Salió a misa de parida
a San Isidro en León
la noble Jimena Gómez,
mujer del Cid Campeador.
Tan hermosa iba Jimena,
que suspenso quedó el sol
en medio de su carrera
por poder verla mejor.
A la entrada de la iglesia
al rey Fernando encontró,
quien para pasar adentro
de la mano la tomó.
Dijo el Rey:-Noble Jimena,
pues el buen Cid se ausentó,
que es vuestro propio marido
vuestro bracero soy yo.
Las manos quiso Jimena
besarle y él las huyó:
acompañola en la iglesia,
y a su casa la volvió.