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Revista de Folklore número

116



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LA EFICACIA DE LA MEDICINA TRADICIONAL

MARTIN HERRERO, José Antonio

Publicado en el año 1990 en la Revista de Folklore número 116 - sumario >



INTRODUCCION

La modalidad de medicina tradicional tratada en este artículo se refiere a la curandería que puede definirse como un tipo de medicina primitiva, una medicina no institucionalizada, un tipo de medicina que el hombre recubre de símbolos y de misterios, primariamente mágico religiosa, que persiste y continúa presente en nuestra cultura actual, donde destaca la importancia concedida a los aspectos simbólicos y religiosos, y que sólo utiliza unos pocos elementos racionales.

Como factores mágico simbólicos destaca la creencia en poderes procedentes de seres sobrenaturales ajenos a Dios y que son la base de las supersticiones y amuletos. Como factores religiosos se reconoce la figura de Dios como alguien con el máximo poder, alguien que tiene el verdadero poder para devolver la salud a los enfermos, es la base de los milagros y curaciones milagrosas. Como factores racionales destaca la importancia concedida a los aspectos naturales, a los remedios naturales como las hierbas y plantas medicinales. De todos ellos los más importantes son los factores religiosos, que constituyen la base de las actuaciones de los curanderos y la base de las oraciones e invocaciones a santos, de los «rezados» y de los «conjuros».

La figura del curandero normalmente está institucionalizada, suelen ser personas con un prestigio reconocido dentro de la comunidad en la que ejercen, sobre todo en aquellas zonas donde a partir de una serie de intervenciones «afortunadas», ha tenido éxito y ha adquirido una atmósfera de respetable y misterioso, que le da una cierta imagen de cara a sus pacientes.

Los curanderos, podrían ser definidos como vestigios de una cultura antigua vivientes en la cultura actual que han conservado las técnicas y conocimientos con los que antiguamente se hacía frente a las enfermedades y al medio ambiente, y con las cuales se explotaba el mismo en beneficio de la satisfacción de las necesidades humanas. Son vistos como personas que están muy cerca de algún poder sobrenatural, ya se trate de Dios o de cualquier otra fuerza y se les valora como personas muy similares a los hechiceros o magos. Suelen ser tomados por personas extrañas, que llevan asociada una alta carga de misticismo y de misterio, quizá debido a que ejercen rodeados de estampas e imágenes religiosas, así como de una mezcla de ignorancia, primitivismo, religiosidad y superstición. Son personas encerradas en un mundo, que crean una difícil barrera entre ellos, sus conocimientos y los demás, sobre todo con un gran instinto de protección de sus misterios y conocimientos. Representan un tipo de «medicina», cuya finalidad es casi exclusivamente terapéutica, que utiliza técnicas basadas en conocimientos empíricos, casi nunca científicos, y que normalmente se despreocupan un poco del diagnóstico.

Los ritos terapéuticos, es decir, las curaciones se llevan a cabo siempre en una parte de la casa en la que ejerce, que ha sido destinada a este menester. En esas habitaciones, llenas de estampas, imágenes, estatuillas de Dios y de la Virgen, plantas medicinales, etc., el curandero atiende, escucha e intenta entender todo tipo de enfermedades, desatinos y malestares del enfermo. En un lugar así, el enfermo se encuentra cómodo, porque se encuentra rodeado de elementos comunes a su vida cotidiana, está acostumbrado a ese tipo de imágenes religiosas y a ese tipo de ambiente, pero sin duda ante una clínica médica, este mismo enfermo sentirá una sensación de rareza, de seriedad y de rechazo, todo ello porque no está aconstumbrado al medio ambiente que se crea en torno a la clínica médica.

