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El municipio de Tielmes se halla ubicado al sureste de la Comunidad de Madrid, a 43 Km. de la capital. Su situación geográfica se enmarca dentro de la fértil vega del Tajuña, zona de poblamiento humano muy antiguo debido a sus particulares condiciones agrícolas.
Prospecciones arqueológicas recientes, dentro de la creación de la Carta arqueológica de Madrid llevada a cabo por la Comunidad, han documentado cerca de cien yacimientos que abarcan todas las etapas históricas y demuestran su importancia como hábitat humano, a lo largo de la historia.
En esta localidad se celebra un rito que ha despertado cierto interés en los últimos años. Este rito, la quema del "judas", es conocido y celebrado en muchas otras localidades de la península, generalmente en la zona castellano-manchega, pero si bien el rito de Tielmes parece englobarse en este contexto general, existen particularidades que lo hacen destacable.
El rito tiene lugar durante la Semana Santa y más concretamente durante el domingo de Resurrección. Los protagonistas de la fiesta son los llamados "juderos", es decir, los jóvenes que cumplen los 18 en ese año (1); desde 15 días antes de la fecha mencionada, se reúnen en una cueva o casa que actuará como su lugar de reunión durante toda la fiesta; allí realizan comidas en común, duermen y deciden sus actuaciones. Estas son coordinadas por el que cumple los años antes, el "judero mayor", quien, además, se encarga de las cuestiones de la tesorería.
El Domingo de Ramos, los juderos cortan un árbol, un álamo negro, limpiándolo de ramas y bajándole al pueblo. Este álamo suele ser cortado previo permiso del dueño de la finca, y debe ser un ejemplar alto y recto. Concretamente el árbol utilizado en 1992 medía aproximadamente 12 m. de alto y 50 cm. de ancho.
El árbol es tumbado en la plaza del Ayuntamiento y junto a él se colocan seis palos que serán los que formen los "brazos" del "judas" y las "cabrillas". El primer árbol llevado al pueblo no es el verdadero sino uno casi podrido; es costumbre que alguien quiera robar el auténtico y por eso se realiza este truco. El año que presenciamos la fiesta se llevó un falso tronco y aunque era evidente que no podía ser el auténtico, alguien se encargó de robarlo; tras desaparecer el tronco falso, se llevó el verdadero.
Durante esta semana los juderos recaudan el dinero para la fiesta ofreciendo limonada a los automovilistas que pasan por la carretera cercana.
La noche del viernes santo al sábado abren el agujero, en el centro de la Plaza del Ayuntamiento, donde se colocará el "judas"; para ello es necesario a veces quitar el tronco del año anterior. Durante la realización del hoyo los juderos celebran toda la noche entre gritos y tracas que son más o menos soportados por los demás vecinos.
Por fin la noche del sábado al Domingo de Resurrección es cuando se realiza el rito. Esa noche los juderos se reúnen en su cueva donde cenan juntos. La semana anterior han ido apilando ramas y sarmiento, que servirán para la quema, en la esquina de la plaza del Ayuntamiento. Mientras, otro grupo realizaba la "cabeza" del "judas", que suele representar a algún personaje famoso y que ese año lo era en forma de presidente de un club de fútbol madrileño.
Durante esa noche, asistimos a la creación de un nuevo ritual. El nuevo sacerdote de la localidad decidió incluir, en la celebración de la misa de la noche del sábado santo, la bendición del fuego. En torno a una pequeña hoguera, que no se logró encender, frente a la puerta de la iglesia, una joven leyó unas preces mientras los dos sacerdotes bendecían el fuego con incienso.
Acabada la misa se dispararon salvas de escopeta y se tiraron petardos para anunciar que Jesús había resucitado.
En torno a las 2,30 h. de la madrugada, los "juderos" proceden a la confección del "judas"; normalmente son ayudados por algunos jóvenes que realizaron el rito en años anteriores, generalmente hermanos, primos o amigos. También intervienen dos personas adultas, conocedoras de la técnica de confección del "judas", y que ayudan a los nuevos "juderos". Estos les corresponden invitándolos a la cena anterior al rito.
