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Cualquier persona interesada en el folklore coreográfico se ha fijado, sin duda, en una interesantísima pintura perteneciente al arte parietal levantino. Se trata de la representación de nuevo mujeres en torno a otra figura en la que lo destacable es su prominente falo (1). La pintura en cuestión se encuentra en Cogull, Lérida. Sobre ella se pueden realizar algunas especulaciones: puede tratarse de la expresión esquemática de una danza, como han propuesto algunos investigadores, pero esto no es obligatorio, y puede tratarse con igual fuerza de la plasmación gráfica de un mito, al estilo de algunas representaciones tántricas indúes, por ejemplo. Incluso ambas posibilidades son factibles a la vez. No olvidemos que en el mundo de la fenomenología religiosa la dualidad mitorito es tan estable como lo es la dualidad ondacorpúsculo en la física moderna, aunque con el paso del tiempo y las sucesivas adaptaciones, bien el mito, bien el rito, hayan podido desaparecer de nuestra realidad.
Sea como sea, la impronta sexual que circunda esta pintura rupestre conduce nuestras posibilidades analíticas por una línea que refleja la íntima conexión entre las fuerzas sexuales y la fertilidad, en un sentido amplio y como elemento de fondo.
En el mundo de la danza tradicional existen rituales que pueden inducirnos, tras una interpretación simbólica de las formas coreográficas a clasificarlas en el grupo de los ritos relacionados con mitos que giran en torno a la fertilidad y a las capacidades procreadoras transmisoras de la vida de personas, animales y plantas, en un sentido genérico.
Pero otras veces las formas aparentes son tan claras que directamente nos dan a entender el marcado carácter sexual del rito que conforman, sin necesidad de realizar profundizaciones extremas en el mundo de los símbolos. Así ocurre en la representación parietal que acabamos de citar, o en algunas danzas en las que los participantes portan algún objeto representativo del falo masculino o de la vulva femenina.
C. Sachs recoge en su obra Historia general de la danza algunas interesantes referencias a varios números dancísticos en los que estos elementos sexuales están representados de uno u otro modo, desde las danzas dionisíacas del mundo helénico clásico hasta rituales australianos, neozelandeses, etc. (2).
En el ámbito geográfico riojano hemos podido observar un conjunto de danzas integradas en los ciclos locales, en las que las estructuras coreográficas, muy similares en todas ellas, se articulan en torno a un núcleo central en el que los danzadores buscan una forma de representación fálica. Se trata invariablemente de danzas de palos interpretadas por hombres, como ahora veremos.
COREOGRAFIAS Y SEXUALIDAD
SAN ASENSIO
En esta localidad de La Rioja Alta, a orillas del río Ebro, el ciclo de danzas locales, interpretado al completo durante el primer fin de semana de septiembre, contiene un número conocido como EL DEL CULO. Se trata de una danza de palos en la que cada danzador porta dos pequeños bastones (en las demás danzas sólo utiliza uno). La melodía lleva una introducción, tras la cual comienza el juego de palos entre los ocho danzadores que conforman el grupo, y con una diferencia coreográfica importante con respecto a las demás danzas de palos de San Asensio: cada danzador coloca uno de los palos en la entrepierna, donde lo sujeta fuertemente, sobresaliendo por detrás. Este palo es golpeado por el otro del danzador vecino. La figura coreográfica se repite varias veces, formando el eje central de la danza.
La melodía utilizada comporta un ritmo de 6/8, y se repite las veces necesarias para completar las CUATRO CALLES; es decir, el grupo de ocho se orienta hacia cada uno de los cuatro lados de la plaza en donde se interpreta el ciclo de danzas.
FRESNEDA DE LA SIERRA
La población de Fresneda de la Sierra pertenece al Partido de Belorado (Burgos). Esta es una zona geográfica y cultural unida íntimamente a La Rioja y que secularmente ha sido conocida como La Riojilla Burgalesa.
Sobre las danzas de esta localidad contamos con varias tonadas que J. A. Donostia reunió en sus Libretas de Contradanzas de Alava (4). Concretamente, la transcripción número siete lleva el título de EL DEL CULO, estando incompleta como la mayoría de las anotaciones musicales de estas libretas que parecen destinadas a servir de introducción o apunte recordatorio para un músico gaitero, posiblemente quien se las facilitó al padre Donostia hacia 1936, tal y como nos comentó recientemente J. A. Urbeltz, folklorista conocedor en profundidad de la obra y labor recopiladora de Donostia.
