Los mozos de Monleón se fueron a arar temprano
para dir a la joriza y remudar con despacio.
Al hijo de la veñuda, el menudo no le han dado.
- Yo a la joriza he de ir, aunque lo busque prestado.
- Permita Dios si te vas, que te traigan en un carro
las abarcas y el sombrero de los indiestos colganado.
Se cogen los garrochones, se marchan navas abajo
preguntando por el toro, y el toro ya está encerrado.
En el medio del camino, al vaquero preguntaron.
- ¿Cuánto tiempo tiene el toro?. - El toro tiene ocho años.
Muchachos, no entréis a él, mirad que el toro es muy malo,
que la leche que mamó se la di yo por mi mano.
- Si nos mata que nos mate, ya venimos sentenciados.
Se presentan en la plaza cuatro mozos muy gallardos.
Manuel Sánchez llamó al toro. Nunca lo hubiera llamado...
Por el pico de una abarca, toda la plaza arrastrado.
Cuando el toro le dejó, ya lo ha dejado expirando.
- Compañeros, yo me muero; amigos yo estoy muy malo.
Tres pañuelos tengo dentro y éste que meto son cuatro.
Al rico de Monleón le piden los bues y el carro
pa llevar a Manuel Sánchez, que el torito le ha matado.
A la puerta la veñuda arrecularon el carro.
- Aquí tenéis vuestro hijo, tal como lo habéis mandado.
A eso de los nueve meses, sale la madre bramando
los vaqueriles arriba, los vaqueriles abajo
preguntando por el toro y el toro ya está enterrado.