Allá arriba en la alta sierra alta sierra montesía
habitaba un ermitaño que su santa vida hacía.
Ahí llegara un caballero y de esta manera decía:
-Por Dios te pido ermitaño, por Dios y santa María
que me digas la verdad y me niegues la mentira:
Hombre que esfuerza mujeres ¿el alma tendrá perdida?
-El alma perdida no, no siendo una hermana o prima.
-Ay triste de mí, ay triste , que esa fue desgracia mia.
Me acosté con una hermana, esforcé a una prima mia,
Hombre que hizo tantos males ¿qué penitencia tendría?.
-Te has de meter a una cueva con una culebra viva
que da espanto solo verla, siete cabezas tenía.
Allí viene el ermitaño a animarle cada día:
-¿Cómo te va Don Rodrigo, cómo te va, por tu vida?
-Ya me come la culebra por donde más me dolía
por donde vino el principio de la gran desdicha mía.
-Aguarda, que te confieso de tu grande villanía.
Por pronto que quiere hacerlo Don Rodrigo se moría.
Cómo tocan las campanas cómo tocan doloridas
Por el alma de Rodrigo que para el cielo camina.