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No me satisfacen las definiciones. Son una especie de camisa de fuerza con la que se constriñen los conceptos; representan el empeño de encerrar en un envase muy pequeño un contenido demasiado grande. Así, la definición del arte como «conjunto de reglas para hacer bien una cosa», difícilmente despierta en nosotros la imagen de una creación artística, y es aplicable, por otra parte, tanto al pianista y al pintor como al embalador o al transportista del piano o de los cuadros, siempre que éstos los embalen y transporten de acuerdo con las reglas para hacerlo bien. Del mismo modo, ateniéndonos a lo que dice el Diccionario Básico Espasa respecto al artesano, anotamos:
«Artesano, na (Del it. 'artigiano'), m. y f.: Persona que ejercita un arte u oficio meramente mecánico.» y añade: «Modernamente se distingue con este nombre al que hace por su cuenta objetos de uso doméstico, imprimiéndoles un sello personal, a diferencia del obrero fabril.»
Lo cual no nos parece del todo exacto, ya que no da una idea cabal de lo que es un artesano, puesto que el arte u oficio que ejercita puede no ser meramente mecánico, sino pleno de imaginación, creatividad, amor profesional, originalidad y ternura, lo cual lo coloca muy por encima de la mecanicidad y, por otra parte, cuando el artesano fabrica varias unidades iguales de un objeto -por ejemplo, botijos- incide en cierto parecido con el obrero fabril, sin dejar por eso de ser artesano. Lo que decíamos: las definiciones suelen quedarse cortas; pero admitámosla como punto de partida y echemos una ojeada al sufrido y entrañable mundo de la artesanía, prescindiendo, para no entristecernos, de mencionar la penosa situación de muchos de los que tenaz y casi heroicamente a ella se dedican.
Empecemos con la cestería, tomando este vocablo en su sentido lato, ya que las enciclopedias -volvemos a tropezar con la restrictividad de las definiciones- dicen del cesto: «Recipiente, por lo general redondo, que se hace tejiendo con mimbre, juncos, cañas, varillas de sauce u otra madera flexible», y dentro de la cestería se encuentran infinidad de objetos que no reúnen tales condiciones.
A juzgar por las pinturas rupestres del Racó del Molero (Castellón de la Plana), los fragmentos textiles de la cueva de los Murciélagos en Albuñol (Granada) y los capazos de esparto del Museo Arqueológico de Cartagena, es una actividad que ejerció el hombre desde los albores de la Humanidad, que con poquísimas modificaciones se ha conservado hasta nuestros días, lo cual le confiere un mayor interés, ya que todo aquello que durante milenios no ha sido superado merece atención, porque demuestra en su misma invariabilidad que la idea primigenia y su realización fueron perfectas desde un principio, lo cual no es poco mérito y raras veces se consigue.
Dos materiales son los más usados en cestería: el esparto y el mimbre, aunque también lo han sido las cañas, juncos, aneas y retama, bien que nunca con la profusión de aquéllos. Dediquemos algunas líneas en primer lugar al es parto o atocha (nombre científico: Stipa tenacíssima}. Es una gramínea vivaz, originaria de Ucrania, típica de las estepas. Artificialmente propagada, se encuentra en el sudeste de España, Levante español y Valle del Ebro. La planta alcanza un metro de altura, y su presencia denta suelos extremadamente secos, que ella protege de la erosión con sus poderosas raíces. Fuera de nuestro país es inexistente, salvo en el sur de Italia. El esparto presenta un conjunto de notables adaptaciones a la sequedad, como es la disposición de las hojas, enrolladas sobre sí mismas y filiformes, lo que impide las pérdidas de la escasísima humedad de su hábitat.
La recolección del esparto era sumamente penosa: se realizaba a mano, y además de lo incómodo de la postura, agachado y bajo un sol de justicia, el recolector se valía, como única defensa, de un palito colgado de la muñeca para protegerse de arañazos y erosiones en las manos, muy dolorosas. En la hoya de Guadix-Baza, durante la dominación romana ya existía el «Campus Spartarius», mencionado en sus obras por Plinio y Estrabón, lo que nos da idea de la antigüedad de los cultivos de esta planta en nuestro suelo. Por sus múltiples aplicaciones, ahora todas ellas en manifiesta regresión, fue uno de los vegetales más importantes de la parte meridional de la Península. Posteriormente, en el siglo XVIII, el ilustre botánico Antonio José Cavanilles, lo elogió como uno de los factores económicos neutralizadores del desajuste ocasionado por ese disparate político que fue la expulsión de los moriscos, ya que, al decir de algunos historiadores, ellos y los judíos eran los únicos que trabajaban en España.
