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En torno al Monasterio de Santa María de Valbuena, se ha ido transmitiendo una leyenda de la que hoy he encontrado el manuscrito.
En el segundo tercio del s. XIX, D. Leopoldo Martín Parra, vecino de Valladolid, tiene que ir a Peñafiel por asuntos de Juzgado. El camino es duro y hay peligro de guerrilleros carlistas. «Los Hierros», guerrilleros carlistas procedentes de la provincia de Palencia, han entrado por sorpresa en Tudela de Duero. Los caballos están requisados y tiene que hacer el viaje en un pollino con «hambritis aguda» que, junto con la plaga de tábanos, moscones, insectos, etc., aumenta las incomodidades del viaje. En una jornada llega a Peñafiel, cuatro mil habitantes, rica por su comercio e industria y por sus viñedos fecundados por las aguas del Duero y del Duratón. Puente de piedra sobre el Duratón y Castillo, que, según el mozo de la posada, fue fundado por Lain Calvo, perdiendo la vida en sus calabozos uno de los Trastamaras, víctima de las crueldades de su tiempo. El Cid, descendiente de su fundador, le visitaba con frecuencia. Estuvo preso Beni-Hud, alcaide del Castillo de Curiel, y más cosas que el mozo no le llegó a contar.
Ya asentado en la posada vió un cuadro, pintado al óleo, que se titulaba el «Milagro del Santo», copia de uno de mayores dimensiones que se halla en el convento de San Bernardo y decide ir a verle.
Dejando Peñafiel, se encamina a San Bernardo acompañado del posadero, que era amigo del administrador, siendo dueño de la finca el Ilmo. Sr. D. Manuel Pardo, rico caballero de la Corte. (La finca fue desamortizada en el Trienio Liberal, en 1821 y comprada por Carlos Quessel, Barón de Quessel. En 1835 volvió de nuevo a su propiedad. En 1848 compró el edificio monacal por 250.000 reales de Vellón. En 1849 se lo vende a D. Manuel Pardo).
En un recorrido por el Monasterio vió «muchas y valiosas joyas artísticas, que en magnífico estado de conservación, existen aún en el Monasterio, entre ellas el cuadro que había motivado mi presencia en aquel sitio». Al cuadro le acompañaban unos pergaminos, con una letra infernal.
En su estancia fue charlando con el administrador sobre las granjas de Monviedro. Jaramiel, Castrillo de Cisla y Villanueva. De la abundancia de conejos en el Monte de la Dehesa que fue propiedad de los monjes. El paso de la barca con una cadena de hierro amarrada a fuertes potros de madera y una persona que hacia los oficios de barquero y hortelano.
En treinta y un capítulos desarrolla los datos de los pergaminos.
«En el Monasterio de Santa Maria de Valbuena a veinte de agosto de 1545, día de nuestro Santo Patrón el Glorioso San Bernardo, Yo, Blas de Cantimprato, Sacristán al servicio de los muy reverendos Padres Bernardos de la Orden del Císter en su dicho Monasterio, presenció el grandioso milagro...».
Los hechos acaecieron el 20 de agosto de 1545, festividad de San Bernardo, en la que Ana de Montemayor y Aceves al cruzar el río en la barca se desvaneció y cayó al río; el barquero Quico, Francisco de San Bernardo, se lanzó a salvarla, pero llegó un hombre vestido de peregrino, que nunca envejecía, y salvó a los dos. Este era el Hermano Diego.
Los dos cuadros fueron pintados por el P. Sebastián de Acevedo, Prior del Convento y los pergaminos fueron escritos por el P. Blas de Cantimprato, Sacristán del Monasterio.
