La presente exposición está formada por una extraordinaria colección de ilustraciones que aparecieron en semanarios satíricos de diversas tendencias políticas en la segunda mitad del siglo XIX, concretamente en las décadas de los años 70 y 80, y que constituyen un excepcional testimonio gráfico, crítico y satírico de la historia de España.
Como se recordará se puede considerar el siglo XIX como uno de los más agitados de la historia de España. A ella pertenecen los últimos años del reinado de Carlos IV, la guerra de la Independencia (1808-1813), la labor de las Cortes de Cádiz y la proclamación de la Constitución en 1812, la vuelta del exilio del “Deseado” Fernando, su abolición de la Constitución y su persecución de los liberales (1814-1820), el “grito” de Riego y el restablecimiento de la Constitución durante el Trienio liberal (1820-1823). La intervención de los “Cien mil hijos de San Luis” repuso a Fernando VII en el trono como rey “absoluto” durante la “Década Ominosa” (1823-1833). A su muerte en 1833 quedó como Regente su viuda María Cristina, madre de la futura Isabel II pero alegando sus pretendidos derechos al trono, Don Carlos, el hermano del difunto rey, inició una sangrienta guerra civil (la primera guerra carlista, 1833-1840).
El desacuerdo entre María Cristina y los progresistas sobre la Ley de Ayuntamientos determinó la abdicación de ésta como Regente y su marcha al exilio en Francia. Le sucedió el general Espartero quien ocupó la Regencia hasta ser derrotado por una coalición de moderados y progresistas (1840-1843) y a su vez hubo de refugiarse en Inglaterra. La mayoría de edad de Isabel II a la temprana edad de 13 años (1843) y su matrimonio con su primo Francisco de Asís, (1843) inician un largo reinado (1843-1868) caracterizado por las intrigas de María Cristina, del rey consorte, y de sus respectivas camarillas, los manejos de los representantes del Vaticano, de Inglaterra y de Francia, el influjo del clero y las dictaduras de los “espadones” de turno, que dieron carácter tragicómico al caótico reinado de Isabel II, con sus numerosos cambios de gobierno, la Revolución de 1854 y la “Gloriosa” de 1868 que acabó con el reinado de Doña Isabel. Entre los vencedores, tanto Prim como los unionistas eran partidarios de continuar el sistema monárquico con un rey de ideología liberal mientras que los republicanos estaban divididos entre los partidarios de una República unitaria y los de otra federal. Durante el Gobierno Provisional (1868-1871) presidido por el General Serrano, la búsqueda de un rey constitucional tanto por Prim como por los demás políticos dio lugar a tensiones principalmente entre Inglaterra, Francia y Prusia, opuestas a la elección de un rey ajeno a sus intereses, y que ocasionó la guerra franco-prusiana y la caída de Napoleón III. A instancias de Prim fue elegido don Amadeo de Saboya, pero poco antes de su llegada a Madrid, aquél fue asesinado. El “hijo del carcelero del Papa” fue mal recibido tanto por los carlistas, los moderados y el clero como por los republicanos, y abdicó al cabo de poco tiempo (Diciembre 1870-Enero 1874). Más efímera aún fue la Primera República (Febrero-Diciembre 1873), que en tan corto espacio de tiempo tuvo cuatro presidentes. Con ella dieron fin el pronunciamiento del general Pavía en enero de 1874 y la proclamación de Alfonso XII como rey de España por el general Martínez Campos en diciembre del mismo año. Comenzó así el largo período de la Restauración borbónica que duraría hasta abril de 1931.
Durante el reinado de Isabel II y hasta finalizar el siglo XIX tuvieron lugar la Guerra de Marruecos (1859), el recrudecimiento del carlismo con la intentona del general Ortega en San Carlos de la Rápita (1860) y la última guerra carlista (1872-1876), la rebelión cantonal (1873), la primera Guerra de Cuba (1868-1878) y la segunda, que acabó con la independencia de aquella colonia en 1898. No extrañará que aquel reinado fuera blanco de sátiras como la desvergonzada Los Borbones en pelota, atribuida mucho tiempo a los hermanos Bécquer, o El ruedo ibérico de Valle Inclán en el siguiente siglo.
La revolución del 68 trajo la ansiada ley de Libertad de imprenta, por decreto del 26 de octubre de 1868, confirmado por la Constitución de 1869; y tanto esta ley como las mejoras técnicas de la imprenta desarrollaron hasta tal punto la prensa periódica, que llegó a contar con unas seiscientas publicaciones durante el Sexenio Democrático. La crónica de la agitada historia de España en el siglo XIX, recogida después por los historiadores, fue apareciendo día a día en los periódicos y en obras de carácter popular como las aleluyas, relaciones, cantares y romances de ciego, muchas de ellas de carácter crítico y satírico.
Debido a esta difusión de la prensa y a la publicidad dada a los debates en el Congreso de Diputados, las representaciones de hombres políticos se difundieron mucho en fotos, en grabados y en caricaturas. Convertidos en personajes del gran espectáculo político están representados como tipos, en retratos individualizados o formando parte de grupos de carácter escenográfico. Y en ilustraciones publicadas en la prensa o recogidas en libros aparecieron series de retratos satíricos como Caricaturas políticas de Francisco Ortego y Vereda o las Caricaturas revolucionarias de Daniel Perea, y de Francisco Ortego, que fue publicando la revista Gil Blas, entre el 10 de febrero y el 17 de abril de 1870.
Poco después del triunfo de la Revolución de Septiembre de 1868 quienes formaban el nuevo gobierno provisional se fotografiaron en un grupo en el que los militares no van de uniforme, quizás para destacar el carácter “civil” (que no lo fue) y democrático del nuevo régimen. Pero aquellos hombres de la “España con honra”, que eran casi los mismos que los de la difunta monarquía, y que algunos de ellos formarían parte del efímero reinado de Don Amadeo, de la aún más efímera Republica, e incluso después, de la Restauración, mostraron a poco de llegar al poder que seguían anteponiendo sus propios intereses y ambiciones a los del país.
Así, no es de extrañar que fueran objeto de críticas, caricaturas y sátiras de la prensa del tiempo, en especial de las que eran órganos del carlismo, de un moderantismo predecesor ya del alfonsismo y de unos republicanos frustrados por el propósito de los prohombres de la Septembrina de continuar el sistema monárquico en España. Los ilustradores aprovecharon sus defectos morales y sus rasgos físicos más característicos e insistieron en ellos para trazar imágenes tan fáciles de reconocer por los lectores como lo habían sido, pongo por caso, las de los ficticios Fray Gerundio y Tirabeque de Modesto Lafuente en su periódico político y de costumbres Fray Gerundio (1837-1842).
El paso del tiempo, la crítica detallada, el día a día de la complicada política del tiempo y la gran cantidad de hombres públicos, famosos unos y desconocidos muchos más, que protagonizaron la efímera actualidad de casi medio siglo, no facilitan su identificación en el presente. Estas viñetas muestran algunas de las caricaturas de los artífices más destacados de “la Gloriosa” que aparecieron en la prensa satírica del día.