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En un recorrido por diversos pueblos del Pirineo aragonés, pertenecientes todos ellos a la provincia de Huesca, al transitar sus calles llama la atención la presencia de diversos signos en las puertas de entrada a las casas. Signos que, tras indagar en su significado, descubrimos que tienen un carácter protector y defensivo. Los hemos hallado de cuatro tipos:
-Signos vegetales.
-Signos animales.
-Herrajes.
-Signos cristianos (1).
PUEBLOS DEL SOBRARBE
Se halla situada esta comarca oscense en el centro-norte de la provincia, y comprende los territorios de los ríos Ara y Cinca. En ella se encuentran los valles de Broto, Puértolas, Bielsa y Gistaín. Y llega hasta la montaña subpirenaica, en la que se halla el pueblo de Aínsa, en el ángulo que forma la desembocadura del Ara en el Cinca (2).
AINSA
Este pueblo da acceso a la comarca del Sobrarbe y está considerado como su capital. En él aparecen diversos tipos de signos protectores en las puertas de sus casas: vegetales, animales y cristianos, que vamos a enumerar.
Signos vegetales:
-Ramas de «olivera» (nombre que recibe el olivo), metidas entre el llamador o en la rendija de unión de dos tablas de la puerta. Le preguntamos a un hombre mayor del pueblo sobre el sentido que le dan a estas ramas colocadas en las puertas, y nos dice que existe en el pueblo la costumbre de ponerlas, junto a los llamadores, una vez que han sido bendecidas el Domingo de Ramos, y también se clavan -según nos dice- en medio de los sembrados de cereal; el sentido es el de proteger, tanto las viviendas como los sembrados, de las malas tormentas. Tal como indica Ramón Violant i Simorra, en todo el Pirineo está muy extendida la creencia de que las tormentas son producidas por el demonio y por las brujas, y se cree que las brujas (en concreto en Gistaín, pueblo del que ya hablaremos) van delante de las nubes, en forma de pájaros (3). Con lo cual estas ramas de olivera, bendecidas el Domingo de Ramos y colocadas en las puertas de las casas serían no sólo un amuleto protector contra las malas tormentas, sino también, indirectamente, contra las brujas. A la vez, como acabamos de ver, en la comarca del Sobrabe existe la costumbre de hincar estos ramos bendecidos en medio de los sembrados por el temor al pedrisco, que destruye las cosechas: de ella nos informa también Severino Pallaruelo en su Viaje por los Pirineos misteriosos de Aragón (4).
-Espigas de cebada: Hemos encontrado unas espigas de cebada, colocadas en una puerta de los soportales de la plaza del pueblo y sujetas entre la hojalata de un detente. Sobre este amuleto vegetal protector se dice lo siguiente en una guía pirenaica de plantas medicinales: «Aún más, para huyentar las brujas de una casa, se cuelga «cebadeta» (cebada verde espigada) esa misma noche mágica [se refiere a la de San Juan] del techo del patio de entrada, formando manojo con ruda y siempreviva» (5). En Aínsa, estas espigas verdes de cebada se colocan en las puertas de entrada de las casas, y presumiblemente tienen, según la anterior cita, la finalidad de ahuyentar a las brujas de la casa.
Signos animales:
-Patas de jabalí, con sus pezuñas, clavadas en la madera de las puertas. Nos hemos encontrado con dos casos: una puerta, con dos, una colocada debajo de otra, y otra con cuatro, alineadas horizontalmente. Cuando hemos preguntado a un vecino por su significado, nos ha dicho que estaban en la casa de un cazador y que las clavaba por el gusto de mostrar lo cazado; según esta respuesta, que nos van a seguir dando en otros pueblos, cumplirían un papel de identificación: mostrar a la comunidad quién es el cazador, a la vez que tienen un papel de exhibición de los trofeos de la caza. Violant i Simorra, cuando habla de estos amuletos, los llama «de significado desconocido» y da una explicación sobre ellos similar a la que nos han dado a nosotros: «Clavan a la puerta la cabeza y patas de cigüeña, águila y otras aves de rapiña, y los colmillos de los jabalíes, como cosa de presunción del cazador que ha cobrado dichas piezas» (6). Podemos pensar que, al igual que las figuras de animales que pintaban los hombres primitivos en paredes rocosas y cuevas, estos amuletos animales, clavados en las puertas pirenaicas, tienen una finalidad mágica y protectora.
