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La histórica villa de Jerte -originario de Xerete- hállase enclavada entre las sierras de la Yegua, Tormantos y Hornilla, al Este, y las de Béjar, al Oeste, en el valle del río de su nombre. Jerte es la población cacereña en la que la flor del cerezo es el primer poema de la primavera.
El genticilio correcto de sus naturales es el de jerteños, y por el uso, jertanos. Jerte se halla adscrito a la parcela espiritual de la diócesis de Plasencia, y su iglesia está dedicada a la Asunción de Nuestra Señora.
El folklore jerteño es muy rico, tanto que en la actualidad los aires de Jerte están en boca de masas corales, grupos de coros y danzas, grabados en discos que han cruzado el Atlántico hasta el Nuevo Mundo. ¿Quién no conoce esta jota, denomina «La jerteña» ?
Esta noche va a salir,
esta noche va a salir
la ronda de la alpargata;
si sale la del zapato,
se armará la zaragata,
se armará la zaragata,
esta noche va a salir.
(Estribillo )
A la una te rondo,
porque a las doce
viene una vecina
que me conoce,
que me conoce, niña,
que me conoce;
a la una te rondo,
porque a las doce.
Vale más una jerteña
con una cintita al pelo
que toda la serranía
vestida de terciopelo,
vestida de terciopelo,
vale más una jerteña.
(Al estribillo)
En la plaza de este pueblo,
en la plaza de este pueblo
hay una peña redonda,
donde se sientan los mozos
la noche que van de ronda,
la noche que van de ronda,
en la plaza de este pueblo.
(Al estribillo)
En el medio de la plaza,
en el medio de la plaza
cayó la luna y rompió
el espejo cristalino
donde me miraba yo,
donde me miraba yo,
en el medio de la plaza.
(Al estribillo)
COFRADIA DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA
El libro más antiguo de la cofradía de la Virgen de la Candelaria o del Santísimo Cristo de Jerte que se ha podido localizar, es del día 8 de marzo de 1816. En aquel entonces se nombraron dos alcaldes (presidentes), cinco mayordomos y un secretario, así como cerca de cuatrocientos diputados o cofrades. En este libro se hace referencia a otro ya agotado, por lo que se ignora cuándo se constituyó la cofradía. El no encontrar libros más antiguos se estima debido a que en el año de 1809, el ejército de Napoleón Bonaparte (1769-821), genio militar, el llamado «Rayo de la guerra», quemó el pueblo a causa de la resistencia que opusieron los jerteños a las tropas francesas. Se quemaron también los archivos, por lo que se desconoce la fecha exacta en que fue fundada aquella hermandad piadosa. Quedaron únicamente la iglesia, la casa de la municipalidad y los cimientos de algunas otras.
Desde aquellos tiempos se hacía un petitorio por todo el pueblo. Se empezaba éste sobre las nueve de la mañana. Unos vecinos obsequiaban con garbanzos, otros con aceite, repollos, castañas, etc. Todos los artículos ofrecidos se subastaban por la tarde, después del santo Rosario, y luego se celebraba un animado baile en la plaza lugareña. Esta costumbre debió durar hasta alrededor de 1975. Dada la gran disminución de donativos, dejó de hacerse el petitorio.
Entonces, como puede observarse, había muchísimos cofrades; luego, con el paso de los tiempos, todo ha ido variando. Hubo épocas en que sólo había dos o cuatro cofrades, y así hasta la fecha, en que hay doce.
Hubo unos tiempos en que a los cofrades se les daba el nombre de diputados, a los presidentes el de alcaldes, y como había tantas reuniones, éstas eran convocadas a toque de campana, para que el cabildo acordara lo que fuera necesario.
