Viniendo un día de arar
como los demás solían
encontré un pobrecito
lleno de llagas y heridas.
- Por Dios, labrador, por Dios,
por Dios y de parte mía
que me lleve usté a caballo
hasta llegar a la villa.
El labrador que se ha bajado
muy contento de alegría
le ha llevado a su casa
le ha dado lo que tenía.
El labrador le dió cama,
el pobre no la quería:
- Si tuviera usté un pajar
en el me recogería.
A eso de la media noche
el labrador no dormía;
estaba considerando
la cuenta que a Dios daría.
Cogió un candil en sus manos
por ver lo que el pobre hacía
y vio que era Jesucristo
la cruz por cama tenía.
- Si yo lo hubiera sabido
lo que en mi casa tenía,
le hubiera dao el corazón;
corazón y alma y vida,
- Alto, alto, labrador;
alto, alto; a la otra vida,
que allí tendrás una silla
y una silla prevenida,
una para tu mujer,
otra para tu familia
otra para tu criada
por buen servicio que hacía.