Los aerófonos hispanoamericanos son una de las familias de instrumentos que más variedad presenta. Entre ellos podemos hallar una gran diversidad, tanto en las formas externas como en sus sistemas de construcción. Flautas globulares, flautas zoomorfas, sistemas a bisel, sistemas de agua, flautas antropomorfas, silbatos de uso religioso, reclamos… todo ello forma el inagotable abanico de estos aerófonos.
La flauta antropomorfa que nos ocupa se denomina "Vaso Silbador", ya que esta dotado de un recipiente para contener el agua que activa el sonido. Al llenar el mencionado depósito posterior y al inclinarlo suavemente hacia delante, el agua desplaza el aire contenido en el cuerpo del instrumento, que representa una cabeza humana, y provoca la acción del silbato que está incorporado al tocado de la figura. De acuerdo con la información facilitada por el musicólogo mejicano Juan Guillermo Contreras, “al parecer, y por accidente, el artesano descubrió que dejando unas pequeñas hendiduras en los ojos, a la vez que emite sonido por el silbato, con el empuje del agua, puede gotear como si llorara”. Por ello también se conoce a esta flauta como “llorona”.
El artesano referido, conocido como Don Mario Cortés, trabajó en la localidad de Texcoco hasta 1996. En la actualidad la labor la continúa su hijo Gregorio en el taller Ah Pax Chul.
Este instrumento se exhibe en el Museo de la Música de Urueña, colección Luis Delgado.