Posteriormente hemos sabido en la propia localidad que la danza en cuestión se ejecutaba con dos palos, y la coreografía básica se cifraba en la colocación de un palo en la entrepierna, para ser golpeado por detrás por otro danzador.
La melodía, en ritmo de 2/4, es localizable en otras poblaciones riojanas como danza de palos, pero sin esta peculiar figura coreográfica.
MATUTE
El 16 de junio, día de San Quiles, la localidad de Matute celebra sus fiestas patronales. La danza que hasta hace pocos años se interpretaba en esta fecha contaba con un número titulado EL DESCULAO.
En el ciclo de danzas de Matute las coreografías con palos eran ejecutadas invariablemente portando cada danzador dos de estas herramientas, y en el caso que nos ocupa el dibujo coreográfico era similar a los anteriormente expuestos; es decir, cada danzador colocaba un palo en la entrepierna, que asomaba por detrás y era golpeado por el palo libre del danzador contiguo, repitiéndose esto varias veces para orientar el grupo hacia los cuatro puntos cardinales.
Los palos utilizados en Matute, de unos 60 centímetros de longitud, en madera de avellano, llevaban pintadas unas líneas quebradas en color rojo, dibujando rombos, mientras que el extremo superior estaba totalmente pintado del mismo color
La melodía, en ritmo de 2/4, es muy conocida en el ámbito riojano como danza de palos.
VILLAVERDE DE RIOJA
En esta población, relativamente próxima a la anterior, el ciclo de danzas se interpreta el día 25 de noviembre en honor de Santa catalina de Alejandría. En la actualidad el conjunto de números musical-coreográficos se encuentra muy mermado, pero hasta hace pocas décadas presentaba un buen número de danzas de palos, una de las cuales se titulaba EL DESCULAO.
La coreografía central era de similares características a las hasta ahora vistas, esgrimiendo cada danzador dos palos de acebo, bojo sangriñuelo. La melodía es una variante de la anotada para Matute (7).
VILLABUENA
Esta es una población de La Rioja Alavesa, a orillas del Ebro. La danza se interpretaba el día 15 de mayo en honor de San Torcuato, y el ciclo contenía varios números con palos, uno de los cuales era denominado EL DEL CULO.
Mientras que en otras danzas cada danzador utilizaba un solo palo de haya, en ésta necesitaba dos. Al igual que en los casos anteriores, un palo se colocaba entre las piernas para ser golpeado por detrás, tal y como ya hemos explicado.
La tonada empleada en Villabuena es otra variante de la transcrita para Matute y Villaverde (8).
BRIONES
Briones es otra localidad de La Rioja Alta, próxima a las ya citadas de San Asensio y Villabuena.
En la danza de Briones, interpretada durante el tercer fin de semana de septiembre en honor del Cristo de los Remedios, se incluye un número titulado DEBAJO PATA. Cada danzador emplea un solo palo, que golpea con los de sus compañeros, literalmente tal y como el título sugiere; es decir, llevando la mano derecha que sujeta el palo bajo la entrepierna y golpeando por detrás.
La melodía utilizada vuelve a ser una variante de la expuesta para Matute, Villaverde y Villabuena (9).
ELEMENTOS BASICOS DE ESTAS DANZAS
Sin excepciones, estas danzas riojanas han sido secularmente ejecutadas por hombres. Más de una vez, en anteriores artículos que han visto la luz en esta misma publicación, hemos hecho referencia a este detalle al aludir a las danzas riojanas. Pero la indumentaria de los danzadores, también sin excepcionalidades, comporta diversos elementos femeninos, tales como grandes pañuelos de mujer, mantones árabes o de Manila, cintas de colores para el pelo, enaguas, sayas, etc., que otorgan al danzador un porte androgínico, habitual en rituales agrarios.
Esta característica es, en líneas generales, común a las danzas procesionales europeas de marcado carácter agrario, interpretadas por hombres «vestidos de mujeres», como claramente ocurre en La Rioja. La fuerte desacralización a la que se está viendo sometida la fiesta tradicional conduce al cambio y anula elementos como éste, de importantísimo valor simbólico.
Son danzas de palos. A excepción de un caso, Briones, en los demás cada danzador utiliza dos bastones, uno en cada mano. Bien se puede entender que en Briones se ha simplificado la danza en uno de sus detalles, eliminando un palo y la necesidad de que los danzadores rompan la estructura de ocho para recoger otro palo (lo que no parece muy trascendente, pues en las demás localidades así lo hacen), o bien en las otras poblaciones han facilitado el dibujo coreográfico añadiendo un segundo bastón que dé más carácter a la danza.