FIESTA DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA, 2 DE FEBRERO
Se empieza la fiesta con el novenario en honor de la Virgen, nueve días antes del 2 de febrero. El día primero se cantan las vísperas; a continuación van todos los mayordomos, sus esposas, el sacerdote y algún que otro invitado a la casa del mayordomo de turno; se toma el refresco, que consiste en una merienda con churros, chocolate y alguna otra vianda; después se recorren las calles del pueblo a los acordes del clásico tamboril (antiguamente). Hoy anima el desfile una charanga.
De madrugada, entre las cuatro y las cinco de la mañana, se reúnen aquellos otra vez, en casa del mayordomo, además de las mozas cantoras, hasta un total de unas ochenta personas. Se hacen dos grupos de cantoras, y a partir de este momento comienza a cantar las alboradas por todas las calles del pueblo. Un grupo de aquellas empieza a cantar la primera estrofa, que el otro repite comenzando donde acabó el primero. Este segundo grupo canta otra y el primero la repite también al concluir aquél. Se tira algún cohete y toca la música, hasta que se vuelven a parar los grupos para reanudar el canto. Estos van separados entre sí por una distancia entre veinte y veinticinco metros. Cuando se van cantando las alboradas, al pasar por las puertas de los domicilios de los mayordomos, las abren, entran todos y se les convida con algunos dulces y copas de diferentes bebidas. Una vez que se acaban las alboradas marchan a desayunar, tras lo cual se celebra un baile. Se descansa, y luego, entre toques a misa, los mayordomos recorren de nuevo las calles, acompañados de la música, al igual que hicieron en la madrugada. En esta ocasión los dulces ofrecidos a la comitiva no se degustan, sino que son recogidos y llevados a la iglesia para el ofertorio. Una vez concluido el santo sacrificio, los platos de dulces son trasladados hasta el lugar en que se celebra la puja abierta.
También se subasta el privilegio de portar a la Virgen en andas hasta el interior del templo, y con el beneficio obtenido por ello, el de la puja abierta y donativos de algunos devotos más espléndidos, se cubren, exclusivamente, los gastos religiosos; toda vez que los de comida y bebida son sufragados por los mayordomos.
ALBORADAS DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA
La música y los romances de las letrillas de las alboradas parecen del siglo XVIII. Tienen un maravilloso encanto, están bien rimados y son de elegante factura. Hacen alusión a las profecías que sobre María hay en el Antiguo Testamento, a los enfermos, a los tristes, a las autoridades, para que Ella los proteja y el pueblo se convierta, todo él, en santuario que alabe a María. Lo más interesante es oir cantar las alboradas en su jugo, para escuchar el tonillo. Muy digno de tenerse en cuenta es que se cantan cambiando la letra: una vez se cantan las estrofas desde arriba y otra desde abajo.
Virgen de la Candelaria,
hoy mismo será tu día,
te subirán a los Cielos,
quién fuera en tu compañía.
Hoy de Belén ha salido,
más blanca que una azucena,
una paloma divina,
María de gracia llena.
Hoy sale a purificarse
la madre del mismo Dios,
ofreciendo dos palomas
por su purificación.
Virgen de la Candelaria,
la del cabello dorado,
qué linda sales a misa
con esa vela en la mano.
Dicen que sois toda hermosa
los profetas del Señor,
enriquecida de dones
y en tí mancha no cayó.
La que predicó Isaías,
la que cantó Salomón,
la que llaman profecías
Virgen y Madre de Dios.
Para cumplir una Ley
a que no estaba obligada,
la Madre del mismo Dios
quiso ser purificada.
Ruega, Madre, por los pobres,
los enfermos y afligidos,
señor cura y mayordomos,
y por todos los vecinos.
Doce son los mayordomos
de la Virgen del Rosario;
todos con fe te pedimos
la salud para otro año.
Vivan todos los cofrades
del Santísimo Rosario,
señor cura y mayordomos,
alcalde y secretario.
