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En el cotidiano vivir de una comunidad rural los acontecimientos relacionados con el ciclo vital: nacimientos, bautizos, noviazgo, matrimonio, defunciones,... rompen la monotonía diaria.
Uno de los momentos más festivos lo constituyen las bodas, que de alguna manera implicaban a todos los vecinos. Desde luego no todos los enlaces eran idénticos; circunstancias familiares o las fechas de celebración hacían que tuviesen distinta relevancia, unas eran mas sonadas que otras. Lo que sí tenían todas era un ambiente familiar de fiesta y alegría que se trasmitía a todo el pueblo, y todo el pueblo disfrutaba, en alguna medida de ellos.
Actualmente han perdido todo el sabor que tenían antaño. Apenas se mantienen costumbres relacionadas con unas celebraciones tan singulares como son las bodas.
Vamos a acercarnos, no sin cierta curiosidad, a cómo se celebraban las bodas en un pueblo de Tierra de Campos hace unas cuantas décadas (1 ).
PREPARATIVOS
Unos meses antes, que era cuando el novio "entraba en casa", comenzaban los preparativos de la boda. Los novios fijaban un día para que los padres del novio fuesen a casa de la novia para ponerse de acuerdo en todo lo relacionado con el enlace de sus hijos: era el "día de la pedida" (2).
Puestos de acuerdo se comunicaba al Sr. Cura el deseo de la pareja de contraer matrimonio a fin de que fuese preparando las Amonestaciones.
Relacionado con el sacramento, unos día antes de la boda -podía ser la víspera-, el Sr. Cura "examinaba" a los novios de la doctrina cristiana.
INVITACIONES
Un mes antes de la boda, las madres de los novios o algún familiar, ante la falta de alguna de ellas, iban casa por casa a invitar personalmente a familiares y amistades, siempre a los más directos, cuando se trataba de la familia, y a los más íntimos cuando eran amigos (3).
Era costumbre "dar parte de la boda" a familiares más lejanos y a amistades o vecinos aunque no fueran invitados a la boda.
AMONESTACIONES
Tres eran las amonestaciones, aunque a veces solamente se hacía una, estando en función del tiempo con que se había comunicado al Sr. Cura la fecha de la boda, la reducción de éstas.
Eran leídas por el Sr. Cura al finalizar la misa de cada uno de los tres domingos anteriores a la celebración del enlace (4). Se hacía público el casamiento por si había algún impedimento que hiciera nulo el matrimonio, obligación que tenían los feligreses de comunicar al Sr. Cura tal circunstancia.
En la puerta de la iglesia siempre se colocaba un escrito, donde quedaba constancia del enlace y de cada una de las amonestaciones.
La primera amonestación se la conocía como la de "las manos": era el día de "las mandas" (5). Ese día los novios recibían los primeros regalos. Podían ser éstos en especie; también los recibían en dinero, muebles o menaje para el hogar. Lo festivo de esta primera amonestación era el baile que los invitados preparaban en casa de la novia o en alguna panera preparada al efecto. El acompañamiento musical iba desde el pianillo a instrumentos más sencillos como acordeones diatónicos o dulzainas, e incluso panderetas junto con instrumentos caseros para hacer ritmo: almirez, botella de anís, cucharas,...
El baile se completaba con un refresco a base de dulces caseros, vino y licores.
Mientras los jóvenes se divertían con el baile, los "entrados en años" jugaban al truque (6). La celebración de esta amonestación ocupaba el sábado y el domingo por la noche.
La segunda amonestación era la de la "enhorabuena". Los novios y los acompañantes se juntaban a comer en casa de la novia. Estos acompañantes, que solían ser un primo del novio y una prima de la novia, tenían como misión no dejar nunca sólos a los novios.
El baile y el refresco en casa de la novia, tanto el sábado como el domingo, junto con el juego de cartas para los mayores, ponían la nota de fiesta.
La tercera amonestación tenía nuevamente en el baile y el refresco la manifestación de alegría por el casamiento. Solía salirse en grupos a recorrer el pueblo cantando canciones populares y típicas de boda.
