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Las fiestas de gallos en otros tiempos, no tan lejanos, fueron muy populares en numerosos pueblos de la provincia de Burgos. Quizás la más famosa de estas fiestas haya sido la llamada EL ESCARRETE, que el día de San Blas, celebraban en Poza de la Sal, pero hay constancia de que se celebraba en Prádanos de Bureba, Castrojeriz, Gamonal, junto a Burgos, Atapuerca, Castrillo del Val, varios pueblos del Valle de Valdivielso, en concreto El Almiñé, Sotoscueva, Salas de los Infantes, Mecerreyes. y aunque no había coincidencia en las fechas, el rito era casi coincidente.
Federíco Olmeda recoge dos melodías de Prádanos de Bureba que celebraba esta fiesta durante los tres días de Carnaval. Con estas melodías (nº 49 y 50) cantaban las letras que recoge el mismo autor, que también nos explica cómo se solía celebrar la fiesta de gallos:
"Se elige una calle espaciosa cuyos lados opuestos tengan ventanales anchurosos. De la ventana de un lado a la del otro se sostiene una fuerte cuerda del centro de la cual pende un gallo atado, objeto de la función dramática, que se ha de celebrar.
Un nutrido grupo compuesto de mozas del pueblo, pandereta en mano, para acompañar con ritmo a lo llano los cantares que han de dirigir al gallo, se sitúa en la calle al pie del lugar de la fiesta. Las jóvenes son las que han de dar muerte al gallo y antes de probar cada una en particular su suerte han de dirigir un cantar, según las anteriores tonadas. Concluido éste, comienza el ataque de la moza, y se va derecha, espada en mano, a espadar al gallo; pero los mozos del pueblo dominan en los ventanales los extremos de las cuerdas y así que viene la improvisada gladiadora, ponen las cuerdas en continua oscilación de arriba a abajo y de derecha a izquierda para librar al gallo de los ataques femeninos. Al fin matan al gallo o se muere él de sentimiento.
Las mozas que son las que costean la fiesta lo preparan para merienda y convidan a los mozos; como el gallo solo no puede bastar, le cortan la cabeza y enclavada en la punta de la espada, enarbola ésta la moza que ha sido matona y marcha recorriendo las casas del pueblo y pidiendo para la cabeza del gallo. Todo aquello concluye, como es natural, con una comida más abundante que la de las bodas de Camacho.
Se cantan estos versos:
Con licencia de Dios
y la del señor Alcalde
hemos de matar al gallo
y sin meternos con nadie.
Gallito que estás colgado,
tienes las plumas de seda
y has de venir a morir
en manos de estas doncellas.
Este gallo es de Alcocero,
vecino de Virumbrales
el que no lo quia cree
pregúntelo a Monacales.
También vamos a mandar
las plumas de junto al rabo
para que pueda escribir
el fieldefechos de ogaño.
Ya se te ha acabado, oh gallo!
el dormir con las gallinas,
y el cantar por las mañanas
saludando al nuevo día.
En otras partes que se celebra esta fiesta en lugar de ser colgado el gallo, lo entierran, dejándole la cabeza fuera. Al muchacho que quiere probar su tino se le vendan los ojos, y a un número determinado de pasos, suelta el golpe, que a lo mejor va a parar contra una esquina; porque con facilidad, por las vueltas que antes le dan, le hacen perder la dirección de la pista que debía seguir para ir derecho al gallo" (I). Esto ocurría a finales del siglo pasado.
Domingo Hergueta nos ofrece más datos sobre esta misma costumbre:
"Ya se va perdiendo en la provincia la costumbre que algunos todavía recuerdan haber visto en Castrojeriz, Gamonal, Castrillo del Val, etc., de matar con espada y los ojos vendados el gallo suspendido en una cuerda. Sin embargo, en varios pueblos de la Sierra de la Demanda, como Canales de la Sierra (2), el día de San Juan, ponen unos gallos vivos atados por las patas pendientes de una cuerda y los mozos a caballo tiran a descabezarlos con la mano, y al que ha logrado apoderarse de tres cabezas le dan un buen premio.
Esta fiesta del gallo estaba muy generalizada y variaban sus circunstancias según las regiones: así en el Valle de Valdivielso entre varias mozas mataban un gallo, para lo cual todas, menos la última que le daba la muerte, suavemente le tocaba el cuello; en otras partes las mozas espadaban al gallo pendiente de una cuerda, y cuando iban a darle el golpe, con aquellas palabras: " Allá va, gallo, si te pillo te mato"; los mozos que sostenían los extremos de la cuerda imprimían continuas oscilaciones para que no le acertaran, hasta que al fin le daban muerte; antes, cada moza, según marchaba contra el animal, le dirigía algún cantar como éstos:
Esta mañana temprano
antes de salir el alba
ese maldito de gallo
se ha puesto a la ventana.
Se ha puesto a la ventana,
de la ventana a la silla,
no me tengo de ir de aquí
por verte las pantorrillas.
Las pantorrillas son blancas
y también son encarnadas,
pero no han de ser para tí
aunque vienes de madrugada.
Con la licencia de Dios
y la del Sr. Alcalde
hemos de matar el gallo
en sin meternos con nadie.
Gallito que estás colgado,
tienes las plumas de seda,
y has de venir a morir
en manos de estas doncellas.
Ya se te ha acabado ¡oh gallo!
el dormir con las gallinas
y el cantar por la mañana
saludando al nuevo día.
