Pensativo está Rodrigo
viéndose de pocos años
para vengar a su padre
matando al conde Lozano.
Todo le parece poco
respecto de aquel agravio,
el primero que se ha hecho
a la sangre de Laín Calvo.
Al cielo pide justicia,
a la tierra pide campo,
al viejo padre licencia,
y a la honra esfuerzo y brazo.
Descolgó una espada antigua
de Mudarra el castellano,
que estaba vieja y mohosa
y así le dice turbado:
-Haz cuenta, valiente espada,
que es de Mudarra mi brazo,
y que su brazo te tiene,
porque suyo es el agravio.
Tan fuerte como tu acero
me verás en campo armado;
tan bueno como el primero
segundo dueño has cobrado;
Vamos al campo, que es hora
de dar al conde Lozano
el castigo que merece
tan infame lengua y mano.-