Estas reuniones de los invitados, previas al día de la boda, se prestaban para que los más jóvenes, chicos y chicas, se pusiesen de acuerdo, para el día del enlace, "hacer plato" (7).
LA VISPERA DE LA BODA
Por la tarde novios y acompañantes iban, casa por casa de los invitados, a recordarles que acudieran a la boda. La fórmula era: "Estáis invitados a misa y mesa" o "Estáis invitados a misa y refresco".
La familia de los novios, abuelos, padres y hermanos, junto con los acompañantes, comían asadurillas de los corderos o los callos de la ternera, sacrificados para el convite del día siguiente. No faltaba el baile y el truque.
EL DIA DE LA BODA
Ha llegado el día cumbre de la celebración. Los invitados, semanas antes, han visitado al sastre y a la modista para hacerse las ropas que lucirán ese día.
Al tañer de la campana de la parroquia, los invitados del novio y de la novia acudirán a las respectivas casas ataviados de sus mejores galas.
Los invitados del novio saldrán de casa de éste para dirigirse a casa de la novia acompañándole, desde donde, ya todos juntos, partirán hacia la iglesia.
Encabeza la comitiva la novia del brazo del padrino y le sigue el novio del brazo de la madrina; a continuación van todos los invitados. Mientras el cortejo se dirige lentamente a la parroquia, los vecinos salen a las calles de paso de la misma o se acercan a los aledaños del templo a ver la boda. No faltan los comentarios sobre el atuendo y la vestimenta de novios, padrinos e invitados.
Al salir de la ceremonia religiosa, los recién casados, recibirán, en el pórtico de la iglesia, la "enhorabuena".
Desde aquí se regresaba a casa de la novia, donde estaba preparado el refresco. Una vez recuperadas las fuerzas se salía por el pueblo cantando canciones populares; en algunas bodas alquilaban un organillo e iban por las plazuelas del pueblo donde se bailaba (8).
La comida se celebraba en casa de la novia. En las bodas de nuestros abuelos ésta consistía en un buen cocido a base de sopa, garbanzos, berzas, relleno, carne, tocino y chorizo. Más tarde se impuso la paella como primer plato seguido de carne: pollos o conejos guisados, cordero campero asado o ternera asada, siempre en cantidad suficiente para que la gente quedase harta. La situación económica de la familia era la que motivaba que fuese una carne u otra la consumida ese día, aunque ese día se "echaba la casa por la ventana". Los postres eran a base de arroz con leche o leche aderezada con bizcochos. Todo ello se regaba con el vino de la casa, que en ninguna solía faltar, y con licores caseros a base de aguardiente.
A veces la preparación de estas comidas de boda recaía en cocineras contratadas por las familias de los recién casados. Eran éstas mujeres del pueblo que se dedicaban a estos menesteres, por lo que se las podía considerar como cocineras profesionales para este tipo de acontecimientos.
Cuando ya la opípara comida estaba tocando a su fin, solían acercarse a la ventana de la casa un grupo espontáneo de amigos y vecinos que cantaban "Los pajarcillos".
Las estrofas de éstos cánticos podían ser:
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de una noria,
y en su lenguaje decían:
viva la señora novia.
a lo que contestaban los de la boda, como estribillo:
Vivan y revivan
los señores novios vivan y revivan
y vivamos todos.
Una nueva estrofa se dedicaba al novio
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de un olmo,
y en su lenguaje decían:
viva el señor novio.
contestando con el estribillo los de la boda.
No podían faltar estrofas que hiciesen alusión a la madrina y al padrino:
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de una encina,
y en su lenguaje decían:
Viva la señá madrina.
Vivan y revivan...
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de un negrillo,
y en su lenguaje decían:
viva el señor padrino.
Vivan y revivan...
Recibían estos improvisados cantantes, como obsequio, dulces y licor casero.
