Instrumento de ocho cuerdas, tensadas entre un clavijero y un cordal encolado a una caja, a lo largo de un mástil con trastes. Esas cuerdas van divididas en cuatro órdenes que se afinan, de grave a agudo Sol, Re, La, Mi (también a veces Mi, La, Do, Fa). La forma de pera o almendra de su caja es probable que contribuyese a fijar su nombre (en italiano mandorla es almendra), aunque algunos autores quieren hacer derivar su origen de la palabra pandora, de donde vendría mandora, o de vandora, de donde saldría bandurria y vandola. Hay modelos con la tapa inferior plana y otros que mantienen la forma del laúd renacentista, con costillas componiendo una especie de casco de barco.
Aunque la encordadura más frecuente es la de cuatro órdenes de dos cuerdas cada uno, hay también mandolinas de cuatro cuerdas simples, de cinco (simples y dobles), de seis (simples, dobles y triples) y hasta de dieciséis cuerdas (cuatro órdenes de cuatro cuerdas cada uno) que se tocan siempre con púa. El diferente número de cuerdas y alguna otra variante formal ha originado modelos locales que se suelen denominar según el lugar del que proceden: mandolina milanesa, napolitana, etc.
Aunque su historia, si nos remontamos al estudio de instrumentos de características similares, puede ser muy antigua y llevarnos hasta la Edad Media, en realidad el instrumento, tal y como hoy le conocemos, comienza a difundirse y popularizarse a fines del siglo XVII con un repertorio al que contribuyen músicos como A. Scarlatti o F. Conti. Ya en el XVIII, Vivaldi escribe varios conciertos para una y dos mandolinas (RV 425 y RV 532) y el alemán Hasse también compone un Concerto con mandolino obligato. A partir de esa época y con la ayuda de compositores e intérpretes que seguían los modelos de métodos escritos por italianos y franceses (G. Fouchetti, M. Corrette, etc.) se crea una extraordinaria afición que convierte al instrumento en una pieza favorita, tanto en los salones más refinados como en ambientes más populares.
Pista de Audio:
Intérprete:Luis Delgado