Joaquín Díaz

La militara


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La militara

Romances de ciego

Vinilo
1979 - Movieplay

Intérpretes: Guitarra y voz: Joaquín Díaz
Laud: Félix Pérez
Guitarra: Jose Antonio Ortega

Productor: Joaquín Díaz
Técnico de sonido: Raul Marcos / Sonoland

Reedición:
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Pongan atención señores
lo que vamos a explicar
este caso que ha ocurrido
con un joven militar.
Un pueblecito asturiano
allí una joven nació
y sus padres al momento
la vistieron de varón.
Y según la gente dice,
esta familia tenía,
un pariente que es muy rico
que era tío de la niña.
Pero este señor tan rico
a la familia le habló
que dejaría su fortuna
al primer hijo varón.
Entonces aquellos padres
llevados de la codicia
la vistieron de varón
ocultando que era niña.
Julio le ponen por nombre
siendo Julia el verdadero
y al cumplir los cuatro años
ya le mandan a un colegio.
Estudiaba con afán
en aquel mismo colegio,
pero todos le apreciaban
por su buen comportamiento.
Ya pasados unos meses
le llegó la inclinación
que tenía que ser chófer
lo que pronto consiguió.
Al cumplir diecisiete años
a la milicia alistó:
parque de automovilismo
a Valladolid marchó.
Desde que al cuartel llegó
era digno de admirar
cumpliendo con sus deberes
como un bravo militar.
De chófer para su coche
un superior le cogió
cumpliendo con sus deberes
como era su obligación.
Ya pasaron unos meses
Julio una novia se echó;
era una chica muy guapa
que de él se enamoró.
Se cogían del bracete
y por la calle marchaban,
como dos enamorados
siempre al cine la llevaba.
Tenían sus varias bromas,
como suele suceder,
pero nadie descubrió
el que era una mujer.
Y así fue pasando el tiempo,
así la mili cumplió
cuando menos lo esperaba
el pastel se descubrió.
En aquel mismo cuartel
una cartera faltó
conteniendo algún dinero
y el coronel ordenó
que todos se desnudaran
para encontrar al ladrón,
y todos obedecieron,
pero Julio dijo “no”.
- Vamos, Julio, ¿qué es lo que haces?
desnúdate enseguida,
no creo que ahora quedes
mal por esta tontería.
Y Julio le contestó:
- Yo no me desnudaré,
sepa usted mi coronel
que yo soy una mujer.
- Vamos, Julio, no bromees,
porque te puede pesar,
¿no sabes que en estos casos
no se puede bromear?.
Y Julio le contestó
- Yo no quiero bromear,
lléveme usted a su casa
y lo puede comprobar.
Todos los allí presentes
atónitos se quedaban,
todos con la boca abierta
sin poder hablar palabra.
Han estado tanto tiempo,
y sin llegarlo a saber
durmiendo tranquilamente
al lado de una mujer.