Nuevamente el baile ocupaba el resto de la tarde. Este solía ser muy concurrido, ya que a él acudía todo el pueblo: niños y mayores. Se celebraba en el "salón" o en alguna panera preparada al efecto. Después había un refresco que corría a cargo del padrino, que podía invitar a él a familiares o amigos de su parte; con el tiempo éste también fue competencia de la madrina. Se aprovechaba un receso en el baile para celebrar ese refresco.
Tras el baile de la tarde llegaba la hora de la cena. La abundancia de comida hacía que con lo que se había consumido al mediodía, y con algo más que se preparaba, estaba lista la cena. Se completaba con pasteles -borrachos-, bollos y pastas caseras, junto con el vino y los licores (9).
Después de la cena nuevamente el baile ocupaba a los invitados. Los mozos y mozas sacaban continuamente a bailar a los novios a fin de no dejarles que se escapasen y se fuesen a la cama.
Al día siguiente, que solía ser fiesta, pues las fechas de las bodas se elegían en víspera de fiesta, se reunían los familiares directos de los recién casados para terminar de comer lo que había sobrado del día anterior. Se hacía baile una vez más, con lo que se daba por concluida la boda.
Los gastos de la celebración de las amonestaciones y del día de la boda corría a cargo de ambas familias (10).
COSTUMBRES EN TORNO A LAS BODAS
No se pretende desligar las costumbres que a continuación vamos a traer a cuento, a pesar de no haberlas integrado en el desarrollo de la boda que anteriormente hemos expuesto. Hay algunas que pertenecen al noviazgo pero la mayoría son de boda. Aún se mantienen en algún caso, aunque no son específicas de esta localidad, ya que se dan en otros pueblos de la zona (11).
Pagar el piso o la media cántara:
Estas costumbres corresponden una al comienzo del noviazgo y otra al final del mismo. Tienen bastante separación en el tiempo, y aunque tienen un significado idéntico, una no suplía a la otra.
Pagar el piso (12), es un "impuesto" que debe pagar aquel mozo forastero que pretende a una moza de la localidad. Este pago le permitirá entrar a formar parte de los mozos de la localidad. El recaudador de esta especie de tributo, es el mozo de mayor edad. Como el pago solía ser en dinero, con él se compraba vino y alguna cosa más, y se tomaba en la cantina, a lo que asistían todos los mozos del pueblo.
La media cántara, es otro "impuesto", pero que no sustituía al "pago del piso". La víspera de la boda, si el novio era forastero, tenía que pagar "la media cántara", petición que hacía el mozo mayor. Con la aportación en metálico se compraba vino y pastas.
Quienes en su momento habían pagado "el piso", no se eximían de hacer lo propio con "la media cántara". Cuando la novia no vivía en el pueblo, pero sí sus padres, y prácticamente no había venido nunca al pueblo con el novio, éste no había pagado "el piso", por lo que al pagar la "media cántara" solía ser más espléndido.
Subir al Malfije:
Ya estamos en el día de la boda. Antes de comer, cuando la boda salía por el pueblo, a los novios se les subía hasta El Malfije (13). Allí había un hoyo en el suelo en el cual tenían que mear tanto el novio como la novia. Rodeados por los invitados, primero la novia y después el novio, debían cumplir con este rito. Los había que sí lo hacían, otros en cambio lo simulaban; dependía de lo pesados que se pusieran los de la boda para que
los novios no tuviesen más remedio que cumplir con la costumbre.
Ajustar la burra:
Después de la cena, antes de ir al baile, los mozos por un lado se llevaban a la novia y las mozas hacían lo propio con el novio. No les dejaban estar juntos en toda la noche hasta que el novio no daba por ella el dinero que pedían. Solían pedir bastante para así tenerlos separados hasta que terminaba el baile, y, a veces, hasta el amanecer. Era una costumbre algo pesada, llegando incluso a disgustar a las familias de los contrayentes, pues a esas horas con tanto vino y licor las cabezas no regían.