En otras partes enterraban el gallo dejándole la cabeza fuera, y los mozos, vendados los ojos y después de darles varias vueltas sobre sí mismos para que perdiesen la pista, eran los encargados de descabezarle. En Castrillo del Val el que hacía de rey se presentaba a la autoridad de esta manera:
Señores, yo Soy el Rey,
Con mucho garbo y con sal,
vengo a daros las buenas tardes
primero a la autoridad.
Buenas tardes, caballeros,
sabrán que yo Soy el Rey,
pido la cresta del gallo
Como lo manda la ley (3).
Don Manuel Guerra Gómez nos ofrece otros testimonios, uno de Sotoscueva, en el norte de la provincia de Burgos: "También en el mes de febrero tenía lugar la corrida del gallo. Los niños corrían en medio de la algazara general detrás de un gallo soltado en la pradera. Después que uno de los participantes conseguía cogerlo tres veces, lo enterraban en un hoyo excavado en la tierra con la cresta afuera. El acto era acompañado de rimas y cantos populares. Se desconoce el origen de este rito y de este sacrificio, pero ss ha supuesto, a mi juicio, no sin razón su relación con lo telúrico y con la vegetación". El mismo autor en la nota 10 de pie de página dice: " En el Almiñé se celebraba la danza del gallo el martes de Carnaval. Resalta el hecho de celebrarse en esa fecha (mes de febrero), el tratarse de un sacrificio del gallo por todos (chicos y chicas cada uno de los cuales da tres vueltas en tomo al gallo sujeto a un palo, clavado en la tierra, pero solamente la última joven (elemento femenino) le corta la cabeza con la espada. Un dato probablemente alusivo a la antigüedad de esta danza se halla en el hecho de ser ejecutada con una dulzaina de barro cocido" (4).
Justo del Río Velasco y Ramón Inclán Leiva, "lgnotus" explican más ampliamente y nos ofrecen la música de esta danza del El Almiñé, en el Valle de Valdivielso.
LA DANZA DEL GALLO. Se bailaba en el pueblo de El Almiñé, uno de los primeros del valle, y se desarrollaba en la forma siguiente:
"Reunidos mozos y mozas el domingo de Carnaval, elegían un mozo como Jefe de la danza, y el martes siguiente se reunían todos, ellos y ellas, ataviados con el traje típico del país, y al frente el Jefe designado. Este llevaba en la mano derecha una espada con la empuñadura adornada con cintas de distintos colores, y sujetando con el brazo izquierdo un magnífico gallo. De esta forma y seguidos por las autoridades y todo el vecindario, se trasladaban a una explanada lindante con el molino del pueblo de Puentearenas, sitio destinado para la danza.
Una vez colocada la concurrencia formando un gran corro, el Jefe sujetaba el gallo a un grueso clavo pinchado en el suelo y, siempre empuñando la espada, se dirigía a las autoridades con este pintoresco saludo:
Señores, yo soy el rey,
con mucho garbo y con sal,
vengo a dar las buenas tardes
primero a la autoridad.
Seguidamente se dirigía a una moza del grupo ofreciéndole la espada; la moza avanzaba hacia el centro del corro y empezaba a danzar dando tres vueltas alrededor del gallo y después le pasaba suavemente la espada por el cuello. El Jefe entonces recogía la espada y se la ofrecía a otra moza que repetía la misma operación y así sucesivamente las demás mozas, hasta que la última daba un tajo en el cuello del gallo y le seccionaba la cabeza, que el Jefe colocaba en la punta de la espada y se la ofrecía a la autoridad de mayor categoría.
Al declinar la tarde toda la concurrencia regresaba al pueblo de El Almiñé, cantando y danzando" (5).
En el pueblo de Atapuerca, que dista de Burgos unos diez kilómetros, en cuyo término se encuentran cuevas en las que se han encontrado interesantísimos elementos arqueológicos y, sobre todo, restos humanos de una importancia capital para establecer, estudiar y fijar la época en que el hombre, en la prehistoria, pudo poblar estas tierras, también se celebró en otros tiempos la fiesta del gallo. Y según testimonio de personas que en su juventud, hacia los años 1930 celebraron y participaron activamente en esta fiesta, se celebraba de la siguiente manera:
El domingo de Carnaval, a hora conveniente, se reunían en una casa del pueblo las jóvenes que habían de celebrar la ceremonia de la muerte del gallo. En dos filas acudían a las eras del pueblo. Entre ellas, previamente habían hecho los distintos nombramientos: Reina, camarera, cantinera, así como otros personajes como peregrina, pasieguita, etc. La Reina portaba el gallo que ritualmente había de morir. El pueblo se concentraba en la era y la gaita interpretaba típicas canciones y entre ellas la llamada "Danza del Cordón" que trenzaban en tomo a un poste danzando y recitando coplas jocosas que culminaban con el rito de la muerte del gallo, al que previamente habían enterrado vivo en un hoyo y al que dejaban al descubierto la cabeza. Cada una de las jóvenes recitaba unos versos, algunos de cuyos fragmentos son los siguientes:
Una moza:
-Domingo de Carnaval
por todas partes nombrado,
digan todos a una voz:
¡La reina merece un trago!
Reina:
-y ¡Ojalá que me lo dieran
aunque fuera vino blanco!,
buen sermón les echaría
a los señores casados.
Los hombres en las tabernas,
las mujeres murmurando
unas en las mismas casas,
las otras en los solanos.
Allí sí que cortan sayas!
sayas que parecen sayos.
Alli no toman medidas,
salgan cortos, salgan largos.
Tampoco se considera
que las va a llevar el diablo.
Señores, yo soy la reina,
no crean que la de España.