PERSONAJES:
HERMANO DIEGO: Llamado Juan de Vivar, natural de Peñafiel, estudió medicina. Amigo de Fernando de Montemayor con el que surgieron celos por María de Aceves, que prefería a Juan pero su padre a Fernando, por ser mejor partido económico. Juan llega a la habitación de María, donde permanece toda la noche con su amada, que concibe un hijo, Quico. Ferrero, criado de D. Vicente padre de María, hiere a Juan con la ballesta (no le mata porque estuvo en las ciancas (bodegas de Peñafiel) y estaba bebido). Juan fue guardado por su criado en casa de un alfarero para curarle las heridas y corrió el bulo de que se había ido a Segovia, lo que aprovechó D. Vicente para denunciarle como partidario de la causa comunera. Los imperiales cercan su casa por lo que de verdad huye a Segovia y es cuando se ve obligado a participar en la guerra de las Comunidades, venciendo en Zamarramala a Ronquillo. Se extendió su fama hasta llegar a oidos de D. Vicente, por lo que maquinó, por medio de su fiel criado Ferrero y ofreciéndole recompensa económica, dar muerte a Juan de Vivar. Ferrero va hasta Villalar y le da un tiro en el corazón pero no le mata. David, mendigo, le recoge en Torrelobatón para curar sus heridas. Un cribero de Cantalejo ha corrido el bulo de que un asesino, Ferrero, había dado muerte de un balazo en el corazón a Juan de Vivar y a su criado Pablo en el campo de Villalar. También había muerto el asesino Ferrero, pagando con su vida la traición. Juan de Vivar, curado, se presentó una noche en el Monasterio de PP. Bernardos pidiendo hospitalidad y le dan una cueva que estaba dentro de la jurisdicción del Monasterio, sin poder salir de sus términos (gozaba del derecho de inmunidad).
Nadie sabía nada, quizá los Bernardos conocían el secreto, para unos era un santo, para otros un hombre de dudosos antecedentes, que cansado del mundo se había retirado, bien a cumplir alguna penitencia, bien a llorar amargos desengaños. Vestía el traje de peregrino y, apoyado en alto bordón del que pendía una calabaza, lucía larga barba blanca. Era el solitario del bosque, el médico por excelencia, el padre de los pastores que cura sus males, consuela sus aflicciones, dirime sus litigios y desvanece sus dudas.
En 1522 ó 1523 tiene un duelo en la Cruz de Abajo de Quintanilla de Arriba con Fernando de Montemayor, quince días después de celebrar su boda con María. Muere Fernando y quizá sea cuando empieza su vida en la cueva por la inmunidad judicial de que gozaba.
Nada se dice de él hasta el 20 de agosto de 1545 que salva del agua a Ana y Quico. El desconoce que Quico es su hijo.
En los «Montes Altos» hay una panda de bandoleros, capitaneados por Ferrero que quiere hacer desaparecer al Hermano Diego, pero no se atreven por su fama. Hay una gran tensión entre el Hermano Diego y Ferrero que se soluciona cuando Ferrero es recogido en la cueva del Hermano Diego y antes de morir desvela toda la historia al Hermano Diego y a Quico.
FAMILIA DE ANA DE MONTEMAYOR Y ACEVES
Es la joven que cayó al río y fue salvada por Quico y el Hermano Diego. Hija de Fernando de Montemayor y María de Aceves y nieta de D. Vicente de Aceves.
VICENTE DE ACEVES: Casado con Juana de Olivares, hizo fortuna, non sancta, en Madrid y se aposentó, acaudalado, en Valladolid, tiene casa en Peñafiel y Quintanilla de Arriba. Es egoísta, usurero. Muere asesinado por Ferrero en su casa de Peñafiel por no querer pagar el rescate prometido.
MARIA: Hija de Vicente y de Juana, joven muy guapa, fue llevada a educar a las monjas Clarisas de Valladolid, pero no era ese su camino y a los quince años, para evitar problemas, vino a Peñafiel donde la cortejan Juan de Vivar y Fernando de Montemayor. Ella quiere a Juan, y tiene un hijo: Quico. D. Vicente y su hija, para guardar todo en secreto, alejándose de Peñafiel, se ocultan con Ferrero y la criada hasta el nacimiento del hijo. Ferrero se lo cambia por un feto, haciéndola ver que había nacido muerto y el hijo es depositado por Ferrero a las puertas de la Iglesia del Monasterio de PP. Bernardos.
