Para Melilla embarcamos
muy alegres y contentos,
de todos los que aquí vamos
sabe Dios si volveremos.
Pero yo llevo la fe
en la Virgen del Rosario
que dentro del corazón
yo llevo el escapulario.
El diecinueve de enero
a las nueve de la mañana
nos sacaron de Melilla
nos llevaron a campaña.
Metidos en el combate
de ti madre me acordé,
de aquellos besos que tú
me dabas en la niñez.
Una carta recibía
de los tristes de sus padres
y en aquel mismo momento
estaba bañado en sangre.
Recuerdo a los mis amigos
que en el pueblos los dejé
y las grandes diverdiones
que con ellos frecuenté.
También recuerdo a mi novia
que amargamente lloraba
el día que yo embarqué
para esta tierra africana.
Adiós mi padre y mi madre
adiós mi pueblo natal,
adiós Herminia del alma
ya no te vuelvo a ver más.