El mvet es un idiocorde, ya que sus cuerdas se separan directamente de la caña que sirve de soporte, sin llegar a independizarlas totalmente del cuerpo principal del instrumento. El proceso de fabricación del mvet es de una gran delicadeza, ya que una vez cortadas varias estrías a lo largo del tubo, se separan de éste introduciendo un puente que las tensa. Al efectuar esta operación la caña se arquea. Para facilitar esta deformación se rebaja longitudinalmente el grosor de la misma en la parte posterior. Una calabaza bajo el puente y dos en los extremos ayudan a la resonancia del instrumento. Con frecuencia se colocan plumas en los términos de la caña como ornamentación. El mvet moderno, que mide alrededor de los 110 centímetros de largo, tiende a llevar cuerdas metálicas.
El término mvet no sólo se refiere al instrumento, sino que abarca los textos de tradición oral, la danza, la mímica y a todo aquello relacionado con el género musical que el instrumento interpreta. Tradicionalmente, para acceder a las enseñanzas de esta música, el discípulo adquiría el compromiso de entregar a su hermana en matrimonio al maestro que había de enseñarle, y tendría que pasar mucho tiempo hasta que el alumno recibiera la autorización que le permitía actuar en público. Para ello debía recitar de memoria enormes listados genealógicos, poemas épicos, etc. Los intérpretes de mvet son los portadores de una larga tradición oral, y sobre ellos recae la responsabilidad de conservar la memoria histórica de su pueblo.
Los paises en los que se encuentra el mvet son: Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial, República del Congo y República Centroafricana.
Este instrumento se exhibe en el Museo de la Música de Urueña, colección Luis Delgado.