En cuanto atan utilísima y resistente fibra, diremos que el proceso de elaboración a que era sometido es el siguiente:
1) Cocido o enriado, durante el cual se sumerge en agua estancada y se deja en maceración durante 20 a 40 días.
2) Machacado o picado: Se aplasta el tallo a golpes de mazo, para descomponerlo en sus fibras.
3) Hilado: Se pasa el esparto picado por unas cardas que lo rastrillan y peinan, dejándolo con un perfecto alineamiento paralelo.
Sus aplicaciones fueron, entre otras, la confección de capachos, jáquimas de caballerías, mullidas para vacas y bueyes de tracción, alpargatas, los llamados «sarrións» en Cataluña, para medir y transportar carbón y leña; «ceiras» en Galicia, para los molinos de aceite; cestos de pescador, polleras, morrales, «sembraeras» en Cuenca y las esparteñas usadas en la región murciana-jiennense. Los cestos de esparto cosido en espiral, de Albox (Almería), son de una perfección exquisita.
Todas estas buenas gentes que intervienen en la manipulación del esparto son hoy, en su mayoría, ancianos cuya tradicional actividad no ha querido ser continuada por sus sucesores, dada la poquísima -casi nula- demanda que hoy existe de esas labores.
Pasemos ahora al mimbre.
En botánica, la familia de las salicáceas comprende un sinnúmero de variedades, entre las que se encuentran el Salix viminalis y el Salix fragilis, utilizadas ambas en cestería. El primero es poco frecuente en España. El segundo es el sauce corrientemente usado por nuestros artesanos. Las principales zonas de cultivo son las provincias de Cuenca y Guadalajara, así como Navarra, La Rioja, Alava, Salamanca, Avila, Valladolid y Jaén. Las plantaciones se encharcan durante el primer año, y a partir del segundo ya se pueden cosechar. La vida de los mimbrales suele ser de 15 años. Una vez cortado, el mimbre se empoza, operación que consiste en clavar las gavillas en grandes hoyos rectangulares que se inundan con agua de algún arroyo próximo, en donde las varas rebrotan. En los meses de mayo o junio, según la zona y según venga la temporada, se desempoza y se pela. El pelado se hacía antiguamente a mano, mediante una vara doblada en ángulo agudo, que se deslizaba por el tallo a pelar, presionándolo ligeramente entre los dos lados del ángulo, cerca de su vértice. Hoy esa operación se hace a máquina. Dependiendo de la calidad del mimbre, se destina a diversas clases de cestería. En Cataluña, Navarra, La Rioja, Aragón y Valencia se utilizaba mucho el tipo basto para los utensilios del campo y para envases de frutas, hortalizas y flores, hoy sustituido por el cartón y el plástico. Además de una enorme variedad de cestos, son innumerables los útiles de trabajo y de adorno elaborados con mimbre, tales como cuévanos, paneras, «escarceles» para el transporte de estiércol en caballerías, «arganells» para llevar los cántaros, cestos de vendimiar, costureros, marcos para espejos, baúles, azafates, sillas, sillones, artilugios de pesca. etc.
Otra actividad genuinamente artesana, en la que España siempre se destacó, es la alfarería. De los muchos alfares que han existido, no pocos sobreviven en la actualidad; prueba de ello son las numerosas poblaciones en donde hoy subsisten, que se relacionan a continuación, indicando entre paréntesis el número de localidades con alfares dentro de cada provincia:
ANDALUCIA
Almería (8); Cádiz (4); Córdoba (21); Granada (14); Huelva (6); Jaén (6); Málaga (5); Sevilla (7).
ARAGON
Huesca (4); Teruel (3); Zaragoza (9),
ASTURIAS (3).