Me ha nombrado esta cuadrilla
para armar esta batalla.
He salido de Madrid,
vengo con toda mi gente
a poner enmienda al pueblo
porque están algo imprudentes.
Ya saben que soy la reina
tan sólo para este día,
que si fuera para siempre
otro traje vestiría.
Camarera:
-Camarera de la reina,
señores, a mí me han nombrado
y yo, como camarera,
todo lo que mandan hago.
Soy hija del carretero.
Unas maderas muy finas
le ví que estaba labrando,
le dije que para qué eran;
verán lo que me ha contestado:
-Son para hacer una cama
para el día que te cases;
aunque se rompan las patas,
¡Dios quiera que no te mates!
Peregrina:
-Yo soy la peregrinita,
que vengo peregrinando
de Santiago de Galicia
hasta San Millán de Juarros.
Peregrinando hacia Roma
pasaré por Zaragoza.
Todos se quedan mirando
como soy tan buena moza.
Cantinera:
-Cantinera Soy, señores
y no tengo cobardía,
yo lo que quiero es vender,
que hoy aquí todo se fía.
Se fía por esta tarde
pero no por la mañana,
que yo como cantinera
tengo que dar cuenta al ama.
Soy nieta del sacristán,
del que entona bien los coros,
del que revisa el bonete
de los responsos de todos.
Pasieguita:
-Pasieguita soy, señores,
que vengo de tierra Pas,
con mi pecherito adelante
y el cuevanito detrás.
Vendo telas y pañuelos,
buenas colchas de percal,
todo a precio muy barato
en su clase y calidad.
Que si no se traen géneros
de lo que hoy de moda está,
no se pueden hacer ventas
para poder continuar.
Soy nieta del tío Fernando,
parienta de Mantecón,
pasiegos muy conocidos
en esta demarcación.
Estos vendían muy caro
con el fin de atesorar,
para retirarse pronto
hacia su pueblo natal.
Pero yo traigo otras miras
y otro modo de pensar,
el de hacer buena parroquia
y ver si puedo casar.
No sé por qué raros modos
ni por qué casualidad,
me dan noticias de un rubio
que me sigue por detrás.
A éste, sin duda, algún día,
al verme medir percal,
se le antojaron las ligas
de la tendera de Pas.
El pretendiente es un viudo
y aunque de bastante edad,
es que tiene buena bolsa
y también de lo demás.
También tiene buenas tierras,
y casa donde habitar,
provista de dos balcones
la fachada principal.
Un inconveniente encuentro
para poder aceptar
las pretensiones de Roque
aunque le creo formal.
Pero en esto de casorios,
si lo vamos a mirar,
todo muy lisito y llano
nunca se puede encontrar.
Así, mi querido Roque,
sin pensar ni vacilar,
¡adelante con la boda,
que ya eres mayor de edad!
Yo también tengo el permiso
y me compete la edad
ser dueña de mi persona
para poderme casar.
¡Adiós, mi futuro esposo!
que ya no hablo más contigo
hasta que me des las arras
y diga: ¡Yo las recibo!
Y allá va la despedida
con la vara de medir;
que la que me quite el novio
la tengo de sacudir.
Otra moza:
-Esta reina y este gallo
son los dos muy descarados
y por eso no les dura
más que esta tarde el estado.
Más que esta tarde el estado
no les tiene que durar
porque ahora mismo a este gallo
yo misma le he de matar.
Otra moza:
-Este gallo, gallotero,
que tiene las plumas rojas,
lo han criado las casadas,
lo van a comer las mozas.
Este gallo, gallotero,
el de las plumas doradas,
lo ha criado la Eusebia
con granitos de cebada.
Ya se te ha acabado, gallo,
el andar con las gallinas,
el hacerlas los recloclos
y echarlas la zancadilla.
Ven aquí, gallo galán,
me han dicho que eres jotero,
has de hacer declaración
porque vas a morir luego.
Gallo:
-Mi declaración ya está hecha:
El mando te dejo a tí.
Mando el pico a las mujeres
pa que se acuerden de mí.
Las plumas mando a las mozas
que las suelen menester
para que barran la artesa
cuando vayan a cocer.
Y también al Secretario
le voy a mandar alguna,
porque como es escribano
le hace falta más de una.
La reina:
-Este gallo gallotero,
el de las plumas doradas,
aquí ha de morir traidor
a la punta de mi espada.
Así, pues, y a golpe de espada, remataban al inofensivo animal, al que daba la reina el golpe de gracia.
Todo ello suponía una gran fiesta que terminaba con una suculenta cena, preparada con lo que el gallo prestaba además de lo que recogían las mozas en los pueblos vecinos a los cuales se acercaban con anterioridad para anunciar la fiesta y recoger donativos por las casas (6).
Ignoramos en este momento si la danza que era conocida como la "Danza del cordón" ha sido recogida por alguno de los musicólogos que han hecho esta labor en la provincia de Burgos. No tenemos noticia alguna.
Con ser interesantes los testimonios que hemos recogido sobre esta costumbre donde mejor se ha conservado esta fiesta y donde más elementos festivos y riqueza folklórica ha tenido la fiesta de gallos ha sido en Poza de la Sal.
Recogemos el informe que publica Julio Caro Baroja en su libro "El Carnaval" (7): 'La fiesta tenía también mucha importancia en algunos pueblos de la provincia de Burgos".
