren la despreocupada simpleza de una jota, de un tango, o de un trocito zarzuelero, mejor que el intenso lirismo de una canción popular. De ahí que las graciosas tonadas de nuestros campos burgaleses estén escondidas allí -como pájaros que temen al cazador-, por choperas y hayedos, y que sólo de raro en raro salgan a expandir su gracia miedosa en algún baile aldeano. Por esto resulta tan difícil, como digo, recoger canciones populares en Burgos. En cambio los hallazgos son magníficos».
Con ardor se dedicó Antonio José y con su genio musical y su preparación a demostrar en todas las ocasiones que se le presentaban la autenticidad de la música folklórica burgalesa y la riqueza musical que se encerraba en esta provincia de Castilla la Vieja.
Y tras enumerar algunos de los datos que hemos ofrecido anteriormente afirmó:
«Creo imposible que ninguna otra provincia pueda presentar tan crecido número de canciones».
Y se hacía estas inteligentes preguntas:
«¿Quién podrá asegurar ahora, examinando esas pruebas firmísimas y copiosas, que Burgos no tiene música popular, o que esos centenares de documentos vivos fueron importados de otras regiones? ¿No es absurdo que esas otras regiones volcaran espontáneamente en Burgos un inmenso tesoro lírico, para que Burgos quedase más rico que ellas?»
«Tenemos cantos de siega y de trilla; de cuna, de ronda, de esquileo y de otros actos de la vida común. Cantos coreográficos, vocales e instrumentales, al agudo, a lo llano, de ruedas y danzas. Cantos religiosos de todo tiempo y para toda ocasión. Todos ellos de hermosa variedad; de interesante y atrevida construcción melódica y rítmica; de valiosa vetustez; de unidad profunda. Todos ellos, también, empapados de propio e inconfundible color, conseguido por la fusión felicísima de nobleza, austeridad, franca rudeza y alegría sana».
El día 24 de junio de 1936 en el Homenaje a la canción burgalesa celebrado en el Teatro Principal de Burgos, Antonio José leyó la conferencia a la que hemos hecho alusión y de la que hemos tomado algunos párrafos, pero para el público de Burgos había escrito una introducción, de la cual tomo lo siguiente:
«Aquí, ahora, no tengo un auditorio de músicos, sino de burgaleses que vienen a interesarse por su canto vernáculo. No sé el crédito que tendrán mis palabras para Vds. Sin embargo, tengan presente que llevo ocupado en estos estudios casi dos tercios de mi vida, unos veinte años...En este tiempo he aprendido datos interesantísimos sobre el abolengo de nuestra música popular, hasta llegar a la conclusión de que la música española, y la música rusa también, son las más bellas de Europa. Ya esta afirmación añado que, dentro de España, quizás la canción popular más auténtica y de más sabrosa musicalidad es la burgalesa.
Porque el interés folklórico de una canción está principalmente en su vejez, y por eso también es tanto mejor una canción popular cuanto más cercana esté de su raíz originaria. En este sentido las canciones más interesantes de España son, por su auténtico arcaísmo, las burgalesas.
Hace más de doce años, cuando se publicaron mis danzas burgalesas, aquí mismo, en Burgos, con una lamentable falta de fe y de criterio, se decía que aquella música no podía ser de Burgos. De la Montaña, tal vez; de Burgos, de ningún modo. Y en Madrid mis amigos músicos (no todos, claro) decían muy serios que aquella música burgalesa me la inventaba yo, porque la tal música no existía»,
A continuación hizo un recorrido histórico de la música, religiosa y popular demostrando su profunda preparación y fundamentado conocimiento del tema, lo que le daba autoridad para decir lo que expresaba en la conferencia famosa pronunciada en Barcelona.
«Y como nada es tan convincente como el ejemplo -dijo en aquella ocasión Antonio José- tengan ustedes la bondad de oir algunas canciones típicas burgalesas». Y yo repito, tengan la bondad de ver todo este tesoro popular en los Cancioneros que ya están publicados y esperemos al anunciado cancionero de Burgos, que se está recogiendo y preparando, con entusiasmo, mucho trabajo, abundantes medios y con un equipo de personas entendidas, estudiosas y muy cualificadas profesionalmente en el campo de la investigación folklórica.
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NOTAS
(1) OLMEDA, Federico: Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos, Ed. facsímil. Burgos, 1975, pp. 11-14.
(2) BARRIUSO, Jesús y PALACIOS GAROZ, Miguel Angel: Antonio José, músico de Castilla, Madrid, 1980, p. 37.
(3) BARRIUSO, Jesús y PALACIOS GAROZ, Miguel Angel: op. cit. p. 40.
(4) BARRIUSO, Jesús y PALACIOS GAROZ, Miguel Angel: op. cit. Nota 11, p. 40.
(5) Cfr. los trabajos de M. García Matos: “Pervivencia en la tradición actual de las canciones populares recogidas en el siglo XVI por Salinas en su tratado De Musica libri septem” y de Bonifacio Gil: “Panorama de la canción popular burgalesa” aparecidos ambos en el Anuario musical, de 1963 (vol. XVIII), pp. 62 y ss., que edita el Instituto Español de Musicología.
(6) Cfr. Colección de Cantos Populares Burgaleses, Madrid, 1980, p. 193, nota 2.
(7) Cfr. Colección de Cantos Populares Burgaleses, Madrid, 1980, p. 193.
(8) Muchos de los datos que ofrecemos en este trabajo los hemos tomado del apéndice que acompaña al Cancionero de Antonio José en sus páginas 191-195 del que son autores Jesús Barriuso Gutiérrez, Fernando García Romero y Miguel Angel Palacios Garoz.
A ellos les debemos también la biografía del maestro Antonio José y el poder contar con el Cancionero de este burgalés insigne.