BALEARES
Eivissa (1); Mallorca (12); Menorca (1)
CANARIAS
Las Palmas (13); Sta. Cruz de Tenerife (7)
CASTILLA -LA MANCHA
Albacete (5); Ciudad Real (3); Cuenca (3); Toledo (13).
CASTILLA y LEON
Avila (4); Burgos (4); León (2); Palencia (1); Salamanca (7); Segovia (4); Soia (2); Valladolid (6); Zamora (5).
CATALUÑA
Barcelona (8); Girona (3); Lleida (1); Tarragona (7).
COMUNIDAD VALENCIANA
Alicante (3); Castellón (7); Valencia (9)
EXTREMADURA
Badajoz (9); Cáceres (9)
GALICIA
La Coruña (2); Lugo (4); Orense (4); Pontevedra (5).
LA RIOJA (2)
MADRID (6)
MURCIA (5)
NAVARRA (1)
PAIS VASCO (1)
Además de las relacionadas con el esparto y el mimbre, otras muchas manifestaciones artesanas muy notables se encuentran en diversas provincias españolas. Veamos algunas especialmente importantes, sin menoscabo de otras que no mencionamos aquí porque sería prolijo enumerar:
La provincia de Salamanca goza de una antiquísima y exuberante tradición artesana. Se podrían escribir muchas páginas sobre cada uno de sus aspectos; pero aquí entresacamos los que a mi entender son más interesantes, sin que esta apreciación vaya más allá de lo puramente subjetivo. Veamos algunos:
LOS CANTEROS
Buena razón para el desarrollo de esta actividad fue la existencia de canteras, como las de Villamayor y Morille, proveedoras de piedra de inmejorable calidad. Ahí están para confirmarlo las admirables catedrales de la capital y numerosas iglesias rurales, acreditando unas y otras la pericia de los canteros de esa tierra.
LOS CERRAJEROS y HERREROS
Tuvo especial significación la escuela de maestros rejeros salmantina, desde el siglo XV al XVIII, como puede apreciarse en las rejas de la Catedral Nueva y algunos vestigios que perduran en la Catedral Vieja. En la actual producción rejera se mantienen algunos de los diseños de entonces.
LOS PLATEROS
Para darnos una idea de la habilidad de estos artesanos transcribimos parte del texto de la Real Cédula de 1489 por la que se les otorgaban ciertas mercedes: «...Que los plateros salmantinos (...) saben labrar cosas finas y polidas de oro y plata...»
En cuanto a las provincias gallegas, se sabe de varios cientos de competentes artesanos: alfareros, ceramistas, azabacheros, orfebres, tejedores, bordadoras, encajeras, zapateros, cesteros, curtidores, guarnicioneros, constructores de instrumentos musicales, canteros, marmolistas, tallistas, carpinteros, etc. Se hace alusión a muchos de esos oficios en cantigas y refranes, como los siguientes:
o gaiteiro toca a gaita,
a muller toca o tambor,
os fillos tocan o bombo,
o can ládralle ao roncón.
Non quero amor canteiro
que tira pedras a dar:
quero un amor albañil
que está sempre a blanquear.
LIBROS CONSULTADOS
1) Bignia Kuoni. "Cestería tradicional ibérica". Ediciones del Serbal. Barcelona, 1981.
2) José Guerrero Martín. " Alfares y alfareros de España". Ediciones del Serbal. Barcelona, 1988.
3) Guía de la artesanía de Salamanca. Diputación Provincial de Salamanca. Madrid, 1985.
4) Guía de la artesanía de Galicia. (dos tomos). Consellería de Industria y Energía de la Xunta de Galicia. Madrid, 1984.
5) Bernardo Arroyo. "Enciclopedia de la naturaleza de España". Tomo I, "Páramos y estepas". Editorial Debate/ Círculo. Madrid, 1988.
NOTA
a) Los dos libros consultados que aquí se citan (1 y 2), publicados por Ediciones del Serbal, contienen una copiosísima información relativa a las artesanías en ellos estudiadas.
b) Existen otras muchas guías de artesanía, además de las mencionadas (3 y 4), todas ellas editadas por el Ministerio de Industria y Energía, profusamente enriquecidas con fotografías en color, mapas, y direcciones de los artesanos actualmente en activo.