En Poza de la Sal, por ejemplo, el día de San Blas, se celebraba de esta manera según un informe de Don Domingo Hergueta que he podido ampliar gracias a doña Dolores Calderón Cariñano, que ha residido toda su vida allí y que me ha hecho rectificar ciertas noticias tomadas de Hergueta:
En la víspera salían los mozos que intervenían en la fiesta, con la gaita antiguamente y luego con la música, llevando en las manos unas espadas, a dar una vuelta por el pueblo. A las dos de la mañana del día del santo, los mismos se disponían a "echar las alboradas" a los hermanos de la Cofradía de San Blas. Una vez echadas, volvían a sus casas. A eso de las nueve y media salían de nuevo, mas esta vez con las espadas llenas de cintas de colores y escarapelas en las empuñaduras. Uno de ellos llevaba una gran lanza o varal de unos tres metros, en los que colgaban gallos, gallinas y conejos. De esta suerte daban la vuelta al pueblo e iban en busca del mayordomo de la referida Cofradía y de los hermanos de ella, con los cuales se dirigían al Ayuntamiento. Del Ayuntamiento, en donde recogían a las autoridades, salían en dirección de la ermita de San Blas, que está en las eras; más modernamente, como la tal ermita se ha derruido, marchaban a la iglesia parroquial. Había allí misa mayor con sermón. Concluida ésta, los mozos volvian a dejar el Ayuntamiento y cofrades donde los habían recogido, y si no habían echado las alboradas que debían, y quedaba algún cofrade al que no hubieran podido echarle la correspondiente, iban a su casa y cumplían con esta obligación, tras la cual iban a comer adonde hubieran preparado la comida festiva. A eso de las dos de la tarde volvían a dar la vuelta al pueblo, igual que por la mañana. Pero en la función siguiente aparecían las mozas, que hasta entonces no habían intervenido de modo ostensible. Salían, en efecto, tantas como mozos, vestidas con el traje típico del país: falda encarnada, pañuelo amarillo debajo de la chaquetilla de cuello vuelto, media blanca y zapato bajo, profusión de collares y moño de picaporte. De la misma suerte que para ir a misa iban al Rosario, y después de éste en la plaza (antiguamente en la era de la ermita), ante el Ayuntamiento en pleno y el pueblo reunido, tenía lugar el "desjarrete". Los animales que colgaban de la lanza se ponían en tierra, sujetos por unos ganchos con cordones. Salía uno de los mozos con su espada y hacía como que asestaba un golpe mortífero a un gallo, gallina o conejo en cuestión. Pero esto era ficción. La que en realidad debía darle muerte era la moza (su novia, por lo general). Para esto, después de pedir la venia del Ayuntamiento, haciendo una gran reverencia, entregaba la espada a la moza. En este momento la gaita o música comenzaba a tocar un son especial que la moza debía bailar con un solo pie, dando rodeos a la víctima, que debía matar cortando la cabeza a los tres golpes, pues si no era silbada por la concurrencia. Al son que entonces tocaban llamaban el "escarrete" (¿"desjarrete"?).
"Terminaba la fiesta -dice Hergueta- llevando otra vez en los palos las víctimas sacrificadas, a la casa donde han de ser aderezadas para la merienda, con un baile y con el ágape, que todo dura hasta las doce de la noche" (8).
"No sé si la costumbre seguirá -comenta Caro Baroja- celebrándose aún hoy día, creo que sí, pero de todas formas lo que de ella digo lo he puesto en pasado; No cabe duda de que es la que ostenta, de todas las matanzas descritas, caracteres más acusados" (9).
Ramón Inclán Leiva, "Ignotus" describe así esta misma costumbre:
BAILE DEL DESJARRETE.- El día 3 de febrero, festividad de San Blas, se celebra una solemne función religiosa en la ermita del Santo, a la que asiste el Ayuntamiento y una gran concurrencia de fieles. Terminados los actos religiosos, el Ayuntamiento se traslada a una era próxima, acompañado por los gaiteros y seguido de todo el pueblo de Poza, para dar principio a una fiesta de gran sabor tradicional.
Previamente han sido colocadas en la misma era, pendientes de palos de unos tres metros de altura aproximadamente, varias gallinas que los mozos regalan a sus novias, y aliado de cada palo se coloca una moza vistiendo el airoso traje pozano y tocada con la típica mantilla blanca.
Comienza la dulzaina acompañando al pueblo que canta la canción del "Escarrete", nombre también de la danza y, a su compás, una de las mozas baila con un solo pie alrededor del palo que sostiene su gallina, no pudiendo cambiar de pie ni cesar en el movimiento mientras dura la canción, ya que, de hacerlo, es silbada por la concurrencia. Terminada la danza, se descuelga la gallina y se sujeta al suelo de la era quedando inmóvil; el novio de la moza, después de saludar al Ayuntamiento, la entrega una espada adornada con cintas de varios colores y ella, previo saludo también, da con la espada un golpe en el cuello de la gallina. Si corta la cabeza de ésta a los tres golpes es aplaudida con entusiasmo, pero, en caso contrario, es silbada estrepitosamente.
La canción y la danza, así como el sacrificio de la respectiva gallina, se van repitiendo por las mozas hasta que se acaban las aves regaladas, que suelen ser alrededor de una docena y, concluido el festejo, colocan otra vez las gallinas en los mismos palos que las trajeron vivas, y mozas y mozos marchan cantando hasta la casa donde ha de realizarse la merienda, con el fin de entregar las aves que deben constituir el plato principal de la misma y, llegada la hora, se celebra la fiesta con gran alegría, terminando siempre con un animado baile.
