- ¿Dónde vienes Ricardina
tan temprano de mañana?.
- Vengo de ver a mi amante
que está malito en la cama.
Malito está que se muere,
malito está que no sana,
malito está que no llega
a las tres de la mañana.
Siete doctores le asisten
de los mejores de España
y aún falta por visitar
el cachimba de La Habana.
Con el veneno en el dedo
en la boca se lo echara:
- Tres horas te doy de vida,
dos para estar en la cama
y una pa arreglar tus cuentas
que la vida se te acaba.
- Mira a ver, hijo querido,
mira a ver hijo del alma,
si debes algún favor
a alguna mujer honrada.
- Le debo a la Ricardina,
seis meses embarazada;
cinco mil duros le dejo,
qué suerte sin ser casada.
- Dale más, hijo querido,
dale más, hijo del alma,
dale más, hijo querido,
que la honra no se paga.
Estando en estas razones
Ricardina entró en la sala.
- ¿Dónde vienes, Ricardina?
¿Dónde vienes flor del alma?
- Vengo de pedir a Dios
y a la Virgen soberana
y a Jesús sacramentado
que te saquen de esa cama.
- De la cama sís saldré
mañana por la mañana;
me sacarán entre cuatro
a la iglesia Santa Ana.
Mañana si vas a misa
llevarás velito negro
y allí verás a mi cuerpo
entre cuatro candeleros.
Ricardina, Ricardina,
duquesa de Montalbán,
tanto como te quería
ya no te vuelvo a ver más.
- Prenda de mi corazón,
sólo no te dejaré;
si no me muero me mato,
sin ti no puedo vivir.
Aquí se acaba la historia
de estos dos enamorados
que por cariño y amor
fueron juntos enterrados.