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Las narraciones míticas ayudan a entender el pensamiento de los pueblos desde sus orígenes y, con bastante frecuencia, su evolución histórica. Los relatos de animales, en concreto, se forman y crean en un estadio del razonamiento en el que resulta totalmente creible que el espíritu del hombre pueda morar en el cuerpo de otros seres vivos; así, no sólo se dota a los animales de voz y capacidad de raciocinio, sino que, a veces, se les convierte en protagonistas de hechos cuya moral encierra un fondo de ejemplaridad para los propios humanos o refleja inequívocamente sus virtudes y defectos. Uno de los animales que más aparecen en los cuentos tradicionales es el zorro: su astucia, su prudencia, su timidez, son características que acercan su comportamiento al de algunos individuos del género humano; el raposo engaña y es engañado, tiene hambre, trabaja poco, corretea por aquí y por allá en busca de presas y se relaciona con otros animales de cuyo trato surgen la aventura y la correspondiente moraleja. Aseguran incluso algunos pastores que el día de San Juan emite un canto mágico... No se puede dar de lado una expresión tradicional por el hecho de que se haya debilitado su uso: muy poca gente utiliza a diario las bibliotecas y sin embargo nadie pondría en entredicho su necesidad o su importancia para llegar al conocimiento cabal de las cosas. Los relatos tradicionales, y sobre todo aquellos en que los animales toman nuestro lugar, vienen a ser como esos libros maravillosos cuya lectura y contenido se transforman por arte de encantamiento según los ojos que los contemplen. La palabra mágica es «imaginación».