Todo este auge del curanderismo y demás medicinas paralelas a la medicina científica, podría explicarse en la época en que aparecieron pero, ¿cómo explicarlo hoy, cuando los adelantos técnicos de la medicina científica permiten explicar la mayoría de los mecanismos patológicos de casi todas las enfermedades, y cuando cada vez usan técnicas menos dolorosas? La existencia de ambas medicinas se justifica porque la humanidad siempre ha tenido y tendrá una necesidad de curación, sin importar qué tipo de medicina se utilice. La curandería cumple una importante función, aportar al enfermo una atención especial, una esperanza que responda a la «fe» que las personas desoladas e incluso desahuciadas han puesto, no en este tipo de medicina, sino en algo superior y extraño que les va a devolver su salud.

Los enfermos no ven nada ilógico, inconsistente, ni incoherente en la utilización de formas de curación alternativas y de forma simultánea, ya que los pacientes lo que buscan es el más amplio y variado número de opciones y de ayudas médicas, seleccionando el sistema que en unas ocasiones les sea más conveniente. Frecuentemente, las estrategias son secuenciales y progresivas, el paciente busca un médico, un doctor altamente educado en una facultad de medicina, luego otro y después otro, hasta que decide ir a un especialista «privado», si el paciente todavía sigue creyendo que no ha recuperado su salud, decidirá ir a un curandero.

Medir la efectividad y la eficacia de las prácticas, métodos y tratamientos de la curandería, es una tarea muy difícil. Esto se debe, primero a que es un sistema médico muy unido al mundo de lo simbólico, mágico, misterioso y religioso, ésto dificulta la labor de separar la realidad de los aspectos religiosos y simbólicos. Segundo a que para conocer si la curación de los enfermos es real, permanente y continua a largo plazo o sólo se trata de curaciones temporales y que después el paciente va a volver a recaer, es preciso llevar a cabo estudios longitudinales de una muestra de pacientes «curados» por los curanderos; tanto los curanderos como los enfermos que acuden a ellos tienen bastantes reservas para comentar estos temas; en los curanderos se debe a un afán por guardar sus secretos y en los pacientes por un deseo de no hacer el ridículo si después de un tiempo han vuelto a recaer en la misma enfermedad.

Otra razón de la dificultad para medir la eficacia de este tipo de medicina se debe a la controversia y pugna de intereses contrarios, intereses de determinadas personas de la sociedad por desprestigiar la curandería, e intereses de otras por conseguir eliminar este desprestigio.

No obstante, aunque no conocemos exactamente el nivel de eficacia de la curandería, actualmente en la Organización Mundial de la Salud, desde la agencia para el desarrollo internacional, se piensa seriamente en incorporar a los curanderos y algunas de sus prácticas terapéuticas en los planes de Salud Mundial. Si los escépticos tienen razón, esta idea costaría dinero e incluso podría costar algunas vidas (existen algunas prácticas de estos curanderos que se ha demostrado encierran cierto peligro). Pero si los entusiastas de la materia tienen razón, ésto sería un primer paso lógico para extender los primeros cuidados de salud a áreas donde el coste de esta operación impediría el completo desarrollo de servicios de salud adecuados, hasta después de varias décadas.

Partiendo de la dificultad inherente a la medición de la efectividad de estas prácticas médicas, y en base a la experiencia adquirida con las entrevistas entabladas con multitud de curanderos y pacientes que acuden a sus consultas, realizadas para comprobar si realmente existía o no la eficacia de los tratamientos, contrastar si los curanderos tenían los poderes que dicen tener y ver si realmente eran efectivos, puedo asegurar que sí existe un cierto grado de efectividad en las curaciones, al menos temporal, para ciertas enfermedades y para determinados pacientes. Casi todos los curanderos, cada uno en su especialidad tienen un grado de eficacia, por mínimo que sea, en sus tratamientos, si bien cada uno de ellos fundamenta su efectividad en aspectos y cualidades diferentes.

II. FUNDAMENTACION DE LA EFICACIA

El grado de eficacia de los tratamientos administrados por los curanderos está estrechamente relacionado con la fundamentación que dichos curanderos tengan de sus poderes terapéuticos.

