Paseábase el rey moro
Por la ciudad de Granada,
Desde la puerta de Elvira
Hasta la de Bibarrambla.
Cartas le fueran venidas
Como Alhama era ganada:
Las cartas echó en el fuego,
Y al mensajero matara.
Descargaba de una mula,
Y en un caballo cabalga;
Por el Zacatín arriba
Subido se había al Alhambra.
Desque en el Alhambra estuvo,
Al mismo punto mandara
Que se toquen sus trompetas,
Sus añafiles de plata.
Y que las cajas de guerra
priesa toquen al arma,
Porque lo oigan los moros,
Los de la Vega y Granada.
Los moros que el son oyeron
Que al sangriento Marte llama,
Uno a uno y dos a dos
Juntado se ha gran campaña.
Allí habló un Alfaquí,
De barba crecida y cana:
“¿Para qué nos llamais, rey,
Para qué es esta llamada?”
“Habeis de saber, amigos,
Una nueva desdichada;
Que cristianos de braveza
Ya nos han ganado Alhama".
Allí habló un moro viejo,
De esta manera hablara:
“Bien se te emplea, buen rey.
Buen rey, bien se te empleara.
Mataste los Bencerrajes
Que eran la flor de Granada;
Cogiste los tornadizos
De Córdoba la nombrada.
Por eso mereces, rey,
Una pena muy doblada;
Que te pierdas tú y el reino,
Y que se pierda Granada".