ALBORADAS DE SAN ANTONIO, 13 DE JUNIO
La fiesta y costumbres de la Virgen de la Candelaria eran muy parecidas a las que existían en la celebración en honor de San Antonio, el día 13 de junio. Por coincidir con la época en que se recogen las cerezas, producción vital para Jerte y el Valle, en general, dejó de celebrarse.
Allá en el siglo trece,
de Lisboa, en Portugal,
ha nacido San Antonio,
gloria de la Cristiandad.
Como el sol, resplandeciente,
vino al mundo San Antonio,
disipando las tinieblas
y triunfando del demonio.
Para adorar a Jesús
en la Hostia sacrosanta,
una mula se arrodilla
ante el santo, muy galana.
Antonio, divino y santo,
tú mereciste tener
en tus brazos amorosos
al autor de nuestro bien.
Tú, divino San Antonio,
haz, por tu intercesión,
que todos merezcamos
la eterna salvación.
Vivan todos los devotos
del glorioso San Antonio,
Padre predicador ,
señor cura y mayordomos.
CANTO DEL RAMO
Quedaría incompleto este ensayo de etnografía cacereña, referida a Jerte, si no incluyésemos el «Canto del Ramo».
Jerte tiene una imagen preciosa del siglo XVII, del Bendito Cristo del Amparo, que en opinión del egregio filósofo, catedrático y poeta Miguel de Unamuno (1864-1936), que lo vio cuando visitó el Valle, es de la escuela de Montañés; su mérito principal reside en la perfección que tiene la cabeza. Desde luego, es una imagen impresionante. Tal talla debió venir al pueblo por el siglo XVII, no se sabe la fecha exacta. Lo que sí se sabe es que la imagen era propiedad particular de un matrimonio de Losar de la Vera que, por recuerdo de familia, la tenía en gran estima y estando en la agonía el marido, rogó a su mujer que, por muchas vicisitudes por las que atravesara, no vendiera ni se deshiciera del Cristo. Apenas muerto y enterrado el esposo, la mujer se lo vendió a unos castellanos, que sacaron la imagen por la ventana de la casa. Una vez en la calle la sagrada imagen y cargada en un carro de mulas, sin causa justificada empezó un gran incendio en la casa, quedando sin ser tocada por el fuego la ventana por donde salió el Cristo.
Los arrieros emprendieron el camino hacia la provincia de Avila, debieron marcharse por la sierra de Tormantos y puerto de Jarandilla al Valle, para llegar a su tierra, es decir, siguiendo el mismo camino que, en sentido inverso, llevó el Emperador de Occidente a la Vera, y el anterior itinerario, previsto para su viaje, no pudo cumplirse, pues al llegar a la salida de Jerte, las mulas se «reventaron» y cayeron muertas. Este hecho -escribe Isabel Alía Pazos, jerteña de ley, a quien se debe el florilegio del «Kaleidoscopio del Valle»-, se interpretó como voluntad divina de que la imagen permaneciera en Jerte para siempre, y allí mismo se enterró a las mulas, en el sitio que hoy es portal de la ermita erigida para su culto, bajo la advocación de Cristo del Amparo, y que el uso común de la gente ha convertido en Bendito Cristo.
En principio, su fiesta fue el día 14 de septiembre, pero desde hace muchos años se celebra el 16 de julio, en recuerdo del triunfo de las armas cristianas en la memorable batalla de Tolosa (1212).
La fiesta es maravillosa, por el marcado sabor local que tiene, y como cosa naturalmente sentida en su devoción por el pueblo, con el arte propio que los españoles damos a nuestras cosas, ya que el pueblo español es esencialmente esteta, sobre todo en sus comunicaciones y en sus oraciones con Dios.