Las bromas
Los mozos y mozas urdían la preparación de alguna broma a los novios (14). Solían atar debajo del somier, dónde presumiblemente se iban a acostar, esquilas y cencerros, que al meterse en la cama comenzarían a sonar. Los mozos permanecían en la calle próximos a la casa para armar alboroto una vez oyesen los cencerros.
Como las amigas de la novia solían ser las encargadas de prepararles la cama a los novios, aprovechaban la oportunidad para poner una sola sábana en la misma, o hacer la "petaca", que no es otra cosa que doblar las sábanas de forma que al meterse en ella no pudiesen estirar las piernas.
Todo este montaje bromista se iba al traste desde el momento en que algún familiar se prestase a que los novios pasasen la "noche de bodas" en su casa. No era de extrañar esta burla a los mozos por parte de la pareja pues eran bromas que ya conocían los novios.
La cencerrada:
Cuando se celebraba algún matrimonio en el que alguno de los contrayentes, o los dos, eran viudos, se armaba un follón de padre y muy señor mío. En días precedentes, la víspera, y en el mismo día de la boda, los mozos, niños y mujeres iban en ruidosa comitiva de casa del novio a la de la novia haciendo sonar cencerros, latas y cacerolas.
A pesar de que la boda se celebraba a primeras horas de la mañana, no se libraban de la cencerrada. Esta estaba rodeada de gran parafernalia, ya que se aderezaba un carro, se colocaba un toldo, a modo de palio, donde se montaba a los novios; los protagonistas de este montaje se disfrazaban con rodaos y de la forma más chabacana posible. De esta forma se recorría el pueblo haciendo gran alboroto, seguidos de toda la chiquillería, de mozos y adultos (15).
La tornaboda:
Esta costumbre no tenía arraigo en esta localidad, aunque sí estaba presente en los ritos de boda de algunos pueblos de la Tierra de Campos, o de los que rodean la comarca (16).
Como antes apunté, al día siguiente de la boda se juntaban a comer los padres de los novios y hermanos, el nuevo matrimonio y los acompañantes, que habían sido celosos vigilantes de la pareja. Después iban todos al baile con lo que se daba por concluida la boda.
La luna de miel:
Esta costumbre antiguamente tenía poco arraigo entre las gentes de los pueblos, no así ahora que es como una obligación salir de "viaje de novios". Para la gente humilde la "luna de miel" era ir a trabajar al día siguiente.
Hay que exceptuar a algunos pudientes que sí podían hacer un viajecito, concretamente a Madrid o a la capital de la provincia.
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NOTAS
(1) Las bodas en sus modos de celebración han ido cambiando poco a poco. Algunos aspectos de las mismas nos retrotraen a los años veinte. Otros ritos aún se han mantenido hasta apenas tres décadas, pero hoy en día apenas se continúa con esas costumbres, al tiempo que se han ido implantando otras nuevas. La información recibida ha sido de personas que rondan los 70 años:
Demetrio Fernández 66 años
Angeles Herrero 69 años
Ildefonsa Herrero 68 años
Sarvelio Villar 70 años
(2) No tenía una especial relevancia, pues la costumbre de hacerse los novios los regalos de pedida es bastante reciente, aunque toda la preparación de la boda con todo lo que llevaba implícito, requería un tiempo.
(3) Los invitados, cuando se trataba de primos en primer grado, al ser familias de bastantes miembros, eran dos por casa. Este también era el número de los invitados por casa, de amistades o vecinos.
(4) La fórmula utilizada por el Sr. cura, era, y aún sigue siendo más o menos igual: "Quieren contraer matrimonio canónico fulano de tal, natural de ...hijo de... y de ...con menganita de tal, natural de ...hija de ...y de ...Si alguna persona conoce algún motivo por el cual este matrimonio no pudiese celebrarse, debe comunicarlo...
(5) Este deriva de la fórmula que se utilizaba para la presentación o el ofrecimiento de los regalos de boda: "Yo te mando un celemín de lentejas", "Yo te mando... una fanega de garbanzos", "Yo te mando media docena de sillas". Lo que no me han sabido explicar los informantes es el nombre dado a esta amonestación: la de "las manos".