Hay un grupo de curanderos que aseguran que no debería llamárseles de este modo, sino más bien «sanadores», porque lo que tienen no es más que un poder para sanar y ayudar a las demás personas enfermas. En todo caso creen que sus poderes se deben a una energía que consiguen cuando se concentran y que piensan reciben directamente de Dios, esta energía es una sensación de bienestar y de calor.

Otro grupo de curanderos sin embargo asegura basar su eficacia en su fuerza y potencia interna para curar, es decir en un «don» que según dicen Dios les ha dado. No utilizan ni oraciones ni plantas medicinales en sus tratamientos. Atribuyen sus poderes curativos a la fuerza que Dios ha depositado en ellos. Dicen que Dios les ha dado ese «don» y sólo lo utilizan para curar a los enfermos que vienen a verles. Aseguran que la eficacia de sus poderes curativos se debe a ese «don» y afirman que desde pequeños siempre han sabido que tenían ese «don». Atribuyen sus poderes a la Gracia de Dios, a que Dios se los ha dado.

Otro grupo diferente son los conjuradores de verrugas, verdaderos especialistas en curar verrugas. Estos basan su eficacia en la utilización de fórmulas para conjurar las verrugas, y en algunas ocasiones acompañadas de determinadas plantas medicinales o sustancias médicas como el Yodo.

Existe otro grupo de curanderos que basan su eficacia casi exclusivamente en las plantas medicinales, basando su argumento en que las plantas medicinales no perjudican, como tampoco lo hacen los medicamentos. Lo único que hacen las plantas medicinales es beneficiar, porque ayudan a mantener el equilibrio del organismo, propiciando el equilibrio ácido básico, impidiendo que el nivel de acidez del organismo llegue a superar el 7,50 ó 7,30 de acidez. Para ello lo mejor es limpiar el organismo de estas sustancias. Otro aspecto importante de la eficacia de las plantas es la prevención; la limpieza del organismo.

Existe otro grupo de curanderos que sólo se dedican a tratar, «arreglar» tendones y huesos «torcidos» y empachos, a éstos, junto con los que curan las verrugas son a los que más alto nivel de éxito y eficacia en sus tratamientos se les concede. Estos basan su eficacia en un alto conocimiento de la anatomía humana y de algunas plantas medicinales con efecto relajante y anti-inflamatorio.

III. EXPLICACIONES DE LA «POSIBLE» EFICACIA DE LA CURANDERIA

Los argumentos que a continuación voy a exponer están basados en los datos comentados anteriormente y en las citadas entrevistas, estoy en condiciones de asegurar que existe un grupo de variables que inciden en los supuestos y «presuntos» niveles de eficacia de las terapias y tratamientos aplicados por los curanderos, son los siguientes:

1. INTERVENCION SOBRE EL PSIQUISMO EN PACIENTES PSICOSOMATICOS.

Se ha comprobado que casi una tercera parte de los enfermos que acude a los consultorios médicos, son exclusivamente pacientes con enfermedades más bien psicosomáticas.

Se entiende por enfermedad psicosomática aquella que se caracteriza por la aparición de síntomas físicos, que afectan especialmente a los órganos de fibra lisa que poseen inervación vegetativa, del sistema nervioso autónomo vegetativo (como por ejemplo la piel, el aparato digestivo, respiratorio, locomotor, cardiovascular, etc.), que tienen una patología orgánica clara y evidente, pero que sin embargo no obedecen a una causa u origen orgánico claro y suficiente, sino que más bien parecen tener su origen en problemas relacionados con aspectos psicológicos, en transtornos o desequilibrios psicológicos.

Como ejemplos de estos tipos de enfermedad se pueden citar las úlceras duodenales. Estudios científicos y comparativos han demostrado que dichas úlceras se producen por una erosión de la mucosa duodenal a causa de una excesiva secreción de ácido clorhídrico y pepsina, tal exceso de secreción sería producido por una crisis emocional crónica o prolongada. También se pueden citar entre este tipo de enfermedades el asma, las cefaleas y lumbalgias, producidas muy frecuentemente por una elevada tasa de tensión muscular como un tipo de respuesta a la ansiedad, estrés, etc.

