Amante Jesús mío
¡oh cuánto te ofendí!
perdona mi extravío,
y ten piedad de mí.
¿Quién al mirarte exánime
pendiente de una Cruz
por nuestras culpas víctima
expirar ¡buen Jesús!
de compasión y lástima
no siente el pecho herido,
habiéndote ofendido
con negra ingratitud?
Una ardorosa lágrima
vierte mi Salvador,
tiene su vista lánguida
buscando al pecador.
“Ven, ven a Mí, hijo pródigo”
Jesús llorando exclama:
“ven, ven, mi amor te llama
dame tu corazón”.
Llorad, cedros del Líbano;
mares, ríos, llorad;
llorad, rocas del Gólgota,
que va Dios a expirar.
Llora, pecador pérfido,
y llora sin consuelo,
que osaste al Dios del cielo
la mano levantar.