El traje típico que se usa en esta fiesta es el siguiente:
Las mozas, corpiño negro con franja de terciopelo en el escote; pañuelo de seda sujeto por el corpiño saliendo los flecos por debajo de éste; refajo encarnado con tiras de terciopelo negro; delantal negro; medias blancas y zapatos negros. Se tocan con bonita mantilla de encaje.
Los mozos, traje negro compuesto de chaqueta y pantalón cortos con botones de plata; medias de lana blancas y abarcas. Se cubren con sombrero negro de fieltro” (10).
La música de la danza del "DESJARRETE" puede hallarse en la página 109 del libro "Danzas típicas burgalesas".
Después de aportar los testimonios de varios autores que han escrito sobre esta costumbre festiva de sacrificar los gallos, queremos ofrecer una crónica más moderna de la fiesta que se celebra en Poza, llamada del "Escarrete".
Entre las fiestas y romerías que se celebran en la pintoresca y acogedora villa de Poza de la Sal, destaca por su importancia la conocida como "El Escarrete", que tiene lugar en la festividad de San Blas, el dia 3 de Febrero.
Es ésta una romería que encierra en sí un singular compendio de elementos y matices poco comunes en el frondoso y variado folklore burgalés. El "Escarrete" o "Desjarrete" -que por ambos nombres se conoce- es una romería y fiesta tradicional que en Poza ha adquirido un significado histórico, pues se vincula a la guerra de la Independencia, en conmemoración de una batalla que se libró en las cercanía de Poza y en la que los franceses quedaron vencidos saliendo malparados. He leído algunas versiones en este sentido.
Pero creo que esta ceremonia ritual que tiene o tenía lugar en numerosos pueblos de la provincia y en muchísimos lugares de España, tiene otro origen más profundo y mucho más antiguo, constituyendo un rito de fecundidad, aunque en el caso de Poza de la Sal ese episodio bélico pudo reforzar la costumbre ya existente.
Esta romería tiene su propia danza y ambas tienen el mismo nombre, el "Escarrete" o "Desjarrete", nombre que le viene de lo que constituye lo fundamental y el núcleo de esta fiesta que es bailar alrededor del gallo, gallina o conejo, al son de la música, blandiendo la espada y al fin con esa misma espada "desjarretar" a los animales.
La celebración de la fiesta de San Blas con la rememoración del "Escarrete", es un motivo que a chicos y grandes, a todos los pozanos trae en vilo con muchos días de antelación.
Es una ocasión en la que los pozanos ausentes aprovechan, si pueden, para volver a su pueblo, o por lo menos unirse al sentir ya la alegría de sus paisanos.
La fiesta, en los últimos años de los que consta su celebración, se desarrollaba de la siguiente manera:
Al amanecer del día 3 de Febrero, fiesta de San Blas, dianas, interpretadas por la Banda municipal de la localidad dedicadas a los cofrades de la Cofradía de San Blas, que tradicionalmente ha sido la organizadora de esta fiesta, y también a las autoridades de la villa.
A las once de la mañana misa solemne a la que acude todo el pueblo, especialmente los mozos y mozas, luciendo sus vistosos trajes pozanos típicos. Uno de los mozos lleva un ramo portando precisamente los animales que más tarde serán sacrificados.
Terminadas las ceremonias religiosas, los mozos recorren emparejados las calles de la localidad salinera suscitando la alegría festiva por donde quiera que pasan.
Luego se hace un alto en la fiesta para comer, tras de lo cual llega el momento culminante. Los vecinos del pueblo, los visitantes y curiosos se han ido agrupando en la Plaza Mayor y los chicos ocupan lugar preferente en el círculo o corro que se va formando. Los balcones y ventanas de las casas colindantes se van abriendo para poder presenciar el desarrollo de la fiesta.
A lo lejos empieza a sonar la música que se acerca interpretando unos sones que sólo se escuchan en Poza en esta ocasión, en esta fecha de San Blas. El alguacil, a duras penas, logra que los asistentes formen el corro lo suficientemente grande para que todos puedan presenciar el espectáculo. Al escucharse la música que está ya próxima, hace su entrada en la plaza el ramo con las aves o conejos que van a ser sacrificados.
Apoyadas en el brazo de sus respectivos mozos, hacen acto de presencia las mozas, que realzan su normal belleza con el atractivo traje típico pozano, compuesto de blusa blanca, corpiño de terciopelo negro, la falda roja hasta la pierna y bordada en negro con caprichosas figuras, muy ajustada a la cintura, medias blancas y zapatos negros y, en la cabeza, cubriendo un artístico moño de picaporte, una pañoleta o mantilla con flecos de seda amarilla.
Los mozos van vestidos de calle, pero de punta en blanco para estar a tono con las circunstancias.
En su mano derecha llevan los mozos una brillante espada que en su empuñadura luce un rosetón de cintas de mil colores que caen casi rozando al suelo.
Uno de los pollos se coloca sujeto en el suelo y uno de los mozos pide permiso a las autoridades y comienza a bailar al son de la música de la danza del "Escarrete", siempre en torno al pollo o del conejo y siempre sobre un solo pie, con la espada en la mano derecha y la otra mano sobre la cadera, hace el simulacro de que mata al animal, sin embargo ese cometido queda reservado para la moza, que forma pareja con él, a la que cede la espada con una reverencia. La moza debe bailar también al son de la danza, con un solo pie, alrededor del gallo (o conejo) al que debe desjarretar, cortándole la cabeza. Según algunas opiniones no se le debe cortar la cabeza, sino las extremidades, las patas, pues eso es precisamente lo que significa "desjarretar", cortas las patas por el jarrete. También significa debilitar, dejar sin fuerzas a uno.