El tratamiento de este tipo de enfermedades psicosomáticas reside en una adecuada combinación de tratamientos médicos y psicológicos, si bien, no es necesario que sean llevados a cabo estrictamente por profesionales de la medicina o de la psicología. Ya que los tratamientos médicos son de tipo sintomático, es decir, según el tipo de transtorno, si se trata de una úlcera duodenal habrá que mandar al paciente una dieta y algún medicamento antiácidos. Estos tratamientos médicos hay que combinarlos con una práctica psicológica adecuada para abordar el transtorno emocional subyacente y que origina la enfermedad, en algunos casos el paciente posee una personalidad básicamente sana y simplemente se halla inmerso en una situación ambiental adversa, lo que podrá resolverse con una actuación comprensiva y que aporte ayuda al paciente para que éste pueda resolver su situación. También se puede eliminar el transtorno emocional mediante técnicas de relajación, consiguiendo con dichas técnicas rebajar el nivel de actividad del organismo.

A los enfermos psicosomáticos, por lo tanto hay que tratarlos con técnicas de relajación, con terapias de descondicionamiento, con hipnosis, sugestión, farmacopea e incluso a base de placebos. La técnica de relajación empleada por un curandero consiste sencillamente en rebajar la tensión del paciente mediante el discurso y la atención prestada al mismo. La sugestión se manifiesta en que tanto pacientes como curanderos son conscientes de que si no tienen fe en el curandero, en su poder de curación, jamás tendrá lugar dicha curación. Pero lo que más utilizan son los placebos, los placebos son preparaciones que no contienen ningún medicamento activo y que producen efectos positivos debido a que el paciente cree recibir una auténtica receta médica; curan por sugestión, los placebos de los curanderos están formados por mezclas de plantas médicas que tienen poco poder terapéutico, o que en todo caso sólo sirven para relajar al paciente.

Existe pues una gran parte de los enfermos, que van a la consulta médica que son capaces de curarse por sugestión directa o indirecta, simplemente atendiendo a sus problemas psicológicos. También existe otro conjunto de pacientes psíquicos y aprensivos, cuyos relatos patológicos sobre determinadas enfermedades sólo existen en sus mentes, en sus imaginaciones. Y lo más interesante de todo, es que a este tipo de pacientes que no padecen ningún tipo de enfermedad con una base etiológica orgánica clara, pero que sufren porque tienen una sensación de malestar, de dolor y de enfermedad esta sensación de enfermedad se le puede anular, si se poseen ciertas capacidades.

¿Deben entonces extrañarnos las asombrosas curaciones realizadas por los curanderos sobre este tipo de personas? Sencillamente no, porque estas personas que dicen ser curanderos, cuando empiezan a tratar a uno de estos enfermos, lo que van a hacer es aplicar estos tratamientos «médicos» y «psicológicos» comentados.

Por una parte se recetarán ciertos combinados de plantas medicinales, que sin duda contienen sustancias cuyo efecto será el contrario al que ocasiona y da lugar a la enfermedad, es decir, si una lumbalgia se produce por una reacción de tensión muscular ante la ansiedad, el curandero mandará tomar preparados que contengan sustancias que consigan rebajar esa tensión muscular. Si una úlcera duodenal se produce por un exceso de secreción de ácido clorhídrico, se recetarán combinados que tengan un poder antiácido, para compensar el exceso de producción de tal ácido.

Por otra parte, lo único que el curandero está haciendo es intervenir sobre la esfera psíquica, emocional experiencial y afectiva de tales «supuestos» enfermos, brindándoles apoyo emocional, rebajando o disminuyendo el nivel de tensión, relajando a los enfermos, escuchado atentamente la exposición de los problemas de los pacientes. Parece ser que estos curanderos, (que no tienen por qué ser solamente curanderos, también se incluyen aquí todos los saludadores, chamanes, sanadores, masajistas, etc.), poseen estas dotes o capacidades a las que anteriormente hacía referencia, esas dotes necesarias para contactar con la esfera psíquica de este tipo de pacientes.

