Siendo yo chiquita y niña
me casé con don Rodrigo;
las penas que con él paso
no las pasaba un cautivo.
Me pusiera de ventera
en un estrecho camino:
Por peso me daba el pan,
por medida me da el vino.
Si se lo digo a mi madre
se pondrá a llorar conmigo;
si se lo digo a mi padre
dirá que así lo he querido;
si lo digo a mis hermanos
matarán a don Rodrigo.
Más me valdría callarlo,
callarlo que no decirlo
que no hay mujer que se case
que tenga cabal sentido
sino la que sufre y calla
las faltas de su marido.