En primer lugar se extienden sobre el suelo de la plaza, una serie de cuerdas entrelazadas, formando cuadrados anudados, en una longitud igual a la del árbol y con algunos cabos sueltos; una vez realizado esto se procede a cubrir el entramado de cuerdas con dos capas de ramas y sarmiento. Mientras, la gente del pueblo se va acercando a la plaza cada vez en mayor número.
Cubierto el entramado se mueve el árbol haciéndolo rodar hacia aquel y levantándolo hasta colocarlo sobre el montón de ramas. Ese año la longitud y peso del árbol dificultó su levantamiento y ni siquiera con la ayuda de un todo-terreno pudo lograrse; la espera y la impaciencia provocó un pequeño altercado entre los jóvenes y los adultos asistentes, padres y miembros del Ayuntamiento, que aconsejaban cortar una parte ante la peligrosidad que podía suponer su peso y altura. Los "juderos" se oponían recordando precedentes anteriores; finalmente se procedió a recortar el álamo en un metro.
Una vez levantado el tronco y colocado sobre el montón se procede a cubrirlo con el resto de las ramas hasta formar una espesa capa; después se entrelazan los cabos sueltos en torno al árbol y se extienden una serie de cuerdas en sentido vertical con objeto de sujetar el relleno de ramas al tronco. Sobre las cuatro de la mañana se había terminado de confeccionar el "judas" tras lo cual se hizo una pausa.
El tronco quedaba así cubierto de ramas excepto la parte superior donde se colocaría la cabeza.
Una vez hechas las "cabrillas", palos entrelazados en forma de aspa que servirán para izar el "judas", se procedió a colocar el tronco transversal que forman los "brazos"; este tronco se sujeta mediante clavos aunque ese año hubo que esperar ante la desaparición de los clavos dispuestos para tal uso. Tras forrar este tronco de la forma descrita anteriormente, se colocan palos en los extremos a modo de dedos. Terminado esto, sobre las 6,45 el árbol ya estaba dispuesto para su quema.
En torno a las 8,30 de la mañana se inician los preparativos para levantar el "judas" (2). Se colocan dos grandes cables de hierro en el árbol para tirar de él; mientras, los "juderos", junto con otros jóvenes, fingen tirar de ellos ante la mirada atenta de todo el pueblo reunido en la plaza. Hacia las 9 de la mañana, jóvenes, "juderos" y algunos adultos (3), comienzan a tirar del árbol arrastrándolo hacia el hoyo. El proceso de izado es lento y laborioso y requiere un gran esfuerzo por parte de los participantes, reclamándose a veces la ayuda de los asistentes.
Al tiempo que se eleva el "judas", se colocan debajo las cabrillas manteniendo así un nivel de inclinación creciente. El árbol se levanta poco a poco ante la presencia del pueblo que les anima y se aparta ante la menor sospecha de que el "judas" pueda caerse, como sucedió ese año (4).
Finalmente, una vez levantado se cubre la base con tierra y piedras y se trae la cabeza. Dos "juderos" ascienden por el tronco, apoyándose en el entramado de cuerdas, y sentados sobre los "brazos" la colocan en la parte superior del tronco. A las 10 la procesión de la Virgen, llevada por mujeres, entra por un extremo de la plaza al tiempo que la del Cristo, llevado por algunos "juderos" y guiada por el sacerdote, entra por el lado opuesto.
El Cristo avanza hacia la Virgen, situada en la dirección en que ha quedado mirando la cabeza del "judas". Una vez juntas ambas procesiones, se colocan las figuras en el suelo y se procede a la quema del "judas" apilando ramujo en la base y prendiéndolo. La gente permanece hasta la total combustión del motivo y después el fuego es apagado, permaneciendo en el sitio el tronco desnudo. Antiguamente la Virgen iba vestida de negro y llevaba un velo sobre el rostro, una vez quitado éste se procedía a la quema; esto se ha perdido por la intervención de un sacerdote anterior.
La aparición de los "judas" está muy extendida principalmente por Castilla-La Mancha donde generalmente toman la forma de un muñeco, a veces varios, relleno de paja o leña que es colgado bien de un palo, bien de los aleros de los balcones; estos muñecos suelen ser apedreados, quemados o manteados durante los momentos previos o posteriores a la procesión del Encuentro, cuando la figura de Jesús se coloca junto a la de la Virgen. En estos ritos participan también los quintos, aunque también puede hacerlo cualquier grupo de hombres e incluso mujeres, como sucede en la zona de Calatrava (Ciudad Real) o en Yepes (Toledo) (González Casarrubios 1985: 57-59).