También se ha comprobado que casi otra tercera parte de los enfermos que acuden a los consu1torios médicos son enfermos mixtos, en los que intervienen de forma decisiva los aspectos y factores psíquicos. Es decir, que si agrupamos la muestra de los pacientes que acuden a los consultorios médicos, nos daremos cuenta de que casi dos tercios de la misma, casi el sesenta por ciento de ellos no padecen enfermedades orgánicas reales, o al menos con una base etiológica orgánica clara, sino que son pacientes cuyas supuestas enfermedades vienen determinadas por factores psicológicos.

Es el momento de preguntarse si es por este motivo por lo que estos curanderos trabajan siempre en un clima tan cargado de una mezcla de connotaciones de religiosidad y de misterio. Parece ser que sí, que trabajan en este ambiente para poder llegar e incidir de un modo más asequible sobre la esfera psíquica de los pacientes psicosomáticos.

Se ha visto que toda dolencia presenta dos vertientes; una causa anatómica y fisiológica, y otra causa que podríamos denominar la disonancia psicológica y cognitiva dimanada de tal circunstancia. Es decir, una realidad existente, como por ejemplo, una fiebre, un tumor, una infección, etc.; y una sensación de miedo, angustia, temor, desasosiego y abatimiento. Esta es la razón de que existan casos en que el paciente describe una enfermedad y el médico tiene enormes dificultades para captarla.

En consecuencia, una cosa es estar enfermo y otra muy distinta, es sentirse enfermo. Se piensa que la posible eficacia se debe a la incidencia sobre esta segunda parte, es decir, a que trabajan sobre la parte anímica, sobre la sensación de sentirse enfermo, sobre ese temor y abatimiento que normalmente acompañan a la enfermedad. Digo «posible» eficacia, debido a la dificultad de saber si hay recuperación, y conocer si esta recuperación se debe a determinadas intervenciones llevadas a cabo por el curandero.

Para establecer el diagnóstico de una enfermedad y para realizar un tratamiento, son necesarios cierto número de conocimientos médicos y científicos, pero para extraer ese sentimiento de malestar, de abatimiento y de enfermedad, basta con poseer ciertas dotes de intuición, capacidad de tranquilizar al enfermo y de canalizarle su «fe». Por otra parte, a ésto es en la mayoría de las ocasiones a lo que se reduce la labor del curandero.

2. ¿FE y DESESPERACION?

Se dice que los curanderos tienen eficacia en sus tratamientos porque los enfermos que acuden a sus consultas tienen una gran fe en ellos y en sus poderes, e incluso a veces devoción, confían plenamente en sus poderes, al parecer concedidos por un ser divino, Dios. Esto juega un papel muy importante en los enfermos psicosomáticos y en las personas muy creyentes en Dios, ya que si consideran que Dios es todopoderoso y le ha dado a un curandero los poderes necesarios para curar, ese curandero tendrá la capacidad para curar todo tipo de enfermedades.

Si el paciente no siente esta «de» en los poderes del curandero, nunca se liberará de sus enfermedades, porque no pone en funcionamiento sus deseos de curarse. Este es el principal factor curativo, en él se basan muchas de las recuperaciones conseguidas por la curandería y también las denominadas recuperaciones espontáneas.

Pero otro factor importante, lo constituye el hecho de que muy a menudo vemos por todas las clínicas del país, pacientes que están cansados de recorrer una por una todas las clínicas médicas más cercanas y asequibles a sus posibilidades económicas, buscando un diagnóstico o un tratamiento acertado, así como un trato adecuado que le inspire una sensación de confianza y esperanza en su posible recuperación. Como ejemplo más evidente puedo citar el caso de las alergias, enfermedad muy frecuente en nuestros días y para la cual parece ser muy difícil dar un tratamiento adecuado y acertado, este es el motivo de que el enfermo afectado de alergia recorra una por una todas las clínicas a su alcance hasta que encuentre un médico o alguien que consiga solucionar su problema alérgico.