(6) Es un juego de cartas para varios jugadores, siempre un número par (2, 4, 6, 8). Se eligen de cada palo las siguientes cartas: 3, 2, as, rey, caballo, sota y siete; el valor, de mayor a menor, es ese. Cada jugador recibe tres cartas. En su enfrentamiento con un jugador del equipo contrario, de las tres bazas posibles hay que ganar dos. Se juega al mejor de dos panillas; cada panilla es de 21 tantos. En cada jugada se pueden hacer, uno, tres o seis tantos depende cómo se plantee la jugada.
(7) Las casas no disponían de vajilla o mobiliario suficiente para hacer frente a este tipo de celebraciones, había que recurrir a familiares, vecinos y amigos quienes prestaban platos, vasos, cubiertos, mesas y sillas, que se marcaban para saber a quien pertenecía cada cosa. La costumbre que había en las casas de comer todos de la cazuela, en la boda no llegaba a tanto pero, sobre todo en niños y jóvenes solía ponerse un plato para dos, de ahí que los mocitos y mocitas se emparejasen previamente para comer en el mismo plato.
(8) Se recurría para el baile al dulzainero que no solía faltar en esta localidad -un bisabuelo y un tío abuelo de quien esto escribe tocaban la dulzaina-. Pero lo más socorrido era el organillo, que se alquilaba. En Castroverde había una familia que se dedicaba a afinar pianillos y los alquilaba para las bodas y fiestas. También contaba el pueblo, aparte del baile del Casino sólo para las familias acomodadas, con un salón de baile: La Casa de la Manceba, que contaba con uno de estos pianillos y que también alquilaban para bodas. Se colocaba en un carro tirado por un burro y se recorría haciendo paradas en las plazuelas donde se formaba el baile.
(9) Siempre ha contado Castroverde con buenos confiteros. Familias de éstos se asentaron, hace años, en Valladolid. Se dedicaban a abastecer de pasteles y dulces a los pueblos del entorno en bodas y fiestas patronales y de cofradías.
En las bodas, además de los bollos y pastas que se hacían en los hornos de casa, siempre se compraba bollería más fina a los confiteros de la localidad.
Los licores se hacían con aguardiente: licor café, licor de azúcar o con azafrán.
(10) Las fechas que generalmente se elegían para bodas, era después de verano, cuando se había vendido la cosecha y las "arcas estaban llenas".
(11) Modesto Martín Cebrián (Rev. de Folklore, n.º 87) ha estudiado los ritos que rodean el noviazgo y al matrimonio en la localidad de Villabrágima, siendo, alguno de estos ritos, similares a los de Castroverde.
(12) Pagar el piso es una costumbre muy extendida como se comprueba en los trabajos de Jose M.ª Domínguez, Félix Barroso y Modesto Martín Cebrián (Rev. de Folklore, n.º: 75, 67 y 87).
(13) El Malfije es una zona elevada de la localidad donde, bajo su suelo, están excavadas múltiples bodegas. Según Pascual Martínez Sopena (La Tierra de Campos Occidental) en esa zona estaría asentado el Castro o Castillo de Castroverde.
(14) Las bromas que se daban a los novios son muy parecidas a las de otros pueblos de la Tierra de Campos o de la zona próxima (Modesto Martín Cebrián, op. cit. y Angel Lera de Isla; Bautizos, Bodas y entierros, Cuadernos Vallisoletanos n.º 9).
(15) Las cencerradas que recuerdan los informantes son similares a las que se han dado en otros pueblos de la comarca o pueblos limítrofes, en cuanto a desarrollo, útiles para hacer ruidos, pasearles en carros, etc... ( Modesto Martín Cebrián op. cit. y Angel Lera de Isla op. cit.)
(16) Parece que la Tornaboda no ha sido costumbre muy extendida por los pueblos de Tierra de Campos, y si, en cambio, en zona limítrofe a esta comarca, como en el caso de Urueña (Ángel Lera de Isla, op. cit.) o Pobladura de Sotiedra (Luisa Carmona, 77 años).