Signos cristianos:
-Cruces grabadas en la madera de las puertas, con un recuadro, grabado también, debajo de la cruz, en el que se pone el año de fabricación e instalación de la puerta en la entrada de la casa. Todas las que hemos tenido ocasión de ver pertenecen al siglo XIX y tienen las siguientes fechas: 1822 (la más antigua encontrada), 1826, 1830, 1833, 1839, 1844, 1847 (fecha que aparece en una de estas marcas, en el dintel de granito de una ventana situada en el piso bajo de una vivienda), 1859 y 1860. Indudablemente, estas marcas de cruces tienen un sentido protector cristiano, a la vez que suponen una muestra de que los habitantes de la vivienda pertenecen a esta religión.
-Detentes de hojalata, rectangulares, que tienen una representación policroma del Sagrado Corazón de Jesús, clavados en las puertas, con la siguiente leyenda: «Bendeciré las casas donde se exponga y venere la imagen de mi corazón.» En ellos el carácter protector cristiano queda patente.
TELLA
En Tella, otro pueblo del Sobrarbe en cuyo término existe un dolmen o cista funeraria con una vista a la inmensidad montañosa pirenaica, nos informan dos ancianos y un hombre adulto de la costumbre de poner, como en Aínsa, en las puertas los ramos bendecidos el Domingo de Ramos, bien de olivera (traídos de fuera, al no haberlos en el pueblo), de abete (abeto) o de romero; y -según nos dicen- se clavan también en medio de los sembrados de cereal. El significado que dan a esta práctica es el de librar a las casas de las malas tormentas, y a los campos, del pedrisco.
Conocen asimismo la costumbre de clavar en las puertas las patas de jabalí y garras de aves, costumbre -nos dicen- de los cazadores (uno de ellos, el adulto, lo era) por el capricho de exhibirlas: «Tienen ese capricho», nos indican.
VALLE DE GISTAIN
De este valle pirenaico de la comarca del Sobrarbe recogimos noticias sobre los signos protectores en los pueblos de Plan y de San Juan de Plan.
SAN JUAN DE PLAN
Descubrimos en la puerta de una casa del pueblo un ramo de abeto colocado en ella. Y el hombre que nos enseña el Museo Etnológico que han instalado en el pueblo (el señor Mamés Fillat, de 65 años) nos explica que se pone un ramito de alebro (acebo), y ahora ya de abete (abeto) o de bucho (boj), bendecido el Domingo de Ramos, tanto en las puertas de las casas como en las de las cuadras y en las bordas (corrales del ganado, situados en el monte y en las afueras del pueblo), para librar a las personas y animales de las brujas y malos espíritus. Recordemos que -según Violant i Simorra- en el valle de Gistaín se cree que las brujas van delante de las nubes, en forma de pájaros. Por lo que estos ramos bendecidos protegen tanto contra las malas tormentas como contra las brujas. También nos informa el señor Mamés sobre amuletos que se colocan en las chimeneas (piedras, algunas en forma de cruz) y en las campanas de las cocinas (hechos de madera) contra los malos espíritus.
PLAN
En nuestro recorrido por este pueblo vemos clavada en una puerta la garra de un ave. Preguntamos por ella a un hombre mayor, ya anciano, que pasa por la calle, y nos contesta que es una casa de cazador y que la pone porque tiene ese gusto.
El mismo hombre nos habla de que se creía en las brujas en Plan. Y nos dice que los vecinos iban a Francia (que se encuentra detrás del valle) a consultar a los devinadors (adivinos) y que éstos les decían quiénes eran las brujas.
