En San Fernando
hay una fuente,
hay una fuente
con doce caños
con doce caños,
con doce soles,
la confianza
no está en los hombres.
No está en los hombres
ni en las mujeres
que está en el tronco
de los laureles;
no está en el tronco
ni está en las ramas
que está en los pechos
de una serrana;
de una serrana
descolorida,
me roba el alma
y me da la vida.
Me da la vida
y el corazón,
adiós serrana,
adiós, adiós;
adiós serrana,
ay, qué dolor.