Cada pareja debía desarrollar el mismo ceremonial y desjarretar su correspondiente gallo, gallina o conejo por turno.
Los pollos, uno a uno, han ido pasando del ramo o pendón adornado con una cabeza de dragón, al suelo donde han sido desjarretados, entre los aplausos de los circunstantes.
Pero para recibir los aplausos cada mozo o moza tenía que ejecutar su cometido como estaba mandado, con la espada en su mano derecha y la otra mano sobre la cadera, bailando al son de la danza sin interrupción siempre sobre un solo pie, siempre sobre el mismo y en torno al animal que estaba en el suelo y desjarretarlo a un máximo de tres golpes. En caso contrario recibía la rechifla de la concurrencia que así manifestaba su desaprobación. Podríamos decir que se trataba de una ceremonia o faena que debía realizarse con toda exactitud, como la lidia de un toro, como la ejecución de una de las suertes del toreo, pero con otros animales.
Normalmente actuaban doce parejas que sacrificaban doce animales, aunque también podían ser menos.
Cuando todas las parejas habían actuado y ejecutado su turno, bailaban formando corro una jota castellana y un pasodoble dentro del círculo formado por el público que contempla el espectáculo.
El acto duraba una hora aproximadamente. Una hora que a los pozanos les trae la añoranza de sus antepasados que en tal fecha, en este mismo lugar, en el Conjuradero, celebraban esta misma costumbre ritual y esta fiesta hace cientos de años.
La fiesta termina, pero en ese mismo momento comienza a prepararse la del año próximo. Pues los jóvenes que deseen participar empiezan a solicitarlo a las autoridades al terminar ésta.
De esta forma se mantiene la ilusión, la esperanza y también la preocupación por intentar emular y superar a los antecesores.
Después viene lo típico de las romerías: música y baile, mientras con los animales sacrificados se organiza una merienda en la que participan los mozos y las mozas que han sido protagonistas de este rito, costumbre, tradición, fiesta y romería.
Después todo llega a su final cuando se guardan las antiguas espadas toledanas y los tradicionales trajes típicos que se han lucido espléndidamente, para tenerlos a punto para el año siguiente, un año más para que la cadena no se rompa.
Por razones de participación popular, la Cofradía de San Blas en colaboración con la Comisión que se encarga de organizar los festejos decidieron en su día celebrar esta fiesta del "Escarrete" el primer domingo de febrero, con lo cual la concurrencia aumentó considerablemente.
Como todas las cosas, esta fiesta sufrió una crisis durante la cual estuvo interrumpida casi tres lustros durante los cuales la fiesta decayó hasta el punto que estuvo en trance de desaparecer, pero volvió a reanudarse su celebración con nuevos bríos e ilusiones hacia el año 1974 y siguientes. Los pozanos, que son los protagonistas de esta fiesta, para organizar ésta u otra no necesitan más que un motivo o razón poderosa que les impulse a ello, porque lo demás o lo tienen o se lo inventan.
Tienen siempre buen humor. No es pueblo el pozano que críe rencores y para la juerga, como para el trabajo, los pozanos saben estar siempre unidos. Las mujeres, alegres y que nunca se echan atrás, son las primeras colaboradoras con sus posibilidades y la gracia tan peculiar de las pozanas para que esta fiesta, como otras muchas típicas que celebra el pueblo a lo largo del año, no desmerezcan de la herencia de sus antepasados.
De siempre hay en Poza un vinillo chacolí, propio del país que también contribuye al éxito de la fiesta.
Tienen buenos músicos y finos cantores. Los primeros están siempre dispuestos con sus instrumentos de viento para colaborar a la brillantez de las fiestas. Los músicos están integrados en una Banda Municipal que es veterana y rodeada de una fama ganada a pulso, debida a su calidad musical.
Y, por si fuera poco, Poza de la Sal es un rincón geográfico peculiar y característico, muy pintoresco con sus empinadas calles empedradas y sus casas antiguas, que lo constituye, por sus condiciones ambientales, como el escenario cabal para el desarrollo de estas costumbres y este folklore que allí se han conservado como un tesoro popular.
Narciso Padrones Nuñez (11) y otros medios informativos han contribuido a dar a conocer esta peculiar fiesta y costumbre de Poza en esta nueva etapa en la que parece alcanzar un nuevo esplendor popular (12).
Sobre el motivo de celebrarse esta fiesta en el día de San Blas, no se sabe exactamente la razón. En el libro Poza de la Sal y los Pozanos se dice: "Esta fiesta ha llegado a nosotros con la danza de "El Escarrete" que, probablemente al quedar desvinculada de otras fiestas, la hicieron suya los cofrades del santo" (13).
En la actualidad se celebran fiestas de gallos dentro de la provincia de Burgos en Mecerreyes, durante los días de Carnaval. Allí se pone al gallo colgando y el que le va a ejecutar lleva los ojos vendados y durante la ejecución está molestando y estorbando el personaje llamado zangarrón (14).
En Salas de los Infantes (BURGOS) la fiesta de gallos se celebra con motivo del día de Santa Cecilia (15).
De esta fiesta de gallos en Salas de los Infantes encontramos una descripción en un libro moderno que recoge algunas fiestas de Castilla-León (16):
La muerte del gallo, en SALAS DE LOS INFANTES (BURGOS).
