Ya tocan a misa en Roma en la iglesia de San Pablo;
dice misa el arzobispo y predica el Padre Santo.
Por la puerta de la culpa mucha gente ya va entrando,
entraban condes y duques y gente de gran estado,
entraba el conde Laurel con su hijito de la mano.
Galiarda de que le ha visto del joven se ha enamorado,
con los ojos le ha dao señas con la mano le ha llamado
y el niño, como es tan joven, atento a la misa ha estado.
Se ha terminado la misa y el joven se ha levantado:
-¿Qué me quieres, Galiarda? Aquí estoy a tu mandato.
-¿Qué te he de querer, mi conde, que me lleves de la mano
desde el portal de la iglesia hasta llegar a palacio.
Por dónde le ve la gente el joven parece un santo;
por donde no le ve nadie de amores la va tratando.
-Galiarda, la mi Galiarda, ¿quién va a dormir a tu lado?
-Tú dormirías, mi conde, no una noche, sino cuatro,
pero como eres tan niño lo parlarás en palacio.