En Andalucía tales motivos están también muy extendidos. Los "juas" andaluces se celebran igualmente durante la madrugada del Sábado de Gloria al Domingo de Resurrección aunque en algunas localidades el ritual se ha trasladado a la noche de San Juan; en estos casos, el muñeco conserva su nombre o bien toma el de "juanillo".
En la Comunidad de Madrid, el "judas" aparece en la localidad de Robledo de Chavela y también en forma de tronco con brazos en los que se colocan jarras y ollas, normalmente en el centro del tronco se coloca un muñeco alusivo, que son objeto de apedreamiento por parte de los quintos, los protagonistas, y el resto de los presentes.
Como vemos es raro el caso de un "judas"-árbol y más aún si tenemos en cuenta el proceso de creación de la representación en torno a este elemento natural. En nuestro caso, el árbol es el "judas" pero, al contrario que en Robledo de Chavela, en Tielmes representación humana y árbol son una misma cosa sin que aparezca ningún muñeco de trapo o ramas y sin sufrir otro fin que no sea la quema.
Los "judas" son interpretados como elementos del ciclo de carnaval que han pasado al Domingo de Resurrección (González Casarrubios 1985:56) y en el caso del "judas" de Tielmes como el fruto de una superposición del ciclo de Mayo; así el "judas" vendría a ser un "árbol de Mayo" con nuevas características (González Casarrubios 1991 ). Algunas de las que contiene el rito del "judas" (petición de permiso, corte del árbol, traslado, colocación en el centro de la plaza, participación de los "quintos", etc.) recuerdan bastante al rito del "árbol de Mayo"; no ocurre lo mismo con otras como es la acción de quemarlo. Sin embargo, hasta hace pocos años aún subsistía en Tielmes este rito en su propio mes y claramente diferenciado del "judas".
El origen de este ritual, como el de la mayoría, es desconocido; los habitantes de Tielmes aluden a este hecho con frases como "nadie lo sabe" o "toda la vida se ha hecho así" reafirmando esta característica mediante el recurso de hacer intervenir a los antepasados ("ya se hacía en tiempos de mi bisabuelo..."). Los jóvenes mencionan explicaciones más sofisticadas cuando aluden a la característica del "rito de paso" (5). Para ellos, realizar el ritual es uno de los aspectos más importantes de su condición temporal, es decir, tener 18 años. Los jóvenes que aún no los han cumplido, observan el ritual y esperan con impaciencia su momento para poder participar de esa libertad de acción que la comunidad les otorga mediante la celebración del ritual.
El "judas" ofrece muchas más interpretaciones de las que a primera vista pudiera parecer (6). Esto demuestra que el ritual responde a múltiples contextos de interpretación que evitan cualquier tipo de reduccionismo funcional, psíquico o estructural.
Este ritual se nos presenta en primer lugar como un "rito de paso", definido por Van Gennep (1909) como los que acompañan todo cambio de lugar, estado, posición social o edad. Es decir, el ritual del "judas" no se puede entender sin las implicaciones sociales representadas por sus protagonistas, los "juderos". El exclusivismo del grupo, los que cumplen 18 años, y por tanto la separación del resto de la comunidad, caracteriza la fase de "separación" de los "ritos de paso".
Esta separación ritual de la comunidad da paso a la creación del grupo, los "juderos", como seña de identidad propia. Esta se ve reforzada por otra serie de actitudes que aparecen imbricadas en el ritual del "judas". La "comensalidad", es decir, la actitud de comer en común, con lo que supone de acciones compartidas, viene regida por este esfuerzo de la identidad; pero, por otro lado, no tendría sentido sin el tiempo y el objeto, es decir el ritual del "judas" y la constitución del grupo. Este aspecto se acompaña de otros como la convivencia, la realización común, y la negociación, de los pasos del ritual y en general la libertad de acción otorgada por la comunidad (la dispensa de trabajo, la algarabía durante la realización del hoyo, la permisividad ante ciertos comportamientos...).
