En los palacios del rey
hay una hierba malvada
Chirivirivi morena,
chirivirivi salada.
Aquella que la pisare
se quedaría baldada.
La pisó la hija del rey
y esa fue la desgracia.
Llamaron con gran urgencia
a tres sabios de Granada.
El uno le tomó el pulso
el otro no habló palabra,
y el tercero fue el que dijo,
esta niña está baldada.