Este era un cura que tenía convidaos, iba a venir el
obispo, y compraron una pava pa cuando viniera el
obispo, y, claro, se marchó el cura y no la dijo cómo
la tenía que poner -el ama no sabía guisar-.
Conque subió arriba al sacristán y se lo dijo.
A ver si se lo dice usted con el órgano, y contesta.
Y empieza el sacristán:
Señor cura, señor cura, cómo se guisa la pava.
Y se volvió el cura y contestó:
Las alas guisadas, las patas asadas. Si entras en la
despensa entra con poca gente, que nos beberán el
vino con una voz penitente.
Si entras en la despensa, del tocino parte poco, que
nos costó treinta reales, per cristum dominum
nostrum.