También es el caso de aquellos pacientes desahuciados a morir, debido a una enfermedad incurable y que no se resignan a tal destino, buscan la última esperanza, deseosos de encontrar alguien que pueda ayudarles.

Es entonces cuando estas personas se encuentran con alguien que les habla de un curandero con un prestigio y fama establecidos que le proporcionará ayuda, que le brindará apoyo y comprensión, y por muy pequeño que sea el cambio producido, hacia una leve y superficial mejoría (que muy bien puede ser debida al efecto de los fármacos administrados cuando se encontraba en las clínicas, o bajo control médico), por mínima que sea esa mejoría, será atribuida a los poderes de ese curandero y la consecuencia más directa es la sensación de bienestar, de recuperación, aunque ésta no sea más que a nivel psíquico.

Esta es la razón de que donde no se escucha la voz del médico, resuena el eco del curandero. Y resuena entre los incomprendidos e incurables, porque el paciente busca un tratamiento lógico, una terapéutica lógica y un trato personal más adecuado, que le inspire «fe» y Confianza en que podrá salir adelante y vencerá su particular enfrentamiento con la enfermedad.

También se da este caso entre algunos pacientes «somatizados» e hipocondríacos, que en ausencia de una verdadera enfermedad con una base orgánica evidente buscan una curación a sus supuestas enfermedades. Se consideran pacientes hipocondríacos a aquellos que no padecen una enfermedad real, sino que tienen tal temor a enfermar que viven cercados y encerrados en sus molestias, y a la más mínima molestia aparente, entenderán que padecen una determinada enfermedad, basando sus afirmaciones en los síntomas que manifestaba otra persona conocida y que hubiera tenido esa enfermedad que ahora ellos se imaginan que tienen.

Esto es uno de los pilares de la eficacia de la curandería, calmar el ansia de curación, colmar y llenar la vida emocional del sujeto, que es sin duda causa directa de las enfermedades imaginadas y síntomas corporales que solamente existen en las mentes e imaginaciones de estas personas, porque el curandero lo que hará será llenar un vacío en la vida emocional del sujeto que le hace «enfermar», influir sobre las mentes de los pacientes, sobre todo de aquellos pacientes con transtornos emocionales.

Así pues, entre este tipo de pacientes, estos curanderos tienen más posibilidades que un médico de llevar a cabo con éxito un tratamiento. Porque en ocasiones los curanderos recetan a sus pacientes verdaderas recetas médicas, que se pueden encontrar en las farmacias, y al efecto de estos combinados médicos añaden el poder de la influencia sobre el psiquismo de los mismos.

3. ¿PUBLICIDAD ENFOCADA?

Llama la atención el hecho de que por muchísimos lugares de la geografía española se oyen noticias sobre los éxitos y curaciones, y rumores sobre las hazañas e incluso «cuasimilagros» realizados por algún curandero. Pero lo más llamativo es que nunca se han oído (salvo muy raras excepciones) esas mismas noticias y rumores acerca de sus fracasos. Si el curandero triunfa, es buenísimo, es una maravilla e incluso se puede llegar a decir de él que tiene poderes o algún don recibido por parte de Dios para curar a los hombres. Pero si fracasa, su cliente y él mismo tienen muchas razones para no hablar de ello. Respecto a los pacientes, una de ellas, por ejemplo, es que a nadie le gusta ser incluido dentro de la amplia lista formada por los ignorantes absorbidos por el curanderismo. Respecto a los curanderos, parece evidente que ninguno de ellos quiere formar parte de la lista de curanderos que, por una u otra razón, han fracasado; esto, sin lugar a dudas, se convierte en un rumor con un amplio poder de expansión, que tiene como consecuencia más directa la pérdida inmediata de sus clientes.

Por tanto, hay que restarle importancia y magnitud a las asombrosas curaciones realizadas por los curanderos. No niego que existan, pero sí afirmo que es necesario tener presente que normalmente solo oimos hablar de tales curaciones asombrosas, pero desconocemos la magnitud -que será considerable- del nivel o porcentaje de fracasos que esos mismos curanderos tienen.

