Este era un cura que tenía una criada nueva, y un día tenían invitados a comer y dijo:
-Prepara unas gachas y una oca.
Pero como no sabía muy bien la criada cuáles eran los gustos de su amo fue a la iglesia a preguntárselos:
-Pues ahora está diciendo misa –dijo el sacristán–, pero se lo vamos a decir cantando por el órgano.
Y empezó:
-Aquí está la tía María
a pedirle relación
de cómo guisa la gachas
y pide contestación.
Y el cura se volvió y dijo:
-Primero se echa el aceite
y después el almidón
luego se echa pimentorum
y se les da un revoltón.
Y el sacristán siguió:
-Señor cura, señor cura,
que aquí está la su criada
que cómo pone la oca,
frita o asada.
Y otra vez el cura:
-Frita frita no la quiero,
asada es como me gusta,
con un poco de salorum
y unas buenas patatorum
per Christum Dominum nostrum.
Y cuando parecía que había acabado, se acordó y dijo:
-María, de la despensa
del tocino parte poco
que si no se nos acaba,
per Christum dominum nostrum.
Y si vas a la bodega
no bajes a mucha gente
que nos beben todo el vino
y es confesión evidente.
Amén.