"Cuando el día 21 se encienda en el centro de la plaza del Barrio de la Costana una monumental hoguera que haría palidecer de envidia a las mediterráneas de la noche de San Juan, habrán comenzado las fiestas en honor de Santa Cecilia en el pueblo burgalés de Salas de los Infantes, una de las últimas del año en nuestra región.
En esta hoguera, que arderá ininterrumpidamente hasta el día 24, se queman de una forma simbólica todas las rencillas, envidias, discordias, desavenencias, peloteras y trifulcas que se han producido durante el año entre todos los vecinos de Salas. La hoguera no se puede apagar durante esos días y por eso es cuidadosamente vigilada, día y noche, por los mozos de la peña "La Costana", que no dejan de apilar trastos viejos para alimentar las voraces llamas. El fuego puede tener múltiples manifestaciones e interpretaciones en las fiestas populares, pero en este caso concreto parece indudable su función purificadora, puesto que durante estos días todo el mundo se da la mano y todos vuelven a ser amigos. Eso por lo menos es lo que cuentan.
Entre todos los festejos que tienen lugar esos días en tomo a la hoguera de la Costana, el día de Santa Cecilia, se produce la muerte del gallo, costumbre muy extendida por aquí y que aún cobra interés y fuerza en algunos pueblos, aunque en otros haya caído en desuso o se le considere una salvajada que hay que recordar, pero no llevar a efecto.
El caso es que ese día de Santa Cecilia, a eso de las cuatro de la tarde, tiene lugar la ceremonia de la muerte del gallo. De los doce que los vecinos o familiares de los mozos regalan para la fiesta se escogen cuidadosamente dos espléndidos ejemplares para que sean sacrificados de una singular forma y en público. Los diez restantes corren la misma suerte, aunque no la misma muerte. Con todos los gallos, bien preparados y condimentados, los mozos hacen una merienda para el final de la fiesta.
Los dos mejores gallos son colgados de las patas por una cuerda en la mitad de la calle. De un cabo tiran los mozos, mientras los demás, con los ojos vendados, intentan sacudir al pobre animal colgante. Algo así como la gallinita ciega, pero con otra forma y otro final.
Con la tranca en la mano pueden durar perfectamente hasta el anochecer; el espectáculo es amenizado por unas viejecitas picaronas que durante la función cantan unas coplillas alusivas ala vida de los volátiles que los mozos intentan pulverizar a palo limpio. Todo ante la hilaridad general de los vecinos, que les gritan y orientan, mal, por supuesto, para no hacer fácil la tarea de sacudir al gallo. Las coplas de las viejas son casi las mismas todos los años; que si los gallos lo han pasado bien "pispándose" a las gallinas y que por eso tienen esa muerte, etc.
Esta de Salas de los Infantes es una variante más de las fiestas de este tipo que aún quedan por la región y que también, cómo no, tiene sus detractores. Hay quien opina que lo verdaderamente importante de las fiestas de Santa Cecilia es la hoguera y no la muerte del gallo. Valoraciones aparte, esta fiesta de gallos es la primera de la temporada, porque a principios de año muchas localidades tendrán algunas ejecuciones de este tipo.
En el caso de Salas de los Infantes el aspecto lúdico de la celebración es lo más importante. Los mozos y los espectadores se lo pasan de maravilla en la tarde de Santa Cecilia con la colaboración insustituible de Jesús Contreras, que es uno de los mejores dulzaineros de la provincia".
Como queremos ir sobre seguro sólo damos testimonios de este tipo de fiestas de las que hay constancia escrita y en estas circunstancias está Guadilla de Villamar (Burgos); en este pueblo también hubo corridas de gallos (17).
Y para terminar queda la pregunta: ¿POR QUE LA MUERTE DE LOS GALLOS?
"El gallo -dice Caro Baroja- es en efecto una especie de símbolo de la vida, el expulsor de la muerte, de los espíritus malignos, diablos, brujas, etc., en el folklore indoeuropeo germánico en general".
Por su parte Mannhardt y Frazer no hubieran dudado en considerar al gallo sacrificado y al "rey" sacrificador como "espíritus vegetales" encarnados (18).
Para terminar ahora podemos recordar la interpretación de los escritores españoles del Siglo de Oro respecto al sacrificio carnavalesco del animal. Dice Covarrubias: "La razón porque se ha introducido correr los gallos por Carnestolendas, según algunos, es porque se han comido aquellas fiestas las gallinas y porque no quede solo y biudo". Pero añade: "Otros dizen significar en esto la mortificación del apetito carnal, por cuanto esta ave es luxuriosa y con tanta furia que el hijo mata al padre sobre cual de los dos subirá a la gallina" (19).
Este mismo concepto repetía Noydens en la edición del Tesoro... de 1674, pero tomándolo de un texto anterior del maestro Alexo Venegas, en 1.565:
"Carnestollendas quiere dezir privación de carnes, y a esa causa se corren los gallos, que son muy lascivos, para significar la luxuria que deve ser reprimida en todo tiempo y en especial en quaresma" (20).
"Del simbolismo cristiano a las interpretaciones etnológicas de comienzos de siglo hay una buena distancia. Pero es muy posible que cantidad de "reyes de gallos" lo hayan sido sin pensar en qué podían representar, y muy posible también que otros muchos supieran algo sobre la interpretación cristiana de la matanza, de la interpretación de hombres como el maestro Venegas o Covarrubias, pues parece que aun en los detalles más pequeños, los actos de Carnaval han sido interpretados, de la Edad Media al siglo XIX, como algo estrechamente relacionado con la moral y las costumbres y no con sacrificios protohistóricos" (21).