Pasado un año de la guerra de las Comunidades y con el bulo de las muertes de Juan de Vivar y Ferrero, D. Vicente casa a su hija con Fernando de Montemayor y se van a vivir a la casa solitaria de Quintanilla de Arriba.
FERNANDO DE MONTEMAYOR: Opulento propietario de Peñafiel, es amigo de Juan de Vivar y los celos le llevan a un duelo quince días después de haber celebrado su boda con María. El escenarío es la Cruz de Abajo; herido de espada fallece Fernando y es enterrado en el lugar de su muerte. María queda viuda pero ha concebido y ocho meses después nace una niña.
ANA DE MONTEMAYOR Y ACEVES: Quizá naciera en 1523, hija de Fernando de Montemayor y María de Aceves. El 20 de agosto de 1545 es salvada de las aguas del Duero por Quico y el Hermano Diego. Vive con su madre en Peñafiel y desde allí con Anselmo y su doncella viene a la romería de San Bernardo.
QUICO: Llamado Francisco de San Bernardo, hijo natural de Juan de Vivar y María de Aceves. Ferrero en vez de tirarle al río le deja en la puerta del Monasterio y recogido por los monjes se le entregan a criar al hortelano del Monasterio. Catón y Catalina acaban de perder un hijo y le toman por propio. Viven en la casa de la Huerta del Monasterio, la casa del tío Silabarios.
Fue barquero del Monasterio y luego administrador.
Cambia su vida desde su encuentro con Ana que vuelve varias veces por el Monasterio para dar gracias por su salvación pero el flechazo les lleva al noviazgo. Ana dió una comida a los pobres en el Monasterio y vió que el P. Sebastián de Acevedo estaba pintando al óleo en la galería del claustro el milagro del Santo y prometió uno más pequeño para ella que se le llevó Quico a su casa de Quintanilla. Maria no ve con buenos ojos el noviazgo ya que él es de clase inferior. Maria planea un viaje con su hija a lugar desconocido, para evitar el noviazgo, pero Ana envia la llave de la verja a Quico para que vaya por la noche a verla y al regresar es asaltado por los bandoleros de los «Montes Altos», Ferrero y su panda. Dejaron una mujer en un barranco de cebo y al tratar de salvarla le secuestran quitándole la llave de la casa solitaria de Quintanilla para poder exigir a Maria el rescate que ya le había negado su padre.
Quico es encarcelado en Cantamora, la Sinova, donde permanece ocho días en los legendarios túneles y subterráneos.
Han desaparecido Dña. Maria y su Hija Ana en busca de mejor partido y se encuentra en Valladolid con el Marqués de Adaja, no desdeñable para su hija Ana.
Liberado Quico, sigue la pista de Ana que está en Valladolid y con la ayuda del Mensajero Misterioso (Ferrero) la encuentra pero Maria quiere casarla con el Marqués. Madre e hija se van a la finca de Lagares de Fuentes a vivir con el Marqués de Adaja. Este planea el secuestro de Ana por medio de sus criados, Ferrero mata al secuestrador de Ana y Quico en duelo, y hiere al Marqués a quien dan por muerto aunque sólo pierde un brazo. Ana es recogida por el Colmenero y su mujer (obrero de la finca) para su curación. Quico es llevado secuestrado a San Román. María, engañada por el Marqués, se vuelve a Quintanilla. dando a su hija por muerta.
Curada Ana, el Colmenero se dispone a llevarla a su madre pero en el camino Ferrero la secuestra y la lleva a casa del Zurdo en Sardón, hasta que Dª Maria pague el rescate.
Interviene el Hermano Diego para solucionar ambos secuestros. Se han reconocido Maria y Juan de Vivar. Aquilino, bandolero convertido por el Hermano Diego, es el que salva y aclara los secuestros. Ana desde la casa del Zurdo de Sardón, es llevada a Quintanilla con su madre. Quico, desde la Ermita de San Román, donde le encuentran los guardias, porque había robado Ferrero la ermita y le culpaban a Quico pero es reconocido y puesto en libertad. Ambos libres pueden concluir su noviazgo y deciden casarse. Todo preparado, menos el Hermano Diego que no aparece pero llega justo cuando van a decir el «sí quiero», se detiene la ceremonia y les dice que no se pueden casar. La razón es porque eran hermanos. Aclarado todo hicieron una casa en la Sinova y se fueron a vivir Catón, Catalina, Maria y los hermanos Quico y Ana dedicándose a la agricultura.
