-Madre, deme usté la ropa
que me voy a la corrida
a ver aquel toro bravo
y a ponerle banderillas.
-La ropa no te la doy
y a la corrida no vayas,
-A la corrida he de ir
aunque la lleve prestada
-Permita Dios de los cielos
y la Virgen del Rosario
que si a la corrida vas
que te traigan en un carro.
Ya llega Manuel García
y al toro sale llamando,
más cuenta le había tenido
que no le hubiera llamado
porque le ha metido el asta
por debajo del costado.
Ya le meten un pañuelo
ya le meten tres o cuatro
y entonces dice el torero:
-Yo me muero, yo me acabo.
Y entonces dice el torero
-Que me lleven en un carro.
A la puerta la viudita
allí pararon el carro.
-Ve aquí tiene usté a su hijo
que ya puede amortajarlo.
-Ya puede amortajarlo
y ponerle la mortaja
que ésta fue la maldición
que le eché al salir de casa.
Al cabo de siete meses
la viudita salió al campo
bramaba y pataleaba
como un toro de siete años
bramaba y pataleaba
como un toro valenciano.