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Parece que el final de un año y el comienzo de un nuevo período son buen momento para reflexionar sobre la importancia que algunos pueblos han venido dando durante siglos a la astrología, sobre todo la lunar, que, según antiguas y complejas tradiciones, regía el comportamiento y carácter de las personas. De la complejidad de esa astrología lunar y sus relaciones con nuestro planeta hablan numerosos y vetustos tratados en los que queda reflejado el poder fecundador de aquel cuerpo celeste; tampoco es casualidad que los lunarios o pronósticos perpetuos,.(de los que alguno -como el Zaragozano- aún se sigue editando), condicionen todas las variantes meteorológicas -tiempos de calma y tempestad, sequías, inundaciones-, a los cambios lunares. La siembra, recolección, corta de la madera y un sin fin de actividades agrícolas o forestales, así como todas las circunstancias dependientes del ciclo femenino, con sus correspondientes ritos, estaban condicionadas por la luna que ejercía así una influencia añadida a la desarrollada por el sol. Aunque por desgracia se han perdido ya muchos datos acerca de costumbres populares dependientes de la luna, aún es tiempo de anotar una abundante información (se base en supersticiones o en simple experiencia) cuyo contenido sirva de complemento para el estudio y comprensión de la vida humana.