Don Rodrigo de Vivar
está con doña Jimena
de su destierro tratando,
que sin culpa le destierran.
El rey Alfonso lo manda,
sus envidiosos se huelgan,
llórale toda Castilla,
porque huérfana la deja.
Gran parte de sus haberes
ha gastado el Cid en guerra,
no halla para el camino
dinero sobre su hacienda.
A dos judíos convida,
y sentados a la mesa
con amigables palabras
mil florines les pidiera.
Díceles que por seguro
dos cofres de plata deja,
y que si dentro de un año
no les paga, que la vendan,
y cobren la logrería
como concertado queda.
Dioles dos cofres cerrados,
entrambos llenos de arena,
y confiados del Cid
dos mil florines le prestan.
-¡Oh necesidad infame,
a cuántos honrados fuerzas
a que por salir de ti
hagan mil cosas mal hechas!
¡Rey Alfonso, señor mio,
a traidores das orejas,
y a los hidalgos leales
palacios y oídos cierras!
Mañana saldré de Burgos
a ganar en las fronteras
algún pequeño castillo
adonde mis gentes quepan;
y por conservar el nombre
de tus reinos, que es mi tierra,
los lugares que ganare
serán Castilla la Nueva.