4. MAYOR IDENTIFICACION. ASPECTOS Y CARACTERISTICAS MAS COMUNES.

Los aspectos y rasgos más importantes y característicos de los curanderos son su sencillez, humildad, atención, comprensión, consejo desinteresado y, lo que es más importante, la adaptación a la peculiar individualidad de cada enfermo y su apariencia natural, en nada artificiosa y, sobre todo, no científica. Todo esto es lo que va buscando la persona enferma.

Es evidente que la inmensa mayoría de los habitantes de la población se encuentra más cerca de estos aspectos citados que de los términos y actitudes científicas adoptadas por los médicos. Todo esto redunda en una mayor aceptación y entendimiento de todo cuanto dice el curandero, lo que producirá un mejor seguimiento de las instrucciones y tratamientos realizados por el curandero.

Otro aspecto muy valorado por los enfermos es el empleo de un lenguaje, el uso de unas expresiones comunicativas, que, a diferencia del lenguaje científico y técnico empleado por el médico, esté al alcance del nivel cultural del enfermo, para que éste pueda comprender qué es lo que tiene y qué es lo que le pasa.

Un ejemplo lo aclarará más. Si a un enfermo se le dice que lo que tiene es una «Anorexia primaria mental», no entenderá absolutamente nada, a menos que el enfermo tenga información sobre estos temas psicológicos o médicos. Sin embargo, si, en cambio, le decimos que es un trastorno de la alimentación caracterizado por un conjunto de estados cuyo síntoma fundamental es la disminución del apetito, sin detectarse otra enfermedad de base orgánica real y que es debido a una conducta de restricción alimentaria, que en principio es voluntaria y que está motivada por un deseo irrefrenable de adelgazar y que, además, tiene como consecuencia más inmediata la pérdida de peso, que incluso puede llevar a la muerte por inanición, seguro que lo entenderá. Más tarde será el momento de explicarle en qué consiste el tratamiento.

Eso es lo que hacen los curanderos; en esto se sustenta una parte importante de su supuesta «eficacia», porque consiguen que el enfermo capte la naturaleza de su enfermedad y de esta forma el enfermo colabore con el curandero en el tratamiento. Esto tiene mayor importancia de la que aparenta, ya que una de las causas de la «no eficacia o ineficacia de algunos tratamientos médicos» reside precisamente en que el enfermo cuando ha empezado a notar una leve mejoría en su trastorno o enfermedad, comienza a dejar de seguir las instrucciones que el doctor había prescrito como pautas a seguir durante el tratamiento, con lo que se está cultivando inconscientemente el terreno para una posible recaída. Y como consecuencia de tal recaída, el enfermo desconfiará del médico que le administró el tratamiento o del mismo tratamiento, con lo que acudirá a otro médico o a un curandero.

En conclusión, se ha comprobado que parece ser cierto que existe un cierto grado de eficacia en el tratamiento de determinadas enfermedades. ¿A qué se debe esta eficacia?

Parece ser que uno de los factores influyentes en el éxito de algunas de las enfermedades que tratan es la influencia sobre el plano psíquico de unos enfermos que están cansados de visitar a un buen número de médicos, o de aquellos enfermos que padecen una enfermedad incurable, debido al efecto que tiene el control mental sobre enfermos totalmente convencidos de los poderes de estas personas.

Otro factor al que se deben sus éxitos en los tratamientos de las enfermedades es al empleo de las plantas medicinales, cuyo efecto real, médico y terapéutico combinado con la fe que los enfermos ponen en sus curanderos, pueden producir efecto, al menos, temporalmente.