El nos dice que no cree en ellas, y que sólo es posible hacer daño a una persona echando algo malo en la comida o en la bebida. Y nos relata una historia reciente -según dice- de malos espíritus, y la refiere al vecino pueblo de San Juan de Plan:
En una casa se oía todas las noches un ruido, del estilo del que hace la máquina de madera de cerner harina. La mujer de la casa; asustada, se fue a confesar al cura y le contó el caso; el cura le dijo que escribiera con lápiz en un papel cuántas misas quería encargar y que lo pusiera en el lugar de donde provenía el ruido, y, claro, que le dijera a él el número de las misas encargadas que había anotado. La mujer le dijo, por ejemplo, «cinco misas», y una vez dichas y cobradas por el cura, cesó el ruido de los malos espíritus.
Sobre brujas y adivinos de brujas nos dice Severino Pallaruelo algo que concuerda con las palabras de nuestro informante: «En primer lugar, si alguien se consideraba víctima de la maldad de una bruja o brujón, debía confirmar si sus males eran -en efecto- fruto de la acción de brujas. Una vez confirmado esto, debía conocer al brujón o bruja que había dado el mal. Para conocer estos datos era frecuente acudir al adivino, «devinador» o «devinaire». Resulta curioso comprobar cómo, en varios casos muy alejados entre sí, dentro de estas montañas, estos adivinos o «,devinadors» eran franceses» (7).
Del miedo de nuestro informante al daño que hacen las brujas mediante la comida o la bebida, habla Violant i Simorra y lo cita con el nombre de: el. «mal dado»: «Respondiendo a la idea de que las brujas pueden producir el mal dando dé beber o comer algo preparado por ellas, o solamente tocándolo con sus manos u otra parte de su cuerpo, los antiguos pallareses procuraban no aceptar nada de ninguna persona que sospecharan que practicaba la brujería» (8). Y el mal dado no sólo afecta a las personas y a los ganados, sino también a los campos y a las cosechas.
PUEBLOS DE LA RIBAGORZA
Repartida entre tierras aragonesas y catalanas se encuentra La Ribagorza, una demarcación que no forma una comarca natural geográfica. Dentro de ella, en el noreste de la provincia de Huesca, se hallan los pueblos de los altos valles del río Isábena, en los que ya se advierte una bien marcada influencia catalana.
NERIL
En una brevísima guía de los pueblos del Isábena, leemos sobre este pueblo: «En alguna puerta de sus casas podemos ver signos mágicos de protección de brujas y malos espíritus, que antiguamente se colocaban también en fachadas, chimeneas de las casas y en lugares estratégicos del monte» (9).
En nuestro recorrido por Neril solamente descubrimos la puerta de una casa con signos protectores clavados en ella; se trata de elementos de caza, alineados horizontalmente en la parte alta de la puerta, de izquierda a derecha, por el siguiente orden:
-Tres rabos de jabalí, seguidos.
-Una pezuña de jabalí.
-Dos patas de buho con sus garras, y en medio de ellas, una ramita de olivo.
-Un cuerno de sarrio (cabra montesa pirenaica).
-Una pezuña de jabalí.
Al contemplar la puerta, llamamos a la casa, y la dueña, cuando le preguntamos, nos dice que su marido es cazador y que por eso clavan en la puerta esas partes de los animales cazados, como trofeos de caza, por el gusto de ponerlos. Respuesta que coincide con las que nos han ido dando en los lugares donde se clavan estos amuletos animales. El significado de la ramita de olivera coincide con el que ya hemos dado.
LASPAULES
Nos encontramos en este pueblo con un cura, Domingo Subías Armengol, interesado por la cultura popular de la zona y que ha creado un Museo (Parroquial) Rural. En dicho museo se exponen unos manuscritos de finales del siglo XVI del «Consell de Laspauls de Ribagorza», en los que se habla de brujas. Adquirimos un cartel titulado «Visitas culturales a lugares históricos de los alrededores de Laspaúles, citados en los manuscritos del siglo XVI», en el que se habla de dos enclaves cercanos al pueblo: Torre de Amat y Rodero de Sant Roc como «lugar de ejecución de brujas». Posiblemente, los amuletos animales de la puerta de Neril tengan algún significado de defensa y protección contra las brujas, que ya eran ejecutadas por estos parajes durante el siglo XVI.