Pero ocupémonos de la fiesta. Se dice la misa cantada en la ermita que, por ser pequeña, resulta insuficiente todos los años para el crecido número de devotos que asiste a ella. Después del Santo Sacrificio se celebra el «Canto del Ramo». Para esto se utiliza una rama de tejo, árbol que prolifera en la sierra, a orillas de las gargantes. Se la adorna con cintas multicolores, con roscas, caramelos, etc. El «ramo» es portado por un mozo. Va detrás un grupo de jerteñas ataviadas con pañuelos en la cabeza y portando cada una una ofrenta al Cristo, entre las que resalta un bizcochón, otra una granada, un pensamiento otra; en fin, sus ocho o nueve ofrendas. Empieza el canto del «ramo», entonando el primer cantar en el portal de la ermita, y a medida que van cantando, van entrando hasta que, al terminar, ya están próximas al altar mayor, donde empiezan a recitar las ofrendas al Bendito Cristo, cada una la suya. Todo ésto es de una gran emoción. Oir cantar el «ramo» y recitar las «ofertas» tiene en este recinto sagrado un clima de fervor religioso, de costumbrismo ancestral, de autenticidad, que llega muy adentro.
Por la tarde se celebra el ofertorio y subasta de los regalos que hacen para este fin por el sistema de «puja a la llana», Se baila la «Jota de Jerte» en las fiestas del Bendito Cristo.
La Jerteña es de movimientos reposados y señoriales. Hay en ellas un sentido innato de la castidad, y por eso, al bailar su jota dan a su busto un movimiento elegante. Esta jota siempre tuvo acompañamiento de tamboril, dulzaina y pandereta. En esto de tocar bien las panderetas son diestros tanto ellos como ellas en Jerte. Los domingos se bailaba en un lugar llamado «La Nogalea» y que parece arrancado de una égloga virgiliana o de un lienzo del francés Watteau, que se distinguió por sus maravillosos cuadros, en los que refleja el paisaje con todo el natural colorido.
La letra del «Ramo del Cristo del Amparo» es la que sigue:
Al entrar en esta ermita
el permiso pediremos
a la señora Justicia
ya la gente de este pueblo.
I
Rey coronado de espinas,
clave por dentro imperial,
el estandarte real
en la cruz santa y divina.
Vuestras heróicas insignias
te aclaman restaurador.
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
II
Mil laudes y bendiciones
os repiten sin cesar
en la tierra y en el mar
y en las empíricas regiones.
Castas las dominaciones
y repita el pecador:
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
III
Amparo contra la muerte,
amparo contra el infierno,
gran amparo y triunfo eterno
se cantará eternamente,
dándote muy reverente
gloria, alabanza y honor.
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
IV
Tú rompiste las cadenas
del antiguo cautiverio
y al usurpador soberbio
con su suerte lo encadenas.
Vuestras dolorosas penas
os hacen libertador ,
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicios, Señor.
V
Gracias, bienhechor piadoso,
gracias, consuelo del triste,
gracias, pues nos redimiste
en un caudal tan costoso,
caudal santo y misterioso,
precio de amargo valor.
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
VI
A la enmienda pecadora
está pidiendo Jesús
fidelidad, gratitud,
correspondencia y amores;
para estimar tus favores,
esta es la prueba mejor.
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
VII
Ayudadnos a salir
de este mundo con victoria
y a vuestra celestial gloria,
y allí siempre repetir
gloria, alabanza y honor,
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
VIII
Angel que llevas el Ramo,
llévalo con devoción,
que te libre de las quintas
y de toda tribulación.
Los tres Reyes de Oriente
te ofrecieron oro y mirra,
y nosotros te ofrecemos
el Ramo, roscas y cintas,
porques la piedad aumente
y triunfe la religión.
Santo Cristo del Amparo,
sednos propicio, Señor.
El autor desea expresar su gratitud a dos jerteños de corazón: Rodrigo Cepeda Muñoz, que nos introdujo en las fuentes de las cofradías de la localidad, y a José Carrión Barbero, a quien se debe la recopilación de las letras de las alboradas aquí consignadas y los datos de la estructura de la cofradía de la Candelaria.