Otra posible explicación a la efectividad de los curanderos en el tratamiento de algunas enfermedades puede ser el efecto que produce la sensación de misterio que rodea a esta situación terapéutica, donde todo es misterioso y todo puede suceder. Es el poder de la fe lo que puede determinar la curación de enfermos psicosomáticos, histéricos e hipocondríacos. A estas hipótesis hay que añadir la suposición que tienen muchas personas de que ha sido Dios quien les ha concedido a los curanderos el poder de curar; no se debe olvidar que muchos de los enfermos que visitan a estos curanderos son personas muy cristianas, por lo que pueden creer que es Dios quien cura a través de ellos, por eso creen en los poderes que los curanderos dicen tener. A estas pesquisas se une la frecuente utilización de conocimientos médicos y científicos en sus tratamientos.

Debemos tener en cuenta que este nivel de eficacia en sus tratamientos no parece ser muy alto fuera de las enfermedades o trastornos óseos y musculares, o con las verrugas. Si bien parece ser cierto un determinado grado de eficacia con determinadas personas y con determinadas enfermedades. Es evidente que para curar verrugas o problemas musculares no es necesario ser curandero, ya que de todos es sabido que existen personas conocedoras de conjuros contra las verrugas capaces de acabar con ellas y, sin embargo, no son curanderos. Igual ocurre con los problemas musculares, donde algunas personas con conocimientos anatómicos y un poco de práctica son capaces de solucionar este tipo de problemas y no por ello debemos pensar que estas personas sean curanderos, ya que lo único que hacen es detectar el tendón o hueso mal colocado y colocarlo de nuevo en su lugar de origen. Esto puede hacerlo cualquier persona que conozca la anatomía humana y sepa dónde debe estar cada parte del cuerpo humano.

Es muy importante tener presente que hay que restar importancia a los rumores sobre la eficacia segura de tal o cual curandero, y ello por varias razones: primero porque son rumores expandidos por personal no especialista en materia de sanidad, por lo que desconocen los criterios básicos de salud, de normalidad y anormalidad; en segundo lugar, porque sólo se oyen los rumores positivos y casi nunca los fracasos, y en tercer lugar, porque se deben tener presentes unos factores tesgiversadores de la eficacia real. Son los siguientes:

Cuando por cualquier circunstancia en un enfermo dado coinciden médico y curandero y el enfermo mejora, el que se va a llevar el prestigio y la responsabilidad de la recuperación va a ser el curandero. Es el caso de aquellos enfermos que acuden primero a un médico y ante la aparentemente lenta mejoría en el proceso de recuperación deciden acudir después a un curandero. Cuando un curandero trata a un enfermo incurable, éste nunca sabrá que el curandero jamás llegará a curarle, pero sí conseguirá eliminar de su mente la sensación de miedo, de malestar y de abatimiento que conlleva toda enfermedad incurable, con lo que el enfermo pensará que está recuperado y difundirá la noticia por todos los lugares.

Se ha pensado que la eficacia de los curanderos se debía a que intervenían principalmente sobre enfermos de bajo nivel cultural, pensando que dichos enfermos desconocen lo más elemental sobre la ciencia médica y resultan más fácil de engañar. Aunque así fuere, no es cierto, ya que entre las personas que acuden a visitar a los curanderos podemos encontrar representantes de casi todas las escalas sociales, incluso personal médico y sanitario.

No es bueno defender y acudir a los curanderos, porque no pueden curar cualquier tipo de enfermedad, e incluso en ocasiones cuando se han propuesto tratar determinados tipos de enfermedades lo único que han podido hacer es ocasionarle al enfermo un grave avance en su proceso patológico, e incluso en ocasiones un empeoramiento de dicho estado. Pero parece lógico intentar captar sus virtudes, que algunas deben de tener cuando son capaces de movilizar tan ingente cantidad de personas.

Finalmente, hay que pensar que posiblemente existan en nosotros o en algunas personas de manera especialmente desarrollada ciertas energías aún no investigadas, pero realmente capaces de producir determinados efectos terapéuticos.



LA EFICACIA DE LA MEDICINA TRADICIONAL

MARTIN HERRERO, José Antonio

Publicado en el año 1990 en la Revista de Folklore número 116.

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