Tanto es el niño que ves,
zagal, aunque al hielo llora,
que tres reyes a sus pies
cada cual en El adora
Uno que vale por tres.
Tierno niño y fino amante,
aunque más disimuléis
yo sé que en llorar por mí
sentís mucho y yo sé qué...
Si tan feliz fue mi culpa
que por ella padecéis,
parabién doy a mi mal
pues fue muy mal para bien.
Si una lágrima es por mí
bastante a satisfacer,
¿para qué derramáis tantas
si no tenéis para qué?
Siendo Dios querer ser hombre
bajando a uniros con El.
¿Cómo puede ser que yo
sepa cómo puede ser?
No quiero saber de Vos
más, mi Dios, de que no sé
por saber que el primer hombre
vino a ignorar por saber.
Prisioneros tres monarcas
de vuestro arbitrio a la ley
aprender quieren finezas
de quien los vino a prender.