BANDOLEROS: La panda estaba dirigida por Ferrero, acompañado de: Aquilino, El Zurdo de Sardón, Piche, Conducho, Parrondo el Carbonero y Villanueva.
FERRERO: Llamado «mano manca» por carecer de mano. También llamado Sanguijuela. Mensajero Misterioso. etc. Fue criado fiel de D. Vicente de Aceves, en Peñafiel, tenía malos antecedentes. Mediante buena cantidad de dinero acepta matar a Juan de Vivar, primero en Peñafiel, que falla por el vino de las ciancas y luego en Villalar que según el bulo habían muerto Juan y Ferrero, cosa que agradó a D. Vicente para no pagar el rescate. Pasado un tiempo se presentó en la casa de D. Vicente de Peñafíel para cobrar el rescate que se le niega. Al no querer pagarle le mata y para huir de la justicia se guarda en los «Montes Altos» como jefe de una banda. En esta época es barbero de los pobres que comen la sopa en el Monasterio, alternando con los asaltos. Ferrero es enemigo del Hermano Diego pero no se atreve a matarle por su fama. Uno de su banda, Aquilino, mata a uno en la cueva que creía ser el Hermano Diego pero era el mendigo David. Se corrió la muerte del Hermano Diego y los que lo veían pensaban era un fantasma. Un día estando reunidos Ferrero y su panda en la choza de Villanueva, situada en una colina próxima a Olivares, junto al barranco de las perdices, Aquilino confesó a sus compañeros que había matado al Hermano Diego, felicitándole todos y celebrándolo con vino. Se presenta el Hermano Diego y se llenan de terror, les habla con dureza y que cambien de camino y que dejen en libertad a Quico. El miedo les invade, Aquilino se convierte y deja la banda ante la aparición de lo que creían un fantasma. Aquilino acompaña al Hermano Diego hasta Cantamora, La Sinova, para liberar a Quico.
Un año después aparece Ferrero, Mensajero Misterioso, que ayuda a Quico que encuentra a Ana en Valladolid y luego en Lagares de Fuentes para matar al secuestrador de Ana, un criado del Marqués. Luego secuestra a Ana y la retiene en casa del Zurdo de Sardón para exigir a Dª María el rescate pero aparece Aquilino, la libera sin rescate y se la entrega a su madre en Quintanilla de Arriba.
LUGARES:
CUEVA DEL HERMANO DIEGO: Situada al norte del Monasterio, en la vertiente sur de la montaña. La descripción es legendaria en sus dependencias y adornos así como distancias de horas, inaccesible, etc. En ella mueren y son enterrados: David, mendigo a quíen confunden con el Hermano Diego, Ferrero, Jefe de la banda, y el Hermano Diego.
CANTAMORA, LA SINOVA: Situada entre Castrillo Tejeríego y Víllavaquerín. Según la leyenda, fue, en otros tiempos, templo de judíos y sólo quedan unos paredones en medio de un lago lleno de vegetación. Lo fundó un judío nigromántico, que para evitar que su hija, muy hermosa, se casara con un príncipe cristiano y se convirtiera, la guardó aquí. Enamorados, el príncipe se la llevó a Valladolid y la bautizó, pero el judío se vengó y cuando ya el príncipe, en noche oscura y tormentosa, penetraba en las habitaciones de la bella y gozaba de la suprema dicha de estrecharla en sus amantes brazos, un horroroso incendio invadió en breves momentos el edificio, quedando la amante pareja entre sus humeantes escombros. Todos los años en el aniversario del incendio la hermosa judía surge de entre las ruinas, acompañada de su amante entonando canciones de amor. El resto del año está sólo el judío nigromante convertido en dragón. Este lugar lleno de túneles es el que emplea Ferrero y su banda para guardar a Quico.