Esta convivencia ritual del grupo, donde todos son iguales entre sí y diferentes como grupo, es lo que supone la experiencia que Turner (1988) denomina como "communitas" y que supone "una mezcla de lo humilde y lo sagrado, de la homogeneidad y el compañerismo" (1988:103). Esta "communitas" se opone y se complementa con la idea de la sociedad estructurada, donde cada individuo tiene su papel marcado por su situación social. De forma que el "rito de paso" sería un traslado de la estructura social a la "communitas" y de ésta de nuevo a la estructura. El tiempo del ritual se constituiría en un tiempo distinto al cotidiano, en el que las reglas de la sociedad se ven quebrantadas para demostrar el caos que supone vivir fuera de las normas que establece la comunidad.
La realización del ritual no supone la vuelta al estado anterior. Los "juderos" gozaban años atrás de ciertos derechos no escritos, adquiridos tras la realización del ritual (pasar la noche fuera de casa, por ejemplo); además la experiencia común de grupo no se pierde por completo y aún servirá como vínculo social e incluso nueva seña de identidad frente a los nuevos "juderos" (cuando se recuerda la altura de "judas" de otros años, la fuerza de "juderos" anteriores, cuando se intenta impedir el levantamiento del tronco, etc.).
La experiencia comunitaria genera también una serie de contradicciones sociales con la estructura (Scarduelli 1988). Así ocurre cuando los "juderos" se oponían al recorte del árbol, o con la actitud de censura frente a ciertos comportamientos, que deben ser respetados por tradición, como el griterío nocturno y las tracas. Estas contradicciones son superadas mediante procesos de negociación entre las partes implicadas, y que no sólo afectan a la dualidad grupo-sociedad sino también al mismo comportamiento del grupo enfrentado a la forma de llevar a cabo los pasos del ritual.
Por último, mencionar que el ritual del "judas" actúa también como elemento vinculador de diversos tiempos (García et alii, 1991:153). La coincidencia de las procesiones religiosas con el "judas" vincula un tiempo estable con otro temporal respectivamente; este último se refuerza en el simbolismo representado por la sucesión de grupos de "juderos" en el tiempo, es decir, el desarrollo vital de la comunidad a lo largo de su historia.
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NOTAS
(1) Antes era a los 19.
(2) Antiguamente se hacía coincidir con el amanecer
(3) Generalmente se entiende que hasta que los adultos no intervengan no se inicia el esfuerzo de levantar el "judas".
(4) Algunos años, "juderos" de etapas anteriores tratan de impedir el izado del "judas", empujándolo o tirando en sentido contrario.
(5) Esto se debe a la lectura del libro Tiempo de Fiesta donde el Dr. Honorio Velasco recoge el rito del "judas" de Tielmes (ver Bibliografía).
(6) No es mi intención investigar sobré el origen de este rito, sin embargo debo mencionar las semejanzas que existen entre este rito y los ritos de sacrificio ente los galos mencionados por César (B. G. VI, 16), siempre salvando las distancias espacio-temporales, y sin pretender que se refieran a lo mismo; aunque sí apuntando la posible existencia de ritos comunes en las sociedades de la protohistoria europea. Esto no explicaría, sin embargo, la peculiaridad de este tipo de "judas" en la zona.
Dentro de estas hipótesis históricas, el Dr. Honorio Velasco (comunicación personal), opina que el rito actual procede de una fusión del "mayo" con los ritos de semana santa; modificación que debió darse en el siglo XVIII o XIX por influencia de algunas legaciones misionales.
BIBLIOGRAFIA
GENNEP, Arnold van (1909), Les rites de passage, París.
GONZALEZ CASARRUBIOS, C. et alii (1991), Calendario de fiestas populares de la Comunidad de Madrid, Madrid.
GONZALEZ CASARRUBIOS, C. (1985), Fiestas populares en Castilla la Mancha, Ciudad Real.
TURNER, V. (1988), El proceso ritual, Madrid.
GARCIA,J. et alii (1991), Rituales y proceso social, Madrid.
RODRIGUEZ BECERRA, S. (1982), Guía de fiestas populares de Andalucía, Sevilla.
SCARDUELLI, P, (1988), Dioses, espíritus, ancestros, México.
VELASCO MAILLO, H. et alii (1982), Tiempo de fiesta, Madrid.