Cuán traidor eres, Marquillos, cuán traidor de corazón,
por dormir con tu señora, degollaste a tu señor.
Desque le tuviste muerto, le quitaste el chapirón,
fuéraste al alto castillo donde estaba Blancaflor.
- Abridme, linda señora, que viene vuestro señor;
si no lo queréis creer, ved aquí su chapirón.
Blancaflor desque lo viera, las puertas luego le abrió
y Marquillos, deseoso, a una estancia le metió.
- Por Dios te ruego, Marquillos, que me otorgues un favor,
que no durmieses conmigo hasta que rayase el sol.
Marquillos, como es hidalgo, el favor le concedió,
mas como estaba cansado, en sentado, se adurmió.
Levantóse muy ligera la valiente Blancaflor
tomara un cuchillo en mano, y a Marquillos degolló.