Le preguntamos a una mujer madura por las ramitas puestas en las puertas y nos da la explicación de protección contra las malas tormentas. Aunque un hombre al que nos hemos encontrado antes nos habló de un significado de protección contra cualquier cosa mala (un robo, ¿las brujas?..).
PUEBLOS DE LA COMARCA DE JACA O DE ARAGON
Esta antigua comarca, que constituye el territorio aragonés primitivo, está formada por las tierras del curso alto de los ríos Aragón y Gállego, y en ella están enclavados los valles de Ansá, de Hecho, de Canfranc y de Tena, además de la llanura de Jaca.
ANSO
No descubrimos en las puertas de Ansó ramos bendecidos ni amuletos animales. Nos llama la atención un curioso herraje en la cerradura de la puerta de entrada a una vivienda. Representa una cruz tallada en el hueco del hierro, que desprende haces de luz, y de espaldas a ella, como escapando, un animal que, sin embargo, vuelve hacia ella la cabeza. El dueño de la casa nos dice que el herraje está allí desde hace mucho tiempo, y nos da su significado: la cruz desprende luz y representa el bien, lo bueno; mientras que el animal (una pantera, un tigre o de especie parecida) representa al demonio, que escapa de la luz que la cruz desprende. Con la cruz, así representada, y el demonio huyendo ante su presencia, se pretende proteger a la casa del mal.
Otros herrajes aparecen en otras puertas del pueblo, pero posiblemente ya con un carácter de mero adorno.
SIRESA
En una casa antigua y pirenaica, hemosísima, junto a la colegiata románica, vemos en su puerta un herraje con una incisión en su parte superior que representa una cruz, con un carácter posiblemente protector de la casa, contra el mal, que en el Pirineo aragonés se concreta, como hemos ido viendo, en las malas tormentas y en las brujas, que destruyen las viviendas y provocan desgracias en sus moradores
HECHO
En el herraje de la puerta de una casa, en su parte superior, descubrimos una forma que se asemeja a la luna creciendo; puede tratarse acaso de un creciente lunar, con un carácter protector contra las brujas y malas influencias. Los crecientes lunares en los herrajes de las puertas son abundantes en Toledo y Extremadura, y sabemos que tienen ese carácter protector, como podría tenerlo el descubierto en Hecho.
NOTAS:
(1) Los datos e informaciones en los que se basa el presente trabajo fueron recogidos durante una estancia pirenaica en el verano de 1988. Nos acompañaban Ana, Concha, Esperanza, Juana, Maria y Pablo, a los que van dedicadas estas páginas.
(2) Los datos sobre las comarcas pirenaicas citadas están tomados de: Ramón VIOLANT I SIMORRA, El Pirineo español. Vidas, usos, costumbres, creencias y tradiciones de una cultura milenaria que desaparece. Madrid, 1949, Capítulo I, págs. 31-52.
(Existe edición facsímil en dos volúmenes: Vol. I, Barcelona, 1985. Vol. II, Barcelona, 1986).
(3) Ramón VIOLANT I SIMORRA: Op. cit., Pág. 534.
(4) Severino PALLARUELO CAMPO: Viaje por los Pirineos misteriosos de Aragón, Zaragoza, 1984, págs. 31-32.
(5) VV.AA. (L. VILLAR PEREZ, J. M. PALACIN LATORRE, C. CALVO EITO, D. GOMEZ GARCIA y G. MONTSERRAT MARTI): Plantas Medicinales del Pirineo Aragonés y demás tierras oscenses. Huesca, 1987, pág. 122.
(6) Ramón VIOLANT I SIMORRA: Op. cit., pág. 263.
(7) Severino PALLARUELO CAMPO: Op. cit., pág. 103.
(8) Ramón VIOLANT I SIMORRA: Op. cit., pág. 533.
(9) Domingo SUBIAS ARMENGOL: Ruta del Isábena. Pirineo aragonés. Huesca, 1988, sin páginas.