No vamos a hacer un estudio de esta fiesta ya que no es difícil advertir la dificultad que presenta su explicación etnológica, porque aunque tiene el denominador común del sacrificio del gallo, la realización práctica en cada localidad tiene unas formas e incluso unas motivaciones distintas.
Hay una gran diferencia, por ejemplo, según quienes sean los protagonistas del sacrificio de los gallos: quintos de cada año, mozos en general, mozas solas, mozas y mozos, etc.
Luis Díaz Viana y otros autores han analizado todas las variantes que se dan en las fiestas de gallos en Castilla-León y las diferentes tesis que pueden establecerse según sea el valor dominante que en el gallo se quiere resaltar.
Remitimos a estos trabajos publicados en Revista de Folklore (22).
Antes de dar por terminado este trabajo queremos completarlo con un testimonio de Antonio José.
En su Colección de Cantos populares burgaleses (Nuevo Cancionero Burgalés) comentando la canción o tonada 118 dice:
"A la tonada que sigue la llamaban "del gallo". Me contaron (no lo vi) que en una fiesta típica del Valle (Valle de Valdivielso) mataron un gallo cortándole la cabeza y, mientras muere, danzan en su rededor cantando. Me fue imposible apuntar la letra" (23). Esta tonada la recogió en Quecedo de Valdivielso.
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NOTAS
(1) FEDERICO OLMEDA, Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos, Burgos, 1975, págs. 72-73.
(2) Cuando esto escribió D. Domingo Hergueta este pueblo pertenecía a la diócesis de Burgos, que posteriormente en la década de 1950, al reestructurarse las diócesis de Burgos, Logroño, Palencia y de Osma-Soria, pasó a la de Logroño, Calahorra y la Calzada, por pertenecer a la provincia de Logroño.
(3) DOMINGO HERGUETA MARTIN, Folklore burgalés. Edit. Diputación Provincial de Burgos, 1989, págs. 164-166.
(4) MANUEL GUERRA GOMEZ, Constantes religiosas europeas y Sotoscuevenses. Ojo Guareña, cuna de Castilla. Edit. Aldecoa, Burgos, 1973, pág. 525 y nota 10.
(5).JUSTO DEL RIO VELASCO -RAMON INCLAN LEIVA "IGNOTUS", Danzas típicas burgalesas. Burgos, 1975, pág. 74. Música de la danza del gallo en la pág. 84.
(6) Esta versión fue recogida con motivo de presentarse al I Certamen Radiofónico escolar de la provincia de Burgos, organizado por la emisora Radio Popular de Burgos el 20 de Abril de 1972. Fue interpretado por un grupo de señoras que en su juventud lo habían realizado como protagonistas en su pueblo natal, Atapuerca.
(7) JULIO CARO BAROJA, El Carnaval. Taurus Ediciones, Madrid, 1983, pág. 86-87.
(8) DOMINGO HERGUETA MARTIN, "Folklore Burgalés", en Revista Castellana, año V, núm.3l, Valladolid, 1919, págs. 79-80,
(9)JULIO CARO BAROJA, op. Cit. pág. 87.
(10) JUSTO DEL RIO -RAMON INCLAN LEIVA. Danzas típicas burgalesas, pág. 106.
(11) NARCISO PADRONES NUÑEZ, en "Diario de Burgos", 5 de Febrero de 1975 y 2 de Febrero de 1975.
(12) VICENTE RUIZ DE MENCIA, en el periódico "la voz de Castilla", 4 de Febrero de 1975.
(13) FELICIANO MARTINEZ ARCHAGA, Poza de la Sal y los Pozanos, Burgos, 1984, pág. 115.
(14) DOMINGO REPRESA, Villafrechós de Campos: "Aproximación a las formas rituales, en Revista de Folklore, Valladolid, nº 118, págs. 124-125.
(15) DOMINGO REPRESA. Id. id. Es un estudio interesante sobre las fiestas de gallos, ofreciendo aportaciones y datos de localidades de Castilla-León en que se celebran fiestas de este tipo.
(16) CARLOS BLANCO, Las fiestas de aquí Ambito Ediciones. Valladolid, 1983, págs. 135-137.
(17) JOSE DE LA FUENTE: "Sobre corridas de gallos, relativos a Guadilla de Villamar (Burgos)" en Revista de Tradiciones populares, I, cuads.. 1º y 2º, Madrid, 1944, pág. 346.
(18) JULIO CARO BAROJA, El Carnaval. Taurus, Madrid, 1983, pág. 89.
(19) COVARRUBLAS: Tesoro... fol. 425 v.
(20) SAMUEL GILI, Tesoro Lexicográfico... fascículo III, pág. 491,C y" Agonía del tránsito de la muerte", en Escritores Místicos Españoles, I (XVI de la NBAE), Madrid, 1911, pág. 292.
(21) JULIO CARO BAROJA, Op. Cit. pág. 89.
(22) LUIS DIAZ VIANA, "Juegos de gallos: Formas, textos e interpretaciones. Revista de Folklore, nº 24. Valladolid. MODESTO MARTIN CEBRIAN: "Los Quintos", Revista de Folklore, nº 43. Valladolid. DOMINGO REPRESA: Villafrechós de Campos, "Aproximación a las formas rituales. Revista de Folklore, nº 118. Valladolid. JOSE ANTONIO QUIJERA PEREZ: "Las carreras de gallos en La Rioja", Revista de Folklore, nº. 120. Valladolid.
(23) ANTONIO JOSE MARTINEZ PALACIOS. Colección de Cantos populares burgaleses. Unión musical Española, Madrid, 1980, pág. 139.