La morfología de los palos empleados en Matute es la que más se aproxima simbólicamente a la representación del falo, decorados con líneas rojas conformando rombos y con la punta totalmente roja. Los palos utilizados en Nieva de Cameros llevan un dibujo similar, confeccionado al retirar la corteza de la rama a golpe de navaja en línea quebrada.
El empleo en la decoración roja para los palos no es extraño en el ámbito europeo próximo. En algunas «morris dances» inglesas hemos podido observar que los palos, tanto largos como cortos, utilizados para danzar en algunos rituales similares a los ya citados, van pintados mitad de rojo y mitad de azul, de tal modo que la parte roja es la golpeada, mientras que la azul sirve de mango (palos largos). En otros casos se hace mención de clavar en la tierra la mitad roja verticalmente, mientras que la azul queda apuntando hacia el cielo (palos cortos).
Siendo el rojo el color representativo de las fuerzas fálicas, sexuales y fertilizantes, en muchos sistemas culturales tradicionales la naturaleza fertilizadora de los rituales en los que el color y la forma se conjugan, toma una especial relevancia. Los bastones ingleses citados buscan una relación entre el cielo y la tierra, en función de los colores y las formas, siguiendo un esquema muy sencillo: el cielo (azul) es directamente representado por la mitad azul del palo; la lluvia, entendida como semilla o elemento portador de la vida, se introduce en la tierra mediante un órgano penetrador, representado por la mitad roja; la semilla debe madurar en la matriz de la Tierra. Este es un sistema conceptual agrario muy extendido en un gran número de sistemas tradicionales. El palo se convierte en el medio de relación entre el cielo y tierra, en el propio órgano copulador .
La folklorista inglesa L. Armstrong, recientemente fallecida, hace derivar los actuales palos de danzar de los primitivos «palos para plantar», utilizados por culturas escasamente evolucionadas como herramientas de labranza para introducir las semillas en la tierra, siendo generalmente las mujeres quienes los emplean cavando agujeros en el suelo, en los que colocan las semillas. En estas culturas aún son observables las connotaciones simbólicas que poseen los palos, asimilados a falos. Estas herramientas adoptan, con respecto a la tierra, la función del órgano copulador masculino con respecto a la mujer y en referencia a la procreación (10).
C. Sachs, al referirse a las danzas de armas y de palos, afirma que una de las posibilidades simbólicas propias de estas danzas es la de contener una sustancia motora sexuada y profundamente enraizada en los esquemas de fertilidad, inherentes a su naturaleza agraria como «charme phallique de fertilité» (11).
Pero, además de todo lo anterior, es precisamente la colocación de uno de los palos lo que nos da una mayor idea sobre la condición sexual de la coreografía que nos ocupa. La naturaleza agraria de un número importante de danzas pertenecientes al corpus riojano se patentiza tras el análisis de los conjuntos coreográficos y de su articulación dentro de una misma danza, y de una danza dentro de un mismo ciclo. En estos ejemplos citados la representación fálica es el eje de la coreografía, está a flor de piel, por lo que la esencia e intencionalidad de estas danzas es mucho más claro e inmediato. Queda más patente que en otros bailes de palos, compañeros de ciclos de los que acabamos de mostrar.
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(1) Siguiendo el estilizado esquematismo levantino, las mujeres, vestidas con faldas, dejan al descubierto sus pechos, alrededor de una figura itiofálica de más reducido tamaño.
(2) SACHS, C.: "Histoire de la danse". (paris, 1938), Págs. 52-61.
(3) Información recogida en San Asensio e1 9-9-85.
(4) DONOSTIA, J. A.: "Libreta de contradanzas de Alava" (1936), cuaderno manuscrito noª 1, pág. 18. Estos cuadernos nos han sido amablemente facilitados po J. A. Urbeltz.
(5) DONOSTIA, J. A.: “Libreta...”, nº 1, pag. 18, transcripción nº. 7.
(6) Información recogida en Manute el 16-6-84.
(7) Información recogida en Villaverde de Rioja el 10-5-86.
(8) Información recogida en Villabuena el 16-12-84.
(9) Información recogida en Briones el 30-8-85.
(10) ARMSTRONG, L.: "Apuntes sobre el folklore vasco", con un gran número de observaciones sobre el folklore coreográfico fuera del ámbito del País Vasco, en R.I.E.V. (San Sebastián, 1984), año 32, tomo XXIX, nº. 2, pr. 209-246. La nota reseñada se encuentra en la págs. 221.
(11) SACHS, C.: "Histoire...", pág. 73.