SAN ROMAN: Situado a un Km. de Valbuena de Duero en las curvas del río. Fue propiedad de los monjes Jerónimos de la Armedilla, hasta 1835, era granja y molino. Después Ermita con ermitaño que hacía de encubridor y ayuda de Ferrero y su banda, la describe como llena de túneles y lugares misteriosos. Estuvo guardado Quico después de los sucesos de Lagares de Fuentes, hasta el robo de la ermita, perpetrado por Ferrero, y a a punto de morir. Se le culpa a Quico pero, al ver que no es, queda libre.
LAGARES DE FUENTES: Lugar a dos Km. de Tudela de Duero. Propiedad del Marqués de Adaja.
Toda esta leyenda, en su transmisi6n oral, se ha ido deformando, viendo lo bueno del Hermano Diego, mitificado, le hacen novio de su hermana y se fue a la cueva para llorar sus pecados. Junto a la cueva había una fuente endemoniada, pero él tenía un túnel para bajar hasta el río por agua. Hasta hace poco tiempo, los niños, ataviados con esquilas y cencerros, iban, antes de comenzar la Cuaresma, a la cueva a pasar el día y con las esquilas espantaban los demonios. (Hoy esta tradición se ha perdido). Otros añaden que un perrito bajaba todos los días al monasterio por la comida y el día que no bajó es porque había muerto el Hermano Diego y el perro permanecía a su lado, aunque también se paró el sol y los resplandores de la cueva indicaban a los monjes que había muerto y le bajaron a enterrar en un lugar donde le pisaran todos. (La leyenda dice que fue enterrado en la misma cueva).
Hay otro cuadro en la sacristía, pintado sobre lienzo, que representa, en su parte baja, el río Duero y un joven con caballo sacando del agua a una moza, y en la parte alta una imagen de San Bernardo y la moza de rodillas en oración. En una esquina tiene esta leyenda: «En 20 de agosto de 1673 día en que se celebra la fiesta de San Bernardo en el Convento de Ntra. Sra. de Valbuena, yendo María Ruiz de Alvear, hija de Gabriel Ruiz, vecino de Peñafiel, pasando por el bado del río Duero, cayó del caballo y estando debajo del agua sacó Nicolás Giménez medio aogándose y encomendose a San Bernardo. Díos la libró».
Es un cuadro exvoto del que no se tienen más noticias. Dada la importancia de la romería, sucesos semejantes se repetirían con demasiada frecuencia en el paso del río. Esta romería se ha estado celebrando en la ribera del río hasta la llegada de la nueva población. De los pueblos comarcanos venían con sus carros a visitar al Santo en su día.
También he oido hablar de dos bandoleros; Zaragata y Pili, no identificados en el tiempo y sí en estos lugares. Zaragata había matado a su capitán por quitarle la novia de Quintanilla de Arriba y fue muerto cerca de Pico Toralvo y Pili fue a matar a la novia de Zaragata y le cogieron en Valbuena porque las mujeres echaron agua con jabón, se resbaló y le apresaron.
Hay otro bandolero, del que existe partida de defunción: Antonio Baraso, alias «el Chafandin», muerto de dos balazos en la cañada de la Hinojera el día 23 de noviembre del año 1800. Le registraron el Cirujano del Monasterio, Damián Cáceres y el Cirujano de Valbuena, certificando que había muerto de dos balazos por lo que se avisó a la Chancillería de Valladolid, y personándose D. Blas García Guerra, Receptor de la Chancillería, hicieron las diligencias y se llevaron como señal las bragas, botas, medias y redecilla del difunto y catorce reales y un cuartillo que le encontraron en la faltriquera. Toda esta documentación hoy no se halla en el citado lugar de la Chancillería.
Chafandín significa personaje engreido. «Puede ser un nombre genérico que abarque a los jefes de banda? D. Lázaro de Castro en su libro Historia de Palenzuela, habla de la Venta del Pozo y ha oido un romance oral:
«En la venta del Pozo
se han encontrado
Chafandini y Melero
y no se han hablado».
Lo sitúa después de 1808. Por lo tanto se trata de dos personajes distintos pero con el nombre o apodo igual.